Pérez Pastor y Molleto, Miguel. Guadix (Granada), 2.II.1721 – Madrid, 20.XI.1763. Sacerdote, anticuario y numismático, primer anticuario de la Real Academia de la Historia (1763).
Nacido de familia noble, era hijo de Fernando Pérez Pastor, coronel del Regimiento de Milicias de Guadix, alcalde mayor perpetuo y regidor de la ciudad, y de Isabel Molleto Cruzat, de familia originaria de Valencia y Murcia “desde el tiempo de la Conquista”. En todo caso, la familia pudiera ser oriunda de Tobarra, pues los Pérez Pastor están documentados en Tobarra desde el siglo xvii, donde ocuparon cargos como el de regidor, y un Berenguer José Pérez Pastor y Molleto, que desde Tobarra envió en 1768 monedas árabes de su colección a la Real Academia de la Historia, debía de ser hermano de Miguel.
Miguel hizo sus primeros estudios en Murcia, en el Colegio de la Anunciata, y estudió Derecho Civil en Granada, en San Bartolomé y Santiago, donde se graduó de doctor. Posteriormente se desplazó a Madrid para “tratar los hombres doctos y aprender” y el 9 de marzo 1748 se ordenó sacerdote, por lo que constituye otro ejemplo de religioso dedicado a los estudios sobre la Antigüedad, siendo el primero de los que han ocupado el cargo de anticuario de la Real Academia de la Historia.
Aunque ya había emitido un primer informe sobre monedas en 1751, fue admitido como académico de la Historia el 21 de diciembre de 1753, tomando posesión el 28 de ese mes, según el Oficio de nombramiento, que conserva interesantes noticias sobre el procedimiento de toma de posesión del que sería el primer anticuario de la Academia. Dicho documento indica que fue Pedro Rodríguez de Campomanes, como censor de la Academia, quien lo introdujo en ella “enterado de la antecedente pretensión y de la idoneidad del Pretendiente en la buena literatura y en su particular aplicación a la antigüedad, colección de medallas y su conocimiento, en que ha experimentado de antemano, cree que es muy acreedor de la admisión que solicita. La Academia sobre todo resolverá”.
El Discurso de ingreso de Miguel Pérez Pastor, que se conserva en su expediente personal, es bastante tópico y genérico siguiendo la norma en la tradición erudita de la época. En él cita desde a Pitágoras y Platón, como ejemplos de sabiduría, a Aristóteles y Cicerón.
Incluso recoge la anécdota de que Alfonso el Magnánimo se curó de una tenaz terciana con la lección gustosa de Tito Livio, pero también incluye un elogio —muy de la época— a Felipe V.
Más interés ofrece su indicación de que “lápidas y medallas eran recomendable memoria de la existencia y situación de muchos pueblos” citados por Plinio y otros autores, siguiendo la tradición humanista del Renacimiento. En su deseo de renovación propio de la Ilustración, critica indirectamente la situación en España, al indicar la necesidad de emular lo que ocurría en el extranjero, pues señala que “[t]oda Europa nos propone multitud de exemplos de la importancia desta aplicación, en la multitud de obras eruditas que salen de su clase, y en los Regios Museos que casi todas sus monarquías conservan con la mayor estimación”, por lo que indica cómo “Esta Real Academia no mirando con indiferencia lo util deste trabajo, tiene destinado un habil individuo que con el mayor acierto desempeña el encargo de recoger con exactitud las memorias que quedan de la Antigüedad [...]”.
El 1 de abril de 1756 fue admitido en la Real Academia de la Historia como supernumerario y el 2 de julio de 1756 fue nombrado censor, cargo que ocupó hasta el 25 de junio de 1757. El 16 de septiembre de 1763 se creó para él el cargo de anticuario para cuidar las colecciones de medallas que se había formado por iniciativa de Fernando VI y el padre Alejandro Panel a partir de 1750, por lo que fue el primer anticuario de la Academia. Sin embargo, al poco tiempo de su nombramiento, el 20 de noviembre de ese mismo año, murió en Madrid de “la enfermedad de tabardillo y dolor de costado”, probablemente tifus, siendo sepultado en la iglesia parroquial de la Santa Cruz.
Son muy escasas las noticias conservadas de su vida, pero consta que fue nombrado del Consejo de Castilla el 19 de junio de 1756 por los censores de Libros, desempeñando el cargo de censor del 2 de julio de ese año hasta el 24 de junio de 1757. También fue miembro de la Real Academia Española. Sus trabajos denotan su formación clásica y religiosa y su interés por la epigrafía y la numismática, hecho habitual en los anticuarios del Gabinete de la Academia. De sus estudios anticuarios sólo se puede señalar su Disertación sobre el Dios Endovellico, en la que, entre otros temas, alude a exvotos ibéricos denominados como “divinidades egipcias” hallados en los alrededores de Vilches, probablemente el santuario de Castellar de Santisteban, en Jaén, de los que llegó a dibujar una figura de guerrero y una dama con velo. En la numismática cabe señalar la Historia de las medallas, traducción de la segunda edición de la Histoire des médailles on introduccion à la connaisance de cette science de Charles Patin (París, 1695), que se publicó en 1771, años después de su fallecimiento, y que, en cualquier caso, denota su interés por estos estudios, aunque con evidente desfase respecto a Europa. Pero su trabajo más elogiado fue el estudio y ordenación de las colecciones de la Academia, para la que redactó el primer Catálogo de las medallas de la Academia. Su catalogación mereció el aprecio de la Institución y le valió no sólo ser nombrado anticuario en 1763, sino el que, a partir de entonces dicho cargo quedara instituido y ya fuera recogido en los nuevos Estatutos de la Real Academia de la Historia de 1792.
Obras de ~: Catálogo de las medallas de la Academia, Madrid, 1759, 2 vols. (inéd.); Disertación sobre el Dios Endovellico, y noticia de otras Deidades gentílicas de la España antigua, por D. ~, presbítero, Madrid, Joachin Ibarra, 1760; L. Muratori, La devoción arreglada del christiano, trad. de ~, “con un docto prólogo añadido”, Madrid, Joachin Ibarra, 1763.
Bibl.: Real Academia de la Historia, Expedientes personales, con hoja necrológica; F. Aguilar Piñal, Bibliografía de autores españoles del siglo xviii, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1988, págs. 375-376; M. Almagro- Gorbea, “El Gabinete de Antigüedades de la Real Academia de la Historia. Pasado, presente y futuro”, en M. Almagro- Gorbea (ed.), El Gabinete de Antigüedades de la Real Academia de la Historia, Madrid, Real Academia de la Historia, 1999, págs. 120-122; F. Martín Escudero, A. Cepas y A. Canto, Archivo del Gabinete Numario de la Real Academia de la Historia. Catálogo e índices, Madrid, Real Academia de la Historia, 2004, págs. 36-39.
Martín Almagro-Gorbea