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Damià Campeny Estrany

Biografía

Campeny Estrany, Damià. Mataró (Barcelona), 1771 – Sant Gervasi (Barcelona), 7.VII.1855. Escultor.

Nació en el seno de una humilde familia de artesanos: su padre, Andreu Campeny, tenía un pequeño taller de zapatería. Demostró pronto dotes artísticas, por lo que su padre, en 1779, siguiendo el consejo del presbítero Josep Camin y según era costumbre en la época, accedió a que entrara a trabajar de aprendiz en el taller que el escultor Salvador Gurri mantenía activo en Mataró. Campeny se trasladó posteriormente a Barcelona, donde por un tiempo continuó colaborando con Gurri, para pasar a continuación, según sus biógrafos, a los talleres de Nicolau Traver, Josep Cabanyeras y Pere Pau Muntanya. Contemporáneamente se matriculó en la Escuela Gratuita de Dibujo, fundada por la Junta de Comercio en 1775 y donde ejercía de profesor el citado Salvador Gurri.

En la Escuela de Barcelona destacó rápidamente, ganando entre 1787 y 1789 algunos de los premios mensuales otorgados en la clase de modelado en yeso.

Un episodio poco claro estuvo a punto de truncar sus estudios: fue expulsado de la escuela en mayo de 1789, pero, gracias a la intercesión de Pasqual Pere Moles, fue readmitido al año siguiente. En 1796 ganó la pensión convocada por la Junta de Comercio para trasladarse a Roma a perfeccionarse en su arte.

No se conserva el bando original de este concurso ni referencias documentales, pero todo hace pensar que los temas propuestos para la clase de escultura fueron La continencia de Escipión para la prueba rápida (no se conserva el modelado que hizo el escultor), y para la obra de pensado el episodio de la historia de Roma narrado por Livio que tiene como protagonista a Mucio Scevola. En la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid se conserva un bajorrelieve de Damià Campeny con dicho argumento: Mucio Scevola se quema la mano derecha en un brasero ante el rey Porsena, quien, admirado por su coraje, le otorga la libertad.

El período de su estancia en Roma (1797-1815) no sólo es el más interesante por haber marcado decisivamente su estilo escultórico, sino también el más fértil.

Apenas llegado a la ciudad, que en aquella época formaba parte de los Estados Pontificios, contó con la protección del abate Conti Bazzani, quien lo acogió como alumno en su academia particular, en la que también se formaron Vincenzo Camuccini, Giuseppe Bossi y Pietro Benvenuti, figuras importantes del neoclasicismo italiano. El abate Conti Bazzani, nacido en Mantua hacia 1740, pintor y grabador, residió muchos años en Roma, donde ocupó importantes cargos artísticos en el Vaticano. Quizás fue gracias a su recomendación como Damià Campeny entró a trabajar en el taller de restauración del Museo Pio Clementino, donde se familiarizó con la estatuaria clásica. Sin embargo, es éste un dato que conocemos sólo a través de la biografía de J. Arrau y Barba, pero que hasta el momento no se ha podido verificar documentalmente.

Sin perder tiempo, Campeny se matriculó también en la Scuola del Nudo, prestigiosa institución dependiente de la Academia di San Luca, donde estudiaron todos los artistas que pasaron por Roma. En ella Campeny tuvo como maestros a Giuseppe Angelini, Giovanni Pierantoni y Carlo Albacini. Este último fue no sólo un gran escultor, sino también el más estimado restaurador de escultura de finales del siglo XVIII, encargado del traslado de la colección Farnese a Nápoles y director de los talleres del Vaticano.

Protegido y ayudado, como el resto de artistas, por el embajador español Antonio Vargas Laguna, Damià Campeny trabajó para él un magnífico “ramillete de mesa”, actualmente en la Galleria Nazionale de Parma. Este ramillete o dessert, término francés con el que se les designaba entonces, servía para decorar el centro de la mesa de la embajada en las ocasiones solemnes. Campeny, inspirándose en la Iconología de Cesare Ripa, proyectó treinta estatuillas y diversos objetos ornamentales como candelabros y jarrones. En el centro, sobre un pedestal, estaban Apolo y Diana —representaciones del Sol y la Luna—, rodeados por los cuatro elementos —Aire, Tierra, Agua y Fuego—.

Otros dos grupos los formaban Baco, dios del vino, y Ceres, diosa del trigo, ambos rodeados de vestales en actitud de realizar ofrendas. En el borde externo de la mesa se colocaban las representaciones de los doce meses y en las esquinas, las cuatro estaciones.

Entre éstas destaca la Primavera, una preciosa estatuilla cuyo modelo dio lugar, ya en 1825, a la Humanidad o Flora (Academia de Bellas Artes de Sant Jordi, Barcelona).

En 1808 las tropas francesas ocuparon España, las comunicaciones con el exterior quedaron interrumpidas y, en consecuencia, también los pagos de las pensiones. Son años difíciles para los artistas que se encuentran en el extranjero: deben intentar sobrevivir con encargos particulares, pero la competencia es enorme y la situación económica de la sociedad romana tampoco es de las mejores. La situación atravesó un momento crítico cuando apenas nombrado José Bonaparte nuevo rey de España, su representante en Roma pidió a todos los españoles residentes en la ciudad papal que juraran fidelidad al nuevo Monarca.

Damià Campeny, como el resto de los artistas, se negó y fueron todos encarcelados a inicios de 1809 en Castel Sant’Angelo, cárcel pontificia, en aquel momento en manos de los franceses. Fueron puestos en libertad, tras treinta y tres días de cautiverio, gracias a Antonio Canova que intercedió por ellos ante el general Miollis. Obtuvieron la libertad pero se quedaron sin pensión. Bien poco se sabe sobre los encargos o ayudas gracias a los que Campeny subsistió durante esos años.

Una de las obligaciones de todos los artistas pensionados era enviar regularmente pruebas de sus adelantos a las respectivas academias o escuelas de origen. Campeny no cumplió con su deber hasta 1801 cuando, amenazado por la Junta de Comercio con perder su pensión, envió los bajorrelieves de Sisara en la tienda de Jael (desaparecido), Diana sorprendida en el baño por Acteón (Academia de Bellas Artes de Sant Jordi, Barcelona) y Macencio herido (Museu Marès, Barcelona).

Los temas elegidos, el tratamiento clásico de la composición y de las figuras, nos permiten considerarlas obras plenamente neoclásicas y nos demuestran los avances y la valía de Campeny. Más tarde, en 1804, llegaron a Barcelona una Medusa Rondanini (desaparecida) y la famosa Lucrecia, escultura en yeso que dio origen a una discusión entre los académicos sobre si se trataba de una obra original o de una copia de la Agripina de los Museos Capitolinos. Ese debate recoge uno de los temas más polémicos de la historia del arte del siglo XIX: la cuestión de la originalidad y los modelos en la época neoclásica. Un debate en el que se vio también involucrado el gran escultor Antonio Canova. Mucho se ha escrito sobre la relación entre éste y Campeny, pero poco ha sido demostrado. Resulta evidente que Canova era un escultor ya maduro, famoso y admirado en toda Europa, mientras que contemporáneamente Campeny era un joven en su etapa de formación y desconocido por la sociedad aristocrática y burguesa romana. Por esto, la hipótesis más plausible es que los dos escultores se conocieran pero que se trataran como de maestro a aprendiz, mientras que es difícil aceptar, como hasta hace poco se ha venido asegurando, que Canova considerase a Campeny un gran escultor y le pidiera consejo con frecuencia.

En octubre de 1814, libre Barcelona de la ocupación francesa, la Junta de Comercio decidió abrir de nuevo la Escuela de Dibujo y ofrecer plaza de profesor a los pensionados que estaban en Roma y desearan volver. Campeny aceptó y en enero de 1816 se encontraba ya en la Ciudad Condal. Empezó entonces para él una etapa muy diferente de su vida, menos prolija en obras y con plena dedicación a la tarea docente.

En 1819, tras la muerte de Salvador Gurri, fue nombrado director de escultura y, años después, llegó a ser teniente de director general de la escuela.

La primera obra que se le encargó a su regreso a Barcelona fue el paso del Santo Sepulcro del Gremio de Revendedores (Museu d’Arts, Indústries i Tradicions Populars, Barcelona). Se trataba de una tipología barroca propia de la tradición religiosa de los siglos anteriores, trabajada con los materiales tradicionales de estos pasos (principalmente corcho y madera tallada y pintada, incluso para los relieves laterales); sin embargo, Campeny logró introducir rasgos innovadores, fruto de su experiencia romana, en el pathos de la escena y en el cromatismo de las figuras.

Campeny se casó en 1818 con la sobrina de Antonio Cellés, Mariana Gasol, de quien enviudó en 1829.

Tuvieron una única hija que murió a los pocos días de nacer.

En 1819, a pesar de la oposición que manifestó la Junta, temerosa de perder a su mejor escultor, Campeny realizó un viaje a Madrid con algunos de los vaciados de las obras que había traído de Roma. Su intención era conseguir algún cargo importante en la Corte. El viaje no sólo no tuvo el éxito económico esperado, sino que le creó problemas con la Academia de San Fernando y finalmente obtuvo solamente el nombramiento de escultor de Cámara honorífico y el título de académico de mérito de la institución madrileña. Un año más tarde, en 1820, fue nombrado académico de mérito de la Real Academia de San Carlos de Valencia.

Las obras trabajadas en Roma y transportadas con gran dificultad a Barcelona, permanecieron muchos años embaladas en el edificio de la Llotja. Campeny había trabajado en Roma, entre otras, el relieve del Sacrificio de Calirroe (roto, Academia de Bellas Artes de Sant Jordi, Barcelona), la Fe conyugal, Himeneo, Diana Cazadora y Paris, que actualmente decoran el Salón Dorado de la Cámara de Comercio y que quizás en su origen eran estatuas destinadas a un monumento conmemorativo.

Campeny trajo también consigo los bustos del Eros de Centocelle y de Talía (ambos copia de los originales conservados en el Museo Pio Clementino) y algunos elementos decorativos.

En 1825, Campeny firmó un contrato con la Junta de Comercio, por el cual cedía todas estas esculturas a cambio de una pensión vitalicia para él y para su mujer en caso de que quedara viuda. Además, Campeny se comprometía a trabajar y entregar cada año a la Junta una obra en yeso que, si se consideraba de suficiente mérito, pasaría al mármol sólo por el coste del material y el sueldo del ayudante para desbastarlo. En cumplimiento de este acuerdo, Campeny realizó diversas obras: el yeso de la Cleopatra, según la tipología tan repetida en las primeras décadas del siglo xix pero tratada ya con un aire romántico; el grupo del Almogávar derrotando a un caballero francés, y el Aquiles herido, una escultura muy académica que muestra gran conocimiento de la anatomía, pero es algo fría. Más interés presenta el citado grupo del Almogávar, cuyo tema, un episodio recuperado del pasado medieval de Cataluña con una clara intención nacionalista, encaja en la mentalidad romántica; sin embargo, Campeny representa al almogávar desnudo y al caballero francés vestido como un soldado de la antigüedad. En base al contrato, también pasó al mármol la Lucrecia.

Al cabo de unos años, en 1844, la Junta acordó que, dado el valor de algunas de las obras en posesión del escultor, merecía la pena adquirirlas pagándole una pequeña pensión mensual. Entre estas obras se mencionan la Virgen Ianua Coeli, tres bustos, diversos jarrones de mármol y alabastro, un ramillete de mesa y otras obras decorativas como obeliscos. Sin embargo, sólo dos años más tarde, a causa de dificultades económicas, la Junta rescindió el contrato pagando al escultor una pequeña indemnización.

Su última obra fue el modelo para la fundición en hierro de la figura de Galcerán Marquet, colocada como parte de una fuente en la plaza de Medinacelli de Barcelona. Damián Campeny murió el 7 de julio de 1855 en Sant Gervasi, por aquel entonces un pequeño pueblo cercano al casco urbano de Barcelona.

La explicación de su escasa producción artística durante los años de su vida barcelonesa debe buscarse en la situación de los posibles comitentes. En Cataluña no había una Corte real y la burguesía no vivía un buen momento económico que le permitiera pagar encargos artísticos. Los palacios de la burguesía se habían construido en las últimas décadas del siglo xviii, en pleno auge social y, por ello, estaban ya decorados con pinturas y esculturas cuando Campeny regresó.

Además, el gusto y el modo de vivir de la sociedad neoclásica son extraños al ambiente social barcelonés que admira algunas de las obras de Campeny como “reflejo importado de Roma”, nunca plenamente asumido.

Entre la burguesía de Barcelona tendrán más éxito las ideas románticas y su expresión artística. El único encargo que realizó Campeny para un edificio particular fue el proyecto de la decoración de los Porxos d’en Xifré en Barcelona.

Sin embargo, su tarea didáctica en la Escuela Gratuita de Dibujo fue muy importante, ya que abrió las puertas a las innovadoras corrientes europeas y formó a una nueva generación de artistas, entre los que destacaron Manuel Vilar, August Ferran, Francesc Cerdà y los hermanos Agapit y Venanci Vallmitjana.

 

Obras de ~: Diana sorprendida en el baño por Acteón, c. 1801; Lucrecia, 1804; Centro de mesa de la embajada española, 1806; Fe conyugal, c. 1808; Himeneo, c. 1808; Diana cazadora, c. 1808; Paris, c. 1808; Talía, c. 1805-1810; Santo Sepulcro del Gremio de Revendedores, 1816; Cleopatra, 1833; Almogávar derrotando a un caballero francés, 1836; Aquiles herido, 1837; Galcerán Marquet, 1851.

 

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Anna Riera Mora