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Juan Velázquez de Echeverría

Biografía

Velázquez de Echeverría, Juan. Granada, 1729 – Granada, 14.I.1804. Eclesiástico, profesor universitario, escritor y erudito.

Alcanzó notoriedad por sus veleidades falsarias (falsificación del privilegio del Voto de Santiago); y, como escritor, por sus Paseos por Granada (1764), que le han granjeado larga fama.

Juan Velázquez de Echeverría (Juan de Echeverría, como se nombra en muchas ocasiones; a veces, Echevarría) nació en Granada en 1729, hijo de Juan de Echeverría y Jerónima de Ledesma. Se sabe que siguió desde muy joven la carrera eclesiástica. En 17 de diciembre de 1745 recibió la primera tonsura y las cuatro órdenes menores. Fue colegial del Colegio de San Dionisio Areopagita, del Sacromonte de Granada. Ordenado presbítero, obtuvo un beneficio en la iglesia parroquial de Santa María de la Alhambra. Muy posteriormente ingresó en los Clérigos Regulares Menores de San Gregorio Bético, pronunciando sus votos el 14 de julio de 1771. Alcanzaría el doctorado en Sagrados Cánones y Teología, y Cátedra de Escritura en la Universidad de Granada, de la que fue también bibliotecario, en el tramo final de su vida. En el seno de su orden, en 1780 se le nombra clavero del Colegio; en 1781, se le concede voto consultivo; en 1791, se le hace consultor del convento, y en 1793, se le promueve a visitador extraordinario de la orden. Escribió obras de diversa temática, de las que destaca Paseos por Granada y sus contornos (1764), fundamento de su fama, junto con el suceso falsario que coprotagonizó con Juan de Flores y Oddouz y Cristobal de Medina Conde. Murió en 14 de enero de 1804 (el dato lo proporciona el papelista local L. Morell y Terry [1892], aunque sobre esta fecha hay diversidad entre los autores, algunos de los cuales llevan el fallecimiento a 1806 y 1808). Godoy Alcántara, condicionado sin duda por su dimensión falsaria, subraya que fue protegido del canónigo sacromontano Luis Francisco de Viana y ofrece de él un perfil personal poco favorable: “...tipo cómico en su figura, al modo del licenciado Cabra ó de don Basilio; artero, solapado y bellaco...”, y con fama mayor de la que correspondía a su ciencia.

Es evidente que su paso por el Sacromonte, como colegial de San Dionisio Areopagita, y el clima prolaminario (si acaso enmascarado en la gran preocupación arqueológica reinante en el siglo), unido a su natural inquieto, lo marcó desde el principio. En efecto, la capacidad de sugestión del canónigo Viana debió atraerlo pronto al bando falsario, tal como se demuestra en un escrito temprano, el primero que se le conoce. Hablamos de la Breve noticia de la magnífica obra, que se está proyectando en la Alcazaba Albaizin de Granada año de 1755, un cuaderno ilustrado con dibujos, que (en opinión del profesor Delfín Rodríguez, 1992) “más que una descripción de lo descubierto [en la Alcazaba] se presenta como un alegato en defensa de los libros y reliquias del Sacromonte”, que “refleja el carácter de un programa perfectamente planificado”, sin duda achacable a Luis Francisco de Viana, encarnación arquetípica del espíritu de la institución. Echeverría condena categórico en sus apuntes a todos cuantos niegan “ser cierto el Thesoro de su Sacro Monte, ni el de la Torre Turpiana, ni menos el que fue donde los primeros obispos de España celebraron el famoso Ylliberritano Concilio; todo lo ha manifestado Dios en estos tiempos, dando a luz las más abundantes luzes para conocer cosas tan grandes; demostró por Ynscripciones lo antiguo, por Laminas plumbeas lo religioso, y por materiales monumentos lo Santo” (el subrayado es nuestro). Un testimonio concluyente, palpable, de la estrecha vinculación ideológica de las invenciones de finales del siglo XVI y los hallazgos de la Alcazaba.

No obstante, la rotundidad de sus convicciones prolaminarias, la participación de Echeverría en el negocio alcazabino fue mínima. Aunque nada convencido de la veracidad de los hallazgos de Juan de Flores, siendo miembro de la Junta de las Excavaciones (de la que formó parte desde el inicio de las mismas, junto a Medina Conde, entre otros), “sostuvo la fe y certeza de estos monumentos” (Razón del juicio, 1781). Lo que no es suficiente para que pudiera ser considerado como “pleno y consciente colaborador” de las falsificaciones de la Alcazaba (M. Sotomayor, 1988).

Donde sí se implicó, y a fondo, fue en la falsificación del Voto de Santiago, el otro gran empeño falsario de Flores, el que, en fin, le mereció la condena de 1777. Los registros ordenados como consecuencia del develamiento de los fraudes de la Alcazaba condujeron al de la celda de Echeverría en su convento de los Clérigos Regulares Menores. Allí se encontró una amplia batería de documentación falsificada sobre Santiago Apóstol y su historia, sustentadora del privilegio santiaguista. Corría el año 1774. El día 19 de junio, se emite una orden de reclusión en el convento Casa Grande de los Capuchinos, donde debería permanecer durante el tiempo que durara el juicio a los falsarios (había comenzado el 12 de junio de 1774 y debería durar hasta finales de 1776, si bien achaques de salud, incompatibles con su enclaustramiento, la excusaron en buena medida). Aunque Echeverría declarara ante el juez haber actuado de buena fe, las deposiciones de Flores lo incriminaron categóricamente, por lo que acabó confesando su participación en la falsificación de la defensa del privilegio santiaguista. La sentencia (recogida con todo detalle en el volumen Razón del juicio, 1781) se firma el 6 de marzo de 1777. Echeverría es condenado a ocho años de reclusión en el convento de San Francisco de Alcalá la Real, encargándose al superior procure con sus exhortaciones “revocarlo al conocimiento y detestación de sus graves delitos”. La sentencia se le comunica el 28 de abril; se incluía en ella la reducción de la pena a la mitad (merced regia a petición del arzobispo y del presidente del tribunal, a la vista de su arrepentimiento y colaboración con la justicia), si bien habría de abstenerse de publicar cualquier escrito en el futuro (cosa que no sucedió). Por el contrario que Flores y Medina Conde, Echeverría fue exonerado del pago de las costas del juicio en razón de su pobreza. La documentación falsa del privilegio santiaguista (al igual que todas las falsificaciones de la Alcazaba) fue destruida públicamente.

No parece que tan sonado suceso afectara ni a su carrera y ni a su prestigio en la ciudad. En los datos arriba recogidos en su currículum se observa claramente, tanto en lo que afecta a su orden como a la universidad. El prestigio público lo había ganado sobre todo por su libro Paseos por Granada y sus contornos, que había visto la luz en 1764, la otra columna de su celebridad futura —los diez primeros paseos fueron escrito (así se dice paladinamente) por Cristóbal de Medina Conde (el “Don Joseph Romero Yranzo” del título)—. La importancia de esta obra, hoy reconocida, aun por el simple curioso, como la primera guía de la ciudad, merece una pequeña glosa, en tanto que, además de sus valores intrísecos, ayuda a perfilar la personalidad intelectual y moral del biografiado.

El significado y la ubicación genérico-literaria de la obra ha sido objeto de la atención de historiadores y eruditos desde comienzo del siglo XIX, lo que informa de su importancia e incluso de su popularidad; no es irrelevante el dato de su reedición en 1814. Hay quienes la incluyen en el género periodístico —al que con mayor razón pertenece la coetánea Gacetilla curiosa del padre Antonio La Chica—, acaso determinados por cómo empezó a publicarse antes que por la propia forma y finalidad de los escritos: los doce primeros “paseos” (parte pequeña respecto del total) se publicaron como folletos sueltos. Mayor unanimidad existe en la consideración de guía pionera de la ciudad. Es cierto que una simple ojeada detecta un gran desorden temático y una falta clamorosa de rigor de los itinerarios, lo que la hace instrumento confuso. Por otra parte, desde el punto de vista histórico-artístico el libro está lleno de inexactitudes, fábulas y mitos: es bien visible, por ejemplo, la desmedida atención que se presta a las invenciones sacromontanas, temática recurrente a cualquier propósito, sobre todo en el tomo I; no en vano era fijación del autor y aquí no hace sino airear sus dislates. Estilísticamente, posee cierto atractivo la desenvoltura y agilidad de la expresión, seguramente por el eficaz uso del recurso dialogístico; avaloradas por cierto sentido del humor y el ánimo polémico de bastantes pasajes (M.ª S. Carrasco Urgoiti, 2000). Temáticamente, es reseñable la atención que el autor presta a las descripciones de los monumentos árabes; en ella se fundamenta su cierta reputación de “orientalista”.

Una nueva “guía” publicada cuatro décadas después, los Nuevos paseos, de Simón de Argote (ilustrado y afrancesado), ayuda a situar en su verdadera dimensión la de Echeverría. Desde el criticismo ilustrado de su postura desvela ciertamente los defectos y carencias de los Paseos por Granada y sus contornos, pero ya es bastante significativo de su importancia y penetración pública que no pueda eludirlos como referencia. Lo expresa muy precisamente J. Calatrava: “... la obra de Argote mantendría, quizás debido al propio prestigio de que gozaba la de Echeverría, el título de ‘Paseos’, pero puede entenderse en gran medida como un ‘anti-Echeverría’, como una crítica contra una obra a la que Argote consideraba un cúmulo de inexactitudes y (aún peor) repeticiones de fábulas y prejuicios incompatibles con el espíritu de la razón”. Lo cierto es que Paseos por Granada y sus contornos, casi dos siglos y medio después de su aparición, mantiene una fuerte impronta en la historiografía local granadina.    

 

Obras de ~: Breve noticia de la magnífica obra, que se está proyectando en la Alcazaba Albaizín Granada año de 1755 (Biblioteca de Cataluña, ms., sig. Inv. núm. 908; citado y descrito por D. Rodríguez Ruiz, 1992); Omar Curioso, y el castillo de las tres hadas. Novela poético-histórica, escrita en el idioma arábigo, por Abilgualil Al-Sanhhangi, natural de Granada, traducida al español por el mro. Don Miguel Merlo, protosacristán de la Iglesia de la Alhambra..., Granada, Imprenta de la Santísima Trinidad, 1764; Paseos por Granada y sus contornos, que en forma de dialogo traslada al papel Don Joseph Romero Yranzo..., Granada, Imprenta de Nicolás Moreno, 1764, 2 vols. (Paseos por Granada y sus contornos, o descripción de sus antigüedades y monumentos, Granada, Imprenta Nueva de Valenzuela, 1814; Paseos por Granada y sus contornos, ed. facs., con est. prelim. de C. Viñes Millet, Granada, Universidad, 1993, Col. Archivum); [con Cristóbal de Medina Conde y “Compañía Literaria Granadina] Papel Critico, Santoral Español, que en Diccionario dan a luz por semanas los Doctores, Granada, Imprenta de Nicolás Moreno, 1764; Bejamen, que celebró la Insigne, Real, e Imperial Universidad de Letras de esta Ciudad de Granada..., Granada, Imp. por Nicolás Moreno, 1770; Noticias Sagradas del Glorioso Patrono de Granada S. Gregorio el Betico..., Granada, Imprenta de los Herederos de don Bernardo Torrubia, 1773; Indice, e inventario de la Biblioteca, que fue de los Regulares expulsos de Granada..., [Granada, 1785]; Proclama Augusta, que la M. N. L. y Nombrada Ciudad de Granada, hizo en la gloriosa exaltación al Trono de las Españas, del Rey nuestro Señor Don Carlos IV..., Granada, Imprenta Real, 1789.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de Simancas, Gracia y Justicia, Leg. 1027; Archivo de la Real Chancillería de Granada, Leg. 512-2452.-

Razón del juicio seguido en la ciudad de Granada... contra varios falsarios de escrituras públicas, monumentos sagrados y profanos, tradiciones, reliquias y libros de supuesta antigüedad, Madrid, Ibarra, 1781; J. Godoy Alcántara, Historia crítica de los falsos cronicones, Madrid, Real Academia de la Historia, 1868 (ed. facs., est. prelim. de O. Rey Castelao, Granada, Universidad, Col. Archivum, 1999); O. Rey Castelao, La Historiografía del Voto de Santiago. Recopilación crítica de una polémica histórica, Santiago de Compostela, Universidad, 1985; M. Sotomayor, Cultura y picaresca en la Granada de la Ilustración. D. Juan de Flores y Oddouz, Granada, Universidad, 1988; D. Rodríguez Ruiz, La memoria frágil. José de Hermosilla y las antigüedades árabes de España, Madrid, Fundación Cultural COAM, 1992; C. Viñes Millet, “Estudio preliminar” en J. Velázquez de Echeverría, Paseos por Granada y sus contornos, de Juan Velázquez de Echeverría, op. cit., págs. VII-C; M.ª J. López-Huertas Pérez, Bibliografía de impresos granadinos de los siglos XVII y XVIII, Granada, Universidad, 1997, 3 vols.; M.ª S. Carrasco Urgoiti, “Paseos (Juan Velázquez de Echeverría) y Nuevos paseos por Granada (Simón de Argote): haz y envés de un libro-guía”, en J. C. Torres y C. García Antón (coords.), Estudios de Literatura Española de los siglos XIX y XX. Homenaje a Juan María Díaz Taboada, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1998, págs. 174-179; M.ª S. Carrasco Urgoiti, “Los Paseos por Granada de Velázquez de Echeverría como testimonio etnográfico”, Demófilo, 35 (2000), págs. 81-93; J. Calatrava, “Un retrato de Granada a principios del siglo XIX: los ‘Nuevos paseos’ de Simón de Argote”, Demófilo, 35 (2000), págs. 95-110; M. Barrios Aguilera, Los falsos cronicones contra la Historia (o Granada, corona martirial), Granada, Universidad, 2004.

 

Manuel Barrios Aguilera

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