Haan Revollo, Ignacio. Alicante, 1750 – Madrid, 5.XI.1810. Arquitecto.
Son escasos los datos biográficos que se tienen de Ignacio Haan. Nació en la ciudad de Alicante en 1750, sin poder precisar fecha concreta. En 1768 ingresó en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, donde fue discípulo de Sabatini.
En 1780 marchó como pensionado por esta institución a Roma. En sus años romanos debió de casar con María Antonia Atti, de quien tuvo, al menos, tres hijas. En 1786 estaba de vuelta en Madrid, ya que en el mes de mayo de ese año pedía ser nombrado académico de mérito de San Fernando. Su vinculación a la diócesis toledana y, más concretamente, a la persona del cardenal Lorenzana, se debió, al parecer, a consejo de la propia Academia ante la presentación de un proyecto discutido de Eugenio López Durango, entonces maestro mayor de la catedral.
La primera obra de que se tiene noticia, realizada para la diócesis toledana, es el retablo mayor de la iglesia parroquial de La Guardia, en el que se trabajó a partir de 1788.
En 1790, se ejecutaban, siguiendo sus diseños, obras en la parroquia de Santa María de la villa de Ocaña, que hay que suponer que se deberían a la reconstrucción de la iglesia emprendida en 1785. En este mismo año, comenzó una de las obras más populares de la ciudad de Toledo, la nueva sede del Hospital de Dementes o del Nuncio, en el que, como señala el profesor Bonet Correa, “la distribución de la totalidad en cuatro patios y el zaguán y doble escalera en el centro, continúan la tradición de las plantas de los hospitales de los Reyes Católicos y la de las escaleras imperiales.
Ahora bien, la nueva utilización de un lenguaje arquitectónico inspirado en el paladianismo, es nuevo en Toledo”. La sobria fachada principal se corona con un escudo del cardenal Lorenzana, flanqueado por dos angelotes, tallado por Mariano Salvatierra.
En 1792 se trabajaba, bajo su dirección, en las obras de la iglesia parroquial de la villa de Esquivias. El 23 de septiembre de 1794, a la muerte de Eugenio López Durango, se le nombró maestro mayor de la catedral.
En enero de 1795, reconoció la obra de la nueva iglesia de la villa de Yuncler en la que venía trabajando desde 1789. En ese mismo año comenzaron las obras del que iba a ser su edificio más emblemático: la nueva Universidad toledana. Y por estos mismos años se encargó también de llevar a cabo, en la catedral, las modernas dependencias de la biblioteca, en el claustro alto.
La Universidad se levantó en el antiguo edificio de la Inquisición, que, junto con otras casas accesorias, había comprado Lorenzana, y se inauguró solemnemente el 22 de abril de 1799 por el cardenal Luis de Borbón. El profesor Bonet Correa la describe de manera clara y precisa: “De planta cuadrangular, el edificio está aislado por sus cuatro frentes y su distribución interior es simétrica en las partes, como las villas y edificios de Palladio, la armonía de sus partes es producto de una estricta articulación de las distintas dependencias que, repetidas, se vuelven a encontrar cuando se recorrer los cuatro puntos de la fábrica [...] En la planta alta todo se organiza en torno a un bellísimo patio cuya euritmia procede del sabio empleo del orden jónico [...] En este patio, el color gris del granito, el blanco de la piedra de Colmenar de las basas y capiteles y los paramentos encalados hacen que nos sintamos como fuera de Toledo, en un mundo distinto al del mudejarismo y los floridos estilos goticistas y barroquizantes que dominan en la ciudad”.
El 30 de abril de 1797 dictó testamento en Toledo y por él se han podido obtener una serie de noticias personales del arquitecto. Se declaraba ya viudo de Antonia Atti, ordenaba ser enterrado en la parroquia de San Juan Bautista de Madrid, nombraba por tutor de sus tres hijas, entre otros, al escultor Juan Adán y por albaceas, también entre otros, al cardenal Lorenzana y a Juan Adán. Su amistad con Juan Adán debió de ser grande y duradera porque éste a su vez, en testamento dictado en Madrid, en 1808, nombró asimismo al arquitecto por tutor de sus hijos menores y albacea.
En mayo de 1798, firmó un proyecto de reforma de la sacristía mayor de la catedral, presidida por un rico retablo central conteniendo la pintura El expolio de El Greco, y por dos laterales que albergan El prendimiento de Cristo, de Goya, y La oración en el huerto, de Javier Ramos. Para el retablo mayor, de sencillas líneas neoclásicas, se trajeron mármoles de los más variados lugares del reino, de Vizcaya, Guipúzcoa, Montesclaros y Lanjarón, en Granada, que fueron traídos por el maestro marmolista de Madrid, Esteban Alegría.
De los adornos de bronce se encargó el profesor adornista, también de Madrid, Narciso Aldebó. El grupo con la Exaltación de la Cruz, que preside el retablo, lo tallaba en mármol almeriense de Macael, el escultor de la catedral Mariano Salvatierra, obra que se le terminaba de pagar en 1806.
A partir de 1799, se trabajó, bajo su dirección, en la Puerta Llana de la catedral, la última portada que se reformó en el templo. Ese año se pagaba por la traída de piedra blanca de Colmenar, para las basas y capiteles de las columnas y los pilares. La piedra de granito se traía de las canteras de Las Ventas con Peña Aguilera.
Los andamios de la obra se retiraban en enero de 1801. La portada está fechada en el dintel, con caracteres romanos, en MDCCC. De orden jónico, el preferido del arquitecto, es de una gran simplicidad de formas y de una admirable limpieza de dibujo.
En 1805 firmó, en Madrid, el proyecto de un nuevo monumento de Semana Santa que se inauguraba en 1807. Haan cuidó personalmente de los detalles de su ejecución, haciendo los viajes necesarios desde la Corte, donde residía. Fue especialmente ayudado por Francisco Jiménez, aparejador de la catedral. Toda la parte escultórica corrió a cargo de Joaquín Aralí, José Folch y Mariano Salvatierra. La enorme máquina tenía todas las características de una obra de arquitectura efímera y fiaba, en gran parte, su efecto al gigantismo de sus proporciones y, como afirma Parro, fue discutida desde el mismo momento de su inauguración.
Ignacio Haan murió en Madrid el 5 de noviembre de 1810.
Además de las obras reseñadas, también intervino en las iglesias de Polán, Seseña, Juncos, Vallecas y en el monumento de Semana Santa de la parroquia de San Ginés de Madrid.
Obras de ~: Retablo mayor de la parroquia de La Guardia (Toledo), 1788; Edificio del Hospital de Dementes o del Nuncio, Toledo, 1795; Edificio de la nueva Universidad, Toledo, 1795- 1799; Reforma de la Sacristía Mayor de la Catedral, Toledo, 1798; Nueva portada para la Puerta Llana de la Catedral, Toledo, 1799-1801; Monumento de Semana Santa de la Catedral, Toledo, 1805.
Bibl.: A. Bonet Correa, Discurso de apertura del Curso Académico 1972-73, Toledo, Colegio Universitario de Toledo, 1973; S. R. Parro, Toledo en la Mano, Toledo, Instituto Provincial de Investigaciones y Estudios Toledanos (IPIET), 1978; P. Navascués Palacio, “Introducción al Arte Neoclásico en España”, en H. Honour, Neoclasicismo, Madrid, Xarait Ediciones, 1982; J. Nicolau Castro, Escultura Toledana del Siglo xviii, Toledo, Diputación Provincial-IPIET, 1991; J. L. Barrio Moya, “Un arquitecto neoclásico alicantino: Ignacio Haan”, en Boletín de la Sociedad Castellonense de Cultura (Castellón), n.º 35 (2003), págs. 397-404.
Juan Nicolau Castro