Borgoña, Juan de. ?, c. 1470 – Toledo, 1536. Pintor.
Activo en la catedral de Toledo desde 1495 hasta su muerte en 1536, se ha supuesto que llegaría a la ciudad imperial contando aproximadamente veinticinco años. No se sabe nada de su origen, pero por su apellido hay que considerarlo nórdico. Su llegada a España coincide con la de Juan de Flandes y con la de Pedro Berruguete, con el que trabaja en los frescos del claustro, por lo que se ha supuesto que su participación en el mismo sería uno de los motivos principales de su venida a España.
Juan de Borgoña se establece en Toledo casándose primero con Quiteria Fernández (28 de diciembre de 1498) de la que tuvo cuatro hijos, uno de ellos, Juan, pintor, y luego, una vez viudo, contrae segundas nupcias poco después con Inés de Torquemada, viuda con una hija, a quien otorgó carta de dote y arras (1 y 12 de octubre de 1514), y con la que tuvo cinco hijos. Se sabe que el pintor gozó de buena posición y que habitó buenas casas en la colación de San Andrés. Borgoña otorga testamento en Toledo (11 de noviembre de 1536), debiendo fallecer muy poco después; en él ordena que se le entierre en la parroquia de San Andrés junto a su primera esposa, dejando sus bienes a sus hijos libres de deudas. Por el testamento se sabe que deja sin terminar dos retablos, el de Cuerva y el de Escalona, y que acaba de terminar el del convento de San Miguel de los Ángeles de Toledo, contratado en 1531.
Respecto a su formación no hay duda de la influencia que ejercieron sobre él las escuelas del centro de Italia, habiéndose subrayado la coincidencia de la fecha de la muerte en Florencia de Ghirlandaio, con la de su llegada a Toledo. Además de la influencia de este pintor florentino, se hallan en sus obras recuerdos de Piero di Cosimo, Roselli, Meloso de Forli, Piero della Francesca, Signorelli y el Borgognone, que actuaron sobre su sustrato nórdico y a los que hay que sumar los caracteres del ambiente pictórico castellano, especialmente en cuanto a los elementos mudéjares y empleo del oro, en los aspectos decorativos. El temperamento elegante y equilibrado, la exquisita sensibilidad y sentimiento lírico de Borgoña, son de origen florentino pero sin llegar a la profundidad de Berruguete. Concede especial interés al escenario arquitectónico o de paisaje, con cierta concepción teatral en el primero y un interés por la naturaleza y la perspectiva flamenca, en el segundo.
Se le considera el primer pintor castellano entregado plenamente al Renacimiento, pero también se ha señalado el hecho curioso de que su primera obra conocida, que recoge todos esos planteamientos, sea precisamente la terminación del retablo mayor de la catedral de Ávila, que trazó y dejo sin concluir Pedro Berruguete.
Cronológicamente su primera obra importante es la Historia de la Visitación (1495-1499) que pinta para el claustro de la catedral toledana dirigido por Berruguete, y con otros pintores trabaja en el Teatro (1498), de la Universidad de Alcalá de Henares. Se dedica a labores de policromía en la catedral —principios del siglo XVI— junto a otros pintores como Rincón, hasta que se le encarga el Retablo de la Concepción (1502-1504?), cuya capilla se labra en 1502.
Su fundador, el canónigo Salcedo, muere dos años más tarde. Se trata de una de las obras más delicadas del pintor. Por estos mismos años, el mismo donante debió encargarle el excelente Tríptico de la Cena, en el que aparece Salcedo retratado, en una de las puertas del tríptico acompañado por san Ildefonso y en la otra puerta la Magdalena. La escena principal tiene lugar en un espacio arquitectónico renacentista, con techumbre mudéjar, a través del cual se observa el paisaje típico del pintor con los grandes peñascos del primer plano. El tratamiento de las figuras de la escena principal es de una técnica impecable y de una belleza exquisita, muy similar a la empleada por el pintor en el retablo de Carboneras (Cuenca). Se encuentra en la Sacristía de la catedral.
De fecha temprana como estos retablos citados es la sencilla y fina Piedad de la iglesia de Illescas (Toledo).
Luis de Daza le encarga para una capilla de la catedral el Retablo de la Epifanía (1506), también conocido como de “Los Tres Reyes Magos y la Pasión” por las escenas de la tabla principal y del banco. En este retablo el oro adquiere gran protagonismo y las figuras destacan por su elegancia y monumentalidad.
Muerto Berruguete se contrata a Borgoña para terminar el Retablo Mayor de la catedral de Ávila (1508), en el que también había intervenido otro pintor, Santacruz. Las tablas pintadas por Borgoña son: Anunciación, Nacimiento, Purificación, Transfiguración y Descenso al Limbo, pintadas con finura, corrección y elegancia. A cada escena antecede un marco arquitectónico renacentista con zapatas, y en muchos detalles hay evocaciones berruguetescas. En la Sala Capitular de la catedral de Toledo (1509-1511), las escenas aparecen enmarcadas de forma muy similar a Ávila. Se trata de la empresa más importante del pintor en la catedral toledana, en la que decora al fresco un salón rectangular con escenas de la Vida de la Virgen, presidida en los frentes por el Calvario y por un Juicio Final, con interesantes desnudos para una fecha tan temprana en España, y en el que se ha querido ver la influencia del pintado por Signorelli en Orvieto. El paisaje, las arquitecturas y las cubiertas moriscas de las escenas son un alarde de finura y técnica. Debajo de estas historias se hallan retratados sobre tabla todos los arzobispos de Toledo y, por supuesto, el protector del pintor, el cardenal Cisneros. Los retratados aparecen en dos hileras superpuestas, evocadoras del sistema empleado en los Hombres ilustres, del Studiolo de Urbino (Italia). Precede a este salón una antesala totalmente cubierta por una baranda con jarrones de flores que da paso a un frondoso jardín y que, teniendo en cuenta su carácter de huerto cerrado, y la dedicación de la sala principal a la Vida de la Virgen, se ha relacionado con una de sus letanías.
En honor del cardenal Cisneros y de sus campañas en Orán decora al fresco, la Capilla Mozárabe (1508- 1512), pinturas de carácter histórico pero a minúscula escala y sin pretensiones de perspectivas. Otra obra importante de Borgoña en la catedral fue la decoración al fresco de la Librería (1516-1519), cuya idea debió gestarse con anterioridad y que no pudo llevarse a cabo por vicisitudes de orden político y económico. Debió de ser obra artísticamente equiparable a la Sala Capitular y en ella debieron de estar representados, según descripciones antiguas, buena parte de los “doctores y hombres sabios” de la Iglesia, que contribuyeron con sus escritos a darle esplendor. Desgraciadamente, desaparecieron las pinturas en el siglo XVIII.
En estos años, y antes de morir Cisneros (1517), pintó Borgoña uno de los cuadros de mayor calidad para el cardenal. Se trata de la Imposición de la Casulla a San Ildefonso, con el retrato de Cisneros en la figura del santo. Debió presidir su capilla con el sepulcro, en Alcalá de Henares. En el Entronamiento de la Virgen hay una evidente relación con las Artes Liberales pintadas para el palacio de Urbino (Italia).
Actualmente se encuentra en el Meadows Museum de Dallas. Todavía para el cardenal, interviene en la fundación llevada a cabo por él del Convento de San Juan de la Penitencia (1515-1520), en el que pinta Borgoña el retablo mayor y cuatro Estaciones para el claustro. Desgraciadamente desaparecido el convento se conocen las pinturas por algunas fotografías de las que se puede deducir que fueron fruto de la madurez del pintor, pero donde puede apreciarse ya la presencia de oficiales, entre los que hay que destacar a Antonio de Comontes y a Pedro de Cisneros, muy fieles a su estilo.
Muerto el cardenal Cisneros es probable que Borgoña se dedicara a otros encargos fuera de la catedral.
Por fechas hay que considerar como obras de su mano, sin taller, el espléndido Calvario, que conserva la Facultad de Derecho, de Noviciado, en Madrid, muy afín en modelos y técnica a la citada Imposición de la Casulla del Meadows Museum de Dallas; el Calvario con santos dominicos, que debió pintar para algún convento toledano y que actualmente se encuentra repartido entre el Prado y el Louvre; el desmontado en la catedral de Cuenca, Retablo de Carboneras, finísimo de ejecución con historias de la infancia de Jesús, y que se ha conectado por calidad con el tríptico de la Cena de la catedral toledana, y el Descendimiento de Pastrana.
El éxito del pintor se extendió por la provincia de Toledo rebasando los límites hacia las dos Castillas y Extremadura. Para atender tal demanda buscó la colaboración de discípulos y organizó un taller, cuya participación se observa en los retablos de Talavera, Camarena, Villa del Prado, e incluso en su última obra documentada y ya citada, el Retablo de San Miguel de los Ángeles (1531), actualmente en la catedral de Madrid. Los cuarenta años de labor en Toledo y su influencia en la pintura castellana —mediados siglo xvi— obliga a considerarle como uno de los pintores más importantes de nuestro Renacimiento, cuyas obras se hallan esparcidas, además, por colecciones privadas y museos, tanto nacionales como extranjeros.
Obras de ~: Historia de la Visitación, catedral de Toledo, 1495-1499; Teatro, Universidad de Alcalá de Henares, 1498; Retablo de la Concepción, catedral de Toledo, ¿1502-1504?; Retablo de la Epifanía, catedral de Toledo, 1506; Retablo Mayor, catedral de Ávila, 1508; Sala Capitular de la catedral de Toledo, 1509-1511; Capilla Mozárabe, catedral de Toledo, 1508-1512; Imposición de la Casulla a San Ildefonso; Retablo (desapar.), convento de San Juan de la Penitencia de Alcalá, 1515-1520; Librería (desapar.), catedral de Toledo, 1516- 1519; Calvario; Retablo de Carboneras, Descendimiento, Pastrana; Retablo de San Miguel de los Ángeles, catedral de Madrid, 1531; Tríptico de la Cena, catedral de Toledo, s. f.; Piedad, Illescas (Toledo), s. f.
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Isabel Mateo Gómez