Buendía, Ignacio. Valladolid, p. m. s. XVI – ?, s. XVII. Monje cisterciense (OCist.) y poeta.
Este monje era hijo del monasterio de Monsalud (Guadalajara, diócesis de Cuenca), y se hizo famoso en su tiempo por su gran afición y cultivo de la poesía.
El padre Muñiz lo califica excesivamente (como solía hacer con los monjes ilustres de su Orden). El caso es que, aunque diga de él que “sus Poesías, dignas de la mayor alabanza por la sublimidad de sus conceptos, y de ser comparadas con las de los mejores poetas de nuestra nacion”, no le hace mucha justicia, pues otros grandes autores e historiadores cistercienses, como Manrique, le ignoran y no lo cuentan entre la lista de los demás, que fueron muchos. La poesía, especialmente sagrada, estuvo muy en boga entre los bernardos y sobresalieron en ella, entre otros, fray Bernardo Álvarez, Nicolás Bravo (Benedictin., Salamanca, 1604), Lorenzo de Zamora (Saguntina, Alcalá, 1587, y Madrid, 1607, poema comparado por Manrique a La Araucana de Ercilla). Pero el que se lleva la palma entre los poetas es el gran vate castellano fray Cristóbal de Castillejo (1490?-1550), gloria de las letras patrias y acérrimo defensor de las formas métricas antiguas castellanas que manejaba a maravilla.
“Castillejo, dice Hurtado, se distingue por su agudeza y gracia, por su sencillez picaresca y por su nativa inspiración castellana”. Sus obras, infinidad de veces publicadas, se agrupan en tres series: I Obras de amores. II Obras de conversación y pasasatiempo.
III Obras morales y de devoción. Nada de esto se puede decir de Ignacio Buendía.
El padre Muñiz, que se relacionaba con grandes eruditos y libreros de fama, dice que sabe de las obras de Buendía gracias a su íntimo amigo Rafael de Floranes señor de Tabaneros, “en cuya copiosa y esquisita libreria en Valladolid se conserva el original de Esta Obra (que està dedicada al V. P. Fr. Christoval Crispijana, hijo y Abad de San Prudencio, y à la sazon de Monsalud, de quien hacen honrosa memoria Manrique y Morales, se compone de varias Poessias todas piadosas). Toda la coleccion se comprehende en un libro en 4. menor de 144 hojas aun con señales de faltarle algunas al fin.
Y à mas de la Dedicatoria general y otras particulares para el Abad de Monsalud, hay alguna para el Suprior de alli Fr. Geronimo Ferrer, y otra para el P. Abad de Osera Fr. Bernardo Vazquez; y à no ser la escena todo lo demàs es de letra del Autor”.
La verdad es que no se sabe de las alabanzas de Manrique, como se dijo antes, y otra verdad es que el libro estaba aún en manuscrito. Si hubiera sido de gran valor, el gran erudito, escritor, historiador y jurista que fue el lebaniego y citado Rafael de Floranes (1743-1801) no la hubiera dejado escapar sin dar a la imprenta.
Ojalá, gracias al tesón y fina intuición de algún investigador, estas obras salgan a la luz. Se sabe que hay algunas buenas bibliotecas privadas en Liébana y el valle de Cabuérniga, en Cantabria, que aún ocultan muchos tesoros, pero no siempre están bien catalogadas.
Obras de ~: Vida de San Lorenzo Martir, s. l., s. f.; Vida de Santa Catalina de Sena, s. l., s. f.; Triunfo de llaneza, s. l., s. f.; Lamentaciones, s. l., s. f.; Letras y Glosas à todos los misterios de nuestro Señor Jesu-Christo y de nuestra Señora: à los Santos Reyes: à la Madalena: à San Pedro y San Pablo: S. Martin, S. Estevan Protomartir, y Santa Inès, s. l., s. f.; Glosa sobre los Salmos: Domine quid multiplicati sunt, y Deus in adjutorium meum intende (inéds.).
Bibl.: R. Muñiz, Biblioteca Cisterciense española, Burgos, Joseph de Navas, 1793, págs. 59-63.
Francisco Rafael de Pascual, OCist.
