Lara e Irigoyen, Juan. Vigo (Pontevedra), 16.V.1809 – Madrid, 4. X.1869. Militar, político, teniente general, ministro de la Guerra, capitán general de Castilla la Nueva, de Valencia y Filipinas, senador vitalicio del reino y diputado.
En 1825, ingresó en la Guardia Real de Infantería con el grado de alférez y fue destinado al Ejército de Observación del Tajo, donde obtuvo el grado de capitán (1829). Sus actuaciones contra las tropas carlistas le hicieron prosperar rápidamente en la escala militar obteniendo casi todos sus ascensos por méritos de guerra. Asignado a la columna móvil del Turia, luchó en numerosas acciones contra los carlistas (Primera Guerra Carlista, 1833-1839) y, a las órdenes de Espartero, asistió a la batalla de Luchana (1836), que puso fin al sitio de Bilbao, siendo agraciado con el grado de coronel. En 1839 tomó el mando de la brigada de Vanguardia de Navarra interviniendo en duros combates que fueron valorados con el ascenso a coronel y la Cruz de 1.ª Clase de San Fernando. En 1840, al mando de una columna, persiguió a los grupos de carlistas facciosos que no se habían acogido al acuerdo entre el general carlista Maroto y Espartero (Convenio de Vergara, 1839), siendo ascendido a brigadier de Infantería y condecorado con la Cruz de San Fernando de 2.ª Clase.
Como otros militares de la época, cambió de criterio político respecto a Espartero, y, si durante la Primera Guerra Carlista aparecía espartista, posteriormente se enfrentaría a las fuerzas leales del héroe de Luchana, al apoyar el pronunciamiento de Sevilla (1843), recibiendo en esta ocasión la Gran Cruz de Isabel la Católica y el empleo de mariscal de campo.
Casado con la hija de Manuel Godoy, a su liderazgo militar se unieron sus actitudes como político. Hasta mayo de 1844 ocupó el cargo de gobernador militar de Cádiz y en las legislaturas de 1844 y 1846, y fue elegido diputado por Cádiz y Canarias, respectivamente.
Cuando ocupaba el cargo de capitán general de Navarra y de las Provincias Vascongadas, fue nombrado teniente general y senador vitalicio del reino, y unos días después, ministro de la Guerra con Bravo Murillo (1852), repitiendo el cargo al año siguiente con Roncal. Durante el tiempo que estuvo al frente de la cartera de Guerra, llevó a cabo importantes reformas, tales como la elaboración de los reglamentos de Juzgados de Guerra, Cuerpo de Estado Mayor de Plaza, Sanidad y Administración Militar; asimismo dio forma de nueva planta a la Secretaría de Guerra, reformó el Cuerpo de Carabineros y aumentó el de la Guardia Civil.
Durante el curso del año 1853 fue capitán general de Castilla la Nueva y un año después, al mando de la guarnición de Madrid, intervino en Vicálvaro contra los sublevados dirigidos por O’Donnell, siendo premiada su actuación con otra Gran Cruz de San Fernando.
Durante varios meses fue capitán general de Valencia, hasta diciembre de 1854, en que fue nombrado gobernador y capitán general de Filipinas alcanzando las islas en abril del año siguiente.
Su mando en el archipiélago se inauguró con una escalada de incendios en los arrabales de Manila que destruyeron cientos de casas. La experiencia vivida le llevó a desarrollar un ambicioso proyecto urbanístico más racional tanto en el trazado de calles y edificios como sustituyendo los materiales típicos de construcción (caña y nipa), por el ladrillo y la piedra. Formando parte del plan urbanístico, llevó a cabo una cadena de expropiaciones destinadas a la construcción de calles anchas y avenidas. Durante su mandato finalizaron las obras de la cárcel de “Bilibid” con una capacidad para siete mil reclusos y a la que se trasladaron los presos que hasta entonces se recluían en la planta baja del convento de San Agustín.
Apoyadas sus gestiones por Cánovas del Cástillo, que ocupaba la cartera de Ultramar, la administración de Filipinas experimentó importantes reformas entre las que cabe destacar el establecimiento del Consejo General de Agricultura, Industria y Comercio, tan necesario para el desarrollo de las islas. Durante su Gobierno, y siguiendo la política de prestigio iniciada por O’Donnell años anteriores (euforia de Ultramar), se organizó una expedición de castigo a Tawi Tawi (archipiélago de Joló) para liberar a los cientos de filipinos que los piratas malayo-mahometanos habían capturado en las costas del archipiélago. Al grupo de liberados en esta expedición se unió el grupo que el prefecto apostólico de Labuan, el gaditano padre Cuarteroni, había liberado en la isla de Borneo.
En 1866, volvió a la Península y, tras unos meses en situación de cuartel en Madrid, se volvió a poner al frente de la Capitanía General de Valencia, cargo que ocupó hasta que se le admitió su dimisión en junio de 1867, quedando de cuartel en Madrid, donde falleció cuando se encontraba de licencia.
Fuentes y bibl.: Instituto de Historia y Cultura Militar (Madrid), Célebres, caja 82, exp. 20, Exp. de personal de Juan de Lara e Irigoyen.
Galería Militar Contemporánea, Colección de documentos sobre las Campañas del Norte y Cataluña, Madrid, Editorial Sociedad Tipográfica de Hortelano y Compañía. 1846; A. Pirala, Historia Contemporánea, segunda parte de la Guerra Civil, t. VI, Madrid, Felipe Gonzáles Rojas, 1895; J. Montero y Vidal, Historia General de Filipinas, t. III, Madrid, Est. Tipográfico de la Viuda e Hijos de Tello, 1895; M. Fernández Almagro, Historia Política de la España Contemporánea, Madrid, 1956; J. A. Gallego, Historia del Mundo Contemporáneo, Zaragoza, Librería General, 1971; V. Palacio Atard, La España del siglo xix (1808-1898), Madrid, Espasa Calpe, 1981; R. Carr, España 1808-1975, Barcelona, Editorial Ariel, 1985; A. Molina, Historia de Filipinas, Madrid, Mapfre, 1985; A. Ubieto, J. Reglá, J. M. Jover y C. Seco, Introducción a la Historia de España, Barcelona, Teide, 1986; G. Bleiberg (dir.), Diccionario de Historia de España, Barcelona, Alianza Editorial, 1986; A. F. Rodríguez Coro, Los Carlistas, 1800-1876, Vitoria, Fundación Sancho el Sabio, 1991; J. Aróstegui Sánchez, El carlismo y las Guerras Carlistas, Madrid, 2003.
Alicia Castellanos Escudier