Hijo de José García y María Manuela Villalta, el joven José —se desconocen datos precisos sobre su educación escolar— comenzó a trabajar en la Administración en noviembre de 1815 como escribiente meritorio en el Cuerpo de Cuenta y Razón de Artillería.

A partir de 1821, figuraba como oficial 3.º, cargo que abandonó en 1824, al emigrar de España por su oposición a la política de Fernando VII. Más tarde, se implicó en la lucha por la independencia de Grecia, en la que se reconocieron sus méritos como defensor de la causa helénica, destacados por Theobald Piscatory, ministro plenipotenciario de Francia ante el Gobierno griego. Durante su exilio en Inglaterra, en 1829 contrajo matrimonio con la londinense Mariana Sully. En 1830 tomó parte en la intentona de Chapalangarra, junto con José de Espronceda, tentativa evocada por el poeta en un romance dedicado a su amigo (“alumno querido, mi dulce Villalta/[...] recuerdo los días/que juntos nos vimos/a par de cien héroes/en fuego encendidos”), cuyos méritos fueron reconocidos en un Decreto del Gobierno de la regencia de Espartero (14 de mayo de 1841). Fracasada la intentona, Villalta “fue conducido al depósito de refugiados de Bourges” (R. Marrast, ed., 1970: 168), de donde se trasladó más tarde a París. Allí pasó por una difícil situación económica y se sintió gravemente enfermo. En octubre de 1832 viajó a Suiza al recibir la invitación para dar clases de Física en la Escuela de Agricultura de Hofweyl, cargo que abandonó en 1833 para regresar a España tras la amnistía concedida por la reina María Cristina. En 1834 fue detenido, junto a Espronceda, “por sospechas de tener parte en una conspiración” (Eco del Comercio, n.º 97, 5 de agosto de 1834) y fue desterrado a Zaragoza y Sevilla. García de Villalta desarrolló, a partir de ese momento, una destacable labor periodística como redactor de El Siglo (1834) y director de El Español (1837) y de El Labriego (1840). Fundador de este último, publicó en sus páginas una biografía de Espronceda y escribió, tras la muerte del amigo, el prólogo para sus Poesías. [...]