Croy, Guillermo Jacobo de. Flandes (Bélgica), c. 1498 – Worms (Alemania), 6.I.1521. Abad benedictino (OSB), cardenal y administrador del arzobispado de Toledo.
Nacido en los Países Bajos, fueron sus padres Enrique de Croy, conde de Porcien, y Carlota de Chateaubriand.
Adquirió una buena formación humanística en Lovaina y tuvo la suerte de tener como preceptor desde 1517 al gran humanista español Luis Vives. Era sobrino del poderoso e influyente primer ministro de Carlos I, Guillermo de Croy, más conocido en España como señor de Chièvres.
Guillermo de Croy ingresó en 1516 en la Orden benedictina y fue nombrado abad del monasterio de Affighem (Bélgica). Merced a la influencia sobre Carlos V del señor de Chièvres, fue elegido obispo de Cambray (Francia). A instancias de su tío y con el apoyo del Rey, el 1 de abril 1517 —en la cuarta promoción de cardenales— León X le concedía el capelo de cardenal diácono con el título de Santa María en Aquiro que recibió solemnemente el 8 de julio de manos del abad de Milddelburg, en presencia del Rey, de la infanta Doña Leonor, del cardenal de Aragón y de numerosos príncipes, señores y grandes maestres.
El 12 de octubre, con un indultum, se le dispensaba de la obligación de residencia para las dignidades que ahora poseía y para las que un día poseyese.
El 8 de noviembre de 1517 moría en el monasterio de Roa el cardenal Cisneros. Carlos V, que no estaba muy conforme con la política que había llevado el cardenal, se apresuró a buscar un candidato a su gusto y a indicar rápidamente que nadie se entrometiese en esta decisión. El 9 de noviembre escribió al deán y al cabildo de Toledo para que, en virtud del patronato real de que gozaba, no diesen ningún paso para intentar elegir sucesor de Cisneros. En el mismo sentido escribió a los alcaldes y gobernantes de las villas, lugares y fortalezas del arzobispado, indicando que no realizasen ningún cambio, pues había propuesto ya al Papa el nombramiento de un nuevo prelado para la diócesis. Muy influido por el señor de Chièvres, Carlos V pidió al Papa la provisión del arzobispado de Toledo para Guillermo de Croy, joven flamenco de veinte años y poseedor ya del obispado de Coria.
El 31 de diciembre 1517, León X concedía a Guillermo de Croy en encomienda y administración el arzobispado de Toledo, que nunca visitó; al cumplir los veintisiete años sería nombrado arzobispo. Al mismo tiempo se le nombraba canciller de Castilla.
En los primeros días del año 1518 llegaron las bulas pontificias e inmediatamente, el día 6 de enero, el Rey mandó una cédula al cabildo de Toledo para que le diesen la posesión. Guillermo de Croy recibió también de Carlos V carta de naturaleza para poder disfrutar los beneficios eclesiásticos en los territorios castellanos y, por cesión real, la tercera parte de los bienes confiscados en la diócesis por el Tribunal de la Inquisición. El nuevo arzobispo precisó de una bula de indulto por su juventud para poder tomar posesión de la diócesis. En 1519 resignó la diócesis de Cambray (Francia) de su titularidad, en su hermano Roberto.
El señor de Chièvres, en nombre del cardenal, su sobrino, confió la administración de la Hacienda del arzobispado de Toledo a los hermanos Juan y Martín de Adurza. Igualmente, en 1520, nombró al canónigo toledano Francisco de Mendoza gobernador general del arzobispado, concediéndole plenos poderes hasta que llegase el cardenal a Toledo. El enfrentamiento que se dio entre los diversos pretendientes al arzobispado y la elección de un extranjero, produjo gran enfado y descontento entre la nobleza castellana, soliviantada ya con anterioridad por la gran influencia que los ministros flamencos ejercían sobre el Rey, siendo todo ello una de las causas desencadenantes de la revuelta de las Comunidades de Castilla.
En enero de 1518 se reunieron las Cortes en Valladolid y, antes de prestar juramento al Rey, los procuradores le presentaron ochenta y ocho peticiones referentes al gobierno del país; entre ellas, la quinta, solicitaba a Su Majestad que no concediese oficios, beneficios, dignidades, tenencias o gobernaciones a extranjeros sino a los naturales de Castilla, que no otorgase carta de naturaleza a ningún extranjero y revocase las concedidas, y que el arzobispo de Toledo residiese en el reino. El Rey aceptó las peticiones de los procuradores pero éstas quedaron en el papel, al menos las referentes al cardenal de Toledo, pues siguió viviendo en Flandes y allí acudieron Juan de Vergara y el licenciado Fernando de Valdés a informar sobre el estado de la diócesis.
Durante el pontificado del cardenal de Croy se intentó dividir el arzobispado en tres diócesis, Toledo, Alcalá y Talavera, iniciativa que no prosperó. A instancias de Chièvres, temeroso del peligro político que podía representar algún día la existencia dentro del reino de un arzobispado como el de Toledo adverso al Rey, con sus incalculables riquezas, vasallos y fortalezas, Carlos V solicitó de León X la división del arzobispado de Toledo en tres diócesis, fundando su petición en que su extensa demarcación hacía punto menos que imposible a los prelados el poder cumplir como les exigían los cánones y deberes pastorales.
Con un Breve, fechado el 3 de marzo de 1518, el papa León X comunicaba al deán y cabildo toledano que, después de haber oído a los cardenales y pensando en el bien general de la Iglesia, había procedido a dividir el arzobispado de Toledo en tres diócesis. La mitad de su antiguo territorio formaría el arzobispado de Toledo, unido al título de primado de España, y de la otra mitad se harían los dos obispados restantes, cuyas sedes se establecerían en la población que más conviniese dentro de cada demarcación. Uno de los obispados sería para el cardenal Carvajal y el otro se daría a uno de los candidatos al priorato de Castilla. En cada uno de ellos se erigiría una iglesia catedral, con su cabildo, dignidades y canónigos, y dotada con 15.000 ducados cada una. Se mandaba a los canónigos, bajo pena de excomunión, guardar secreto sobre la división de la diócesis. Inmediatamente se preparó la toma de posesión y fueron nombrados procuradores Francisco de Mendoza, arcediano de Pedroche y canónigo de Córdoba, y Carlos de Carondelet, deán de Bezanzón.
El 31 de marzo, el Rey escribió al deán y al cabildo de Toledo para rogarles diesen libremente y sin dilación la posesión de la iglesia. El 13 de abril, reunido el cabildo, leídas las bulas y pedida la provisión para el cardenal por sus procuradores, todos los canónigos, excepto uno, votaron en contra de tal decisión. Después de una fuerte polémica y de numerosos cabildos sobre el tema, Carlos V desistió de su decisión y prometió conseguir cuanto antes del Papa la revocación de la división de la archidiócesis, hecho que se produjo el 21 de julio de 1518 mediante una bula de León X. Los canónigos aceptaron entonces, como un mal menor, el nombramiento de un prelado extranjero y en el cabildo celebrado el día 20 de abril le dieron solemnemente la posesión en las personas de sus procuradores.
El pontificado toledano del cardenal de Croy fue muy corto. Acompañó al Emperador durante su coronación en Aquisgrán y posteriormente a la celebración de la Dieta de Worms. Murió, el 6 de enero 1521 a consecuencia de una caída del caballo durante una cacería, a la edad de veintitrés años. El 22 de enero llegaba la noticia a Toledo y el cabildo toledano mandó tocar a clamores con todas las campanas.
Su retrato, obra de Juan de Borgoña y el primero realizado sobre madera, fue colocado al año siguiente en la sala capitular.
Fuentes y bibl.: Archivo Capitular de Toledo, Actas Capitulares 4 (1511-1527); Biblioteca Capitular de Toledo, ms. 27-22, fols. 639-715.
A. Poschmann, “El cardenal Guillermo de Croy y el arzobispado de Toledo”, en Boletín de la Real Academia de la Historia, 75 (1919), págs. 201-282; A. Fernández Collado, “Croy, Guillermo Jacobo de”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. I, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1972, pág. 646; A. Fernández Collado, “Don Guillermo Jacobo de Croy (1518-1521)”, en Los Primados de Toledo, Toledo, Diputación Provincial, 1993; La Catedral de Toledo en el siglo xvi. Vida, arte y personas, Toledo, Diputación Provincial, 1999.
Ángel Fernández Collado