Isasa y Valseca, Santos de. Montoro (Córdoba), 31.XII.1831 – Madrid, 18.XII.1907. Jurisconsulto y político.
Nació en el seno de la familia formada por Juan de Isasa y del Carpio y María Valseca Valverde, naturales ambos de Montoro y residentes en ese pueblo cordobés.
Realizó allí sus primeros estudios, trasladándose después a Madrid, en cuya Universidad obtuvo la licenciatura en Derecho. Ingresó en el Colegio de Abogados de Madrid y abrió bufete propio, en el que llegó a alcanzar gran prestigio. Estableció una gran amistad con Joaquín Aguirre, con quien colaboró en temas de abogacía y quien sería siempre su protector. Así, cuando éste fue nombrado ministro de Gracia y Justicia en el Gabinete Espartero el 29 de noviembre de 1854, Isasa ingresó en el Ministerio con la categoría de auxiliar 4.º en 1855, pasando ese mismo año al de Fomento. En 1857, fue nombrado catedrático en la Escuela Superior de Diplomática, impartiendo la asignatura de Historia de las Instituciones de España en la Edad Media. Afiliado desde joven al Partido Conservador, en 1863 ocupó su primer puesto político como gobernador civil de Cádiz. En 1864, volvió a incorporarse a la Administración como jefe de 3.ª del Cuerpo de Archiveros y Anticuarios del Ministerio de Fomento, ascendiendo a jefe de 1.ª en 1875, aunque continuó paralelamente su carrera política, siendo elegido diputado por Córdoba por primera vez en la legislatura 1865-1866, por el distrito de Montoro en las de 1872 (1.ª), 1872 (2.ª), 1876-1877, 1878 y 1878 (Ext.), de nuevo por el de Córdoba capital en 1879-1880 (vicepresidente 3.º), 1880-1881 (vicepresidente 2.º), 1882-1883, 1883-1884, 1884-1885, 1885-1886, 1886, 1887, 1887-1888, 1888-1889 y 1889-1890.
Fue también en este tiempo subsecretario del Ministerio de Gracia y Justicia. El 22 de enero de 1884, debido, sin duda, a sus conocimientos jurídicos, fue nombrado fiscal del Tribunal Supremo, cargo en el que permaneció hasta su dimisión el 17 de diciembre de 1885. En 1890 fue nombrado por Cánovas ministro de Fomento, que sería su máximo logro político.
Ocupó esta cartera desde el 5 de julio de ese año hasta el 23 de noviembre de 1891, creando el Hospital Clínico agregado a la Facultad de Medicina de Madrid y las Fundaciones de Enseñanza, desarrollando los proyectos de su competencia, especialmente los de carreteras, ferrocarriles y puertos, y dando gran impulso a los temas relacionados con la enseñanza, que tanto le interesaron a lo largo de su vida.
Siguió siendo diputado por Córdoba en 1891- 1892, 1893-1894 y 1894-1895, y renunció al cargo el 16 de abril de 1895 por incompatibilidad con su nuevo nombramiento de gobernador del Banco de España (Real Decreto de 4 de abril), tomando posesión del cargo el día 8 y desempeñándolo hasta el 20 de noviembre, siendo sustituido por Manuel Aguirre de Tejada y Eulate. El 23 de abril de 1895 había sido elegido miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas y académico profesor, y por Real Decreto de 10 de septiembre de 1895 presidente del Tribunal Supremo.
En 1896 fue elegido senador también por Córdoba (legislatura de 1896-1898) y en la siguiente (1898-1899) optó a la senaduría por derecho propio por llevar dos años en el cargo de presidente del Supremo, de acuerdo con lo prescrito en el artículo 25 de la Constitución. El 12 de septiembre de 1898 juró y tomó posesión al quedar una vacante por el fallecimiento de Cayo Quiñones de León, marqués de San Carlos. Al tener carácter de vitalicio el cargo de senador por derecho propio, lo desempeñó desde la legislatura 1898-1899 hasta la de 1907-1908, en que se produjo su fallecimiento, mostrando la Cámara su gran pesar con emotivas palabras que figuran en el Diario de Sesiones de 18 de diciembre de 1907, dirigidas por políticos de todas las filas, desde el propio presidente, hasta Martínez del Campo, Navarro Reverter, Ugarte y Pagés y Rodrigáñez, coincidiendo todos ellos en la triste pérdida de tan brillante e ilustre compañero. Durante su etapa de senador, perteneció a múltiples comisiones parlamentarias, presidiendo la mayoría de ellas: de Incorporación del Municipio del Valle a Esteríbar (Navarra), de cesión de las islas Carolinas, Palaos y Marianas, fijando reglas para el abono del tiempo de prisión preventiva en el cumplimiento de condena, de revisión de sentencias, de carretera de Almedinilla (Córdoba) a la estación de Alcaudete y otras, demostrando en todas ellas y en sus discursos su gran experiencia jurídica y parlamentaria.
Ocupó también los cargos de vocal y presidente de la Comisión General de Codificación, director de la Escuela Superior Diplomática, vocal de la Junta de Gobierno del Colegio de Abogados de Madrid y administrador de la Compañía de Caminos de Hierro del Norte.
Domiciliado en la calle Serrano, n.º 19, de Madrid, había contraído matrimonio con Juana Echenique y Lezama, de cuya descendencia merecen destacarse sus hijos Juan, abogado del Estado, académico profesor de la Real de Jurisprudencia y Legislación, quien siguió sus pasos en política en las filas del Partido Conservador representando a la provincia de Córdoba en el Congreso en las elecciones de 1899, 1901, 1905, 1907 y 1910, y Emilio, también abogado, que elegiría la Magistratura y que, como juez de Belmonte, se vio inmerso en el famoso caso del “crimen de Cuenca”.
Nada mejor que las palabras de su sucesor en la presidencia del Tribunal Supremo, Martínez del Campo, pronunciadas en el Senado con motivo de su fallecimiento, para glosar tan insigne figura: “El Sr. Isasa era hombre de amplísima cultura, de variedad, de talento; era un hombre, repito, de una laboriosidad incansable y digna de imitación. En los puestos que ocupó en la Administración General del Estado, en la gobernación parcial también del mismo, en la dirección de nuestro primer establecimiento de crédito, en el foro, en la Comisión de Códigos, en el Parlamento, en la Fiscalía del Tribunal Supremo y en la presidencia de este altísimo Tribunal, Isasa desplegó grandes condiciones de rectitud, de serenidad, de energía y de todas las que hacen a un hombre verdaderamente viril, y por eso su memoria no es posible que pase inadvertida para los que quieran conocer la historia de los hombres que en nuestro país se han distinguido”.
Obras de ~: con G. Azcárate, M. Durán y Bas y M. Pedregal y Ceñedo, Dictamen emitido por los Sres. D. Santos Isasa, D. Gumersindo Azcárate, D. Manuel Durán y Bas y D. Manuel Pedregal y Ceñedo, evacuando la consulta formulada por el Excmo. Sr. D. Manuel Domingo Larios, marqués de Larios, sobre los efectos del nombramiento de cudor ejemplar dado a D. Martín Larios, validez de las actuaciones practicadas a instancia de la Excma. Señora Marquesa Viuda de Larios, estado de demencia de D. Martín y procedencia o improcedencia de los incidentes promovidos por éste y por Dña. María del Pilar León, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1888; Discurso leído por el Excmo. Sr. D. Santos Isasa y Valseca [...] en la solemne apertura de los tribunales celebrada en 15 de septiembre de 1896 [Tema: Reformas necesarias en el procedimiento criminal], Madrid, Est. Tipográfico Fontanet, 1896; Discurso leído por el Excmo. Sr. D. Santos Isasa y Valseca [...] en la solemne apertura de los tribunales celebrada en 15 de septiembre de 1897 [Tema: Reformas necesarias en la Ley de Enjuiciamiento Civil], Madrid, Est. Tipográfico Fontanet, 1897.
Bibl.: Archivo del Senado, exps. personales, HIS-0231-06; Archivo General de la Administración, Clases Pasivas, 0/12/27596/5.
A. Ossorio, Diccionario político español: histórico y biográfico (desde Carlos IV hasta 1936), Buenos Aires, Editorial Mundo Atlántico, 1945, pág. 437; G. Bleiberg (dir.), Diccionario de Historia de España, vol. II, Madrid, Alianza Editorial, 1979, pág. 510; F. Ruiz Cortés y F. Sánchez Cobos, Diccionario biográfico de personajes históricos del siglo xix español, Madrid, Rubiños-1860, 1998, pág. 220; J. M. Cuenca Toribio y S. Miranda García, El poder y sus hombres. ¿Por quiénes hemos sido gobernados los españoles? (1705-1998), Madrid, Actas, 1998, págs. 598-601.
María de los Ángeles Valle de Juan