Cisneros Betancourt, Salvador. Marqués de Santa Lucía (II). Puerto Príncipe, Camagüey (Cuba), 10.II.1828 – La Habana (Cuba), 28.II.1914. Político, presidente de la República de Cuba.
Gran propietario, perteneciente a la alta sociedad cubana, obtiene el título nobiliario español de marqués de Santa Lucía pero se adhiere pronto a las actividades independentistas cubanas, uniéndose al movimiento anexionista (1851). Es arrestado por sus actividades políticas y es enviado desterrado a España, de donde huye para marchar a Estados Unidos.
En 1866 retorna a Cuba e ingresa en “una Casa Masónica, de donde él continuó conspirando contra el gobierno español”. Asimismo, organiza no se sabe si ese mismo año la Sociedad Libertadora, en Camagüey, e igualmente participa en las reuniones preparatorias del alzamiento cubano, celebradas en 1866, forma parte del comité de gobierno de la Junta Revolucionaria de Puerto Príncipe, y es apresado y permanece preso en la fortaleza habanera del Morro. En 1868, con Ignacio Agramonte, funda la Junta Revolucionaria para la planificación de la insurrección en el año siguiente (1869). El 10 de abril de ese año, en Guáimaro, a instancia de Carlos Manuel Céspedes se reúnen quince parlamentarios que “ostentan la representación de los cubanos independiente”, que da sentido a la Asamblea Constituyente, aprobando la Constitución federal de 10 de abril de 1869, y crean un gobierno que sustituye al provisional, eligen la Cámara de Representantes (11 de abril), en la que el presidente es Cisneros Betancourt, mientras que el presidente de la república es Carlos Manuel de Céspedes.
En la campaña por la independencia “nada había hecho digno de particular mención” —según Montaner y Simón—, aunque López Otero señala en cambio que después de la revolución de Yara (1868-1878), en la que interviene, “fue uno de los principales firmantes” del Decreto de Abolición de la Esclavitud (26 de febrero de 1869) y de la Constitución de Guáimaro de 10 de abril de 1869. Esta Constitución fue firmada por Carlos Manuel de Céspedes, como presidente de la Asamblea Constituyente, y los diputados Francisco Sánchez, Miguel Betancourt Guerra, Ignacio Agramonte Loynaz, Antonio Zambrana, Jesús Rodríguez, Antonio Alcalá, José Izaguirre, Honorato del Castillo, Miguel Jerónimo Gutiérrez, Arcadio S. García, Tranquilino Valdés, Antonio Lorda, Eduardo Machado Gómez y Salvador Cisneros Bentancourt como presidente de la Cámara de Representantes, “supervisando los poderes de Céspedes”, pero asimismo Mora indica que, sorprendido por la acción de Céspedes, Cisneros regresa a Camagüey, donde crea el Comité Revolucionario de Camagüey, que llega a ser “la vanguardia de la guerra”.
El Grito de Yara, de 10 de octubre de 1868, señala el comienzo de la insurrección cubana contra España que tuvo como consecuencia la Guerra de los Diez Años, aunque desde varios años antes conspiran diversos grupos en Cuba y Puerto Rico. Acaso coincidiendo con la Revolución de 1868 en España, se produjeron los levantamientos antillanos, iniciados con la rebelión de Lares en Puerto Rico, el 23 de septiembre, cuyas noticias, publicadas oficialmente en la Gaceta de La Habana a principio de octubre, aceleraron el alzamiento de Cuba, preparado a partir de la reunión que tuvo lugar el 3 de agosto de 1868 en la hacienda de San Miguel de Rompe, cerca de Tunas, donde se constituye una Junta Revolucionaria de Oriente, presidida por Francisco Vicente Aguilera, de la que formaban parte Pedro Figueredo y Francisco Maceo Osorio, y en la que se trata de unificar a todos los grupos. Aunque, a principios de octubre se reúnen los conspiradores de Manzanillo en el ingenio El Rosario, dando la jefatura a Céspedes que era apoderado general de Aguilera. La revolución se había fijado para el día 14, pero Céspedes la apresuró: el 9 convoca en su hacienda La Demajagua a todos los jefes de la zona de oriente que tras el juramento de vencer o morir, marchan al día siguiente 10 por la mañana hacia Manzanillo para apoderarse de las armas del fuerte, pero los españoles de este lugar tuvieron conocimiento del plan por aviso del correo de Bayamo, y temiendo resistencia, se dirige a Yara, que da su nombre a la rebelión. En la noche del 11 de octubre tiene lugar en Yara el primer enfrentamiento contra las tropas del gobernador de Bayamo. Unos días más tarde, el 17 del mismo mes, se levantaron los movimientos emancipadores en Jiguaní, Holguín, Las Tunas y Bayamo, extendiéndose la guerra por el territorio cubano, al mismo tiempo que Céspedes firmaba en Barrancas la segunda proclama en que atacaba a España con mayor apasionamiento que en la anterior lucha (el Grito de Lares, 23 de septiembre de 1868) y el Manifiesto de la Junta Revolucionaria de la Isla de Cuba, dirigido a sus compatriotas y a todas las naciones o Manifiesto de Céspedes.
Cisneros, aprovechando la rivalidad que mantiene Agramonte con Céspedes, interviene en la propaganda contra el presidente de la República, que se ve perjudicado por la protección que presta a su cuñado el mayor general Manuel de Quesada, en el consejo de guerra que le quiso condenar por abuso de mando anulando la sentencia (octubre 1873), por lo que la Cámara cubana, tras la moción de deposición a propuesta por el diputado Ramón Pérez Trujillo, secundada por Tomás Estrada Palma y probablemente favorecida por Cisneros, se opone a que siga siendo presidente de la naciente República. Significativamente Salvador Cisneros abandona la sala cuando se trata sobre la sucesión y le reemplaza Estrada Palma en la presidencia de la Cámara que designa a Cisneros nuevo presidente de la República (28 de octubre de 1873), permaneciendo en el cargo hasta 1875, en el que “entregó el mando en virtud de la paz del Zanjón”, paz a la que era contrario. A continuación marcha a Puerto Príncipe a dedicarse al cultivo de sus tierras, más tarde reside en La Habana y en 1878 se marcha de Cuba. En 1883 preside en Nueva York el Comité Patriótico de la Emigración. La Paz de Zanjón puso fin a la Guerra de los Diez Años, entre los independentistas cubanos y el Gobierno español. Fue gestionada por Martínez Campos, nombrado general en jefe que desembarca en La Habana el 3 de noviembre de 1876, con 70.000 soldados, y aunque confía en la derrota de los rebeldes, minados por la disensiones y faltos de recursos, adopta una actitud conciliadora y procura humanizar la lucha. “Para precipitar el final hacía moverse continuamente sus columnas en todas direcciones y logró poner fin a la guerra en Las Villas; ordenó una política de atracción, evitando desmanes, respetando a los prisioneros y tratando de dar trabajo para combatir la miseria. Pero no dejó de practicar con eficacia la política de soborno y de tratos secretos con los jefes insurrectos que se prestasen a ella.” El 19 de octubre de 1877, en el combate de Tasajeras, es hecho prisionero el presidente de la República cubana Estrada Palma y muere el presidente de la Cámara insurgente. Por la época se da una entrevista entre jefes insurrectos y el general español Prendergast, a la que siguieron otras, entre varios miembros de la comisión cubana que querían proponer a la Cámara de Representantes la negociación y fueron fusilados por Máximo Gómez, aunque poco después se tiene que inclinar por esta solución pactista. Después prosigue tratando con el nuevo presidente Vicente García, con el que se entrevista Martínez Campos en El Chorrillo (7 de febrero de 1878) que condujo, tras un simulacro de plebiscito entre los insurgentes, a la capitulación acordada el 10 de febrero de 1878 en El Zanjón, al este de Puerto Príncipe (Camagüey) entre el general español y una comisión cubana constituida por el doctor Emilio Luaces y el brigadier Rafael Rodríguez, cuyas condiciones eran la concesión a Cuba de las mismas condiciones políticas y administrativas que tenía Puerto Rico, indulto de los desertores e insurrectos y delitos de guerra, puesta en libertad de los presos políticos y entrega de armas. Estas condiciones de paz iban destinadas al centro, aunque eran extensivas al resto de la isla, pues Maceo continuaba luchando por oriente, alentado por García, pese a que el acuerdo lo hubiese aceptado éste, y había tenido lugar una entrevista entre Maceo y Martínez Campos en Baraguá (15 de marzo), pero resulta infructuosa y continúa la guerra, aunque había cesado en el resto de la isla, pues Gómez y otros jefes habían emigrado o habían entregado las armas, “pero muchas no lo fueron y se enterraron protegidas con cera para volver a usarlas en otra pronta ocasión, ya que para los insurgentes se trataba de una simple pausa en espera de poder reanudar la lucha”. En estas circunstancias, Maceo capitula el 20 de abril, se presenta ante Martínez Campos (9 de marzo) y marcha a Jamaica —donde también había querido ir Céspedes en 1874—, mientras que a Vicente García le dan 100.000 pesos por irse de Cuba. Martínez Campos es nombrado capitán general y gobernador reemplazando a Jovellar (8 de junio de 1878), aunque al año siguiente debe regresar a España para hacerse cargo de la presidencia del Gobierno. En la política española pretende llevar a la práctica lo pactado en El Zanjón, una de las principales condiciones era la abolición definitiva de la esclavitud y la concesión de la representación de los políticos cubanos en las Cortes españolas. Durante el Gobierno de Cánovas del Castillo es abolida la esclavitud (13 de febrero de 1880), y del resto de reformas administrativas y económicas defendidas a propuesta de Labra, sólo se puso en marcha la representación en Cortes. Se preveía que la paz en Cuba durara muy poco tiempo, pues era una paz de reconstrucción, iniciándose de nuevo la guerra en 1895, con el Grito de Baire que conduciría a la independencia.
Cisneros Betancourt vive en los Estados Unidos hasta 1884, cuando regresa a Cuba y se pone bajo las órdenes de los generales Antonio Maceo y Máximo Gómez para comenzar de nuevo la guerra de independencia cubana, y es unos años más tarde, con el Grito de Baire (1895), cuando surge de nuevo como “uno de los principales líderes del movimiento independentista”, aunque desde 1880 José Martín se había constituido en el alma del movimiento insurreccional y verbo del partido revolucionario en Estados Unidos, con Collazo, Mayía Rodríguez y Gonzalo de Quesada en casa de éste, acordaron promover el levantamiento para la segunda quincena y no antes del mes de febrero de 1895, dejando a Juan Gualberto y a otros miembros de occidente que fijasen el día, de acuerdo con el resto de la Isla. Seguidamente Quesada parte para Cuba, donde pretende reunir unos centenares de pesos, mientras Martí se dirige a Monte Christi, donde logra disipar los temores del general Máximo Gómez, que dice que irá a Cuba en bote si fuera necesario. A mediados de febrero, Juan Gualberto contesta a la orden de alzamiento remitida por Quesada desde el Cayo, telegrafiando giros aceptados, para indicar que estaban listos para comenzar la batalla en los días 21 y 22; a continuación, Martí transmite por cable la orden de levantarse en armas.
El Gobierno español no preveía, en un principio, el alcance de esta insurrección, pues consideraba la situación controlada en torno a Baire, que más tarde fue abandonada por los insurrectos. Sin embargo, los rebeldes prosiguieron sus actividades, y el 25 de marzo Martí y Gómez lanzaron el llamado “Manifiesto de Monte Christi”, e iniciaron una prolongada batalla. En 1895 Cisneros recorre con Máximo Gómez luchando por la zona oriental de la isla y participa en la Asamblea de Jimaguayú, aunque Montaner y Simón indica que hombre ya muy entrado en años, de cortas luces, sin otro prestigio que el de su título de marqués y el del cargo de presidente de la titulada República de Cuba en Armas, que poseyó en la anterior guerra, puede haber sido elegido en este cargo por ser hombre de confianza de Máximo Gómez, en 1895 y permanece en el cargo hasta 29 de octubre de 1897. Una vez finalizada la guerra de la independencia (1898), participa en la redacción de la Constitución cubana de 1901 y se muestra contrario a la Enmienda Platt (Platt Amendment). Posteriormente, es elegido delegado a la Asamblea de Representantes de Santa Cruz del Sur y en 1900 delegado a la Asamblea Constituyente. Posteriormente se retira a la vida privada, siendo senador por Camagüey hasta su muerte, promueve “los derechos sociales y políticos para las personas de color miembros de la clase trabajadora [...] y era abogado vocal de la separación de la iglesia y el Estado”. A pesar de que con anterioridad, en marzo de 1897, corre la noticia por Europa de que Cisneros había muerto por aquellas fechas, pero realmente muere en 1914.
Su sobrina Evangelina Cosío Cisneros es encarcelada por ayudar a los insurgentes en 1896-1897 y “efectuó una sensacional fuga a los Estados Unidos, donde fue protegida” y adquiere cierta notoriedad política.
Bibl.: Montaner y Simón (ed.), Diccionario enciclopédico Hispano-americano de literatura, ciencias y artes, t. XXIV, Barcelona, Montaner y Simón Editores, 1889; W. M. Jackson (ed.), Diccionario enciclopédico Hispano-americano de literatura, ciencias, artes, etc., t. V, Londres, W. M. Jackson, 1890, pág. 159; V. Báez (ed.), La enciclopedia de Cuba. Historia, t. IV, San Juan-Madrid, Enciclopedia y Clásicos cubanos, 1975 (2.ª ed.); O. Begué, “Grito de Baire”, en G. Bleiberg (dir.), Diccionario de Historia de España, Madrid, Alianza, 1981; R. Ezquerra, “Paz del Zanjón”, E. López Otero, “Salvador Cisneros Betancourt” y “Grito de Yara”, en G. Bleiberg (dir.), Diccionario de Historia de España, Madrid, Alianza, 1981; L. M. García Mora, “Salvador Cisneros Bentancourt (1828-1914)”, en VV. AA., Encyclopedia of Cuba. People, History, Culture, t. I, London, Greenwood Press, 2003, págs. 71-72.
Miguel Héctor Fernández-Carrión