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Diego López de Stúñiga

Biografía

López de Stúñiga, Diego. Señor de Béjar (I). ?, m. s. XIV – 1417. Noble, caballero, camarero mayor y justicia mayor del reino.

Diego López de Stúñiga pertenecía a un linaje nobiliario de origen navarro —hijo de Íñigo Ortiz de Stúñiga, señor de las Cuevas y Alesanco, y de Juana de Orozco—, que alcanzó un notable impulso a raíz del establecimiento en el trono castellano de la dinastía Trastámara. Sus principales señoríos se hallaban en la zona de La Rioja. No obstante, posteriormente los miembros del mencionado linaje fueron recibiendo dominios en otros lugares de la Corona de Castilla, ante todo en los territorios situados al sur de la ciudad de Salamanca. Diego, por de pronto, era un favorito del príncipe Juan, sucesor de Enrique II en el Trono de Castilla. De ahí que ocupara el cargo de camarero mayor del mencionado Juan. En el año 1377 el heredero del Trono, Juan, donó a Diego López de Stúñiga el lugar de Trebiana y la aldea de Baños. En el verano del año 1380 firmó en la ciudad de Barcelona un importante acuerdo, cuyo objetivo era reunir a los reyes de Castilla y de Aragón, Juan I, que había accedido al Trono en 1379, y Pedro IV, respectivamente, en la zona fronteriza de Soria. Unos años más tarde, en 1384 fue premiado con la villa de Grañón. Para dar más consistencia a ese dominio, él mismo decidió, poco tiempo después, adquirir diversas aldeas y lugares próximos a la citada villa de Grañón, entre ellas la villa de Berantavilla, beneficiándose de algunas circunstancias familiares.

Cabe recordar que su hermano Íñigo había recibido en el año 1369 la villa de Castañares de Rioja. No obstante, tras la muerte de Íñigo y posteriormente de su hija y heredera Elvira, la mencionada villa de Castañares de Rioja pasó al dominio de Diego López de Stúñiga, aun cuando éste se encontraba ya en aquellas fechas a una avanzada edad. En definitiva, el linaje de los Stúñiga poseía un extenso patrimonio en la región de La Rioja.

Nuevos e importantes pasos se dieron a favor de este linaje durante el reinado de Enrique III, Monarca que sucedió en el Trono de Castilla a su padre Juan I. Hay que recordar que, a raíz de la violencia antihebraica que estalló en la ciudad de Sevilla en el año 1391, promovida por las predicaciones incendiarias de Ferrán Martínez, buena parte de los bienes de la judería de la ciudad del Guadalquivir fueron entregados a Diego López de Stúñiga. De todos modos, la minoridad de Enrique III planteó serios problemas acerca de la forma más adecuada de llevar la Regencia. En las Cortes de Burgos, celebradas en el año 1392, se acordó designar un total de ocho regentes, entre los cuales se hallaba Diego. Al fin y al cabo, dicho personaje fue uno de los principales hombres de confianza de Juan I. En el año 1394 se formó en la villa de Illescas una liga al servicio del monarca Enrique III, de la cual formaba parte Diego López de Stúñiga. Como punto de partida a la valiosa colaboración que este personaje estaba prestando al rey de Castilla, éste le donó un juro consistente en 2.000 maravedís anuales. En el mes de febrero del año 1395 fue nombrado por Enrique III justicia mayor del reino, lo que significaba la concesión de poderes excepcionales en el campo de la administración de la justicia. Ahora bien, el paso más importante, por lo que se refiere a la expansión de los dominios señoriales del linaje que representaba Diego López de Stúñiga, se dio en el año 1396, en el cual el monarca Enrique III decidió otorgar al noble del que se habla nada menos que la importante villa de Béjar, uno de los núcleos urbanos más dinámicos, desde el punto de vista de la actividad económica, de las tierras salmantinas. Aquello supuso el inicio de la proyección del linaje de los Stúñiga en la zona próxima a la región occidental del sistema central. Al año siguiente, 1397, Enrique III le concedió el castillo y la aldea de Turiso, así como los lugares de Hereña y de Herreruela y el castillo de Cilla. Por su parte, Diego López de Stúñiga adquirió a Fernando de Rojas el lugar de Clavijo, que se encontraba en La Rioja central. En otro orden de cosas, es conveniente señalar que López de Stúñiga llegó a ser propietario de algunos barcos robados a los enemigos de la Corona de Castilla. Por lo demás, en el año 1402 se consolidó, de forma notoria, la oligarquía nobiliaria que protegía al monarca Enrique III. Uno de los principales integrantes de dicha oligarquía era, sin duda alguna, Diego López de Stúñiga. Éste, antes de su muerte, se hizo con el dominio de la antes citada villa de Castañares de Rioja, pero también de las localidades de Tobía y de Monteagudo.

Para completar sus posesiones, también adquirió otras muchas tierras situadas en las proximidades de los lugares que habían sido donados por los reyes de Castilla a su propiedad. Al morir, Diego fue sucedido por su hijo, llamado Pedro de Stúñiga.

 

Bibl.: L. Suárez Fernández, “Castilla, 1350-1406”, en J. M.ª Jover Zamora (dir.), La crisis de la Reconquista (c. 1350- c. 1410). t. XIV. Historia de España de Ramón Menéndez Pidal, pról. de R. d’Abadal, Madrid, Espasa Calpe, 1966; M. L. Villalobos, “Los Estúñiga. La penetración en Castilla de un linaje de la nobleza nueva”, en Cuadernos de Historia, 6 (1975); M. Diago Hernando, “Los Stúñiga”, en Príncipe de Viana, 197 (1992).

 

Julio Valdeón Baruque

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