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Nicolás Perrenot de Granvela

Biografía

Perrenot de Granvela, Nicolás. Señor de Granvela, en el Franco Condado. Ornans (Franco Condado), 1484 – Augsburgo (Alemania), 27.VIII.1550. Consejero de Estado en los Países Bajos y embajador de Carlos V.

Nacido en el seno de una familia burguesa del Franco Condado, Nicolás Perrenot estudió Derecho en la Universidad de Dôle, una de las más importantes ciudades del condado de Borgoña. Allí tuvo como profesor a Mercurino de Gattinara, sentando las bases de una futura amistad y relación que sería muy provechosa para Nicolás en el futuro. Acabados sus estudios universitarios con el doctorado en Derecho, ejerció como abogado en la bailía de Ornans, y contrajo matrimonio en 1513 con Nicole Bonvalot, hija de una de las familias de comerciantes más consideradas de la capital del Franco Condado, Bensançon. Fruto de este matrimonio, nacieron quince hijos, entre los que destacó Antonio Perrenot, cardenal Granvela. El ventajoso matrimonio con Nicole Bonvalot, su oficio de abogado y su afable carácter le pusieron en contacto con las clases dirigentes de Dôle, abriéndole de esta forma las puertas a una brillante carrera política. Así, Guillermo de Vergy, mariscal y gobernador del Franco Condado le nombró consejero en el parlamento de Dôle (12 de diciembre de 1518). Al año siguiente (18 de septiembre de 1519) le fue concedido el título por la gobernadora y regente de los Países Bajos Margarita de Austria de maistre des requestes (relator) y consejero en el Consejo de Estado de los Países Bajos. La valía política de Nicolás Perrenot fue probada cuando la propia Margarita de Austria le escogió para negociar un tratado de perpetua neutralidad entre las dos Borgoñas (la parte francesa y el Franco Condado).

En 1521, entraba en el Consejo privado de la gobernadora, representándola en las negociaciones de paz que se estaban llevando a cabo en el verano de ese mismo año en Calais entre los delegados de Carlos V y de Francisco I a petición de Enrique VIII. Allí se encontró con su antiguo maestro de la Universidad de Dôle, el flamante gran canciller imperial y cardenal de la Iglesia Mercurino Arborio de Gattinara, que encabezaba la delegación de Carlos V. A pesar de la actuación del representante de Enrique VIII, cardenal Wolsey, no se consiguió el resultado esperado y los tambores de guerra recorrieron de nuevo Europa. En el plano personal, para el joven consejero de Margarita de Austria fue positiva la reunión de Calais, pues supuso un reforzamiento de sus antiguas relaciones con Gattinara.

Pero más que Gattinara, fue Margarita de Austria la que le acercó al círculo imperial. A la muerte del consejero de Borgoña Sucquet de Salins (1524), Margarita recomendó a su sobrino que fuese sustituido por Nicolás Perrenot; Carlos V aceptó la petición de su tía. Al año siguiente se produjo su entrada en la Corte imperial cuando Margarita le envió a España como su delegado especial para que asistiera a las conversaciones de paz que se estaban llevando a cabo en Madrid tras la derrota y prisión de Francisco I en Pavía.

Firmado el tratado de paz (14 de enero de 1526) y liberado Francisco I, fue enviado a la Corte francesa junto con Laurent de Gorrevod y el príncipe de Orange para exigir el cumplimiento de las cláusulas del tratado, esto es, la devolución del antiguo ducado de Borgoña al Emperador. Francisco I no tenía intención de cumplir su promesa, alegando que lo firmado en Madrid debía ser considerado nulo a causa de su prisión; mientras tanto, el rey de Francia negociaba en Cognac con representantes del papa Clemente VII, del duque de Milán, de Florencia y de Venecia la formación de una nueva Liga (la Liga Clementina) contra Carlos V, materializándose en mayo de 1526. A las reuniones de Cognac acudió una delegación imperial formada por el virrey de Nápoles Carlos de Lannoy, Louis de Praet y Nicolás Perrenot.

Tras el Sacco di Roma (6 de mayo de 1527), Francia e Inglaterra declararon la guerra a Carlos V por medio de heraldos (22 de enero de 1528) que fueron enviados a Burgos, lugar donde en esos momentos residía la Corte imperial. Perrenot —que en julio de 1527 había adquirido el señorío de Granvelle (castellanizado a Granvela), título por el que será identificado a partir de entonces— fue encarcelado por Francisco I como represalia por una medida similar llevada a cabo por el Emperador contra los diplomáticos franceses, saliendo de prisión y retornando a la Corte imperial que en esos momentos se encontraba en España. Los servicios prestados por Granvela en Francia no cayeron en saco roto. Cuando el secretario Lallemand fue condenado a la pérdida perpetua de su oficio, de la cuarta parte de sus bienes y destierro de la Corte, su lugar fue ocupado por Granvela, pero no con el título de secretario, aunque a lo largo de su vida pública actuó como si lo fuese, sino como consejero de Estado (octubre de 1528). Su primera actuación política más destacada en su nuevo puesto fue, junto con Gattinara y de Praet, la negociación de un nuevo tratado con los representantes del papa Clemente VII, firmado en Barcelona (29 de junio de 1529). Después de este éxito diplomático acompañó a Carlos V en su viaje a Italia, que culminaría con la coronación de Bolonia (24 de febrero de 1530). Al poco tiempo era recompensado con el título de guardasellos del Imperio, Nápoles y Sicilia (4 de mayo de 1530); pero su gran salto al poder se produjo a la muerte de Gattinara (5 de junio de 1530). Carlos V no nombró un nuevo canciller, sino que, siguiendo los consejos de su antiguo confesor el cardenal Loaysa, serían Granvela y el secretario Francisco de los Cobos los encargados de llevar los asuntos que pasaban antes por las manos de Gattinara. Granvela y Cobos supieron trabajar a la perfección, reservándose este último los negocios concernientes a España y el Mediterráneo, mientras que aquél se ocupaba de los de Flandes y Alemania.

Granvela figuraba en el séquito de Carlos V cuando éste se reunía con sus hermanos Fernando y María en Innsbruck, vistas previas a la celebración de la Dieta de Augsburgo (1530), en la que participó en los debates recomendando a los príncipes alemanes protestantes que permanecieran fieles a la Iglesia hasta que se convocase el deseado Concilio. Después de la Dieta de Augsburgo, Granvela siguió al Emperador en todos sus viajes, acompañándole en la expedición a Túnez, que había desaprobado (1535). Conquistada Túnez y expulsado Barbarroja, Granvela y Cobos fueron los encargados de redactar el tratado de alianza entre el Emperador y el repuesto rey Muley-Hassan (6 de agosto de 1535). Finalizada la campaña tunecina, surgió un nuevo conflicto con Francisco I: la muerte del duque de Milán Francisco Sforza (1 de noviembre de 1535). Granvela aconsejó al Emperador que se diese el ducado al tercero de los hijos del rey de Francia, el duque de Angulema, no a su primogénito, el duque de Orleans. Cobos y Granvela, que no querían el inicio de una nueva guerra, fueron los encargados de negociar con el embajador francés Velly las propuestas del Emperador (1536). Poco después, fue testigo del famoso discurso de Carlos V ante el papa Pablo III, el colegio cardenalicio y los embajadores acreditados en Roma (17 de abril de 1536).

Francisco I invadió Saboya e inició de nuevo las hostilidades contra el Emperador. Carlos V contraatacó en Provenza, desarrollándose una desgraciada y terrible campaña de desgaste en perjuicio de las tropas imperiales. Llegado el conflicto a un punto muerto, volvieron de nuevo al primer plano los encuentros diplomáticos gracias a la mediación del papa Pablo III. Primero en Monzón, donde Granvela y Cobos se reunieron con el señor de Velly y, más tarde, en Salses (1537). Fracasadas las negociaciones, éstas volvieron a reanudarse en Niza, con la presencia del Papa, del rey de Francia y del Emperador, firmándose una tregua por un período de diez años (18 de junio de 1538). Fue en esta reunión de alto nivel en Niza cuando Antonio Perrenot, obispo de Arrás, inició su etapa de aprendizaje político junto a su padre. Después de Niza, Granvela fue enviado a París para preparar el viaje de Carlos V por territorio francés con destino a Flandes para reprimir la rebelión de Gante (1540). Después volcó sus esfuerzos en la liquidación del cisma protestante.

Fue enviado por el Emperador a la Dieta de Worms (1540), intentando de nuevo negociar con los príncipes alemanes. Aunque Granvela y su hijo intentaron llegar a un acuerdo con los protestantes, las posturas radicales de ambos bandos hicieron fracasar la reunión, aunque logró que Felipe de Hesse y Mauricio de Sajonia permaneciesen fieles al Emperador.

Terminada la Dieta, acompañó a Carlos V en la desastrosa expedición a Argel (1541). En 1541, se reunió la Dieta en Ratisbona, esta vez en presencia del Emperador; Granvela había propuesto el nombramiento de una comisión compuesta por teólogos católicos y protestantes para alcanzar un acuerdo.

Sin embargo, enfermo durante las reuniones de la Dieta, tuvo que sustituirle su hijo el obispo de Arrás.

Los resultados de la Dieta, la llamada “declaración de Ratisbona”, fueron criticados por el Papa y por los líderes protestantes más radicales, no llegándose a su aplicación.

A finales de 1542, después de la Dieta de Ratisbona, fue nombrado embajador imperial en el Concilio de Trento, acompañándole sus hijos el obispo de Arrás y Tomás Perrenot, futuro señor de Chantonnay y embajador de Felipe II en Francia entre 1559 y 1564.

Sin embargo, debido a una enfermedad, Granvela no pudo asistir a la apertura del Concilio y tuvo que ser el obispo de Arrás quien pronunció el discurso de presentación a los padres conciliares (9 de enero de 1543). Días después, Granvela y su hijo Antonio partían de Trento con destino a Nuremberg, donde se iba a celebrar una nueva Dieta, cuyo objetivo principal era recabar ayuda de los príncipes alemanes contra los turcos y contra Francisco I, que de nuevo se encontraba en guerra contra Carlos V. En el verano de 1544, comenzaron unas nuevas negociaciones de paz con Francia, siendo su principal impulsor Granvela.

Éste se reunió con la duquesa d’Etampes, favorita de Francisco I, en Saint-Dizier, con el objeto de marcar las directrices de una conferencia de paz. A fines de agosto y principios de septiembre de ese año tuvieron lugar las primeras reuniones en Saint-Amand y en los alrededores de Châlons y de Vitry. Dirigiendo las negociaciones por el bando imperial se encontraba Granvela. Finalmente, se consiguió un acuerdo de paz que fue firmado en Crépy por las delegaciones francesa e imperial el 18 de septiembre. Finalizada la guerra con Francia, Granvela volvió a ocuparse del problema protestante. En marzo de 1545, junto con su hijo el obispo de Arrás y el vicecanciller Naves representaban al Emperador, enfermo de gota en Bruselas, ante la Dieta de Worms. La ruptura con los protestantes era total y Carlos V, que se había unido a las discusiones de la Dieta en mayo, no dudó en recurrir a la guerra siguiendo el parecer del duque de Alba y de otros consejeros, política a la que era contrario el propio Granvela. Después de la Dieta de Worms y de su fracaso político en Alemania, Granvela pidió permiso al Emperador para retirarse al Franco Condado durante un tiempo. Sin embargo, Carlos V le volvió rápidamente a llamar a su servicio, reuniéndose con él en Bruselas (14 de octubre de 1545) y le envió a Brujas para negociar un tratado de paz entre Francia e Inglaterra, que fue firmado en Ardres (6-7 de junio de 1546), aunque Granvela no estuvo en ese acto, pues desde marzo formaba parte del séquito que acompañaba a Carlos V en su viaje a Ratisbona, lugar donde se celebraba una nueva Dieta (5 de junio- 24 de julio de 1546). Granvela y su hijo Antonio fueron los encargados de realizar todo tipo de gestiones diplomáticas para conseguir aliados entre los príncipes y las ciudades libres alemanas, logrando de esta forma controlar el Emperador gran parte del territorio alemán. A pesar de estos importantes logros, padre e hijo fueron acusados por los delegados del papa Pablo III de corrupción ante Carlos V. Despechado por esta acusación se retiró al Franco Condado alegando motivos de salud y de edad (6 de febrero de 1547). Después de la victoria de Mühlberg (24 de abril de 1547), Granvela volvía de nuevo al servicio del Emperador y se le encargó que formase parte de la comisión imperial que discutía con los delegados del Papa sobre la restitución de Piacenza a los Farnesio.

Granvela no se mostraba partidario de devolver la plaza y las negociaciones se interrumpieron a la muerte de Pablo III (1549). Asimismo, fue testigo de las reuniones de la Dieta de Augsburgo (1547- 1548), siendo él y su hijo considerados como los inspiradores del famoso “Interim”, que intentaba lograr una base de acuerdo para acabar de una vez con las diferencias entre católicos y protestantes. Cansado y enfermo, Granvela decidió volver a sus estados en el Franco Condado en 1549; sin embargo, Carlos V convocó una nueva Dieta en Augsburgo y ordenó a su viejo y fiel ministro que acudiese a su lado. Granvela emprendió el camino, pero poco pudo ayudar a su señor, pues el 27 de agosto de 1550 falleció en la ciudad alemana.

 

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Francisco Javier Díaz González

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