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Manuel Girona Agrafel

Biografía

Girona Agrafel, Manuel. Barcelona, 1.I.1817 – 31.X.1905. Banquero, político y mecenas.

De todos los descendientes del comerciante y banquero Ignacio Girona i Targa, Manuel, hijo de su segunda esposa, Rita Agrafel, fue el que adquirió mayor proyección pública, circunstancia que contribuyó a eclipsar la notoriedad del padre y de sus hermanos. Con certeza cabe considerarlo el personaje más emblemático de la vida social catalana del siglo xix, y uno de los más destacados del ámbito español. Figura notable en la esfera económica, política y social, a lo largo de su vida ocupó varios cargos y realizó numerosas actividades, aunque la de mayor relevancia fue la que ejerció como banquero.

A causa de la circunstancia de que su hermano mayor, Juan, fue al extranjero a formarse como técnico industrial, y que él mismo demostró una precoz aptitud para los negocios, Manuel Girona consolidó su posición en el seno de la familia y de la empresa. Durante su adolescencia estudió matemáticas y acompañó a su padre en el desarrollo de sus actividades profesionales. Según lo definió un socio y colaborador de su padre, a los catorce años “es un muchacho que despliega talento, tiene un genio dócil y como es juicioso se hace estimar”. Cuando en 1839 Ignacio Girona fundó Girona Hermanos Clavé y Compañía, Manuel —con sólo veintidós años— compartió con su hermano Juan y con Juan B. Clavé la dirección y la administración de la sociedad. Pronto dio muestras de su habilidad para los negocios. En sus discursos al Senado indicaba la naturaleza de algunas operaciones realizadas en su juventud: “Uno de los primeros buenos negocios que yo hize fue con la deuda pasiva de Londres en el año 1843 [...] en cuya conversión yo me gané una diferencia del 50 por 100 en el precio [...]. Por una casualidad lo supe, y en año 43 me fui a Londres y realizé y repetí en otros años esta buena operación”. También, a partir de 1842 empezó las diligencias para crear el Banco de Barcelona, el primer banco privado del Estado, que se autorizó en 1844.

Pocas semanas después de la aprobación del real decreto para la creación del banco, Manuel contrajo matrimonio con Carolina Vidal y Ramón, hija y hermana de los banqueros Vidal-Quadras. Los capítulos matrimoniales se pactaron en términos de igualdad económica, aunque Manuel “como premio de los trabajos hechos a favor de la casa paterna” había recibido de su padre el importe “de mucho tiempo a esta parte” para que pudiese formar con el capital parte de la compañía familiar. Cuando en 1861, a causa de la muerte de Manuel Vidal y Quadras, su hija Carolina incrementó copiosamente su fortuna, Manuel Girona le otorgó un nuevo aumento de dote y donación de esponsacilicio, en catalán creix, de igual cantidad, que ratificaba las capitulaciones matrimoniales pactadas al contraer el enlace. Del matrimonio entre Manuel y Carolina nacieron dos descendientes, Manuel y Ana.

Manuel Girona dedicó su juventud y madurez a dirigir el Banco de Barcelona y los múltiples negocios emprendidos por la compañía de comercio, conocida popularmente como la “casa Girona”. A partir de los años sesenta, cuando la sociedad mercantil contaba más de dos décadas de intensa actividad y se habían promovido obras y operaciones que por su magnitud la situaron en la cúspide de las empresas catalanas, como la construcción de la línea del ferrocarril de Barcelona a Zaragoza, el canal de Urgel y varias carreteras, se inició el proceso de disolución. La muerte del patriarca, Ignacio Girona, y la crisis económica general precipitaron la clausura de la casa comercial, que con el tiempo se había convertido en un negocio exclusivamente familiar. La disolución repercutió en la proyeción de los miembros de la familia, que con el prestigio adquirido emprendieron una nueva etapa individual. Aunque ya no participaron de la cohesión de la compañía, los hermanos Girona siguieron compartiendo algunos negocios. Cuando en 1876 se creó la sociedad para fundar el Banco Hispano-Colonial, con el propósito inicial de reunir un fondo para las necesidades financieras del Gobierno español en Cuba, aunque después se convirtió en un banco de negocios, Manuel Girona ocupó el cargo de vicepresidente en el Banco de Barcelona y el Banco de Castilla en Madrid, fundado por su hermano Jaime, figuraban también entre los mayores accionistas. La empresa, con un capital de setenta y cinco millones de pesetas, fue la mayor sociedad anónima catalana del siglo xix.

En 1874, con la creación del Banco de España y el privilegio exclusivo de la emisión de billetes, el Banco de Barcelona perdía definitivamente el derecho de emisión. Según Manuel Girona, el nuevo banco ignoraba las necesidades industriales del mercado catalán, hecho que justificaba el rechazo a la integración del Banco de Barcelona en la nueva entidad. Con todo, Ignacio Girona, hermano de Manuel, fue el director de la primera sucursal del Banco de España en Cataluña, establecida en un local propiedad de la familia Girona.

Tras la muerte de su padre, Manuel asumió la preeminencia moral y económica en el seno familiar, pero la disolución de la sociedad mercantil supuso un cambio de actividades, con una mayor dedicación en la esfera pública. En 1863 se presentó como diputado para la Seo de Urgell y de Lérida en 1865. El mismo año publicó un opúsculo sobre el uso del crédito en la Administración del Estado, y avanzaba lo que serían sus dos preocupaciones en política económica: la situación presupuestaria y la deuda pública. En publicaciones posteriores daba muestra de sus concimientos en materia financiera y de su agudeza crítica. En 1872, poco después de la exposición en las Cortes de las propuestas del ministro de Hacienda, editó en un impreso los errores de cálculo de la deuda flotante, que desequilibrarían el presupuesto. Alertaba de la necesidad de emprender medidas para evitar el desastre finaciero y aseguraba que “si han de seguir confeccionándose los presupuestos, discutiéndolos y aprobándolos los que lejos de pagar contribución, en su mayoría cobran del presupuesto, resultará como siempre, que el de gastos será el preferente y superior al de ingresos: continuará el abuso de los créditos supletorios, y la consecuencia de todo será el aumento de la deuda flotante y la permanente”.

Tras la Restauración borbónica en 1876, fue nombrado alcalde de Barcelona, cuando faltaban meses para las eleciones de 1877. A pesar del escaso tiempo en el Gobierno de la ciudad, su principal objetivo consistió en sanear la economía municipal, aunque no por ello dejó de impulsar obras y servicios que materializó en proyectos urbanísticos, mejora de infraestructuras y dotación de servicios sociales y asistenciales. Después de la alcaldía, en 1877 fue elegido senador, cargo que ocupó hasta 1879 y que consolidó en 1885 al ser nombrado senador vitalicio.

Aunque era conservador, con motivo de la Exposición Universal que debía celebrarse en Barcelona en 1888, a instancias del Gobierno liberal fue designado comisario regio meses antes de la inauguración, porque “había serios apuros en la vida de la Exposición”. Al presentar la liquidación, a pesar del déficit que representaba para el presupuesto municipal, en concepto de “sobrante o economía” devolvió un millón de pesetas al Gobierno del millón y medio concedido como crédito para las instalaciones. Sin ignorar la ayuda de sus colaboradores, atribuyó el éxito de la Exposición —la primera de aquellas características que se celebraba en España— al hecho de “cuidarme personalísimamente de cuanto se necesitaba, cooperando con eficacia los inteligentes y activos funcionarios que el Gobierno envió a mis órdenes. Las instruciones me autorizaban para pedir todos los demás que fueran precisos; más con aquellos cuatro que me enviaron tuve bastante, y sólo nombré tres escribientes”. Sin duda, cabe atribuir parte del éxito de la organización a la larga experiencia adquirida como testigo de las exposiciones universales celebradas en varias ciudades europeas. Desde mediados de siglo, Manuel Girona y también sus hermanos, Ignacio, Jaime y Casimiro, viajaba habitualmente por motivos de negocios que hacía coincidir con la visita a las exposiciones. Londres, París, Bruselas... eran destinos frecuentes, pero también lo fueron ciudades más lejanas, como San Petersburgo.

De regreso al Senado, continuó criticando los presupuestos, el incremento de la deuda pública y la política financiera del Banco de España. Reiteró que no pretendía convertirse en ministro de Hacienda, sino ocuparse, proponiendo medios y soluciones, únicamente para lo que creía estar capacitado: “En todas las legislaturas, cuando se han discutido los presupuestos, siempre he estado aquí, desde que soy Senador; claro está que no he venido cuando se han tratado cuestiones jurídicas o de un orden que no está dentro de mis concimientos; porqué me parece inútil venir a perturbar, y a verse tal vez en la necesidad de tratar asuntos que no se entienden, cuando yo sólo acostumbro a hablar de las cosas en que tengo alguna competencia”.

No se consideraba un hombre de partido, sino un pragmático: su prioridad no era el ejercicio de la gestión política, sino implantar su ideario y aplicar su influencia para consolidar el control económico y social del grupo al cual pertenecía. Sin duda, su posición entre la elite comercial y financiera favoreció su presencia en cargos de instituciones públicas que no tenían una funcionalidad política directa, pero sí una gran influencia sobre la vida pública catalana.

Su larga experiencia política y empresarial le llevó a publicar ensayos, discursos y memorias que reflejan su pensamiento económico, sus sólidos conocimientos sobre finanzas y sus propuestas para mejorar la administración.

Entre 1883 y 1886 fue presidente del Ateneo barcelonés, y desde su creación en 1886, fundador y presidente de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación hasta 1901, después de reiterar su renuncia a causa de su avanzada edad. En escenarios tan distintos continuó planteando la necesidad de favorecer el desarrollo económico. En el Ateneo postuló temas reiteradamente plantedados en el Senado: la política arancelaria y la reforma de la Marina. Como presidente de la Cámara de Comercio, la ampliación del puerto de Barcelona y la construcción de la Aduana se convirtieron en objetivos prioritarios.

Al final de su vida, Manuel Girona sufragó los gastos de construcción de la fachada neogótica de la catedral de Barcelona. Había desarrollado ya una importante actividad de mecenas y realizado numerosas obras benéficas. Perpetuar su recuerdo y el de sus familiares en el edificio más emblemático de la ciudad fue su testamento como hombre público, obra que culminaron sus descendientes con la construcción del cimborrio. El obispado le otorgó el derecho de ser enterrado en el recinto. Murió en Barcelona a los ochenta y ocho años y, poco amigo de la ostentación, su sepultura, a pesar de ocupar un lugar privilegiado en el claustro, sorprende por la senzillez arquitectónica, lejos del lujo de los panteones de los cementerios de la elite burguesa del siglo xix. La sobriedad fue la característica de sus disposiciones testamentarias y expresó su voluntad de evitar flores y coronas en el cortejo fúnebre. Dejó al morir una gran fortuna, que repartió de forma peculiar entre sus dos hijos: Ana recibiría una tercera parte y Manuel, las otras dos, “con el objeto de que pueda conservarse el nombre y el rango de la casa Girona conquistado tras largos años de laboriosidad y de preferente consagración de mis medios de fortuna con ella obtenida, en importantes empresas, negocios y obras útiles al país, llevadas a feliz término sin favor ni subvenciones del Gobierno ni de nadie”. Era la percepción vital de un hombre que se sentía protagonista de los cambios que Cataluña había experimentado a lo largo del siglo xix. Pionero de la modernización del sistema financiero, constructor de grandes infraestructuras, mecenas, melómano, impulsor de proyectos para la protección de las artes —como la construcción del Liceo—, brindó su experiencia de empresario para la reforma de la Administración, con la esperanza de que los gobiernos defendieran la necesaria prosperidad del Estado.

 

Obras de ~: Ensayos para arreglar el crédito y mejorar la situación de España, Barcelona, Est. Tipográfico de Narciso Ramírez y Rialp, 1865; Errores trascendentales en los proyectos financieros presentados a las Cortes por el Excmo. Sr. Ministro de Hacienda el 11 de Mayo 1872, Barcelona, Narciso Ramírez y Cía., 1872; Proyecto de arreglo y unificación de la deuda pública de España, Barcelona, Tipografía Narciso Ramírez y Cía., 1876; Memorandum. Nueve meses de alcalde primero de Barcelona, Barcelona, Imprenta N. Ramírez y Cía., 1877; Discurso del Señor Don Manuel Girona pronunciado en el Senado en los días 21, 22 y 25 de Junio de 1878, al discutirse el Presupuesto de Gastos de 1878-79, Madrid, Imprenta de la Viuda e Hijos de G. Antonio García, 1878; Desarrollo de la proposición de ley para la mejora de la Renta de Tabacos, Barcelona, Imprenta Barcelonesa, 1879; Arreglo, unificación y estimación completa de la Deuda Pública de España, Barcelona, Sucesores de N. Ramírez, 1880; Unificación de la Deuda. 119 millones de pesetas anuales de rebaja en los gastos, Barcelona, Sucesores de N. Ramírez, 1880; Memoria del nuevo proyecto de fachada de la Catedral de Barcelona, Barcelona, Sucesores de N. Ramírez, 1880; “De los medios y elementos que necesita la industria nacional, para competir con la extranjera, y modo de obtenerlos”, en Boletín del Ateneo Barcelonés, n.º 14 (1883); Discursos pronunciados por el Excmo. Sr. D. Manuel Girona, senador por Barcelona, en el Senado, Barcelona, 1884; “De la Navegación. Decadencia de nuestra Marina. Manera de mejorar pronto su situación”, en Actas del Ateneo Barcelonés, Barcelona, Tipografía Narciso Ramírez y Cía., 1885; Documentos Parlamentarios. Discursos pronunciados por el Senador Vitalicio Manuel Girona, Barcelona, 1885; Memoria sobre la Exposición Universal de 1888, Barcelona, Henrich y Cía., 1889; Discursos pronunciados por Manuel Girona en 1890 sobre los Presupuestos Generales del Estado, Barcelona, 1890; Discursos pronunciados por el senador vitalicio Manuel Girona con motivo de la discusión del Proyecto de emisión y prórroga del Banco de España, Barcelona, Imprenta Barcelonesa, 1891; A la nación dedica su plan completo económico financiero bancario al objeto de dar solución a los problemas económicos y alcanzar la regeneración de la patria, Barcelona, Imprenta Henrich, 1898; Presupuesto para la regeneración de la patria bajo el principio fundamental de la Unificación de la Deuda Pública convirtiéndola en otra al 3% de interés amortizable en 90 años, Barcelona, 1899; Remedio radical, rápido, restaurador de la Administración del Estado, Barcelona, Henrich y Cía., 1903.

 

Fuentes y bibl.: Archivo del Congreso de los Diputados, Serie documentación electoral, 48, n.º 2; 54, n.º 11; Archivo del Senado, exp. personal, sig. HIS-0192-05.

J. Vicens Vives y M. Llorens, Industrials i polítics (segle xix), Barcelona, Teide, 1958; F. Cabana, Història del Banc de Barcelona (1844-1920), Barcelona, Edicions 62, 1978; L. Pla, “La família Girona i el Castell del Remei”, en VV. AA., El tresor dels Canals d’Urgell. L’aigua com a factor transformador d’un territori, Lérida, Pagès Editors, 1996; L. Pla, “La família Girona a Tàrrega. Estratègies matrimonials i especialització professional”, en C. Martínez Shaw (ed.), Historia Moderna, Historia en Construcción, Lérida, Milenio, 1999; L. Pla, “Ignasi Girona i Targa (1781-1867). El fundador de la casa Girona”, en VV. AA., Doctor Jordi Nadal. La industrialització i el desenvolupament econòmic a Espanya, vol. I, Barcelona, Universitat, 1999; F. Cabana, Manuel Girona, semblança i antologia de textos, Barcelona, Pòrtic, 2002; Ll. Pla i Toldrà, Los Girona. La gran burguesía catalana del siglo XIX, Lleida, Editorial Milenio, 2017.

 

Lluïsa Pla i Toldrá

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