Lucas, Juan. Botero el Viejo. ?, ú. t. s. xv – c. 1544. Arquitecto.
Las primeras referencias documentales sobre la actividad profesional de Juan Lucas Botero el Viejo figuran en los libros de fábrica de la catedral de Zaragoza, en cuya ampliación trabajaba bajo la dirección de Gabriel Gombau a finales de 1497 o comienzos de 1498, cuando se desprendió parte del segundo tramo abovedado de la antigua nave del Evangelio, que terminaría viniéndose a tierra poco tiempo después, el 7 de febrero de ese último año, arrastrando en su caída uno de los pilares sobre los que se volteaba, aquel del que arranca el coro en este mismo lado.
Botero, que estaría en condiciones de contratar proyectos a título personal al filo de 1500 —el 26 de abril de ese mismo año ajustó la reforma de las casas de Juan de Novallas en Zaragoza—, ya contaba con la suficiente solvencia profesional en agosto de 1510, cuando fue invitado a participar en la junta de maestros convocada por el arcediano Martín García y presidida por Gabriel Gombau con el objeto de dilucidar si los empujes soportados por el muro de la Epístola de la Seo zaragozana permitían horadarlo para construir el último tramo del brazo oriental del transepto, así como para discutir algunos de los problemas que planteaba el proyecto de reforma del claustro, tales como el lugar en el que se debía disponer su acceso, e incluso sus propias dimensiones. Todavía en el ámbito catedralicio, Botero trabajó junto a Pedro Monesma en la reforma del capítulo en 1512 y, un año más tarde, lo hizo en la librería junto a Juan Gombau, un maestro con el que, después de acoger como aprendiz a Miguel de Seña a mediados de febrero de 1514, contrató la finalización del abovedamiento y la ejecución de diferentes trabajos en el claustro mayor de Santa Engracia en marzo de ese mismo año, y la construcción de la librería del convento de Nuestra Señora del Carmen en septiembre de 1516.
Tras el fallecimiento de Gabriel Gombau en 1517, pasó a ocupar la “maestría” de la metropolitana, una responsabilidad que simultanearía con otros compromisos particulares y con el ejercicio puntual del cargo de maestro de ciudad. Bajo su dirección se terminó de voltear una nueva plementería bajo el abovedamiento de la capilla mayor y se decoraron los cruceros de los tramos previos a las capillas absidiales de San Pedro y San Nicolás. En 1518 se volteó un nuevo abovedamiento sobre el espacio previo a la capilla de Nuestra Señora la Blanca y se culminó la reforma de los tramos del brazo occidental del crucero, el del lado del Evangelio, que afectó tanto a su adecuación interior como a la decoración de los accesos a la catedral y a la capilla de San Miguel. Para entonces sufrió una caída “entre las puertas del coro”, que obligó al Cabildo a proporcionarle ayuda médica. Al año siguiente, tras rehacerse uno de los pilares de la zona de los pies, se inició la reforma de los abovedamientos de la nave central, que no alcanzaría más que al primer tramo, porque un virulento brote de peste lo alejó de la capital aragonesa desde el mes de junio hasta noviembre de 1519. Cuando se reanudaron los trabajos, en vez de ultimarse la adecuación de los dos primeros tramos de la nave central, los inmediatos al cimborrio, Botero el Viejo acometió el cerramiento definitivo de este último elemento. Ultimada su estructura para 1521, se rebajó la altura de aquellos dos tramos de la nave central cuya adecuación se había dejado en suspenso dos años antes sin demoler los antiguos plementos medievales, y se le encargó el ornato de los cuatro pilares de los extremos del coro. Al año siguiente, mientras Pedro Monesma trabajaba en las cubiertas del claustro, se desplazó hasta Monzalbarba (Zaragoza), desarrollando allí diferentes trabajos para el Cabildo zaragozano.
Una vez culminada la ampliación auspiciada por el arzobispo Alonso de Aragón (1475-1520), Botero el Viejo continuaría ligado a la fábrica catedralicia mediante diversos acuerdos suscritos con el Cabildo metropolitano, que le encargó junto a su hijo homónimo tanto la limpieza periódica del retablo como la instalación anual del monumento de la Semana Santa y la “empaliada” del Corpus en 1527, y la remodelación de la capilla de San Martín y Todos los Santos en 1528 y, ya en solitario, el mantenimiento de las techumbres del complejo en 1535. Además, todo indica que fue la persona designada para enlosar el edificio junto al piedrapiquero Beltrán de Anís en 1536.
El carácter puntual de todos estos compromisos le permitió mantener una intensa actividad profesional a lo largo de estos años. Por deseo del nuevo prelado zaragozano, Juan II de Aragón (1520-1530), asumió el acondicionamiento de la fortaleza de Albalate del Arzobispo (Teruel) en 1524. Al año siguiente se le documenta en Teruel, participando en la reforma de la claustra de Santa María de Mediavilla. En 1526 ya se encontraba de regreso en Zaragoza, ajustando la rehabilitación de las casas del canónigo fabriquero de la Seo, acogiendo como aprendiz por dos años y medio a Martín de Sesé, y dirigiendo los trabajos constructivos de la capilla levantada bajo la advocación de Santo Tomás de Canterbury en la iglesia parroquial de la Magdalena, cuya ejecución cedería a Jerónimo Moférriz y Pedro López. El prestigio profesional adquirido hizo que los jurados de Barbastro (Huesca), solicitasen su presencia en 1528 —por segunda vez, pues al parecer ya había acudido seis años antes— para reconocer las obras de la nueva colegial de Santa María en compañía de Luis Santa Cruz y Juan de Sariñena.
A estos compromisos les seguirían otros en el monasterio de Nuestra Señora de Altabás de Zaragoza, comenzados en 1528, a la vez que sus trabajos en la capilla de San Martín y Todos los Santos, y continuados diez años más tarde. El primer encargo obedeció a la necesidad de acondicionar diferentes dependencias de la casa, mientras que el segundo se centró en la reforma del dormitorio. Entretanto, Botero tomó como aprendiz por tres años y medio al zamorano Alonso López en 1532, y regresó a Teruel en 1536 “para concertar lo del cimborio” de Santa María, cuya construcción recaería en un desconocido Martín de Montalbán que, al parecer, ya lo tuvo ultimado en el verano de 1538.
El 8 de julio de 1539 Juan Botero, probablemente el Viejo, recibía de la parroquia de San Lorenzo de Zaragoza lo que se le adeudaba por instalar el monumento de la Cuaresma, un cometido que continuó desarrollando a lo largo de los años inmediatamente posteriores dado que se han localizado otros recibos por el mismo concepto fechados en marzo de 1540 y en abril de 1542.
En ese mismo año Juan Lucas Botero el Viejo trabajó en las casas del conde de Sástago y debió de hacerlo en las de García Barba, ya que contrató con Andrés de Abiol la entrega de dieciocho millares de rejolas en su vivienda. Asimismo, se le encomendó la supervisión de los trabajos encargados a Miguel de Seña, su antiguo pupilo, en la residencia de Pedro Pérez de Otamendi.
Al final de sus días asumió dos compromisos en los que contó con el concurso de su hijo homónimo: la elevación de cimborrio (1543-1545) de la catedral de Tarazona (Zaragoza) y la construcción (1544-1546) de la parroquial de Bárboles (Zaragoza). Es probable que su salud obligara a que el último, acordado en un primer momento con Juan Lucas Botero el Joven y suscrito luego por ambos, quedara en exclusiva en manos de su vástago. No en vano, Botero el Viejo redactó sus últimas voluntades en Tarazona el 2 de septiembre de 1544 y ya había fallecido para el 22 de junio de 1545, tal y como se desprende de un acto notarial al que su esposa acudió como viuda.
Obras de ~: Reforma de las casas de Juan de Novallas, Zaragoza, 1500; Ampliación de la catedral, Zaragoza, 1517-1522; Construcción del cimborrio de la catedral, Zaragoza, 1520-1522; Remodelación de la fortaleza, Albalate del Arzobispo (Teruel), 1524; Reforma de la claustra de Santa María de Mediavilla, Teruel, 1525; Rehabilitación de las casas del fabriquero de la Seo, Zaragoza, 1526; Construcción de la capilla de Santo Tomás de Canterbury en la iglesia parroquial de Santa María Magdalena, Zaragoza, 1526; con Botero el Joven (seud. de J. Lucas), Remodelación de la capilla de San Martín y de Todos los Santos de la catedral, Zaragoza, 1528; Obras en el monasterio de Nuestra Señora de Altabás, Zaragoza, 1528; Reforma del dormitorio del monasterio de Nuestra Señora de Altabás (desapar.), Zaragoza, 1538; con Botero el Joven (seud. de J. Lucas), Cimborrio de la catedral, Tarazona (Zaragoza), 1543-1545; con Botero el Joven (seud. de J. Lucas), Iglesia parroquial, Bárboles (Zaragoza), 1544-1545.
Fuentes y bibl.: Archivo Histórico de Protocolos Notariales de Zaragoza, Martín de la Zayda, 26 de abril de 1500, fols. 98r.-100r.; Pedro Garín, 17 de febrero de 1514, fol. 19r.; Juan Díaz de Altarriba, 8 de julio de 1539, fols. 443r.- v.; Juan Díaz de Altarriba, 30 de marzo de 1540, fol. 218v.; Juan Díaz de Altarriba, 8 de abril de 1542, s. fol.; Juan de Alfajarín, 22 de junio de 1545, fols. 409v.-411r.
C. Gómez Urdáñez, Arquitectura civil en Zaragoza, vol. II, Zaragoza, Ayuntamiento, Delegación de Acción Cultural, 1988, págs. 216-218; “Juan Lucas, alias Botero, y la arquitectura aragonesa de la primera mitad del siglo xvi”, en Artigrama (Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza), 5 (1988), págs. 27-74; J. Criado Mainar, “Juan Lucas Botero el Viejo y el cimborrio de la catedral de Tarazona”, en Tvriaso (Tarazona, Centro de Estudios Turiasonenses, Institución Fernando el Católico), XIV (1997- 1998), págs. 109-132; “La administración de la fábrica de La Seo de Zaragoza en la ampliación del arzobispo Hernando de Aragón. (1546-1550)”, en Memoria Ecclesiae (Oviedo, Asociación de Archiveros de la Iglesia en España), XVII (2000), págs. 377-398; J. Ibáñez Fernández, Arquitectura aragonesa del siglo xvi. Propuestas de renovación en tiempos de Hernando de Aragón, Zaragoza, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Institución Fernando el Católico-Diputación de Zaragoza, Instituto de Estudios Turolenses, 2005, págs. 193- 205; “Los cimborrios aragoneses del Quinientos: una revisión necesaria”, en VV. AA., Actas del X Simposio Internacional de Mudejarismo (celebrado en Teruel 14, 15 y 16 de septiembre de 2005), Teruel, Instituto de Estudios Turolenses, 2006.
Javier Ibáñez Fernández