Domínguez y Ocampo, Francisco. Biana (Portugal), p. m. s. XVI – Taxco (México), 8.I.1601. Geógrafo, cosmógrafo.
Pasó a Nueva España como cosmógrafo real en la primera expedición científica que Felipe II envió y encomendó al botánico Francisco Hernández en 1570 y que llegó a tierras mexicanas en marzo de 1571.
Durante los seis años que duró esta empresa participó como cosmógrafo y geógrafo en las tareas de observación y reconocimiento de parte del territorio novohispano.
Trabajó en el levantamiento de “las longitudes y latitudes de las provincias más principales de esta Nueva España” y para 1574 había señalado las alturas de veintidós provincias. La extensión del territorio y el trabajo que implicaba su reconocimiento hizo pensar a Hernández que el cosmógrafo debía permanecer en el reino para terminar su tarea, una vez que él hubiera regresado. Así fue y durante los siguientes años, hasta el de su fallecimiento, se dedicó a las actividades de geografía, astronomía y cosmografía. Realizó las primeras tablas geográficas del territorio novohispano y “descripciones de sitios, calidades y disposiciones de las provincias recién descubiertas”, sin duda las septentrionales de Nueva España.
Como cosmógrafo real, además de sus actividades científicas, tuvo a su cargo supervisar la elaboración de los instrumentos geográficos, cartas, ballestillas, agujas, relojes, regimientos, que se proporcionaba a los pilotos para sus navegaciones. Él participó directamente en la elaboración de estos utensilios al no contar con técnicos especializados y debió de haber colaborado a instruir a los primeros; los instrumentos náuticos los entregó a los pilotos de las carreras de Perú y Filipinas. Participó en actividades hidráulicas vinculadas con el desagüe de Ciudad de México y más tarde en trabajos de beneficio de metales.
Su obra fundamental destaca por la realización de observaciones astronómicas de los eclipses lunares, con cuyos resultados pudo determinar parámetros de ubicación geográfica de las ciudades y villas. Observó los eclipses lunares de 1577 y 1578 que permitieron fijar la latitud de Puebla, Veracruz y poblaciones menores.
Durante 1584 fue uno de los tres partícipes en la primera observación astronómica que se documentó en Nueva España, la que realizó, por encargo de Felipe II, el cosmógrafo Jayme Juan. El resultado de este trabajo científico fue la determinación de la latitud de Ciudad de México en grados y en horas.
Fue la primera de que la que se tiene noticia y en ella, Domínguez tuvo a su cargo la descripción del modelo y la copia del instrumento con el cual se observó el acontecimiento lunar que tuvo lugar el 17 de noviembre de 1584. Jayme Juan, Domínguez y el armero real Cristóbal Gudiel elaboraron, regularon y situaron, en la azotea de las “casas reales” de la ciudad de México, el plano y el instrumento para la observación astronómica.
No dejó obra escrita, tan sólo dos dibujos y su explicación que quedaron insertos en el documento sobre la observación del eclipse de luna que escribió Jayme Juan.
Bibl.: J. L. Benítez Miura, “El Dr. Francisco Hernández, Cartas Inéditas”, en Anuario de Estudios Americanos, t. VII (1950), págs. 367-409; G. Somolinos d’Ardois, “Vida y obra de Francisco Hernández”, en Obras Completas de Francisco Hernández, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1960; M. L. Rodríguez-Sala, Una Misión Científica de Felipe II: El eclipse de Luna del 17 de noviembre de 1584, Huelva, Universidad, Universidad Nacional Autónoma de México y Academia Mexicana de las Ciencias, 1998.
María Luisa Rodríguez-Sala
