Rubín de Celis Paraja, Fernando. Villaviciosa (Asturias), 13.XII.1786 – 1873. Político.
Miembro de una notable familia asturiana, se graduó como bachiller en leyes y cánones por la Universidad de Valladolid en 1805 y 1807, pero hasta 1822 no obtuvo por la de Valencia el título de abogado. Esta tardanza se debió a la Guerra de la Independencia y a su decisión entonces de seguir la carrera militar. Así, integrado en los batallones de infantería de Asturias y participando en sus distintas acciones en la cornisa cantábrica, al final de conflicto alcanzó el empleo de comandante.
Decantándose abiertamente por el cambio constitucional en el trienio liberal, después de estar destinado a la inspección general del arma de infantería, lo defendió de las facciones realistas desde el mando de una columna móvil en el distrito de Valencia y de las tropas francesas de “los cien mil hijos de San Luis” desde el puesto de ayudante del cuerpo de Estado Mayor. Por eso, con la implacable represión que acompañó al segundo periodo del absolutismo fernandino, primero, fue declarado en situación de licencia indefinida y, después, se le recogió el despacho de primer comandante de las tropas ligeras, al no superar en segunda instancia el proceso de purificación. Y es que Fernando Rubín de Celis fue un militar liberal vinculado al sector “exaltado” liderado por el mariscal de campo José María Torrijos, participando en las fallidas insurrecciones de 1830 y 1831. De esta manera tuvo que esperar a que, ya bajo la Regencia de María Cristina, se abriera el camino a la Monarquía constitucional con el Estatuto Real para en septiembre de 1834 recuperar el empleo y honores, y en junio de 1835 ascender al grado de coronel de infantería.
Durante la etapa inmediata de gobierno del partido progresista liderada por Juan Álvarez Mendizábal, entre septiembre y noviembre ocupó los cargos de gobernador civil de Madrid e interinamente de superintendente general de Policía del Reino, abandonó el ejército y recibió la cruz de la real y militar orden de San Hermenegildo. Pasando seguidamente a la Superintendencia General de Hacienda como asesor, en febrero de 1836, agregó la presidencia de la comisión de causas de contrabando y el puesto de procurador por Oviedo. Logrado este escaño bajo las siglas de esa fuerza política, se opuso a la sustitución de ese ejecutivo impulsor de la desamortización y se sumó a las subsiguientes movilizaciones populares, que se saldaron en agosto con el restablecimiento provisional de la Constitución gaditana. Esta adhesión y la labor realizada a continuación como jefe político interino de nuevo por Madrid fueron recompensadas en septiembre con el cargo de ministro togado del Tribunal Supremo de Guerra y Marina, y la cruz de comendador de la Orden americana de Isabel la Católica. Si ésta se incrementó a gran cruz en marzo de 1840 y sumó dos años después la condecoración del valor cívico, aquél agregó los puestos de vocal de la Junta de contribución del diezmo en septiembre de 1837 y de la de dotación de culto y clero en julio de 1840. El comienzo del reinado efectivo de Isabel II y de la década dominada por el partido moderado a finales de 1843 marcó el paso de Fernando Rubín de Celis a la jubilación.
Fuentes y bibl: Archivo del Congreso de los Diputados, Serie documentación electoral, 12 n.º 34.
F. Caballero, Fisonomía natural y política de los procuradores de las Cortes de 1834, 1835 y 1836 por un asistente diario a las tribunas, Madrid, Imprenta a cargo de D. Ignacio Boix, 1836, pág. 101; A. y A. García Carraffa, Diccionario heráldico y genealógico de apellidos españoles y americanos, t. LXXX, Madrid, Nueva Imprenta Radio S.A.- Litografía M. Casas, 1958, págs. 168-173; I. Castells, La utopía insurreccional del liberalismo. Torrijos y las conspiraciones liberales de la década ominosa, Barcelona, Crítica, 1989; A. Gil Novales, Diccionario biográfico del trienio liberal, Madrid, Ediciones del El Museo Universal, 1991, págs. 583-584.
Javier Pérez Núñez
