Azcárate y Flórez, Pablo de. Madrid, VII.1890 – Ginebra (Suiza), VIII.1971. Jurisconsulto, político y escritor.
Pertenece a la rama leonesa del apellido Azcárate. Era hijo de Cayo Azcárate y Delfina Flórez, nieto de Patricio Azcárate y sobrino de Gumersindo Azcárate. Fue el depositario de la herencia intelectual y política de su tío, aunque su propia vocación le llevó a trabajar en la escena internacional.
Los primeros años de su educación transcurrieron en la Institución Libre de Enseñanza (ILE); más tarde realizó sus estudios universitarios en Zaragoza y Madrid, universidad, esta última, en la que se doctoró en 1911. Obtuvo la primera cátedra de Derecho Administrativo en la Universidad de Santiago de Compostela, en 1915; se casó con Amelia Diz y, un año después, consiguió pasar a la Universidad de Granada.
Allí el joven matrimonio cultivó la amistad de Fernando de los Ríos y su esposa, Gloria Giner.
Toda la vida privada de Pablo de Azcárate se desenvolvió entre los institucionistas y, antes que nada, toda su formación estuvo dirigida desde los principios del ideario y la moral krausista. Especial influencia ejercieron sobre él su tío Gumersindo y Manuel B. Cossío, con quien Pablo mantuvo una relación muy intensa, de tipo filial. Fue becado por la Junta de Ampliación de Estudios para investigar en Francia e Inglaterra sobre la administración de ferrocarriles y la producción de municiones durante la gran guerra. En este período estableció, además, los primeros contactos que le acabarían llevando a la Sociedad de Naciones.
En 1918 obtuvo el acta de diputado por León, en el mismo distrito de la capital y apoyado por las mismas fuerzas azcaratistas que habían mantenido el escaño de Gumersindo Azcárate durante veinticinco legislaturas. Pero en 1920 aquella corriente de apoyos ya se había desvanecido, desmoralizada con la situación y con el Partido Reformista de Melquíades Álvarez, en cuyas filas se había presentado Pablo Azcárate. Este hecho constituyó su primera decepción política. No volvió más a la arena electoral. Pero aceptó dirigir, en León, la Fundación Sierra Pambley —institución educativa creada bajo la dirección de la ILE y con el patrimonio donado por Francisco Fernández Blanco y Sierra Pambley—, ocupando el puesto en el patronato de la misma, que había dejado su tío Gumersindo, y en estrechísima colaboración con Cossío.
Poco después, en 1922, Pablo de Azcárate y Flórez recibió una propuesta del diplomático noruego Colban para incorporarse al equipo de la Sección de Minorías en la Secretaría de la Sociedad de Naciones. Durante los diez años siguientes, Pablo de Azcárate trabajó en ese destino, en Ginebra, consolidando su posición y creciendo en prestigio a medida que se hacía cargo de operaciones tan delicadas como la defensa de los derechos de la minoría húngara en Rumanía o la de los judíos residentes en la región rusa de los Cárpatos. Tal vez por ello llegó a dirigir la Sección de Minorías, no sin antes haber salvado el veto del Gobierno de Primo de Rivera, fundamentado en la consideración de que nuestro protagonista era enemigo de la dictadura.
En 1932, fue nombrado secretario general adjunto de la Sociedad de Naciones, un puesto que abandonó en 1936 para ser embajador del Gobierno republicano en Londres e intentar la “misión imposible” de que Inglaterra prescindiera de los acuerdos de no intervención.
Al terminar la Guerra Civil, y hasta 1945, permaneció en aquel país, junto a Negrín, ocupándose de los refugiados españoles, a las órdenes del Gobierno republicano en el exilio.
A partir de 1948 volvió a desarrollar una intensa labor diplomática dentro de la Organización de Naciones Unidas (ONU). De especial relevancia resultó su intervención en los asuntos de Oriente Próximo: fue presidente del Comité de la ONU para la tregua en Palestina y mediador entre árabes e israelíes en el equipo de Bernadotte que negoció la partición; entre 1949 y 1952 ejerció como secretario del Comité de Conciliación (Palestina) y negoció ante la Liga Árabe y el Gobierno egipcio. Todas esas experiencias quedaron plasmadas en diferentes libros, ya que Pablo de Azcárate desarrolló también una actividad intelectual, paralela a la política. Precisamente a esa tarea de escritor y recopilador de los escritos de otros se entregó por entero a partir de 1952, cuando abandonó Naciones Unidas, y en dicha ocupación le sorprendió la muerte en Ginebra, en 1971.
Obras de: La guerra y los servicios públicos de carácter industrial, Madrid, Tipografía Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1921; The League of Nations and Nacional minorities: an Experiment, Washington, Fundación Carnegie, 1944; La intervención nazi-fascista en la guerra de España, Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, 1957; La guerra hispano-americana de 1898, Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, 1960; Welington y España, Madrid, Espasa Calpe, 1960; “Una profecía de Pitt para España”, en Boletín de la Real Academia de la Historia (1964); Misión en Palestina, nacimiento del estado de Israel, Madrid, Tecnos, 1968; Sanz del Río (1814-1869), Madrid, Tecnos, 1969; Gumersindo de Azcárate, Madrid, Tecnos, 1969; Mi embajada en Londres durante la guerra civil española, Madrid, Ariel, 1976.
Bibl.: A. del Vayo, La voz de España en Ginebra, Madrid, Secretaría de Propaganda, 1938; M. Azcárate Diz, “Pablo de Azcárate y el nacimiento de un estado”, en El País, 30 de enero de 1986; F. Swaryz, “Los hijos de Pablo de Azcárate ceden sus archivos a Asuntos Exteriores”, en El País, 14 de abril de 1888; M. Azcárate Diz, Derrotas y esperanzas. La República, la Guerra Civil y la Resistencia, Madrid, Tusquets, 1994; E. Moradiellos, “Una misión casi imposible: la embajada de Pablo de Azcárate a Londres durante la guerra civil”, en Historia Contemporánea, 15 (1996), págs. 125-145; P. Carasa (dir.), Élites castellanas de la Restauración. Diccionario biográfico de los parlamentarios de Castilla y León, Valladolid, Junta de Castilla y León, Consejería de Educación y Cultura, 1997; J. Rupérez (dir. y pról.), Azcárate, P.: Minorías nacionales y Derechos Humanos, Madrid, Congreso de los Diputados y Universidad Carlos III, 1998; J. L. Neila Hernández, “España y la Sociedad de Naciones: Un tránsito historiográfico inacabado”, en Cuadernos de Historia Contemporánea, n.º extra (2003), págs. 49-67; L. de Azcárate, Memorias de un republicano, Madrid, Taurus, 2008.
Elena Aguado Cabezas