Siria (o Syria), Pedro de. Valencia, s. xvi – s. xvii. Cosmógrafo, abogado.
Estudió en Valencia, su ciudad natal, y en ella alcanzó el grado de doctor en Derecho (Derecho Civil y Derecho Canónico). Fue catedrático de Jurisprudencia, durante tres años, y dejó la enseñanza para dedicarse a la abogacía privada y al estudio y la aplicación de las matemáticas y la náutica, de las que adquirió tal conocimiento, que el rey Felipe III (1578-1621) le nombró piloto mayor de los galeones de la escuadra, con un sueldo anual de 1500 pesos, pero no aceptó este cargo debido a la enfermedad y su avanzada edad. Por esto, a pesar de carecer de conocimientos marítimos prácticos, como él dijera “cuando una dificultad no consiste en ciencia, sino en experiencia, se debe creer a la experiencia antes que a una razón de cualquier hombre grave” (Piñero, 1983). En su libro La navegación propuso diferentes teorías y utilidades prácticas marineras, como la construcción de tablas de las variaciones de la aguja; la observación de las distancias lunares, respecto de las estrellas, para el cálculo de la longitud..., y atribuyó las variaciones de la brújula a que el polo magnético no coincidía con el del mundo, e ideó la colocación de éste a 4 o 5.º más bajo que aquél. También fue autor, y es sobre todo conocido, por el Arte de la verdadera navegación, en que se trata de la machina del mundo [...] (Valencia, 1602). La licencia, escrita en valenciano, está dada por el conde de Benavente, el 30 de octubre de 1602, y la aprobación lleva la fecha del 9 de octubre de 1600. El autor indica en el prólogo del mismo, que “tenía ya olvidado este libro” por haberse dedicado solamente a la Jurisprudencia, pero que lo publica a instancia de sus amigos (según apunta Picatoste).
Está dividido en treinta y ocho capítulos (según Picatoste) o dieciocho (según Piñero), en los que trata sobre la figura de los cielos, el zodiaco, los signos y el orbe de los “sietes planetas”, los elementos y la descripción de la tierra, así como estudia los mares y las señales para predecir las tempestades en alta mar, con una tabla de las mareas y otra perpetua de las conjunciones, y sobre los vientos y los rumbos. Y, dedica un apartado especial sobre la aguja, en el que discute todas las opiniones habidas hasta ese momento sobre el tema, rechazando la idea imperante en la época que hablaba de la existencia de una “gran mina de imán” cerca de los polos, y los que negaban la variación, porque no encontraba en la “metafísica científica” razón suficiente para que existiera. Asimismo, trata sobre las cartas, prefiriendo la construcción circular a todas las demás formas, y da instrucciones para su elaboración, pudiéndose reducir y aumentar, para corregir las antiguas. Y, en cuanto a la navegación exclusivamente, construye muchas tablas que sirven para conocer la “declinación” de las naves, grado a grado, en dirección Este a Oeste, y de esta forma se puede apreciar las leguas que hay en cada rumbo y el cambio de meridiano habido por cada grado de declinación, e incluso calcula la declinación del sol día por día, con multitud de reglas relativas a todos los problemas aludidos.
Este libro, en general, presenta algunos rasgos peculiares que le son característicos, como son, que al referirse a la geografía, denomina a América como “Colonia” en honor al descubrimiento colombino. Y, de igual forma que hace en su primer libro La navegación al tratar de describir el tiempo y mencionar la tabla de las mareas, sigue la observación de conjunciones y oposiciones de las estrellas, Luna y planetas, y en la que supone la existencia de un polo magnético distinto de los polos de la tierra y del cielo, así como en la exposición de las cartas, incluye muchas tablas de distancias en diversas latitudes, y discute la proyección de una cata en la que pueda seguirse una trayectoria cortando las longitudes en ángulos iguales.
Obras de ~: Arte de la verdadera navegación, en que se trata de la machina del mundo, es a saber: cielos y elementos; de las mareas y señales de tempestad; del aguja de marear; del modo de hacer cartas de navegar; del uso de ellas; de la declinación y rodeo que conmúnmente hazen los pilotos; del modo verdadero de navegar por círculo menor, por línea recta sin declinación ni rodeo; el modo cómo se sabrá el camino e leguas que ha navegado el pilóto por cualquier rumbo, y últimamente le saber tomar la altura de polo, compuesto por ~, natural de la ciudad de Valencia y letrado en dicha ciudad, Valencia, J. Crisóstomo Garriz, 1602.
Bibl.: J. M.ª López Piñero, Th. F. Glick, V. Navarro Brotóns y E. Portela Marco, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, t. 2, Barcelona, Ediciones Península, 1983; F. Picatoste y Rodríguez, Apuntes para una biblioteca científica española del siglo xvi, Madrid, Ollero & Ramos Editores, 1999.
Miguel Héctor Fernández-Carrión