Bolívar y Pieltain, Cándido. Madrid, 15.IV.1897 – Ciudad de México, 26.XI.1976. Zoólogo y político republicano.
Fue hijo del zoólogo Ignacio Bolívar y Urrutia, madrileño de linaje vascongado emparentado remotamente con el del Libertador, y de su segunda esposa, Fermina Pieltain y Bartolí, natural de La Coruña e hija del teniente general Cándido Pieltain. Su apellido materno, de origen ultrapirenaico, debe pronunciarse como palabra aguda. Su trayectoria personal y profesional estuvo profundamente marcada por la influencia de su padre, naturalista eminente que fue cabeza visible de las ciencias naturales en España durante medio siglo. Influencia tanto en la dedicación científica a la zoología, y más concretamente a la entomología o estudio de los insectos, como en el talante y las ideas liberales, afines a los círculos institucionistas de Francisco Giner y sus discípulos. Fue así, en muchos sentidos, colaborador, continuador y complemento de la obra de Ignacio Bolívar, de quien también heredó la capacidad para liderar y organizar empeños científicos de carácter colectivo.
Cursó sus estudios primarios y secundarios en Madrid, en la Institución Libre de Enseñanza, con cuyo ambiente intelectual mantuvo una duradera relación. Tras obtener el grado de bachiller en 1911, inició sus estudios universitarios de Ciencias Naturales, que finalizó en 1914, con sólo diecisiete años. Completó, por tanto, una carrera de cuatro años en sólo tres, lo cual consiguió presentándose como alumno libre a los exámenes de las distintas asignaturas, ya fuera en la Universidad de Santiago, en la de Barcelona o en la Central. Pero su formación científica se fue desarrollando en paralelo bajo el magisterio de su padre. Ya en 1911, con catorce años, ingresó en la Real Sociedad Española de Historia Natural y presentó en ella su primer trabajo científico, fruto de investigaciones entomológicas llevadas a cabo ese verano junto a su progenitor en varias cuevas de la región cantábrica. En él describía una nueva especie de insecto, primera de las muchas que a lo largo de su vida iba a añadir al acervo zoológico.
Frecuentó también en esos años el denominado desde 1913 Museo Nacional de Ciencias Naturales, del que Ignacio Bolívar era director. En 1915 figura en la plantilla del museo con la categoría de agregado y en 1917 con la de conservador interino. En 1919 era ya conservador de Entomología. Realizó por entonces numerosas excursiones y publicó decenas de notas y trabajos entomológicos. En 1920 obtuvo el doctorado, y en 1922, con sólo veinticinco años, ganó la cátedra de Zoografía de Articulados en la Universidad Central, en Madrid, que poco antes había dejado su padre por jubilación. Esta cátedra llevaba aparejado además el cargo de jefe de la Sección de Entomología del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Desde luego, su carrera científica partió de una posición personal privilegiada, pero no pudo decirse que no reuniera méritos para los puestos que ocupó.
Su dedicación investigadora se centró en la sistemática y la faunística de insectos, es decir, en la prospección, la catalogación y la descripción de sus diversos grupos y especies. Se especializó en particular en los órdenes de los ortópteros y los coleópteros, y dentro de este último en la familia de los carábidos. También cultivó el estudio bioespeleológico de las singulares formas de insectos y otros artrópodos que habitan en las cavidades subterráneas. En el caso de los ortópteros, grupo que incluye insectos como los grillos y los saltamontes, cabe señalar de nuevo la continuidad respecto a la labor científica de su padre, quien fue prácticamente el iniciador en España del estudio de este orden, del que llegó a ser, sin exageración, una de las primeras autoridades mundiales. Cándido logró pronto un nivel similar de competencia entomológica, aunque su obra no llegara a ser tan extensa. De las notas y artículos breves sobre especies concretas, pasó pronto a revisiones taxonómicas de grupos completos y de ámbito mundial, tal como acredita su monografía sobre la sección Trauliae de la subfamilia Locustinae, publicada en 1917, con apenas veinte años. En cuanto a sus actividades bioespeleológicas, puede destacarse el viaje que llevó a cabo hacia 1919 para trabajar durante algunos meses en Francia con dos de los mejores especialistas en este campo, el rumano Emil Racovitza y el francés René Jeannel. Con este último mantuvo una fructífera colaboración, plasmada a lo largo de los años en varias expediciones y publicaciones conjuntas.
En la Real Sociedad Española de Historia Natural ocupó su primer cargo en 1916 como vicesecretario, igual que su padre medio siglo antes. En 1929 pasó a secretario y, en consecuencia, asumió la responsabilidad de las publicaciones de la Sociedad, y en particular de su Boletín, publicaciones que cuidó con esmero, tanto en su aspecto formal como en su contenido.
Los años veinte fueron de consolidación y plenitud para la carrera científica de Cándido Bolívar, tanto en su posición profesional e institucional, según se ha visto, como en su actividad investigadora. Una treintena de notas, artículos y estudios entomológicos publicados entre 1921 y 1930 así lo atestiguan. Destacan en su producción científica de esta época sus trabajos sobre una familia de ortópteros, los eumastácidos, a la que había dedicado su tesis doctoral. En su Monografía de los Eumastácidos, publicada en 1930, se revisa a lo largo de casi cuatrocientas páginas la sistemática de este grupo, compuesto fundamentalmente por especies tropicales, cuyo estudio obligó a Cándido Bolívar a consultar museos y colecciones de Europa y Norteamérica. Su madurez como entomólogo vino a representar la culminación de la escuela científica iniciada por su padre medio siglo antes y cristalizada en torno al Museo Nacional de Ciencias Naturales y su Sección de Entomología. Un hecho significativo marca este momento de apogeo, el lanzamiento, en 1925, de la revista entomológica Eos, publicada por el museo con Ignacio Bolívar como director y Cándido como secretario. En el ámbito hispano fue una de las primeras publicaciones periódicas especializada en una determinada disciplina naturalista y, sin duda, una de las que alcanzó más alto nivel científico, de lo que da idea el hecho de que no pocos especialistas extranjeros publicaran en sus páginas.
Cabe enmarcar esta etapa de madura plenitud en la trayectoria zoológica de Cándido Bolívar en un más amplio movimiento generacional de las ciencias naturales en España, que puede ejemplificarse en figuras como las de José Royo en geología o José Cuatrecasas en botánica. Coetáneos de la que en el ámbito literario se llamó Generación del 27, fueron científicos naturalistas que se apoyaron en una labor previa de consolidación institucional y normalización de la práctica investigadora, llevada a cabo por sus mayores, para afrontar una modernización de los estudios de historia natural con ambición profesional y talante cosmopolita. En relación con este último punto ha de mencionarse la reiterada presencia de Cándido en reuniones y congresos internacionales, entre ellos los de entomología de Zúrich, Ithaca (Estados Unidos) y París, y los de zoología de Budapest y Padua, así como su pertenencia al Comité Internacional de Nomenclatura Zoológica.
Los primeros años treinta suponen, con el advenimiento del régimen republicano, un cambio importante en la vida de Cándido Bolívar, quien, como otros profesores e intelectuales españoles, se ve impelido a participar en el movimiento de renovación política que vive el país. Encuadrado en el republicanismo de izquierda, moderado y liberal, su compromiso se materializará en una creciente asunción de responsabilidades públicas. Así, entre octubre y diciembre de 1933 estuvo al frente de la Subsecretaría del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. Luego, pasado el bienio de gobierno de radicales y cedistas, y tras el triunfo del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936, fue nombrado subsecretario de Sanidad y Beneficencia en el Gobierno presidido por Manuel Azaña, con cuyo partido, Izquierda Republicana, venía colaborando. Finalmente, al acceder Azaña a la jefatura del Estado, en mayo del mismo año, le fue encomendado servir como secretario general de la Presidencia de la República, cargo en el que se mantuvo luego durante toda la difícil etapa de la guerra.
Los sucesivos cometidos de Cándido Bolívar en los gobiernos republicanos llevaban implícita la excedencia temporal de sus funciones docentes e investigadoras en la universidad y el museo, pero hay datos que atestiguan su esfuerzo por mantener cierta actividad científica incluso en las etapas de más intensa dedicación política. Por otro lado, uno de los hechos más relevantes de su vida científica se produjo durante esta etapa. Fue la celebración en Madrid, en septiembre de 1935, del VI Congreso Entomológico Internacional. Se reunió bajo la presidencia de Ignacio Bolívar, para quien vino a ser un reconocimiento de los entomólogos de todo el mundo en el final de su carrera, y estuvo eficazmente organizado por Cándido, que asumió la función clave de secretario. Importa este dato, porque en las actas del congreso, que se publicaron después de la guerra, la censura política suprimió toda mención a los Bolívar y eliminó incluso los trabajos puramente científicos que ambos presentaron. Otra actividad científica relevante durante esta etapa fue la dirección de sendas expediciones naturalistas a las regiones del norte de Marruecos bajo protectorado español en 1930 y 1932. Durante el segundo de tales viajes se rodó una película documental que constituyó uno de los primeros ejemplos genuinos de cine científico en España.
Tras el estallido de la guerra en el verano de 1936, y durante todo su desarrollo hasta principios de 1939, permaneció en su puesto junto al presidente Azaña, al que apoyó en circunstancias doblemente difíciles, dada la complicada situación política que éste atravesó durante la contienda.
Constatada la derrota de la República, y evacuadas sus autoridades al otro lado de la frontera francesa, Cándido Bolívar se reúne con su familia en el sur de Francia, donde ésta se había trasladado tiempo atrás en busca de seguridad. Trata también de solucionar la situación de su discípulo Dionisio Peláez, que había luchado en el Ejército republicano durante la guerra. La búsqueda de salidas profesionales en un nuevo país se concreta finalmente, como en otros muchos casos de intelectuales y científicos, gracias al esfuerzo desplegado por las autoridades mexicanas para acoger a los exiliados españoles. Por medio de la Casa de España en México se invitó a Cándido Bolívar, y luego también a Peláez, a trabajar como entomólogo para la Secretaría de Salubridad Pública en investigaciones asociadas a la lucha contra enfermedades parasitarias. El 26 de julio de 1939, a bordo del vapor Monterrey, llegaba la familia Bolívar acompañada de Peláez al puerto de Veracruz. Poco después se instalaban en la Ciudad de México, engrosando la comunidad de familias de refugiados españoles.
Durante medio año llevó a cabo estudios relacionados con la oncocercosis en la región selvática de Chiapas, los cuales aprovechó para iniciar sus recolecciones entomológicas en las para él nuevas y fascinantes tierras mexicanas, encontrando, entre otras novedades, los primeros insectos hallados en México del raro orden de los zorápteros. Se incorporó luego al Instituto de Salubridad y Enfermedades Tropicales en la Ciudad de México. Finalmente, en 1941 pasó a formar parte de Escuela Nacional de Ciencias Biológicas, dependiente del Instituto Politécnico Nacional, como profesor e investigador en entomología. En el Politécnico llegó a dirigir el Laboratorio de Entomología General y, entre 1943 y 1956, la revista Anales de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas. Hasta conseguir este asentamiento profesional, como otros científicos y profesores del exilio que hubieron de recomponer sus medios de vida, simultaneó diversas dedicaciones. Durante los primeros dos años de su exilio, y como miembro de la Casa de España, tomó parte en los cursillos organizados por esta entidad en diversas universidades. Participó además, como tantos refugiados, en los colegios e institutos fundados por los republicanos en México, dando clases en el Instituto Ruiz de Alarcón, la Academia Hispano‑Mexicana y el Instituto Luis Vives.
Esta dedicación docente complementaria se mantuvo en alguna medida hasta 1956, año en que también finalizó su labor como profesor de Paleontología en la Escuela Normal Superior. De su magisterio participaron no pocos investigadores luego relevantes en las ciencias naturales de México, algunos formados con él en España y luego también emigrados, como el antes citado Peláez o Federico Bonet, y otros más netamente mexicanos, como Gonzalo Halffter, hijo del compositor español Rodolfo Halffter y trasterrado siendo aún niño, o Alfredo Barrera, todos ellos zoólogos especializados en entomología.
Como investigador, reanudó en México su labor en la sistemática de insectos, especialmente coleópteros carábidos, de nuevo con particular dedicación a las especies cavernícolas. Así, llevó a cabo exploraciones espeleológicas en varias regiones mexicanas y también en Cuba, que visitó en 1943 con motivo de la reunión de profesores universitarios españoles en el exilio convocada en la Universidad de La Habana. En 1948, con motivo de las iniciativas adoptadas en el seno de la recién creada Unesco para el estudio científico de la cuenca amazónica, se le comisionó para dirigir una expedición a la cuenca del río Huallaga, afluente del Alto Amazonas peruano. La misión científica tuvo lugar entre julio y septiembre de ese año y en ella se recolectaron más de cuatrocientos ejemplares de vertebrados y ocho mil de insectos y otros artrópodos, que permitieron describir numerosas especies nuevas para la ciencia. Integrado en la comunidad científica mexicana, fue miembro fundador de la Sociedad Mexicana de Entomología y llegó a presidir, en 1947, la Sociedad Mexicana de Historia Natural.
Pero su gran obra científica en México fue la revista Ciencia, “acaso la obra más importante de toda la emigración científica”, al decir de Francisco Giral. Concebida como una revista de investigación y alta divulgación de amplio espectro temático, Ciencia actuó como aglutinadora de la actividad científica del exilio español. Desde su aparición en 1940 el alma de esta publicación fue Cándido Bolívar, si bien no asumió la dirección formal hasta 1946, sucediendo, tras sus respectivos fallecimientos, a Ignacio Bolívar y Blas Cabrera, que habían ocupado formalmente el cargo por obvias razones de prestigio. Centenares de reseñas, múltiples notas y casi una veintena de artículos originales son sólo una pequeña parte de la labor desarrollada por Cándido Bolívar al frente de un proyecto que dependió decisivamente de su esfuerzo personal y al que imprimió un sello de calidad en forma y contenido. Cándido, que contó con la ayuda de otros muchos científicos españoles y latinoamericanos, supo además concitar apoyos oficiales y particulares para el siempre difícil sostenimiento económico de una publicación científica. Contó inicialmente con financiación de los fondos administrados por las organizaciones republicanas de apoyo a los refugiados, pero pocos años después hubo de constituirse un patronato específico para este fin. La reunión en este patronato de destacados empresarios, encabezados por el industrial de origen asturiano Carlos Prieto, y el mantenimiento de su ayuda económica, permitió sortear problemas de regularidad en la aparición y de otro tipo durante más de tres décadas, hasta la significativa fecha de 1975. Un año más tarde moría Cándido Bolívar en la capital de México, tras una penosa enfermedad.
Cándido estuvo casado con Amelia Goyanes, hija del notable cirujano José Goyanes. Tuvieron seis hijos, los dos últimos nacidos en México.
Su condición de exiliado, unida al estigma de su directa colaboración con Azaña, impidió durante mucho tiempo el reconocimiento de su figura en su patria, de lo que es ejemplo el que José María Dusmet, al repasar en 1944 la historia reciente de la entomología española, hablase de él en pasado, como si ya no existiera, y lamentase que “una persona de tanto talento equivoque su camino dejando el bueno para seguir el malo”. En México, por el contrario, donde algunos de sus alumnos han contribuido de forma significativa al reciente desarrollo de las ciencias biológicas en aquel país, se recuerdan, en palabras del botánico Jerzy Rzedowski, el “desbordante entusiasmo, el incansable interés por explorar y descubrir la diversidad de la naturaleza, la devoción por el trabajo de campo” que “el maestro supo transmitir a numerosas generaciones de discípulos”.
Obras de ~: “Observaciones sobre algunas cuevas del Norte de España y descripción de una nueva especie de Speocharis”, en Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural (BRSEHN), 11 (1911), págs. 567-571; “Nueva especie española del género Broscus (Carábidos)”, en BRSEHN, 12 (1912), págs. 374-375; “Especies nuevas del género Cydistus Bourg. (Drilidae)”, en BRSEHN, 13 (1913), págs. 316-318; “Notas sobre Carábidos españoles” y “Asida (Alphasida) Merceti nov. esp. (Col. Tenebrionidae)” “Diagnosis de un nuevo Broscus de Persia (Col. Car.)” y “Un nuevo Conocefalino de Madagascar (Orth. Phasg.)”, en BRSEHN, 14 (1914), págs. 235-237, 237- 238, 456-457 y 494-495, respect.; “Eumastacinos nuevos o poco conocidos (Orth. Locustidae)”, en Trabajos del Museo Nacional de Ciencias Naturales, 16 (1914), págs. 1-46; “Un nuevo sílfido cavernícola de la región cantábrica”, en BRSEHN, 15 (1915), págs. 401-402; “Hallazgo del género Chionea en la Sierra de Guadarrama”, “Notas sobre Eumastacinos (Ort. Locust.)”, “Exploración entomológica de algunas cuevas de la región cantábrica” y “Un nuevo Scotodipnus de Cataluña (Col. Carabidae)”, en BRSEHN, 16 (1916), págs. 130-131, 196-199, 315-320 y 498-499, respect.; “Sílfidos cavernícolas de la región de Castro-Urdiales (Santander)”, “Descripción de una especie española del género Rhipidius (Col. Rhipiphoridae)” y “Nota sobre carábidos españoles”, en BRSEHN, 17 (1917), págs. 207- 211, 249-252 y 332-335, respect.; “Estudio monográfico de la sección Trauliae (Orthoptera, Locustinae)”, en Revista de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, 15 (1917), págs. 605-644; “Sobre dos Zabrus de los Altos Pirineos de Aragón (Col. Carabidae)” y “Una Bathysciola cavernícola nueva, de la vertiente española de los Pirineos (Col. Silphidae)”, en BRSEHN, 18 (1918), págs. 429-430 y 447-449, respect.; “Sur deux espéces d’Eumastacinae de l’Equateur (Orth. Locust.)”, en Bulletin du Muséum d’Histoire Naturelle de Paris (1918), págs. 22-25; “III Notas sobre Carábidos españoles”, “Nueva especie de Scotodipnus de España (Col. Carabidae)” y “Estudio de un nuevo Ceuthosphodrus de España (Col. Carabidae)”, en BRSEHN, 19 (1919), págs. 75-78, 109-110 y 153- 159, respect.; “Nota sobre tres Bathysciola de Cataluña (Col. Silphidae)”, en Butlletí de la lnstitució Catalana d’Història Natural, 19 (1919), págs. 18-21; con R. Jeannel, “Coleópteros cavernícolas nuevos de las provincias vascas”, en Real Sociedad Española de Historia Natural. Tomo extraordinario publicado con motivo del 50 aniversario de su fundación (1921), págs. 509- 539; “Descripción de un Laemostenus nuevo de Marruecos (Col. Carabidae)”, “Sobre un nuevo género del grupo Cranaë (Orth. Locustidae)”, “Estudio de un Sphodroides nuevo del Rif (Col. Carabidae)” y “IV. Nota sobre Carábidos españoles”, en BRSEHN, 22 (1922), págs. 113-114, 159-161, 421-42 y 452- 455, respect.; “Descripción de la larva de un Trechini marino (Col. Carabidae)”, “1923b. Descripción de una Nebria nueva de España (Col. Carabidae)”, “Nuevas formas del grupo Cranaë (Orth. Locustidae)”, “Descripción de un nuevo género del grupo Cranaë (Orth. Locustidae)” y “Notas sobre sílfidos cavernícolas de España (Col. Bathysciinae)”, en BRSEHN, 23 (1923), págs. 56-59, 103-104, 145-150, 201-204 y 423-428, respect.; “Estudios sobre Calcídidos de la Familia Eupélmidos, I. Sobre el género Polymoria Först.”, “Estudios sobre Calcídidos de la Familia Eupélmidos. II. Especies españolas de Calosota Curt.” y “Estudios sobre Calcídidos de la Familia Eupélmidos. III. Los Anastatus de España”, en Revista de Fitopatología, 1 (1923), págs. 20-24, 62-69 y 114-122, respect.; “Estudios sobre Obisium (Pseudosc.) cavernícolas de la región vasca. 1.ª parte” y con R. García Mercet, “Los Calcidoideos parásitos de Cóccidos (1.ª nota)”, en BRSEHN, 24 (1924), págs. 101-104 y 356- 357, respect.; “Sur quelques Eupelmidae de l’Egypte (Hyménopt. Chalcidiens)”, en Bulletin de la Société Royal d’Entomologie d’Egypte, 9 (1925), págs. 39-45; “Eumastácidos de Nueva Guinea (Orth. Acrid.) recogidos por la “Deutsche Kaiserin-Augusta- Fluss Expedition 1912-1913””, en Eos, 1 (1925), págs. 93-131; “Los Artrópodos [partim]”, en Historia Natural. Vida de los animales, de las plantas y de la Tierra. Tomo II. Zoología (Invertebrados), Barcelona, 1926; “Estudio de un nuevo Mengenillidae de España (Streps. Meng.)”, “Sobre una nueva familia de Coleópteros (Karumidae o Zarudniolidae)” y “Estudio monográfico del género Polymoria Forst. (Hym. Chalc.)”, en Eos, 2 (1926), págs. 5-13, 191-204 y 361-383 respect. ; “Algunas enmiendas a las reglas internacionales de nomenclatura zoológica”, en Conferencias y Reseñas Científicas de la Real Sociedad Española de Historia Natural (CRCRSEHN), 3 (1928), pág. 67; “Sobre la existencia de un Karúrmido sudamericano y sus relaciones con las faunas pérsicas (Col. Karumiidae)”, en Eos, 4 (1928), págs. 399-404; “Sobre ortópteros de la India”, en BRSEHN, 29 (1929), pág. 102; “Sobre algunas propuestas de modificaciones a las reglas internacionales de nomenclatura zoológica”, en CRCRSEHN, 4 (1929), págs. 165-170; “Estudio monográfico de las especies españolas del género Calosota Curtis (Hym. Chalc.)”, en Eos, 5 (1929), págs. 123-142; “Estudio monográfico del género Ophiotettix Walker (Orth. Acrid.)”, en Memorias de la Real Sociedad Española de Historia Natural, 15 (1929), págs. 879-892; La vida de los crustáceos, Madrid, Espasa Calpe, 1930; “Una excursión zoológico-botánica por el Rif (Marruecos)”, en CRCRSEHN, 5 (1930), págs. 181-193; “Un nuevo género de Calliptamini de la India (Orth. Acrid.)”, en Eos, 6 (1930), págs. 375-380; “Monografía, de los Eumastácidos (Orth. Acrid.). Primera parte”, Trabajos del Museo Nacional de Ciencias Naturales (Serie Zoológica), 46 (1930), págs. 1-380; “Estudios sobre Eumastácidos (Orth. Acrid.). I. Contribución al conocimiento del género Mnesicles”, “Nota sinonímica sobre el Mnesicles de Célebes (Orth. Eumastic.)”, “Estudios sobre Eumastácidos (Orth. Acrid.). II. Sobre el género Eupatrides Brunner” y “Estudios sobre Eumastácidos (Orth. Acrid.). IV. Los géneros Bennia Burr. y Ebneridia C. Bolívar”, en Boletín de la Sociedad Española de Historia Natural (BSEHN), 31 (1931), págs. 289-300; 482, 483-486 y 555-558, respect.; “Estudios sobre Eumastácidos (Orth. Acrid.). III. Revisión del género Uvarovia C. Bol.”, en Eos, 7, págs. 383-393; “Estudios sobre Eumastácidos (Orth. Acrid.). V. Sobre los géneros Orchetypus Brunn, Kicbyita C. Bol. y Hemicrianthus Sauss.”, en Société Entomologique de France. Livre du Centenaire (1932), págs. 669- 679; “Estudio de un nuevo Acrídido de Madagascar del grupo Cranaë (Orth. Acrid.)”, en Eos, 8 (1932), págs. 391-396; “Estudio de algunos Eupélmidos nuevos de España (Hym. Chalc.)”, en Eos, 9 (1933), págs. 195-209; “Distribución del Allonyx quadrimaculatus Schall (Col. Cler.) de la Península Ibérica”, en BSEHN, 34 (1934), págs. 487, “An Arabian species of Eumastacidae (Orth. Acrid.)”, en Stylops Journal of Taxonomical Entomology, 3 (1934), págs. 179-181; “Estudio monográfico de las especies españolas del género Anastatus Motsch. (Hym. Chalc.)”, en Eos, 10 (1934), págs. 273-292; “Sobre los Cychrus spinicollis Duf. y dufouri Chaud. (Col. Carab.)” y “Hallazgo del Tragosoma depsarium L. (Col. Ceramb.) en el valle de Ordesa”, en BSEHN, 35 (1935), págs. 15-16 y 67-68, respect.; “Los insectos. Algunos aspectos de su vida social”, en Boletín Oficial del Sindicato Español de Apicultura, 13, 16, 17, págs. 34-41, 91-107, 8-13; con R. Jeannel, “Campagne biospéologique dans l’Amerique du Nord. 2e. partie”, en Archives de Zoologie de l’Exposition Génerale de Paris (1936); “Estudio de un nuevo Zoráptero de México”, en Anales de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas (AENCB), 1 (1940), págs. 513-523; “Exploración de la Caverna de Cacahuamilpa (Guerrero. México)”, “Nuevos géneros del conjunto Platyderus-Calathus procedentes de la isla de Gomera (Col. Carab.)” y “Sobre el parasitismo de Eoxenos laboulbenei Peyer. (Ins. Streps.)”, en Ciencia, 1 (1940), págs. 125-126, 304-305 y 304-305, respect.; “Descripción de un Trechinae silvícola del México central”, en AENCB, 2 (1940), págs. 111-118; “Sobre algunos insectos alpinos de los volcanes de México”, en Revista de la Sociedad Mexicana de Historia Natural (RSMHN), 1 (1940), págs. 175-177; “Estudio de la larva del Paratrechus (Hygroduvalius) sylvaticus C. Bol. (Col. Carab.)”, en Ciencia, 2 (1941), págs. 208-209; “Descripción de dos Paratrechus nuevos de Morelos y Michoacán (México) (Col. Carab.)”, “Estudio de un Threchus alpino nuevo del Nevado de Toluca, México (Col. Carab.)” y “Estudio de un Rinucleido de la Caverna de Cacahuamilpa. Guerrero. México (Arachnida)”, en RSMHN, 2 (1941), págs. 187-195, 39-46 y 187-195 respect.; con I. Bolívar, “Estudio de dos nuevas Pterophylla mexicanas (Orth., Tettig., Pseudoph.)”, en RSMHN, 3 (1942), págs. 87-101; “Estudio del primer Trechinae ciego hallado en cavernas de México (Col. Carab.)”, en Ciencia, 3 (1943), págs. 349-354; “Nuevos datos sobre Paratrechus mexicanos y acerca de la variabilidad alar de algunas especies (Col. Carabidae)”, en AENCB, 3 (1943), págs. 163-178; “Descubrimiento de un Rhadine afenopsiano en el Estado de Nuevo León, México”, en Ciencia, 5 (1944), págs. 25-28; “Étude sur quelques Eumastacides d’Indo-Malasie (Orth. Acrid.)”, en AENCB, 3 (1944), págs. 405-436; “Exploración biológica de algunas cavernas de Cuba”, en Ciencia, 4 (1944), págs. 301- 304; “Coleópteros ectoparásitos de mamíferos”, en Ciencia, 5 (1944), págs. 65-66; “Notas sobre Platychirograpsus typicus Rathb. (Dec. Graps.)”, en Ciencia, 6 (1945), págs. 267-270; “Notas complementarias sobre Eoxenos laboulbenei Peyer. (Ins. Streps.)”, en Ciencia, 6 (1946), págs. 371-373; “Hallazgo de un nuevo Ricinucleido en el México Central (Arach.)” y “Hallazgo de Coleópteros estafilínidos predadores de las moscas de las frutas y su posible empleo en la lucha biológica contra éstas”, en Ciencia, 7 (1946), págs. 24-28 y 162-163, respect.; “El Instituto Internacional de la Hilea Amazónica”, en Ciencia, 8 (1947), págs. 200-202; “Estudio de una Cirolana cavernícola nueva de la región de Valles S.L.P. México (Isop. Cirolanidae)”, en Ciencia, 11 (1950), págs. 211-218; “Terminología científica. Primer Congreso de la Academia de la Lengua Española y presentación de términos científicos”, en Ciencia, 11 (1951), págs. 113-116; “Un Ozaeninae troglófilo de la cueva de los Sabinos, Valles, S.L. Potosí, México (Col. Carab.)”, en Ciencia, 11 (1952), págs. 295-296; “Nota en un trabajo de F. Giral sobre los grupos filogenéticos de los Acridioideos y los aceites en ellos descubiertos”, en Ciencia, 14 (1954), pág. 163; con L. 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Santos Casado de Otaola