Yandiola Garay, Juan Antonio. Galdames (Vizcaya), 29.VIII.1786 – París (Francia), 8.I.1830. Hacendista, ministro.
Existe cierta confusión en la biografía de este personaje, referida sobre todo a sus primeros años. Rull en su obra sobre los ministros de Hacienda, tomando la información de De la Quadra, se confunde al señalar que su segundo apellido es Castaños (Galdames, 14 de mayo de 1766 – 1 de febrero de 1807); además le han sido atribuidos algunos datos que pertenecen a un primo suyo, Juan Antonio Yandiola Garay (Galdames, 15 de mayo de 1785) quien fue nombrado escribano (11 de junio de 1809) por el llamado Gobierno Intruso, título que revalidó posteriormente (3 de febrero de 1817). En el interrogatorio que se le hizo en el proceso de la Conspiración del Triángulo afirma ser de Galdames, de treinta años de edad y soltero.
No queda por lo tanto ninguna duda de que sus padres fueron Juan Antonio Yandiola del Campo y María Teresa de Garay y Llano, matrimonio del que nacieron ocho hijos. El mayor de los hermanos Pedro Antonio fue comandante militar de Guanajuato (México) en 1811, y tuvo un papel muy activo en la guerra de aquellos años. Su hermano Juan José ocupó importantes puestos en la administración foral de Vizcaya y representó a esta provincia en la Asamblea de Bayona. Su hermano Manuel Ventura fue cura párroco de Galdames.
Mantuvo gran amistad con figuras notables del liberalismo como José María Calatrava, Juan Van Halen, el conde de Toreno, Félix d’Olaberriague o el mexicano Lucas Alamán. No hay datos sobre la formación que recibió durante su juventud. Natalio Rivas aventura que pudo estudiar en la Universidad de Alcalá, pero no aparece en los libros de matrícula. Sus discursos parlamentarios evidencian una notable formación en cuestiones económicas y hacendísticas, pero en ninguno de ellos existen datos de carácter biográfico que permitan conocer detalles sobre su formación.
Consta que a principios de 1810 era oficial del Archivo de la Secretaría de Estado y del Despacho de Hacienda, y en calidad de tal fue enviado con pliegos del Real Servicio a América. En el pasaporte que se le expidió para tal misión (24 de marzo de 1810), consta además que salió a mediados de abril para Veracruz.
Según algunos autores se le encargó llevar la convocatoria de elecciones a Cortes, que acababa de ser publicada y estudiar cuestiones relacionadas con la hacienda de las Colonias. En México coincidió con José Luyando, con quien posteriormente participó en diversos momentos políticos importantes. Ante la situación que se encontraron en dicho territorio colaboraron activamente con el virrey Venegas, aunque finalmente acabaron siendo expulsados por él. Yandiola remitió desde México dos documentos a las Cortes: un informe biográfico y un plan de medidas a poner en práctica en aquellos territorios (1 de enero de 1811). En este último se proponía algunas, que provocaron la irritación de los sublevados y algunos especialistas no han dudado en calificarlo de “colonialista exacerbado”. Dichas cuestiones fueron objeto de discusión en sesiones secretas, que calificó de forma muy severa el texto. A finales de ese mismo año seguía debatiéndose sobre la misión. La Regencia solicitó (18 de noviembre de 1811) información sobre los datos que pudieran existir en la correspondencia del virrey y las instrucciones con las que se les dotó para ir a los territorios ultramarinos.
El 4 de diciembre de 1811 fue nombrado oficial honorario del Despacho de Hacienda de Indias, y dos meses más tarde oficial 6.º (19 de febrero de 1812). En la renovación de las cámaras realizada en 1813, Yandiola resultó elegido (27 de septiembre de 1813) en primer lugar para representar a la provincia de Vizcaya. Su acta no tuvo ningún problema y pudo jurar su cargo de forma inmediata (12 de octubre de 1813).
La Mesa de las Cortes le nombró para integrar dos comisiones para las que estaba especialmente preparado: Hacienda y arreglo de las Secretarías de Estado. Por votación de la Cámara pasó a ocupar una de las vacantes en el Tribunal de Cortes.
Su primera iniciativa fue presentar una exposición proponiendo un arreglo de la Secretaría de Estado de Hacienda, incrementando la plantilla y dividiendo su estructura en dos secciones (Península y Ultramar). En diversas ocasiones se hizo eco de las solicitudes remitidas desde Vizcaya, especialmente por la tardanza en constituir la Diputación Provincial, y actuó de portavoz de Álava con ocasión del fallecimiento de su representante Manuel Aróstegui. El 21 de enero de 1814 solicitó permiso para no acudir a la Cámara por encontrarse enfermo, y no hay constancia de su presencia hasta que abierto el nuevo periodo de sesiones, ya en Madrid, juró nuevamente su cargo el 8 de marzo, el mismo día en que se daba cuenta de que Fernando VII se encontraba a punto de entrar en España.
El 6 de abril de 1814 pasó a integrar una comisión extraordinaria destinada a hacer las propuestas necesarias para la pacificación de América. Sin duda alguna en el curso de la misma fue preparando la memoria que un año más tarde remitió a Fernando VII. Su última intervención, el 5 de mayo de 1814, cuando todo estaba preparado para cerrar las Cortes y apresar a los liberales, estuvo dedicada a apoyar una propuesta de un grupo de vecinos de Guernica, que solicitaban la anulación de las elecciones municipales en las que no se había respetado la Constitución.
Fue uno de los diputados detenidos en el proceso de depuración llevado a cabo contra la obra de las Cortes, sin embargo fue liberado rápidamente y parece que incluso Fernando VII requirió en varias ocasiones su consejo. El 29 de enero de 1815, Yandiola remitió al Monarca una memoria sobre la situación de las colonias americanas. En ella atribuye a la ambición y a la falta de respeto a la religión el inicio de las sublevaciones, que fueron ayudadas por la crisis de poder en España en los inicios de la Guerra de la Independencia. Y plantea la necesidad de recuperarlas tanto por motivos de prestigio político como económico “porque son el único depósito del comercio español”. La solución propuesta se basaba en la estructura militar, sobre la que debía asentarse la política de saneamiento de la administración y de la hacienda. A final de ese mismo año (8 de diciembre de 1815) remitió un informe sobre las medidas necesarias para la mejora de la Hacienda.
Su papel en la redacción de estas memorias sobre la situación española le había convertido en candidato para ocupar la cartera de Hacienda, según ciertos rumores. A los pocos días de tomar posesión Manuel López Araujo (27 de enero de 1816) como nuevo responsable de Hacienda mantuvo una entrevista con Yandiola para discutir el plan que había presentado. En ese momento era “oficial reformado de la Secretaría de Hacienda”.
La represión desatada por Fernando VII, abocó a los liberales a buscar el cambio político a través de una sublevación, que repusiese el sistema constitucional. En 1816 fue descubierta la conjura organizada por Vicente Ramón Richart destinada a restaurar el sistema constitucional y a asesinar al Monarca. Richart confesó que había consultado sus planes con varias personas (Juan O’Donojú, Mariano Renovales, Ramón Calatrava, y Yandiola), quienes le señalaron que el plan era expuesto, pero lo “dexaron a su prudencia para que nunca llegase el caso de que V.M. padeciese lo más mínimo”. En opinión de Richart, Yandiola era quien más cercanía tenía con el Rey. En la madrugada del 27 de febrero de 1816 fue detenido en su casa de la calle Fuencarral.
Fernando VII autorizó la aplicación de la tortura a dos de los detenidos: Richart y Yandiola. Finalmente no se le pudo demostrar su implicación, y además contó con diversos testimonios de altos cargos (Manuel López Araujo, Juan Escoiquiz, etc.) que testimoniaron su amor al Rey; por ello fue absuelto del delito de traición, pero fue condenado por fraude con honores militares, documentación que había sido encontrada en el registro de su casa, a residir en el pueblo de su naturaleza o en cualquier otro a 40 leguas de la Corte y Reales Sitios (4 de mayo de 1816). El 17 de mayo abandonó la cárcel y Madrid. El 2 de enero de 1817 solicitó infructuosamente el indulto.
Tras un breve paso por Vizcaya fue autorizado a trasladarse a Inglaterra, en donde se alojó durante algún tiempo en casa del banquero realista Fermín Tastet. En dicha ciudad colaboró activamente con la Embajada en cuestiones de asesoramiento sobre la política hacia las antiguas colonias. Jugó un importante papel en el abandono por parte de Mariano Renovales (paisano suyo e implicado en la Conspiración del Triángulo) de su apoyo a los independentistas americanos, actuando como depositario de las cantidades prometidas a aquél. Durante su estancia en Inglaterra se dedicó a negocios bancarios, avalando diversas operaciones de la Embajada.
Nada más conocer las noticias de España, escribió (22 de marzo de 1820) a su amigo Juan Van Halen que se encontraba en el Ejército ruso, para comunicarle que tenía intención de estar en Madrid para la celebración del 2 de mayo. Tal como había prometido, en esas fechas se encontraba en Madrid y empezó a frecuentar los círculos políticos que habían organizado en la Corte. El 12 de mayo fue propuesto en la sociedad Lorencini para integrarse en la Comisión que estaba destinada a hablar con la Junta Provisional Gubernativa sobre un cambio en la línea política del Gobierno. Fue asimismo uno de los firmantes (junto con personalidades como Felipe Arco-Agüero, Manuel Beltrán de Lis, Lorenzo Calvo de Rozas, Evaristo San Miguel, Javier de Burgos, Juan Romero Alpuente, etc.) del reglamento de la Fontana de Oro, de la que fue elegido su primer presidente. Posteriormente fue expulsado de ella, junto a todos los que votaron en favor del Gobierno, tras los sucesos de septiembre de 1820 (incidente con Rafael Riego).
Nada más llegar a Madrid fue repuesto en la Secretaría del Despacho de Hacienda, e inmediatamente nombrado tesorero general (19 de mayo de 1820), cargo que implicaba una posición muy elevada en el esquema de la Hacienda Española; pero su ejercicio quedó en suspenso mientras ocupó su escaño. En dicho decreto se menciona además que era secretario de Su Majestad con ejercicio de decretos. El 22 de mayo de 1820 resultó elegido para representar a Vizcaya en las Cortes.
Sus intervenciones estuvieron centradas, en la mayoría de los casos, en cuestiones económicas. Se lamentaba de la ausencia de estadísticas adecuadas, lo que impedía una buena acción de gobierno; una de sus propuestas más completas fue la realizada en la Comisión de Hacienda para el arreglo de la Deuda, que consideraba un elemento fundamental en la regeneración del país. El segundo tema en importancia fue la cuestión comercial y muy especialmente la referentes a las relaciones con Ultramar.
Al iniciarse el nuevo período de sesiones (1821) su primera intervención se produjo durante la discusión del Discurso de la Corona, en la cual criticó la intervención del Monarca, quien había introducido un texto con críticas al Gobierno, lo que era impropio de un monarca constitucional. Nuevamente las cuestiones económicas, sobre todo las relacionadas con la administración de fondos públicos (recaudación, gasto, control del gasto, etc.) ocuparan preferentemente su atención, entre otras razones porque fue miembro de la Comisión de Hacienda. El 9 de mayo de 1821 tuvo una larga intervención en defensa de los empleados de Hacienda cuya honorabilidad quedaba en entredicho, en una acusación sobre el atraso del cobro de contribuciones.
En el último período de su estancia en la Cámara, la Comisión de Hacienda dictaminó diversas disposiciones (aranceles, casas de moneda, habilitación del puerto de Mahón, etc.) en las que Yandiola tuvo un importante protagonismo. En su labor de diputado colaboró en la redacción de diversos dictámenes y memorias relacionadas con la Hacienda. Resultan muy interesantes sus participaciones relacionadas con las Provincias Vascongadas. La primera cronológicamente fue la referida a la prebostada, derecho cobrado sobre ciertos productos de comercio, y que las instituciones vizcaínas querían fuese abolido.
Respecto al sistema foral, Yandiola se posiciona abiertamente y sin matices por su supresión. En diversas ocasiones alabó la legislación foral pero consideró que era hora de acabar con los privilegios mediante una Constitución que igualaba a todos y suponía una superación de las particularidades regionales; todo ello a pesar de que utilizaba el término de constitución para referirse al sistema de las Provincias Exentas.
Sin embargo abogaba porque la implantación de las nuevas leyes se realizase de forma paulatina e integrando los distintos esquemas de poder en la nueva administración, y citaba como ejemplo la entrega de las jefaturas políticas a los diputados provinciales. En diversas ocasiones criticó los ataques de Godoy y Llorente a los Fueros, pero incidió en la diferente personalidad de cada una de las tres Provincias, a las que sólo unía la condición de estar regida por una legislación especial de características muy diferentes.
Tras dejar el escaño se reincorporó a su puesto de tesorero general. En los momentos finales del Trienio, cuando el Gobierno se había traslado a Sevilla ante el empuje de las fuerzas francesas que habían venido a restaurar el absolutismo, se produjo una nueva crisis ministerial. El nuevo equipo fue presidido por José María Pando, y Yandiola pasó a ser el responsable de Hacienda (13 de mayo de 1823). Mes y medio más tarde se encargó de forma interina de la Primera Secretaría de Estado (del 29 de agosto de 1823 al 4 de septiembre de 1823), hasta el nombramiento de un nuevo titular, su amigo José Luyando.
En las notas dejadas por Fernando VII sobre los sucesos acaecidos desde que abandonó Madrid no hace referencia al cambio ministerial, y la primera mención a Yandiola tiene lugar el 1 de agosto fecha en que le llevó para firmar un manifiesto criticando la sublevación del Conde de Cartagena. Durante los meses de agosto y septiembre actuó como vehículo de transmisión de informaciones y escritos entre el Monarca, el duque de Angulema y las instituciones españolas (Gobierno, Consejo de Estado, etc.).
A principios de junio se mostraba esperanzado sobre la posibilidad de resistir ante la invasión francesa, y de alargar el conflicto, pensando que triunfarían en su negociación de un empréstito. Fue el redactor del manifiesto que firmó Fernando VII el 30 de septiembre, en el que plateaba su futura actuación en unos términos (perdón, respeto de las instituciones constitucionales, etc.) absolutamente contrarios a su actuación posterior.
Tras caída del régimen constitucional pasó a Tánger, y de allí a Gibraltar, desde donde tomó diversas provisiones para que los fondos españoles fuesen puestos a disposición de los ministros y diputados que se había visto obligados a exiliarse. Inicialmente descartó tanto Francia como Inglaterra, y con la ayuda de las autoridades portuguesas, que mantuvieron informadas a las españolas, se trasladó a Lisboa. Finalmente optó por viajar a Francia, en cuyo puerto de Rochefort desembarcó el 24 de agosto de 1824, con un pasaporte firmado por el Embajador de España en la capital portuguesa. Desde allí, pasando por Burdeos y Laval, llegó a Nantes (5 de noviembre de 1824), y hasta dos meses más tarde (15 de febrero de 1825) no recibió permiso para residir en París. Su primera preocupación fue recomponer su fortuna solicitando el desembargo de los bienes que tenía en España.
En algún informe de la Policía francesa se señala que es un hombre desacreditado, que ha mantenido alianzas con todos los partidos y buscó su fortuna en el ejercicio de la política. Dichas palabras parecen inspiradas en la opinión que de él da Romero Alpuente, quien tras haber participado en sociedades patrióticas con él, le acusa de pasado turbio y de actuar de agente de Fernando VII. En otros dossieres de la Policía se señala que en París mantuvo su actividad política junto a personajes como Toreno, Joaquín María Ferrer, etc., y se dedicó a los negocios, en ocasiones formando sociedad con Vicente Bertrán de Lis.
Falleció el 8 de enero de 1830 en París, y al día siguiente fueron precintados todos sus bienes, siendo testigos de los hechos, entre otros, José Manuel Vadillo y Juan Van Halen. La medida adoptada por las autoridades españolas obedecía a la necesidad de examinar todos los papeles por si hubiese alguno que resultase interesante al Gobierno Español. Un mes más tarde (1 de febrero de 1830) el cónsul señalaba que no había encontrado nada interesante, pero sospechaba que durante su enfermedad se había producido una limpieza de documentos. En un testamento redactado el 4 de diciembre de 1826 había dejado como herederos a sus cinco hermanos, y en nombre de ellos se trasladó a París Juan José María. El valor de la herencia ascendía a 785.865 francos 45 céntimos, cantidad que fue insuficiente para satisfacer el concurso de acreedores que se organizó. La documentación pasó a manos de su hermano Juan José María.
Obras de ~: Memorias de don Juan Antonio Yandiola sobre la pacificación de las Américas o manifiesto sobre el estado de las Américas en 1815 / paleografía y estudio introductorio Javier Romero Guerrero.- Durango: Gobierno del Estado, 2009.
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José Ramón Urquijo Goitia