Villoria, Juan de. ?, ú. t. s. xv – Santo Domingo (República Dominicana), c. 1540. Vecino, regidor y procurador de la Concepción, uno de los grandes empresarios del Caribe, armador e intermediario en los tráficos de las perlas de Cubagua.
Debió de nacer a comienzos del último tercio del siglo xv. Estaba casado con Aldonza de Acebedo, tuvo varios hijos y era cuñado de Jerónimo de Agüero, ayo de Diego Colón. Juan de Villoria había sido repostero de camas de los Reyes Católicos, y por ello estaba altamente considerado en la Corte. Fue persona muy ligada a la familia Colón y de su total confianza. Al mismo tiempo, lo que no sucedió con otros colombinistas, tuvo la habilidad de no enemistarse con los contrarios al grupo colombino.
Durante el verano de 1509 pasó al Nuevo Mundo, formando parte del séquito del nuevo gobernador de las Indias Diego Colón. Desembarcó en Santo Domingo el 9 de julio de 1509.
Las Casas lo describe como hombre piadoso y que “trataba a los indios menos mal”. Según el mismo cronista, también influía que había venido hacía poco de Castilla “y traído hacienda de allá y no entró en los indios que le dieron con necesidad”.
Tenía la condición de vecino y regidor de la villa de la Concepción, la segunda villa de la Española y durante mucho tiempo, lugar preferido de los Colón. Sin embargo, fue de los primeros constructores de casas de cantería en Santo Domingo. Ante de 1515 tenía construida su casa en el arranque oriental de la calle Mercedes. Junto a ella, construyó dos o tres años después otra casa que se la arrendó al justicia Alonso Zuazo cuando pasó a Indias a tomar residencia a los jueces de apelación en la época de los jerónimos. Esta casa será vendida en 1520 al mercader genovés Melchor Centurión.
En el Repartimiento de Alburquerque de 1514, Juan de Villoria salió bien parado. Obtuvo en la villa de la Concepción tres caciques (Ayala, Mari Sánchez y María), ciento veintiocho indios de trabajo, veinticinco naborías de casa, diecisiete viejos y veinticuatro niños. En total ciento noventa y nueve personas. Una prueba de que el Rey lo tenía en gran estima se demuestra a la hora de redactar las Instrucciones para hacer el Repartimiento, ya que lo pone como ejemplo del grupo de aquellos que debían recibir ciento cincuenta indios. Para asegurar más su encomienda y velar por sus intereses, o bien como una demostración de su habilidad y realismo, prestó dineros a Alburquerque.
Parece que regresó a Castilla con la intención de vender todas sus propiedades en Indias y no volver allí, pues temía que todos los indios se pondrían en libertad. Al no producirse ese cambio, consiguió una Real Cédula del 9 de noviembre de 1516 por la que el Monarca recomendaba a Juan de Villoria a los frailes jerónimos. Su portador, que de nuevo regresaba a la Española, donde habían quedado su mujer e hijos, para que le hicieran justicia en materia de indios, es decir, que le permitieran conservar lo que poseía. En la misma fecha, los gobernadores de Castilla le permitían pasar a las Indias nueve marcos de plata labrada.
En febrero de 1517 estaba en Sevilla camino de las Indias, como demuestra su actuación en el testamento de Antón Velázquez. Regresó a Santo Domingo en el mismo navío en que pasaba a Indias el licenciado Rodrigo de Figueroa. En abril de 1518 fue elegido en la isla Española por el grupo de los colombinistas procurador de la Concepción en las Cortes convocadas por los jerónimos con el fin de enviar un procurador de la Isla a Castilla a rendir obediencia al nuevo monarca don Carlos I.
A partir de 1521, Villoria remite frecuentemente desde Santo Domingo perlas a distintas personas de la Península, convirtiéndose así en intermediario. Algunos destinatarios de las mismas eran mercaderes diversos o miembros de la familia Colón.
En el testamento de 8 de septiembre de 1523 dictado por el almirante Diego Colón en Santo Domingo, antes de pasar a Castilla, Villoria fue designado albacea testamentario, junto con la virreina, María de Toledo, y el religioso fray Domingo de Betanzos. En ese mismo testamento, y por si la virreina se casare, Diego Colón “nombró y señaló por curadores” de los bienes de Luis Colón y del resto de sus hijos a su hermano Hernando Colón y a Juan de Villoria. Estos datos demuestran la gran familiaridad que le unía a la familia Colón.
Por disposición testamentaria de Melchor Centurión, el mercader genovés más importante de América, según Otte, Juan de Villoria quedó encargado de sus negocios y bienes hasta que la Compañía Forne-Vibaldi-Centurione enviara un nuevo agente o factor o bien designara a una persona en Santo Domingo. Este importante mercader de Indias había residido (1519) en una casa propiedad de Juan de Villoria, quien después de un año de tenerla de alquiler se la vendió el 29 de octubre de 1520 por 1045 pesos de oro, equivalentes a diecinueve esclavos negros a razón de 55 pesos de oro la pieza.
Juan de Villoria formó compañía con Melchor Centurión en tráficos de azúcar, pues compartían entre otras cosas una tercera parte de uno de los mejores ingenios de azúcar, el “Sancti Spiritus”, que suponía un gran negocio y reportaba notables beneficios. Fue igualmente dueño de uno de los mejores ingenios de azúcar de la isla Española. Gonzalo Fernández de Oviedo lo describe así: “a once leguas desta ciudad (de Santo Domingo), a par de la ribera e río que llaman Cazuy, hizo e fundó Juan de Villoria, el viejo, un muy buen ingenio, e su cuñado Hierónimo de Agüero, ya defuntos, la cual hacienda quedó a los herederos de ambos”.
Además de los ingenios de azúcar que tenía en sociedad con otros importantes personajes de la isla, “Juan de Villoria hizo e fundó otro ingenio, de los muy buenos desta isla, en el río e ribera que llaman Sanate, veinticuatro leguas desta cibdad de Santo Domingo, en término de la villa de Higüey; el cual quedó después de sus días, a sus herederos e a doña Aldonza de Acebedo, su mujer, y es rico heredamiento”.
En 1535 vivía aún. Su muerte debió de suceder no mucho tiempo después, a comienzos del último tercio del siglo xvi en Santo Domingo.
Bibl.: M. Giménez Fernández, Bartolomé de Las Casas, vols. I y II, Sevilla, Escuela de Estudios hispano-Americanos (EEHA), 1953 y 1960, respect.; B. de Las Casas, Historia de las Indias, ed. de J. Pérez de Tudela, Madrid, Atlas, 1957 (Biblioteca de Autores Españoles); E. Otte, Las perlas del Caribe: Nueva Cádiz de Cubagua, Caracas, Fundación John Boulton, 1977; F. Moya Pons, La Española en el siglo XVI, 1493-1520, Santiago, República Dominicana, Universidad Católica Madre y Maestra 1978; V. Vega, Los cacicazgos de la Hispaniola, Santo Domingo, 1980; P. M. de Anglería, Décadas del Nuevo Mundo, Madrid, Edic. Polifemo, 1989; L. Arranz Márquez, Don Diego Colón, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), 1982; Repartimientos y Encomiendas en la Isla Española. El Repartimiento de Alburquerque de 1514, Madrid, Fundación García Arévalo, 1991.
Luis Arranz Márquez