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Hernando de Aguirre

Biografía

Aguirre, Hernando de. Talavera de la Reina (Toledo), 1527 – Santiago de Chile (Chile), p. m. s. xvii. Conquistador, militar, corregidor y gobernador.

Era hijo legítimo de Francisco de Aguirre y de María de Torres y Meneses. A corta edad fue conducido a las Indias, viviendo su niñez en un ambiente saturado de guerras y conquistas, hasta que en 1540 se estableció en Chile con su familia.

La gobernación de Chile se extendía desde Copiapó, a 27º de altura de la equinoccial al Sur, hasta los 41º. En sus términos quedaban incluidas la parte meridional de las actuales provincias argentinas de Catamarca y Tucumán, toda La Rioja y parte de Santa Fe y Córdoba. Por lo demás, es notorio que el conquistador de Chile, Pedro de Valdivia, aspiraba a ensancharla hasta el Atlántico, y por el Sur hasta el estrecho de Magallanes. Esta nueva gobernación estaba destinada a dominar los tres caminos del Cuzco y de Charcas a Santiago de Chile, lo cual auguraba conflictos con la gobernación lindera del Tucumán que no tardaron en producirse. El capitán Juan Núñez de Prado fue designado para fundar una ciudad en la región del Tucumán; se trató de la ciudad del Barco, fundada en julio de 1550.

Encontrándose Núñez del Prado a unas veinte leguas de la ciudad del Barco fue informado por los indios de que en Toamogasta un grupo de blancos cristianos los habían vejado y tratado con crueldad.

Se trataba de las tropas comandadas por el capitán Francisco de Villagra que se dirigían del Perú a Chile en socorro de Valdivia. Villagra se vio sorprendido en mitad de la noche por los hombres de Núñez del Prado, quien al advertir la superioridad numérica de su adversario inició la retirada. A la mañana siguiente envió a fray Alonso Trueno para disculparse ante Villagra, pero éste respondió con la persecución.

El 8 de octubre de 1551 Pedro de Valdivia designó a Francisco de Aguirre, padre de Hernando, teniente de gobernador de La Serena y del Barco, autorizándolo a regir todas las poblaciones hechas o que se hiciesen en la región del Tucumán.

Francisco de Aguirre había adquirido fama en la batalla de Pavía de 1524, en la entrada de Roma de 1527, en la acción contra flamencos y alemanes.

Conquistó el grado de capitán como colofón a sus más de cuarenta años de luchas en el Cuzco, Lima, Chuquisaca, Tarija, Santiago de Chile, La Serena y Copiapó. Con el título que le otorgó Valdivia se dirigió a La Serena, desde donde con treinta hombres cruzó la cordillera de los Andes y exploró la región de los indios diaguitas. Muchos documentos oficiales le atribuyen la fundación de la ciudad de Santiago del Estero, en el centro norte del actual territorio argentino.

Su hijo, Hernando de Aguirre, a pesar de haber sido designado corregidor de La Serena en 1553, vislumbró su acción cuando las pretensiones de Francisco de Villagra y su padre por el gobierno de Chile, vacante por fallecimiento del fundador, Pedro de Valdivia, se enfrentaron. Francisco de Aguirre se encontraba en la ciudad del Tucumán cuando, en marzo de 1554, tuvo conocimiento del desastre de Tucapel, partiendo de inmediato a Chile en demanda del gobierno, ya que Pedro de Valdivia en su testamento de 1549 dejaba constancia de que lo designaba sucesor suyo para el caso de que hubiese fallecido su amigo Jerónimo de Alderete.

También en su último testamento, Valdivia resolvía constituir a La Serena y a la ciudad del Barco en una gobernación separada de la de Chile, que debería extenderse hacia el mar del Norte. Francisco de Aguirre, tras la noticia de la muerte de Valdivia, se puso de inmediato en marcha hacia Chile, no sin antes presentarse al cabildo de Santiago del Estero para deponer su título de teniente gobernador por el de gobernador titular y capitán general.

Nombró teniente de gobernador del Tucumán a su amigo Juan Gregorio Bazán. Antes de partir hacia La Serena, Francisco de Aguirre, deseando asegurarse la lealtad de la ciudad, designó como nuevos alcaldes a Diego Villarroel y a Miguel de Ardiles, y repartió encomiendas entre quienes le habían servido.

Como flamante gobernador se hizo recibir en La Serena, pero las ciudades de Valdivia, La Imperial, Villarrica y Confines apoyaban firmemente a Francisco de Villagra. Mientras tanto el cabildo de Santiago había designado gobernador de la Nueva Extremadura a Rodrigo de Quiroga. Cuando se abrió el testamento de Pedro de Valdivia se supo que nombraba sucesor al capitán Jerónimo de Alderete, quien, en caso de muerte, debía ser sustituido por Francisco de Aguirre. Como Alderete se encontraba en España, legalmente era Francisco de Aguirre el gobernador de Chile. El cabildo de Santiago se limitó a anular el nombramiento que había hecho de Rodrigo de Quiroga e informar de lo que ocurría a la Real Audiencia de Lima, apoyando y pidiendo la designación de Francisco de Villagra.

Al mismo tiempo dirigió una misiva a Francisco de Aguirre comunicándole que jamás sería reconocido como gobernador por aquel Cuerpo. Enterado don Francisco de Aguirre de tal resolución, envió a su hijo Hernando con la delicada misión de solicitar al cabildo de Santiago se recibiera a su padre como gobernante en virtud del testamento de Valdivia.

Según consta en el acta de dicho cabildo, compareció Hernando el 5 de julio de 1554 ante los regidores de Santiago, sin conseguir que su padre fuera aceptado como gobernador.

Francisco de Aguirre no salió de La Serena a la espera de la resolución del pleito entablado con las autoridades, el que se fue complicando hasta que en 1555 resolvió la Audiencia anular el testamento en cuanto a sus cláusulas políticas. La razón de este fallo fue la noticia de que había sido designado virrey del Perú el marqués de Cañete, y se suponía que con él vendría un nuevo gobernador designado por el Consejo de Indias; así sucedió en la persona de Jerónimo de Alderete. Entre tanto fue nombrado Francisco de Villagra corregidor de Chile.

Tiempo después, Francisco de Aguirre recibió un comunicado en el que se le anunciaba que el revoltoso Hernández Girón había sido derrotado, y que debía cortarle el paso en su huida. Francisco de Aguirre aprovechó la ocasión para reivindicar su nombramiento de gobernador. Envió a su hijo Hernando a Santiago, quien llegó a destino en son de guerra el 7 de enero de 1555, actitud que movió al cabildo a dictar un acuerdo por el que se dejaba constancia de que habiendo entrado Aguirre con hombres a caballo y armados de arcabuces, disponía que se le quitaran las armas y quedaran detenidos los soldados. Se permitió a Hernando regresar a La Serena, donde se reunió con su padre, ocupándose de sus estancias y ganados hasta el año 1556. Al año siguiente fue nombrado gobernador de Chile don García Hurtado de Mendoza, el cual hizo prender a Francisco de Aguirre, desterrándolo sin causa que justificara su decisión, al Perú, en compañía de su hijo Hernando.

En 1562 Hernando insiste nuevamente, enviando un escrito en el cual manifestaba que dada la muerte de Juan Núñez de Prado, las provincias del Tucumán estaban vacantes, pidiendo el gobierno de ellas para su padre. El por entonces virrey del Perú, conde de Nieva, remitió las piezas del proceso al Consejo de Indias, con recomendación a favor de Francisco de Aguirre para que gobernara el Tucumán. En 1563 fue nombrado por el Rey con carácter interino, teniendo en cuenta la urgencia que había en sofocar a los indios calchaquíes que se habían levantado. Francisco de Aguirre recibió su nombramiento en sus estancias de Coquimbo; era hombre de restituir a las armas españolas su prestigio.

Sólo un poderoso anhelo de desquite pudo sacarlo de Chile con un título más precario. Envió a su hijo Hernando a Santiago del Estero con un puñado de hombres para anunciar su llegada y concentrar fuerzas en el valle Calchaquí. Entretanto mandó otro grupo al valle de Salta a limpiar el paso, y él mismo se dirigió a Charcas en busca de mayores fuerzas.

Al poco tiempo, a raíz de una incidencia entre el teniente de Villagra, Gregorio Castañeda, y el cacique calchaquí, se sublevaron los indios destruyendo las ciudades de Córdoba, Cañete y Londres, dando muerte a la casi totalidad de vecinos. Enterado don Francisco de Aguirre del desastre ocurrido, envió inmediatamente a su hijo Hernando a Tucumán.

Al llegar a Santiago del Estero, después de sortear miles de inconvenientes, se abocó a la tarea de defender la ciudad contra los ataques de indios lules y juríes. En 1564, cuando corría el rumor que don Francisco de Aguirre había sucumbido en manos de los calchaquíes, el licenciado Castro, sucesor del conde de Nieva, envió despachos de gobernador a Hernando para el caso de que su padre hubiese fallecido.

Después de un año de incesante lucha, en abril de 1565 Francisco de Aguirre llegó a Santiago del Estero, dolorido por la pérdida de su hijo Valeriano y por el fracaso de su intento de repoblación de las ciudades destruidas en los valles de los diaguitas y Salta. Su llegada salvó a la ciudad del cerco que le habían puesto los naturales, a los que persiguió hasta sus límites.

Pocos meses después llegó a Santiago del Estero el capitán Jerónimo de Alanís, con la orden dada por el presidente de la Audiencia de Charcas, Ramírez de Quiñones, de prender o matar a Francisco de Aguirre.

Hernando alcanzó a escoltar a Alanís hasta Copiapó, y regresar a tiempo para ir en el mes de mayo de 1566 con su padre a la jornada de los comechingones. Esta expedición tuvo un desdichado fin, pues don Francisco de Aguirre fue tomado preso y enviado con su hijo a la Audiencia de Charcas. Puesto en libertad, Hernando realizó gestiones con el fin de hacer justicia a favor de su padre, pero sólo después de trece años de pleitos, pudo Francisco de Aguirre ponerse en marcha para ocupar su gobierno.

Con anterioridad, en 1567, Hernando se casó con doña Agustina Matienzo. En 1576 Hernando regresó a Chile, donde se estableció definitivamente. Fue designado corregidor y alcalde, y alcanzó un gran progreso económico gracias a las pingües ganancias que le dejaron las explotaciones mineras de su padre.

En 1581 Sebastián de Santander solicitaba en nombre de Francisco de Aguirre al Rey una encomienda de indios en el Perú que rentaba seis mil pesos, transmisible a su hijo Hernando por ser él muy anciano, y solicitando para éste el título de alcalde de la casa fuerte de Copiapó.

 

Bibl.: E. Silva Lezaeta, El conquistador Francisco de Aguirre, Buenos Aires, Eudeba, 1943; E. Udaondo, Diccionario Biográfico Colonial Argentino, Buenos Aires, Huarpes, 1945, págs. 36-37.

 

Sandra Fabiana Olivero

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