Cañete, Manuel. Sevilla, 6.VIII.1822 – Madrid, 4.XI.1891. Periodista, crítico, historiador, dramaturgo y poeta.
Su biógrafo D. A. Randolph (1972) ha establecido los datos de su filiación hasta entonces confusos. Hijo de Francisca Cañete, hermana de la actriz María Cañete, y de Antonio de Rueda Quintanilla, marqués de Saltillo, que se negó a reconocerlo. Abandonado de niño por la madre, quedó al cuidado de una amiga. La tía lo relacionó pronto con el teatro. El padre lo ayudó en ocasiones económicamente y le facilitó contactos con la nobleza. No hizo estudios académicos. Se formó con lecturas y consejos de maestros y amigos: Alberto Lista en Cádiz (1839-1840) le aconsejó no imitar a Zorrilla; José Fernández Guerra en Granada (1840-1843) forjó su pensamiento histórico-crítico y le facilitó el uso de su biblioteca privada. Cañete aprendió de él la admiración por la España áurea. Trabajó (1836) como apuntador del Teatro Principal de Sevilla y colaboró en periódicos locales: La Platea, El Paraíso, El Boletín de Teatros. Hizo un viaje por Extremadura en 1838, al parecer con una compañía de teatro. Conoció en 1839 a Gertrudis Gómez de Avellaneda a la que dio el nombre de La Peregrina. Más tarde, en Madrid, no mantuvo siempre una relación cordial con ella. En Cádiz (1839) fue redactor de La Aureola; en Granada (1840), codirector de Declamación en el Liceo Artístico con el actor José Valero y colaborador de La Alhambra y El Genil. Entabló amistad con M. Tamayo y Baus, J. Valera y M. Fernández y González. Estrenó Lo que alcanza una pasión (1841) y publicó Poesías (1843).
Tras un viaje por Aragón y Navarra, se estableció en Madrid en 1844. Estrenó doce dramas. Destaca El duque de Alba (1845), centrado en una intriga menor, pero donde reivindica al personaje y Felipe II. El jesuita (1846) dio lugar a una polémica en la que se trató de desprestigiarlo. Colaboró en El Fénix de Valencia, El Laberinto, Revista Literaria de El Español, Revista de Europa y El Faro. Dejó en estas revistas datos y juicios sobre figuras y obras del momento: Zorrilla, el duque de Rivas, las Doloras de Campoamor, Tamayo y Baus, Rodríguez Rubí, Ventura de la Vega, Bretón de los Herreros. En otro terreno, en 1848 defendió la autenticidad del Buscapié como obra de Cervantes siguiendo la tesis de Adolfo de Castro, a quien luego atacó en 1867 por su actitud ante los protestantes. Fue nombrado crítico de El Heraldo (1848-1854) por su fundador, el conde de San Luis, quien además lo hizo su secretario en el Ministerio de la Gobernación. Sus escritos, sobre todo, las reseñas de estrenos, le ocasionaron polémicas, entre otros, con el actor Romea, con Zorrilla, con Rodríguez Rubí. Con éste, tras ciertos enfrentamientos en los periódicos, en 1849 se batió en duelo a pistola del que los dos salieron ilesos. También padeció ataques de otros periódicos, como El Clamor Público de F. Corradi. Ayudó a promocionarse a jóvenes como J. Selgas, A. Arnao y A. López de Ayala. Para La Primavera (1850) del primero, escribió un prólogo, augurando el nacimiento de una nueva poesía. Participaba en la vida social y cultural de Madrid: recitales en el Liceo, donde también actuaba como actor en representaciones dramáticas, conferencias en El Ateneo, fiestas de rango... Colaboró con Tamayo y Baus en dos loas (1852) y con él y Luis Fernández-Guerra en una comedia. La caída de su protector, el 17 de junio de 1854, provocó la suya.
Tras una breve estancia en la casona santanderina de unos amigos, se dirigió a Sevilla (1855) donde fundó la Revista de Ciencias, Literatura y Artes. Su artículo sobre Góngora (1855) se considera antecesor de la reivindicación moderna del poeta cordobés. Conoció en Sanlúcar a Cecilia Böhl de Faber con la que mantuvo gran amistad, en realidad amor por parte de ella; pero, frente a ella, no aceptó la teoría romántica del pueblo como origen de la poesía popular (Palau, 1866). En 1856 volvió a Madrid, donde obtuvo un cargo en el Ministerio de Fomento y colaboró en revistas y periódicos: El Parlamento, La Gaceta de Madrid, de la que fue director, La América, Ilustración Española y Americana, La Época, La Academia, Revista de Madrid. Como crítico teatral, documentó muchos estrenos, entre ellos, los de José Echegaray. Al diario cubano Diario de la Marina envió numerosas cartas con diversos temas, entre ellos, una condena del krausismo. Ingresó en la Real Academia Española (1857), de la que fue censor; su discurso en ella (28 de septiembre de 1862) acerca del teatro religioso español, afirmando la importancia del cristianismo, fue contestado por Juan Valera. Sostuvo también luego opinión opuesta a éste sobre el significado del Don Álvaro y El desengaño en un sueño del duque de Rivas. Apoyó el ingreso de Menéndez Pelayo en esa Academia y se opuso al de Pérez Galdós por considerarlo poco moral. Publicó Poesías (1859) que incluyen la mejor: “El árbol seco”. Quedó cesante en 1868. En 1875 fue nombrado preceptor de la infanta María Isabel e ingresó en 1880 en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Director de la Sociedad de Autores Dramáticos (1880), recibió la Gran Cruz de Isabel la Católica en 1883. El 2 de marzo de 1883 fue elegido para la Real Academia de la Historia, pero no tomó posesión. Representando a la Academia Española, se halló en la inauguración de la Biblioteca-Museo (1884) de Víctor Balaguer. Murió el 4 de noviembre de 1891. Sus papeles, comprados por Cotarelo y Mori, fueron donados por éste a Menéndez Pelayo en cuya biblioteca santanderina se conservan, entre ellos, un diario; dos comedias de 1838, La juglar y Miguel Ángel; un drama de 1847, El Conde Diego Porcellos, y numerosas cartas a destinatarios como Fernán Caballero, Gómez de Avellaneda, Valera, Tamayo y Baus, duque de Rivas.
De ideas conservadoras, mantuvo con firmeza sus juicios. Randolph (1972) lo llama “cronista literario del romanticismo y del postromanticismo en España” y lo es por su documentación sobre escritores contemporáneos, extensa correspondencia con ellos, reseñas de estrenos teatrales, descripción del teatro por dentro con sus incidentes e intrigas, prólogos perspicaces. Fue asimismo historiador importante por sus estudios sobre el teatro español y escritores medievales y de los Siglos de Oro. La mayoría de sus artículos, citados por Randolph (1972), no han sido recogidos en libro ni catalogados. Parte de sus cartas han sido publicadas en revistas especializadas. Algunas de sus obras son accesibles en Internet en www.juntadeandalucia.es
Obras de ~: “Literatura”, en La Aureola, 3 de octubre de 1839, págs. 114-115; “De nuestra literatura dramática”, en La Alhambra, III (1840), págs. 40-41; Lo que alcanza una pasión, drama, estrenado el 17 de febrero de 1841; “A la luna”, paráfrasis de “Sun of the Sleepless” de Byron, en La Alhambra (1941), pág. 25; “Ensayo histórico sobre la poesía española,” en El Panorama, 1 de julio de 1841; “A Espronceda”, en El Genil, I (1842), págs. 70-72; Poesías, pról. de Juan Florán, Granada, Benavides, 1843; “Teatro del siglo xvii. Calderón”, en El Genil, I (1842), pág. 3; Un rebato en Granada, drama, Madrid, A. Yenes, 1845; El Duque de Alba, drama, Madrid, J. Repullés, 1845; “Revista teatral. El hombre de mundo”, en Revista Literaria de El Español (RLEE) (1845), págs. 11-12; “Crítica artística. Sevilla pintoresca de J. A. De los Ríos”, en RLEE, 11 (1845), pág. 12; “Exposición pública de la Academia de San Fernando,” en RLEE, 20 (1845), pág. 14; Los dos Foscaris, drama, Madrid, V. Lalama, 1846; Un jesuita, comedia, Madrid, J. Repullés, 1846; “Recuerdos de viaje”, en El Laberinto, II (1845), págs. 168, 183-186, 211-214, 227-229 y 251-253; “Crítica literaria. Estado actual de la poesía lírica en España”, en Revista de Europa, 15 de mayo de 1846, págs. 40-49 y 165-170; “Crítica literaria. Doña Blanca de Navarra de D. F. Navarro Villoslada”, en El Faro, 8 de julio de 1847; “Variedades”, El Faro, 5 de septiembre de 1847; “Crítica literaria. Borrascas del corazón de D. T. Rodríguez Rubí”, El Faro, 15 de octubre de 1847; “Juana de Arco por D. M. Tamayo y Baus”, El Faro, 31 de octubre de 1847; “Estudios sobre Lope de Vega y la observación de las unidades en la literatura dramática”, en El Fénix, Valencia, 1847; con L. Fernández-Guerra y M. Tamayo y Baus, Un juramento, drama, Madrid, V. Lalama, 1848; “Curso de literatura dramática o examen crítico del teatro español desde 1833 a 1847”, en El Faro, 1 de enero de 1848; “Rápida ojeada acerca del rumbo que ha seguido la literatura dramática española en 1847”, en La Antología Española, 3 (1848), págs. 3-7; “Buscapié de Cervantes con notas históricas y críticas de don Adolfo de Castro”, en El Faro, 2 de abril de 1848; “Crítica literaria. D. Ramón de Campoamor”, en El Faro, 6 y 15 de abril de 1848; “Crítica teatral. El hombre feliz de D. T. Rodríguez Rubí”, en El Heraldo, 28 de octubre de 1848; “Sublevación de Nápoles capitaneada por Masianello. Estudio histórico de D. Angel Saavedra”, en El Heraldo, 2 de febrero de 1849; “Certamen poético del Liceo”, en El Heraldo, 17 de febrero de 1849; “Contestación a la carta de mi excelente amigo don José Zorrilla”, en El Heraldo, 8 de marzo de 1849; “La apertura del Teatro Español”, en El Heraldo, 10 de abril de 1849; “Cuatro palabras a propósito de un artículo dirigido al crítico de El Heraldo por D. T. Rodríguez Rubí”, en El Heraldo, 16 de mayo de 1849; “Elegía”, en Corona poética dedicada a D. Alberto Lista y Aragón, Sevilla, Imprenta y Librería Española, 1850, pág. 83; “Al que leyere”, pról. a J. Selgas, La Primavera, Madrid, Operarios, 1850; “Bellas Artes. Exposición en la Academia de San Fernando”, en El Heraldo, 3 y 13 de octubre de 1850; “Himnos y quejas. Colección inédita de poesías de D. Antonio Arnau”, en El Heraldo, 30 de enero y 2 de febrero de 1851; “Poesías y Opúsculos en prosa de D. Manuel Bretón de los Herreros”, en El Heraldo, 13 de abril de 1851; “La escuela del matrimonio de D. Manuel Bretón de los Herreros”, en El Heraldo, 18 de enero de 1852; con M. Tamayo y Baus, La esperanza de la Patria. Loas, Madrid, C. González, 1852 y El don del cielo, composición alegórica y melodramática alusiva al nacimiento de la princesa de Asturias, Madrid, C. González, 1852; con M. Tamayo y Baus y L. Fernández-Guerra, El peluquero de su alteza, comedia en tres actos, Madrid, C. González, 1853; “Crítica literaria: La Ricahembra”, en Revista Española de Ambos Mundos, II (1854), pág. 212; “Del neoculteranismo en la poesía española. Zorrilla y su escuela”, “Teoría de Lessing acerca de la sensibilidad en el arte de la declamación escénica”, “Discurso leído en el Ateneo de Madrid para inaugurar el Curso de Literatura Dramática”, “Observaciones acerca de Góngora y el Culteranismo en España” y “Quevedo y Fernández Guerra”, en Revista de Ciencias, Literatura y Artes (RCLA) (Sevilla), I (1855), págs. 34-46, 65-74, 224-236, 317-342, 601-612 y 641-655, respect.; Discursos leídos ante la Real Academia Española en la recepción pública de Don Manuel Cañete. Paralelo de Garcilaso, Luis de León y Rioja-Contestación por el Señor Don Antonio María Segovia, Madrid, M. Rivadeneyra, 1858; Poesías, Madrid, Rivadeneyra, 1859; “Prólogo” a F. Caballero, Deudas pagadas, Madrid, Tello, 1860; “Prólogo” a R. Mendive, Poesías, Madrid, Rivadeneyra, 1860; “Revista teatral,” en La América, III, 24 de enero de 1860, pág. 13; “Apenas anuncia el día”, en Romancero de la Guerra de África, coleccionado por E. 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Ricardo Navas Ruiz