Foncq, Jean. Fonchius, Funquio, Junglo, Funglo. Utrecht (Países Bajos), p. t. s. xvi – Monzón (Huesca), 10.X.1585. Consejero y guardasellos del Rey, obispo de Gante, consejero del Consejo Privado de Flandes, preboste, abad secular y canónigo.
Desde muy joven recibió una esmerada educación hasta conseguir el grado de doctor en Derecho, decidiendo en ese momento dedicarse a la vida religiosa.
Su primer destino fue Roma, donde estuvo durante quince años sirviendo como revisseur des suppliques de justice. Allí conoció al cardenal Granvela con el que entabló una buena relación, convirtiéndose desde ese momento en su hechura, lo que supuso un importante impulso a su carrera.
Gracias a ello, en 1569 retornó a los Países Bajos, donde le esperaba un puesto de consejero en el Consejo Privado, del que tomaría posesión en 1570. De igual manera, fue nombrado preboste de su ciudad natal por la renuncia de Morillon, que era uno de los principales corresponsales del cardenal Granvela en Flandes. Su relación con el gobernador, el duque de Alba, también fue muy buena gracias a las recomendaciones del cardenal. Nada más llegar a los Países Bajos, el gobernador le encargó que acudiera con Chiappin Vitelli a Inglaterra para ayudar a éste en la misión que se le había encomendado para suavizar tensiones con Isabel I. Poco después, en 1571, se llegó a especular con que Foncq iba a ser elegido nuevo embajador de Felipe II en Inglaterra, pero quizás este rumor fue fruto únicamente de los deseos del duque de Alba, que quería desprenderse del molesto inconveniente que significaba la presencia de Guerau de Spes en las islas británicas para tener una buena relación con Inglaterra. Por el contrario, la relación de Foncq con Viglius y sus hechuras, tanto en Bruselas como en Madrid, no fue tan fluida, lo que le causó dificultades en el Consejo Privado, sobre todo, en la aplicación de los decretos de Trento y otras cuestiones religiosas.
Una vez que el duque de Alba abandonó los Países Bajos, Foncq continuó sirviendo en su puesto de consejero del Consejo Privado durante los gobiernos de Requesens y Juan de Austria. Sus filiaciones políticas le impidieron ascender más en la Administración pese a permanecer leal en todo momento a Felipe II, aunque sí consiguió nuevas mercedes en el ámbito eclesiástico, como ser nombrado preboste y canónigo en diversas iglesias colegiales, Nôtre-Dame de Utrecht, Saint Severin y Nôtre Dame ad gradus en Colonia, o los nombramientos como abad secular de Nôtre- Dame de Namur y canónigo de Namur, de Tournay y de Saint Lambert en Lieja. Foncq fue uno de los consejeros retenidos cuando, el 4 de septiembre de 1576, se mandó detener a los miembros de los consejos colaterales ante el retraso en la llegada de Juan de Austria a Flandes y el fracaso de la misión que había llevado a Havré a Madrid para exponer los puntos de vista del Consejo de Estado. A las ocho de la noche fueron liberados todos los componentes del Consejo Privado menos Boisschot, Foncq y Louis del Río debido a sus afinidades políticas, y no se permitió al prelado salir de la cárcel hasta finales de mes. Ya en libertad, Foncq se puso al lado de Juan de Austria y le acompañó durante todo su desafortunado recorrido por los Países Bajos, siendo uno de los únicos cinco consejeros de los colaterales que entró en Namur con el hermano de Felipe II. Esa fidelidad al Rey, así como su amistad con Granvela y sus ideas políticas, le valieron para conseguir en 1579 el oficio más importante que desempeñó durante su vida, el de conseiller et garde des sceaux auprès du Roy.
Tras el fallecimiento en diciembre de 1576 de Joachim Hopperus, el puesto había quedado vacante y su vacío lo había venido ocupando el secretario Dennetières, que se encargaba de la correspondencia y de despachar los asuntos con el Monarca. El propio secretario, así como Louis del Río, propuesto por Juan de Austria, habían optado a tan importante puesto, pero la vacante no se cubrió hasta la caída en desgracia del grupo cortesano “papista”, comandado por Antonio Pérez, en 1579. En ese momento, el cardenal Granvela fue llamado a Madrid y, nada más llegar, intentó reactivar el ministerio colateral.
Por supuesto, patrocinó el nombramiento de dos personajes afines a él para, de esta manera, afianzar su posición respecto a los asuntos de Flandes. El 24 de marzo de 1580 se nombró a Jean Foncq nuevo guardasellos y el 20 de agosto se concedió a Alonso de Laloo el oficio de secretario. El primero era cliente de Granvela y el segundo, tras haber sido secretario del rebelde conde de Horn, adoptó una posición de apoyo inquebrantable al Rey y gozó de la confianza del cardenal. Ambos partieron con Felipe II a Portugal, y permanecieron junto con el Rey, durante los tres años que duró su estancia en el país vecino. De esta manera, Granvela recibió información de primera mano sobre las decisiones tocantes a los Países Bajos, y Foncq pudo disfrutar de nuevas prebendas, como el oficio de chanciller de la Orden del Toisón de Oro en 1581.
Con la vuelta de la Corte a Madrid, se empezó a barruntar una reforma en el manejo de los asuntos de Flandes, al amparo de las que se venían produciendo en el resto de la Monarquía. La avanzada edad y escasa salud del guardasellos hacía inviable cualquier intento de reforma mientras él permaneciera en el puesto. Por ello, se buscó darle una salida honrosa y acorde a sus años de servicio y se pensó que la mejor opción sería concederle un obispado en su tierra natal. El primer puesto que se barajó fue el de obispo de Amberes, a lo que se opuso firmemente Alejandro Farnesio por ser “demasiado político moderno y haberse acercado mucho a los rebeldes”. En el fondo subyacían las diferencias ideológicas entre ambos personajes. Finalmente, a principios de 1585, se decidió concederle la silla episcopal de Gante, nombramiento sobre el que Foncq quiso meditar antes de aceptarlo. En el ínterin entre la proposición y su respuesta, Felipe II decidió llevar a cabo la jornada para reunir Cortes de Aragón en la ciudad de Monzón y el prelado se encaminó junto al resto del séquito real hacia dicha ciudad. Allí dio una contestación afirmativa, pero las difíciles condiciones de higiene y la peste que asoló la ciudad durante la estancia del Rey acabaron con la vida de muchos cortesanos, entre ellos con la de Jean Foncq.
Su fallecimiento, así como el de su gran protector, el cardenal Granvela, al año siguiente, aceleraron las reformas sobre cómo llevar los asuntos de los Países Bajos, y los consejeros más cercanos al Rey decidieron que se hiciera efectivo el paso del llamado ministerio colateral al futuro Real y Supremo Consejo de Flandes y Borgoña, cuyas ordenanzas datan del 1 de enero de 1588. Un nuevo rumbo se abría en el manejo de los asuntos de Flandes.
Fuentes y bibl.: Archivo General de Simancas, Estado, leg. 589, fol. 101; Instituto Valencia de Don Juan (Madrid), envío 55, fol. 1.
E. Poullet y Ch. Piot (dirs.), Correspondance du Cardinal de Granvelle, 1565-1586, vol. I, Bruxelles, F. Hayez, 1877- 1896, pág. 163, nota 1; J. M. Rabasco Valdés, “Una etapa del Consejo de Flandes y de Borgoña: Del Ministerio Colateral a las Ordenanzas de 1588”, en Anuario de Historia Moderna y Contemporánea de la Universidad de Granada, 6 (1979), pág. 72; J. Retamal Favereau, Diplomacia anglo-española durante la Contrarreforma, Santiago de Chile, Universidad Católica, 1981, págs. 147 y 192.
José Eloy Hortal Muñoz