Palacios Martínez, Julio. Paniza (Zaragoza), 12.IV.1891 – Madrid, 21.II.1970. Físico, catedrático, político.
Nació en una familia culta: su padre, Miguel Palacios Cabello, era médico en Paniza, Campo de Cariñena. La plaga de filoxera que atacó la vid los obligó a emigrar a Deza (Sierra Miñana, Soria). En 1900 se trasladan a Tamarite de Litera (Huesca) y Julio estudia el bachillerato en el Instituto de Huesca. Los estudios universitarios los inicia en 1907 en Zaragoza, en la Facultad de Ciencias, continuándolos en Barcelona, donde concluyó la licenciatura en Ciencias Exactas y Físicas con Premio Extraordinario, considerándosele alumno predilecto de Esteban Terradas.
En este año de 1911 se desplaza a Madrid con objeto de hacer la tesis doctoral con Blas Cabrera Felipe que dirige el Laboratorio de Investigaciones Físicas recientemente creado por la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, tesis que presenta en 1914 obteniendo Premio Extraordinario. En 1915 se le nombra profesor auxiliar de Física General de la Facultad de Ciencias y en abril de 1916 —al cumplir los veinticinco años— obtiene por oposición la Cátedra de Termología de la Universidad de Madrid, lo que le convierte en el profesor más joven que alcanza la condición de catedrático en dicha Universidad.
En plena Guerra Europea se desplazó a la Universidad de Leiden, donde permaneció el bienio 1916- 1918, pensionado por la Junta para la Ampliación de Estudios, con la finalidad de aprender Criogenia (Bajas Temperaturas) con el premio Nobel Kamerlingh Onnes, metodología que necesitaba el grupo de Blas Cabrera para el estudio del magnetismo de la materia. Trabajó con Onnes y con Crommelin, con quienes publicó sus primeros trabajos de investigación científica. Pero lo más destacable, y que condicionó su futuro para después de la Guerra Civil española, fue su interés en la asistencia y participación en los cursos de Física Teórica de Lorenz (el “padre” de la Física en las décadas de la transición secular, entonces recientemente convertido en relativista einsteiniano, poco antes de su jubilación) y a los coloquios físicomatemáticos de Paul Ehrenfest (el gran matemático que explicó y desarrolló la teoría de la relatividad general de Einstein fuera de Alemania), casado con Tatiana Afanassjewa (la matemática que con su teoría de las funciones homogéneas generalizadas facilitó una nueva fundamentación al aún no nacido análisis dimensional). En estos años holandeses Palacios unió a sus estudios teóricos y trabajos experimentales una capacidad de diversión juvenil cuyos ecos llegaron incluso a España, en contraste con la extrema seriedad que manifestó luego en su vida de madurez.
Regresó a España a principios de 1919 —“ en el primer tren que cruza la frontera después del armisticio”— e inició la docencia de su Cátedra en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Madrid que compatibilizó con la investigación (imposible entonces en la Facultad por falta de medios adecuados) en el Laboratorio de Investigaciones Físicas de Cabrera.
La venida de Albert Einstein a España en 1923 supuso un revulsivo científico y cultural importante; Palacios centró, junto a Emilio Herrera, las reuniones científicas preparatorias y asistió a los actos de homenaje y conferencias organizados con este motivo. En el marco de los estudios de la influencia de la temperatura sobre el paramagnetismo, programa máximo de investigación de Cabrera, concibió en 1925 una teoría basada en la hipótesis de un campo cristalino —como mecanismo equivalente a una rotación— que, unido a los trabajos de Cabrera con Duperier sobre los elementos químicos de las tríadas del grupo VIII del sistema periódico y de las tierras raras, supusieron la consagración internacional definitiva de Cabrera y su grupo.
A su prestigio como profesor unió, con la salida de Ángel del Campo del Laboratorio, la especial condición de “segundo” de la física y la química españolas, después de Cabrera. Así, en 1927 formó parte de la Junta Constructora de la Ciudad Universitaria de Madrid presidida por Alfonso XIII, quedando explícitas y llamativas desde este momento sus profundas convicciones monárquicas. Contrajo matrimonio con Elena Calleya Pedroso en la parroquia de San Sebastiao da Pedreira, en Lisboa. Fruto de este matrimonio fueron cinco hijas: Elena, Carmen, Pilar, Ana María y María del Rosario. Elegido presidente de la Sociedad Española de Física y Química, con motivo del XXV aniversario de ésta, en 1928, promovió y consiguió que le fuera concedido el título real que le otorgó Alfonso XIII en 1928, y en 1929 fue representante del Gobierno español en el Congreso Internacional de Actinología en París.
En 1931 regentó en España la Cátedra Cajal creada por la colonia española en la República Argentina, impulsada por Avelino Gutiérrez para rendir homenaje a Santiago Ramón y Cajal, con el tema “Estudio de las estructuras cristalinas por medio de los rayos X”. Frutos de esta ayuda fueron numerosos artículos de investigación que vieron la luz entre 1932 y 1946, y sobre todo la creación de una escuela española de Rayos X y difracción electrónica de la que pueden considerarse discípulos: Álvarez Ude, Barazoain, Bru, Juan Cabrera, Doetsch, Durán, Foz, García de la Cueva, Garrido, Martín Bravo, Navarro, Otero Navascués, Ríos, Salvia y Velasco. El Instituto Nacional de Física y Química, creado con el patrocinio de la Fundación Rockefeller —cuyo edificio sería conocido con el nombre “Rockefeller”—, continuó con mejores medios la tarea del antiguo Laboratorio de Investigaciones Físicas. Palacios ocupó la subdirección y en él se integraron además, como jefes de sección, Enrique Moles, Julio Guzmán y Miguel Catalán, incorporándose la nueva sección de Antonio Madinaveitia. El edificio se inauguró en 1932 con la asistencia de Sommerfeld, Scherrer, Willsttäter, Honigschmidt y Weiss, figuras de la física y la química europeas relacionadas especial y respectivamente con Catalán, Palacios, Moles y Cabrera. El 8 de abril de este año ingresó Palacios en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales con un discurso sobre Mecánica cuantista.
Especialmente significativa en su biografía fue la misión cultural a las islas Filipinas enviado por el Gobierno de la República en 1935, en compañía del poeta Gerardo Diego, donde pronunció conferencias en las principales ciudades. Fruto de este viaje fue su libro Filipinas, orgullo de España. Un viaje por la islas de la Malasia.
La Guerra Civil Española lo sorprendió en Madrid, donde permaneció durante toda la contienda en una condición de “semiexilio”, ya que, dado su elevado prestigio y conocidas sobradamente sus ideas de “derechas”, fue retirado del “Rockefeller”. Entre los aspectos más significativos de estos difíciles años madrileños, con su mujer y cuatro de las hijas en Lisboa y una con él, pueden recordarse: los coloquios científicos que organizó en su casa, las lecciones de alemán que dio a los profesores que le secundaron y la escritura del libro Mecánica Física, así como sus relaciones con la familia por mediación de los Cabrera, exiliados en París. Finalmente colaboró en la acción del profesor Besteiro ante Casado, en marzo de 1939, para la rendición de Madrid. Recibió la Medalla de Campaña con distintivo de vanguardia.
Concluida la Guerra Civil, fue el único de los cinco catedráticos de Física de la Facultad de Ciencias de Madrid que permaneció en la capital. Los restantes estaban en el exilio, salvo Catalán, que, aunque se encontraba en España, había sido retirado de su cátedra. Durante el breve período abril-noviembre de 1939 fue el encargado de reconstruir la investigación y la docencia en Física y Química en España. Se inició la Guerra Mundial y su situación había cambiado para las nuevas autoridades. Se le mantuvo en un segundo plano en todos los ámbitos, colmado de honores pero exento de responsabilidades, simultáneamente utilizado y mantenido al margen. Un hermano suyo médico que alcanzó el grado de general de división en el Ejército Republicano fue condenado, lo que aumentó el distanciamiento de “don Julio”, como se le conocía, con el nuevo régimen. Así, fue vicerrector de la Universidad de Madrid, vicepresidente del Instituto de España (siendo presidente nominal Manuel de Falla que no llegó a tomar posesión), subdirector de uno de los centros del naciente Consejo Superior de Investigaciones Científicas; en síntesis, el “predestinado” a dirigir la renovación científica fue apartado de las esferas de los nuevos poderes científicos y culturales. No obstante, en la consideración de máxima figura de la ciencia española de la época, recibió numerosos agasajos: invitado por instituciones culturales españolas de Uruguay y Argentina dictó cursos y conferencias en diferentes ciudades —Montevideo, Buenos Aires, La Plata, Rosario y Santa Fe—; miembro de las Academias de Ciencias y Artes de Barcelona, Zaragoza, Buenos Aires, Córdoba (Argentina), Lisboa, Lima, Coímbra y San Juan de Puerto Rico; pronunció conferencias en las Universidades de Toulouse, Zúrich, Berlín, Lisboa, Oporto y Coímbra, recibió el doctorado honoris causa por la Universidad de Toulouse; editó sus primeros libros de texto Física para médicos y Termodinámica y constitución de la materia y fue elegido miembro de la Academia Nacional de Medicina.
En marzo de 1944, como consecuencia de la firma del escrito a Don Juan de Borbón, de adhesión al manifiesto de Lausana, de los intelectuales monárquicos Alfonso García Valdecasas, Juan José López Ibor, Julio Palacios y Jesús Pabón, Palacios fue confinado en Almansa y no pudo leer su discurso de ingreso en la Academia de Medicina. La ruptura con el régimen fue definitiva. En el confinamiento escribió el libro Electricidad y Magnetismo.
Concluida la Guerra Mundial en agosto de 1945, después de las explosiones atómicas de Hiroshima y Nagasaki, publicó en 1946 Física nuclear (de Leucipo a la bomba atómica). Estudió las posibilidades que se le brindaban en el extranjero, básicamente las de Estados Unidos y Portugal, optando por ésta con objeto de mantener su situación en Madrid, que le consintieron, compartiendo su actividad docente e investigadora entre las capitales de España y Portugal. En Estoril, proximidades de Lisboa, se había instalado Don Juan de Borbón, jefe de la Casa Real Española.
Invitado el curso 1947-1948 por el profesor Francisco de Paula Leite Pinto, en nombre del Instituto Portugués para la Alta Cultura, para enseñar Física y promover la investigación en la Facultad de Ciencias de Lisboa, desempeñó después los cargos reales de director del Centro de Estudios de Física, de la Sección de Metrología de las Radiaciones del Instituto Portugués de Oncología, del Laboratorio Lopes do Rego de aplicación de isótopos radiactivos y del Laboratorio de Física Atómica de la Comisión de Estudios de Energía Nuclear de Portugal. Tuvo en el país vecino todo lo que aquí se le negó unos años antes, creando una escuela de físicos de cierta relevancia. En esta época publicó numerosos libros que alcanzaron varias ediciones y que lo convirtieron en maestro de varias generaciones de profesores y estudiantes.
En 1953 ingresó en la Real Academia Española con un discurso titulado El lenguaje de la física y su peculiar filosofía, que sería utilizado desde entonces con generalidad en las memorias de oposiciones a Cátedras de Física.
Momento cumbre de su producción científica lo constituye la publicación en 1956 de la obra Análisis Dimensional que fecha en Lisboa. Se tradujo al francés en 1960 (Analyse Dimensionnelle, trad. J. Prévot, Gauhier-Villars, Paris) y al inglés en 1964 (Dimensional Análisis, trad. P. Lee y L. Pooth, McMillan, London), año de la segunda edición española, convirtiéndose con ella en la máxima autoridad mundial reconocida en la materia.
Paralelamente a este triunfo en el ámbito de “lo dimensional”, inició lo que puede denominarse su compromiso público —incluso campaña— antirrelativista. Su actitud ante la Teoría de la Relatividad, con la publicación en 1960 del libro Relatividad, una nueva teoría en esta última etapa de su vida, le creó grandes tensiones intelectuales, muchas incomprensiones y rechazos tan firmes como su propia personalidad, tanto que no logró que le editaran su última obra, Relatividad y Antirrelatividad (por ello escribió Salvador de Madariaga en su Retrato de un hombre de pie (1965, pág 99): “Aunque no del todo lego en estas cosas, no soy competente para decidir si quien está en lo cierto es él o Einstein; pero sí para afirmar que Julio Palacios es un hombre de ciencia original y serio, cuyo Análisis Dimensional es un aporte universalmente respetado a la ciencia moderna, y que su teoría no ha sido rebatida por nadie; pese a lo cual no logra publicarla en editoriales o revistas oficiales por no ser ortodoxa”).
La cara del Análisis Dimensional y la cruz de la Relatividad constituyen el núcleo de una febril actividad científica y política desde su jubilación como catedrático en 1961. Había sido director de los estudios de Don Juan Carlos de Borbón, a pesar de los inconvenientes reiteradamente expuestos por Franco a Don Juan, y miembro del Consejo Privado de éste (órgano consultivo y de asistencia al jefe de la Casa Real española).
Entre sus últimos haceres y honores científicos pueden recordarse los siguientes: presidente del Comité Español de la Unión Internacional de Física Pura y Aplicada (1964), presidente de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (1966), promotor del Centro Internacional de Ciencias Mecánicas (1967), Medalla de Oro del Trabajo (1967) y rector del Centro Internacional de Ciencias Mecánicas (Udine, 1968).
Obras de ~: Radiodifusión. Construcción, manejo y teoría elemental de los modernos receptores radiotelefónicos, Madrid, 1924; Complementos de Física para médicos, Toledo, 1930; Física teórica (colección concebida en colaboración con Blas Cabrera), t. I: Calor y constitución de la materia, Toledo, 1931; Mecánica cuantista, Discurso de ingreso en la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, 1932; Filipinas, orgullo de España. Un viaje por las islas de la Malasia, Madrid, 1935; “Quien civilizó Filipinas fue España”, en Revista General de la Marina (agosto de 1935); Introducción a la Mecánica física, Madrid, 1942; Física para médicos, Madrid, 1942; Termodinámica y constitución de la materia, Madrid, 1943; De la miopía y la presbicia nocturna, discurso de ingreso en la Real Academia Nacional de Medicina, 1944; Electricidad y Magnetismo, Madrid, 1945; Física nuclear (de Leucipo a la bomba atómica), Valencia, 1946; Termodinámica aplicada, Madrid, 1947; De la Física a la Biología, Madrid, 1947; Esquema físico del mundo, Madrid, 1947; Termodinámica y Mecánica estadística, Madrid, 1948; Física general (con la colaboración de M. Martín Lorón), Madrid, 1949; El lenguaje de la Física y su peculiar filosofía, discurso de ingreso en la Real Academia Española, 1953; Análisis dimensional, Madrid, 1956; Analyse Dimensionnelle (versión francesa), Paris, 1960; Relatividad. Nueva teoría, Madrid, 1960; Mecánica física, Madrid, 1963; “Diario de la rendición de Madrid”, en M. de Riquer (dir.) Reportaje de la Historia, Madrid, 1964; Dimensional Analysis (versión inglesa), London, 1964. Antes de la Guerra Civil escribió artículos de divulgación científica en El Debate; y en la década 1959-1968 fueron muy difundidos y polémicos sus artículos en la “tercera de ABC”, de marcado carácter antirrelativista.
Bibl.: J. Aguilar, Don Julio Palacios y el lenguaje de la Física, Santander, Aula de Cultura Científica, 1981; F. González de Posada (coord.), Catálogo de la exposición “Julio Palacios, físico español”, Santillana del Mar, 1982; E. Calleya, Semblanza biográfico-científica de Julio Palacios, Santander, Aula de Cultura Científica, 1985; L. Villena, Julio Palacios: labor didáctica, confinamiento y proyección internacional, Santander, Aula de Cultura Científica, 1985; L. Bru, Centenario de Julio Palacios 1891-1991, Madrid, Facultad de Ciencias Físicas, 1991; F. González de Posada y F. A. González Redondo, 1881. Centenario de Julio Palacios. 1991. Exposición: Julio Palacios, físico español, catálogos asociados a las exposiciones en Paniza (Zaragoza), Real Valle de Camargo (Cantabria), Huesca, Zaragoza y Lisboa, 1991; Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Solemne sesión académica en el Centenario de don Julio Palacios, Madrid, 1991; F. González de Posada, Julio Palacios: físico español, aragonés ilustre, Madrid, 1993; Breviario de Teoría Dimensional, Madrid, 1994; “Julio Palacios y su viaje a Filipinas”, presentación de la ed. facs. de J. Palacios, Filipinas, orgullo de España. Un viaje por las islas de la Malasia, Zaragoza, 1998, y Anales de la Real Academia Nacional de Medicina, Madrid, 1999; F. A. González Redondo, Historia del Análisis Dimensional, tesis doctoral, Universidad Politécnica de Madrid, 2000; F. González de Posada y F. A. González Redondo, “Génesis histórica, enunciado y evolución del Análisis Dimensional de Julio Palacios”, en Llull, vol. 25 (2002), págs. 399-423; F. González de Posada, “Julio Palacios. Sus relaciones con Europa” en Programa Europa de Estancias de Investigación 1987/2002, Zaragoza, 2003.
Francisco González de Posada