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José Antonio Folch y Costa

Biografía

Folch y Costa, José Antonio. Barcelona, 12.I.1768 – Madrid, 24.XI.1814. Escultor.

Miembro de una familia de artistas dedicados a diferentes ramas del arte, escultores, pintores y grabadores, que estudiaron indistintamente en Barcelona o Madrid. Hermano de Jaime Folch, director de la Escuela de Nobles Artes de Granada y posteriormente de la Escuela de Dibujo de Barcelona, tío de José Juan, Mariano y Santiago, respectivamente escultor, pintor y grabador, también estudiantes en Madrid o en Barcelona José Antonio Folch es un ejemplo de artista completo, un ilustrado que se dedicó especialmente a la escultura, con alguna escapada en el campo del dibujo y la pintura, y que aportó sus ideas estéticas en los artículos publicados en la revista madrileña Variedades de Ciencias, Literatura y Artes. Por esto debe ser considerado una figura importante en el panorama escultórico español.

Ingresó en la Escuela de Dibujo de la Junta de Comercio interesado por la pintura, sin embargo el paso de su hermano Jaime por Barcelona cuando se dirigía a Roma como pensionado de San Fernando le hizo cambiar de orientación y se inclinó hacia la escultura.

Ganó diversos premios trimestrales en la clase de modelo de yeso y, para completar su formación, entró a trabajar en el taller de Ramón Amadeu, un escultor anclado en la tradición, especializado en la producción de figuras de pesebre.

De regreso de Roma, Jaime Folch consideró importante que su hermano José Antonio completara sus estudios en Madrid y lo llevó con él. José Antonio Folch consta matriculado en la Academia de San Fernando en noviembre de 1785. Poco después, Jaime Folch fue nombrado director de la escuela de Nobles Artes de Granada, pero considerando que para su hermano era mejor quedarse en Madrid, lo colocó en el taller de Juan Adán que, más adelante, José Antonio Folch abandonó para pasar al estudio de Manuel Álvarez. Con estos dos maestros se introdujo en el mundo del neoclasicismo.

José Antonio Folch estudió en la Academia de San Fernando hasta 1792. En 1787 obtuvo el Primer Premio General de 2.ª Clase de Escultura y en 1790 participó “con notorio lucimiento” —según su hermano— en la 1.ª Clase de Escultura y la 2.ª de Pintura.

Acabado su período de estudiante, su hermano Jaime lo llamó a Granada, donde lo necesitaba como ayudante para ultimar el sepulcro del arzobispo Moscoso.

José Antonio residió algunos meses en esta ciudad y volvió después a Madrid, donde vivió hasta la invasión francesa. Entonces se refugió en Cádiz, de donde pasó a Mallorca, volviendo a la Corte una vez acabada la guerra.

Muchas de sus obras se conocen sólo documentalmente gracias, especialmente, a la biografía que a su muerte escribió su hermano Jaime, conservada en el archivo de la Academia de San Fernando. Recibió numerosos encargos religiosos, entre ellos un San José (iglesia de Padres Mínimos, Madrid), un grupo de San José de Calasanz con dos niños (Escuelas Pías de San Antonio Abad), una Magdalena sobre un trono de gloria (altar mayor de la iglesia de Aral, por encargo del duque de Osuna) las dos estatuas colosales de Niños orando (Toledo). Trabajó también para la Corte Real: decoró con estatuas y bajorrelieves las habitaciones del duque de Medinacelli y modeló un Centro de mesa y un grupo de Tres ninfas para el palacio de Godoy.

La mejor de sus obras es el Sepulcro del marqués de la Romana, instalado originariamente en una capilla de la iglesia del convento de San Domingo de Palma y trasladado en 1837 a la catedral de la misma ciudad, donde se encuentra actualmente. La obra nace de la voluntad de glorificar las acciones del difunto en defensa de las libertades del país: Pedro Caro de Sureda, marqués de la Romana, destacó en la Guerra de la Independencia, liberando Galicia y Asturias.

Como es consetudinario en los monumentos funerarios de la época, las alegorías y el bajorrelieve de este panteón recogen virtudes del difunto y episodios de su vida política: la figura yacente del difunto está flanqueada por Belona o la Patria con el león y el globo de la Tierra a sus pies, y un Himeneo o Ángel de la Muerte apagando la llama de la vida. A sus espaldas un niño llora su muerte y una figura, la Concordia, pregona la alianza entre Iberia, Lusitania y Gran Bretaña, sosteniendo las banderas de estas tres naciones.

En otra faceta diversa de la escultórica, destacan los tres dibujos que hizo para ilustrar La conjuración de Catilina y la guerra de Yugurta de Cayo Salustio Crispo, que fueron grabados por Blai Amatller (Imprenta Real de Madrid, 1804).

Su aportación al mundo artístico se completa con algunos escritos publicados en Variedades de Ciencias, Literatura y Artes, una revista madrileña publicada entre 1803 y 1805 sin una periodicidad concreta, con la finalidad de “instruir a la gente interesada en diferentes materias”. José Antonio Folch dedicó el primer escrito al grabado, el segundo a la utilidad del dibujo, el tercero recoge el famoso discurso de Joshua Reynolds en la Academia de Londres (con quien se manifestótotalmente de acuerdo), el cuarto lo dedicó a la anatomía, y los dos últimos engloban comentarios personales sobre la pintura. Defendía la supremacía del dibujo, entendido como “la imitación de toda la naturaleza” y, en consecuencia, lo dividía en tres apartados: el estudio del cuerpo humano, la delineación y el ornamento. Las escuelas de dibujo deberían articular estos estudios en base a las necesidades de cada tipo de artesanos. Es necesario remarcar que los escritos de Folch, basados en su experiencia de estudiante en Barcelona y Madrid, no expresan grandes ideas teóricas abstractas, sino que se centra en el concepto de la utilidad del dibujo, base de todas las artes y artífice del desarrollo de la artesanía y de la industria.

Tomando como gran ejemplo las obras de Miguel Ángel, defendía el estudio de la Anatomía para poder dar a las obras artísticas vida, expresión, verdad y belleza. Lamenta, que no existiera ningún buen manual de Anatomía para uso de las bellas artes, por lo que aconsejaba a todos los artistas “ir a ver el cadáver, trabajar en la disección, oír al catedrático y enterarse perfectamente de la parte que necesita el escultor y el pintor”. Ésta es la única manera de entender el modelo que se está copiando, ya sea modelo del natural o del antiguo.

Entre sus títulos honorarios destacan el de académico de mérito de San Fernando en 1797 y el de escultor de Cámara. Trabajó también como “ayudante en la clase de Principios” de la Academia madrileña de 1805 a 1807. En realidad, en 1804 José Antonio Folch se había presentado a la plaza vacante de teniente director de la Academia, compitiendo con Esteban de Agreda, José Rodríguez, Dionisio Sancho y Ángel Monasterio. En la votación de la junta académica ganó Folch, seguido por Sancho y con Agreda en tercer lugar. La Academia notificó el resultado al Rey esperando su rectificación, sin embargo, el Monarca falló en contra del escultor, otorgando la plaza a Esteban Agreda. Folch tampoco tuvo suerte en otras ocasiones y tuvo que esperar hasta el 4 de septiembre de 1814, cuando, a la muerte de Joaquín Arali, ocupó su plaza de teniente director, una plaza que había deseado toda la vida, que le costó mucho conseguir y que pudo aprovechar bien poco, pues murió dos meses más tarde.

 

Obras de ~: Cristo resucitando a Lázaro (bajorrelieve para título de académico de mérito de San Fernando), 1797; San José, iglesia de los Padres Mínimos, Madrid; San José de Calasanz, Escuelas Pías, Madrid; Santa Magdalena en trono, altar mayor de la iglesia de Aral; dos estatuas colosales de niños en oración, sagrario, iglesia de Toledo; Crucifijo y candelabros, oratorio de San Ildefonso, Madrid; La Fe, dosel de Corpus, Real Oratorio, Aranjuez; la Divina pastora, oratorio, Don Antonio de Sesma; Esculturas en bronce para un triunfo de mesa y un grupo de cuatro ninfas, palacio de Godoy; bronces de las camas reales, para la visita real de Barcelona, 1802; Mausoleo del marqués de la Romana, catedral de Palma de Mallorca, 1814.

Escritos: “La caza del avestruz, pintada por Mr. Boucher y gravada por D. Blas Ametller. Se halla en Madrid en la Real Calcografia”, t. I, n.º I, págs. 63-64; “Nobles Artes. Dibujo: De la utilidad del dibujo en las artes mecánicas y de los medios de aprenderle”, t. I, n.º III, págs. 159-167; “Nobles Artes: Discurso de Josue Reinolds, Profesor de pintura, Presidente de la Academia Real de Londres”, t. I, n.º IV, págs. 343-364; “Bellas Artes: De la necesidad que tienen de estudiar la anatomía los que siguen las bellas artes”, t. II, n.º IX, págs. 156-173; “Nobles Artes: Paseo de un artista por Madrid”, t. III, págs. 176- 190, t. IV, n.º XXI, págs. 181-190, y “Nobles Artes: Sigue el juicio de los quadros que hay en el Carmen Descalzo de esta corte”, t. IV, n.º XXII, págs. 235-243, en Variedades de Ciencias, Literaturas y Artes [1803-1814].

 

Bibl.: J. Folch, Biografia (ms. conservado en el archivo de la Academia de San Fernando, 173-2/5, s. f.); J. Llabres Bernal, Noticias y relaciones históricas de Mallorca. Siglo xix, vol. I, Palma, Imprenta Soler, 1801-1820; Diario de Barcelona, 8 de diciembre de1814, pág. 950; A. Furió, Diccionario histórico de los mas ilustres profesores de las bellas artes en Mallorca, Palma, 1839; “Monumento erigido en Mallorca al marqués de la Romana”, en Museo de Familias [...], III (1840), págs 74-77; Panorama óptico-histórico-artístico de las Islas Baleares, Palma, Imprenta de Pedro José Gelabert, 1840; P. Piferrer, Recuerdos y bellezas de España: Mallorca, Barcelona, Imprenta de J. Verdaguer, 1842; M. Ossorio y Bernard, Galería Biográfica de Artistas Españoles, Madrid, Imprenta de Moreno y Rojas, 1868- 1869; A. Elías de Molins, Diccionario biográfico de escritores y artistas catalanes del siglo xix, vol. I, Barcelona, Imprenta de Fidel Giró, 1889; F. Elias, L’escultura catalana moderna, Barcelona, Ed. Barcino, 1926-1928, 2 vols.; P. A. Matheu-Mulet, Palma de Malllorca monumental, Madrid, Editorial Plus Ultra, 1958; S. Sebastián et al., Baleares. Tierras de España, Barcelona, Noguer, 1974; F. Fontbona, Del Neoclassicisme a la Restauració 1808-1888, Barcelona, Edicions 62, 1983; Escultura catalana del segle xix. Del Neoclassicisme al Realisme, catálogo de exposición, Barcelona, Fundació Caixa de Catalunya, 1989; A. Riera Mora, “Los albores del siglo xix: escultores catalanes pensionados en Roma”, en VIII congreso CEHA, Cáceres, 1990; L. Azcue, “Los escultores españoles y las pensiones en Roma en la segunda mitad del siglo xviii”, en Goya, n.º 233 (marzo-abril de 1993); A. Riera Mora, La formació dels escultors catalans: l’ensenyament de l’Escola Gratuïta de Dibuix i els pensionats a Madrid i Roma. 1775-1815, tesis doctoral, Barcelona, 1994 (inéd.); “El monument funerari del Marquès de la Romana”, en La Seu de Mallorca, Palma, J. Olañeta editor, 1995, págs. 181-186; F. Fontbona y A. Riera, “L’Art: de la norma neoclàssica a l’estímul del natural”, en Romanticisme i Renaixença 1800-1860, en VV. AA., Història de la cultura catalana, Barcelona, Edicions 62, 1995; C. Reyero y M. Freixa, Pintura y escultura en España, 1800-1910, Madrid, Cátedra, 1999.

 

Anna Riera Mora

 

 

Relación con otros personajes del DBE

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