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Juan Luis Maneiro

Biografía

Maneiro, Juan Luis. Veracruz (México), 2.II.1744 – Ciudad de México (México), 16.XI.1802. Jesuita (SI) expulso, biógrafo y latinista.

Había estudiado Filosofía en el colegio San Ildefonso de México (1752-1758) antes de entrar en la Compañía de Jesús el 4 de febrero de 1759, en el noviciado de Tepotzotlán (México). Repasada la Filosofía (1762-1763) en Puebla, cursaba la Teología en el Colegio Máximo de México cuando se promulgó el decreto de expulsión de los jesuitas. En palabras de Hervás, “se hizo jesuita en la provincia mejicana, en la que estudió retórica, filosofía, teología y matemáticas, y con particular empeño cultivó la poesía latina y española”. Con otros veinticuatro compañeros, zarpó (25 de octubre de 1767) de Veracruz en la fragata Júpiter y se estableció en Bolonia, menos un tiempo en Roma (1774-1783). Recibió el orden sacerdotal el 2 de febrero de 1769 en Bolonia.

El resto de sus años de exilio lo empleó en escribir en latín biografías latinas de jesuitas mexicanos ilustres.

Aprovechando la Real Orden de 11 de marzo de 1798, que autorizaba a los desterrados a regresar a “casa de sus parientes”, Maneiro volvió a México el 28 de agosto de 1799. En vista de su débil estado de salud, se salvó de una segunda orden de exilio (15 de marzo de 1801), pero tuvo que residir en el convento de San Diego de México, donde falleció al año siguiente. Durante estos tres años de retorno, Maneiro se ganó el aprecio de sus paisanos y del canónigo Gaspar González de Candamo (1752- 1805), ex catedrático de Hebreo de la Universidad de Salamanca, como demuestra el hecho de que contasen con él para los elogios fúnebres de los obispos Alonso Núñez de Haro y Peralta, arzobispo de México, virrey de la Nueva España y antiguo colegial de Bolonia (1728-1800), y de Salvador Biempica y Sotomayor, de la Orden de Calatrava y obispo de la Puebla de los Ángeles, fallecido el 2 de agosto de 1802. Sus restos descansan en la iglesia de San Sebastián de los carmelitas descalzos, donde fue enterrado con pompa y solemnidad. Se le erigió un sepulcro decoroso, con esta inscripción que redactó el provincial fray Antonio de San Fermín: “D.O. M. / Joann. Aloys. Maneiro / Aloysi Maneirii et Mar. Bernard. Menzabal F. / Veracrucensi Viro / integritate vitae, animi demissione / sapientia, Doctrina, Eruditione, Linguis / Insigni / olim Jesuitae / Provinc.

S. Alberti Carmelitar. Excalceator / et magnifice parentavit et inter suos / M. P. / ann. a reparat. Salute MDCCCIII. XV. Kal. Decemb”.

Uno de sus maestros mexicanos fue el jesuita y humanista José Rafael Campoy (1723-1777), consumado latinista y erudito devorador y asimilador de libros, biografiado por Maneiro; pero, sin duda, su valor radica en haber sido el inspirador de toda una generación de jóvenes jesuitas de extraordinaria calidad (Clavigero, Diego J. Abad, Francisco J. Alegre y Rafael de Landívar), cuya labor en el destierro italiano les valió el honroso título de “constructores de la mexicanidad”.

Su obra principal es Vidas de mexicanos ilustres del siglo XVIII, cuya versión latina fue fuente importante de la Biblioteca jesuítico-española de Hervás, donde la reseña con estas palabras en 1793: “En esta obra, que el autor continúa, se pone la vida de los jesuitas y exjesuitas de la que fue provincia jesuítica de Méjico, muertos desde el 1767; y de ella me he valido para las noticias sobre algunos literatos que se citan en esta Biblioteca”. En total son las vidas o elogios de treinta y cinco jesuitas de la provincia de México, en tres tomos, “escritas por el padre Maneiro con buen estilo, y, por esta parte, no deben de disgustar a los italianos; y antes estos sus tomos son una nueva prueba de que entre los españoles se puede escribir bien en latín” (Luengo, Diario, t. XXVI, año 1792: 717-723).

Maneiro confiesa en el prólogo que deja de incluir las vidas de otros varios sujetos mexicanos porque ya habían sido escritas por los ilustres padres Abad y Alegre.

El ultramontano padre Manuel Luengo (Nava del Rey, Valladolid, 1735-Bacelona, 1816) comenta la obra en 1792. No le gusta que Maneiro destaque el origen mexicano y oculte el jesuítico de los biografiados: “No alabo el demasiado miramiento y timidez del autor en mostrar que fue jesuita, y que lo fueron aquellos cuyas vidas escribe, y en la realidad es cosa extraña que no se diga una palabra en todo el prólogo de la Compañía de la provincia de México, ni de jesuita [...], pues, sin esto, se lee título y prólogo, y sólo se sabe que aquellos hombres ilustres, cuyas vidas se describen, fueron mejicanos o florecieron en México; y no se ve la menor cosa que indique que fueron jesuitas”.

Maneiro, aunque respiró los aires de renovación de los estudios, no se liberó de los moldes literarios de su tiempo: sus biografías, sin ser panegíricos triunfalistas, revelan un trasfondo casi continuo de admiración y sutil alabanza por sus biografiados. Compartía el sentir de muchos jesuitas exilados de Nueva España, representantes típicos del movimiento criollo, en su nostálgica admiración del antiguo imperio azteca. El destierro mismo idealizó las realidades de su nativa América.

Fue también ferviente defensor del culto a la Virgen de Guadalupe, que durante esos años se convertiría en símbolo de la nueva nación mexicana, y literalmente sería la bandera del movimiento independentista antiespañol de 1810. Sin embargo, el padre Luengo nota que el historiador Maneiro buscaba la objetividad y “muestra juicio, crítica, piedad y esmero en no referir sino cosas ciertas y bien averiguadas, y aún se puede decir que muestra con algún exceso de timidez en varias cosas; que llega hasta la nimiedad en hacer protestas sobre este asunto, y que tiene mayor empeño del que era necesario en no ofender a los que no gustan de oír prodigiosos sucesos y sucesos extraordinarios y milagrosos; y ya se ve que éstas no son cosas que quiten a la obra algún mérito, antes de algún modo le aumentan y la hacen más digna de crédito en las cosas que en ella se refieren, y, por consiguiente, de mucho honor para la ilustre provincia de México”.

Su prosa latina aúna el señorío de los humanistas del Renacimiento con la agilidad y frescura del joven pueblo americano. Como Rafael Landívar y Diego José Abad, compañeros de exilio y aficiones, incorpora al latín clásico palabras de origen náhuatl con facilidad y buen sentido; y al demostrar su asimilación del humanismo, contribuye también a dignificar ante los ojos de Europa la imagen de América, muy deteriorada en esos días por las obras de Georges Buffon, Guillaume Raynal, Cornelius de Pauw, William R. Robertson y otros. Maneiro refutó también al jesuita Giovanni Battista Roberti (Bassano, 1719- 1786), quien afirmaba que sólo los nacidos en Italia eran capaces de dominar el latín. Menéndez Pelayo subraya que escribió “con pulcra y limada dicción latina las Vidas de algunos jesuitas mexicanos fallecidos en Italia” y que fue comentador de sor Juana Inés de la Cruz.

Hervás concluye su artículo reseñando los manuscritos de Maneiro, que están relacionados con los dos ejes de su actividad literaria, la mexicanidad encarnada en sus amigos y el humanismo: “El señor Maneiro ha traducido en verso heroico español el poema latino, De Deo, publicado por Diego Abad; Traducción española de las obras filosóficas de Cicerón; Poesías latinas y españolas”.

Maneiro fue ante todo un biógrafo (incluyendo algunos panegíricos), pero sin caer en la apología del nacionalismo cerrado, según se deduce de una confesión propia al hablar de la vida de Clavigero, quien “demostró con su ejemplo que el mundo entero es la patria del hombre verdaderamente sabio”. Por ello, Gómez Fregoso califica la identidad de los jesuitas desterrados como “nacionalismo cosmopolita”. Sus biografías, escritas en el destierro italiano, se inspiran, en cuanto a algunos elementos de forma, en aquella otra serie de la Roma clásica, las Vidas de varones ilustres de Cornelio Nepote, obra de frecuente lectura en las asignaturas de gramática y retórica de los colegios novohispanos. Las de Maneiro, sin embargo, no dejan de estar inmersas en los últimos destellos de la cultura barroca, pero se trata de un discreto barroco, cribado en la constante lectura de los clásicos. Según Herrejón Peredo, dentro de esa cultura las biografías de Maneiro ponderan lo positivo de cada biografiado, de manera que las limitaciones y contradicciones son superadas finalmente por la virtud y los dones de cada uno de ellos. En este sentido, el cúmulo biográfico de Maneiro no es una historia científica, sino una historia panegírica, que, sin duda, ofrece datos consistentes, tomados de testigos presenciales y de documentos de primera mano, mas carece del contraste con otras fuentes y con una razón más crítica. Con todo, la imagen construida por Maneiro en cada una de las biografías sucintas goza de frescura inigualable y ha quedado como el punto de partida de cualquier otra biografía posterior.

 

Obras de ~: De Vita Antonii Lopezii Portilli Mexici primum, inde Valentiae Canonici, Bolonia, Ex Typographia Laelii a Vulpe, 1791; De vitis aliquot mexicanorum aliorumque qui sive virtute, sive litteris Mexici imprimis floruerunt, Bolonia, Ex typographia Laelii a Vulpe, 1791-1792, 3 vols.; De Vita Petri Mali, sacerdotis mexicani [...], Bolonia, Ex Typographia Laelii a Vulpe, 1795; Relación de la fúnebre ceremonia y exequias del Ilustrísimo y Excelentísimo Señor Don Alonso Núñez de Haro y Peralta, arzobispo de México y virrey de la Nueva España, con las inscripciones y epigramas latinos y castellanos que adornaron el cenotafio, México, 1802; Elogio de don Antonio León y Gama, México, 1802; 9 poemas inéditos del p. Juan Luis Maneiro, 1744-1802, ed. crítica, introd. y notas de G. Méndez Plancarte, México, El Signo de “Ábside”, 1942; Vidas de mexicanos ilustres del siglo XVIII, México, 1956 (trad. por B. Navarro de De Vitis aliquot mexicanorum... [Campoy, Castro, Clavijero, Alegre]); Vida de algunos mexicanos ilustres, México, Universidad Nacional Autónoma, 1988 (trad. libre de todas las biografías por A. Valenzuela e Ignacio Osorio Romero, con el “Elogio de Francisco Xavier Clavigero”); Sobre la vida de algunos mexicanos ilustres, pról. de J. Pimentel Álvarez, México, Universidad Nacional Autónoma, 1990; Francisco Xavier Clavigero, SJ, ilustre universitario constructor de la patria mexicana, trad. al castellano, intr. y notas por J. J. Gómez Fregoso, SJ, Tlaquepaque, Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente - Universidad Iberoamericana, 2004; Inscripciones y epigramas en elogio fúnebre del Ilustrísimo señor don Salvador Biempica y Sotomayor, del Orden de Calatrava, obispo de la Puebla de los Ángeles (ms.); Vita B. Virginis Mariae (ms.).

 

 

Bibl.: F. de Sebastián, “Memorias de los PP. y HH. de la Provincia de Nueva España difuntos [1767-1796]”, en Biblioteca dell’Archiginnasio, Bolonia, sign. ms. A 531-532; J. M. Dávila y Arrillaga, Continuación de la Historia de la Compañía de Jesús en Nueva España del P. Francisco Javier Alegre, vol. II, Puebla, 1888-1889; C. Sommervogel, Bibliothèque de la Compagnie de Jésus, vol. V, Bruxelles-Paris, O. Schepens-A. Picard, 1890, cols. 473-474; G. Decorme, Historia de la Compañía de Jesús en la República Mexicana durante el siglo XIX, vol. I, Guadalajara- Chihuahua, 1914-1959, págs. 49-55; F. Zambrano y J. Gutiérrez Casillas, Diccionario bio-bibliográfico de la Compañía de Jesús en México, vol. XVI, México, Editoriales Jus-Buena Prensa Tradición, 1961-1977, pág. 98; Jesuitas en México durante el siglo XIX, México, Porrúa, 1972, págs. 28-30; VV. AA., Enciclopedia de México, vol. VIII, México, Instituto de la Enciclopedia de México, 1977, págs. 241 y ss.; A. S. Vargas, Juan Luis Maneiro, e la sua partecipazione nella presa di coscienza della singolarità novoispana, Roma, Università de la Sapienza, 1984; M. Salgado, “Maneiro’s De vitis or biography as political agenda”, en Dieciocho, 21 (1998), págs. 209-218; E. J. Burrus y J. Gómez, “Maneiro, Juan Luis”, en Diccionario Histórico de la Compañía de Jesús, Madrid, Universidad Pontificia de Comillas, 2001, pág. 2493; A. Astorgano Abajo, “La Biblioteca jesuítico-española de Hervás y Panduro y su liderazgo sobre el resto de los ex jesuitas”, en Hispania Sacra, 112 (2004), págs. 171-268; C. Herrejón Peredo, “Reseña” a J. L Maneiro, Francisco Xavier Clavigero, SJ, ilustre universitario constructor de la patria mexicana, op. cit., en Tzintzun. Revista de Estudios Históricos, 41 (2005), págs. 145- 151; L. Hervás y Panduro, Biblioteca jesuítico-española, ed. de A. Astorgano, Madrid, Libris Asociación de Libreros de Viejo, 2007, págs. 356-359.

 

Antonio Astorgano Abajo

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