Andino, Cristóbal de. ¿Andino (Burgos)?, c. 1490 – Burgos, 1543. Rejero, platero, arquitecto, lapidario y escultor.
Ceán le supuso hijo de Pedro de Andino, rejero, arquitecto y escultor que en 1527 labró una reja, desaparecida, para la librería de la catedral de Sevilla, pero hay que considerar que Cristóbal ya era famoso antes de 1520. Otros le han supuesto procedente de Andino (Burgos), en las merindades de Castilla, cerca de Villarcayo. Tampoco se puede descartar que naciera en Burgos, ciudad donde instaló su taller y que muy pocas veces estuvo dispuesto a abandonar.
Tampoco se tiene noticia sobre su formación, pero si su padre fue rejero habrá que suponer que se formó con él aunque pudo completarla con el maestro Hilario, autor de la barandilla de la Escalera Dorada de la catedral de Burgos, seguramente a partir de dibujos de Diego de Siloé. En su taller trabajaron numerosos oficiales de los que se conocen los nombres de Juan de Mompellier, Pedro Flamenco, que años más tarde trabajó en las rejas de la capilla y del coro de la catedral de Santiago, Pedro de Izarra, Francisco de Astudillo y Alejo de Salamanca. Andino se intituló insistentemente como platero y seguramente labró plata, tal vez vajilla civil para nobles y ricos mercaderes. Con él están relacionados los plateros Andrés Gallo a una de cuyas hijas apadrinó en mayo de 1533, Juan de Alvear, Francisco de Oñate, Juan de Horna, Juan Ortega de San Román, Diego de Mendoza, Francisco de San Román, Pedro de Villadiego y Alonso de la Hoz. Su viuda, en diciembre de 1563, muchos años después de muerto, le recuerda como “maestro de platero e regero e otras artes de canteria e xaspe”.
La reja de la capilla mayor de la catedral de Palencia, su primera obra conocida, es la obra de un maestro con experiencia anterior que lamentablemente se desconoce. Diego de Sagredo señaló que Andino fue el primero en sustituir el barrotaje torso de las rejas del Gótico por uno nuevo balaustral, inspirado en los grabados del Renacimiento que desde comienzos del siglo habían incorporado a la decoración canteros y plateros. La reja de Palencia, en la que emplea finos barrotes balaustrales de rica decoración, se contrató el 29 de enero de 1520. Con anterioridad, Francisco de Salamanca los había empleado en la reja del coro de la catedral de Sevilla, aunque nadie igualará la belleza de las columnas balaustrales de Andino que, además, pudo emplear el balaustre en rejas anteriores desconocidas o perdidas.
Al día siguiente de contratar la reja de la catedral de Palencia, Andino otorgó poder al escultor Juan de Valmaseda para que cobrara la primera paga. Al final le entregaron un total de 1.500 ducados y la reja se instaló a finales de 1524. Es una obra monumental de relativa sencillez. Se organiza en dos cuerpos, casi del mismo tamaño, separados con un friso mayor de lo habitual en las rejas tardogóticas, elemento que contribuye al empaque del cierre decorativo de la capilla.
Las tres calles se marcan con verdaderas columnas balaustrales y los espacios intermedios contienen elegantes y esbeltos barrotes balaustrales con la mazorca adornada por sobrepuestos repujados. En el remate se distribuyen, con ritmo calmo y armonía, flameros y volutas contrapuestas en torno a los escudos del deán Gonzalo de Zapata, con cuya herencia se hizo la reja, y del obispo Antonio de Rojas, que ayudó económicamente a concluirla.
La reja de la capilla del Condestable de la catedral de Burgos es de 1523 y tuvo que labrarse simultáneamente a la realización de la anterior. Esta reja, la más famosa y alabada de cuantas forjó, modifica tanto la forma de la rejas tradicionales como el sentido originario con el que surgieron. Lejos de ser un mero elemento de cierre pasa a concebirse como la portada arquitectónica que da paso a un espacio privado, la capilla de los Condestables. Más aún, recortada sobre el espacio vacío, sugiere la fachada de un templo clásico, de una capilla exenta que es a lo que sirve de entrada. En el cuerpo principal se alternan pilastras y columnas de verdadera consistencia arquitectónica y los dos cuerpos se separan con un entablamento completo de arquitrabe, friso y cornisa. Columnas revestidas de grutesco organizan las tres calles del segundo cuerpo que contiene finos barrotes balaustrales con nudo central. Sobre las columnas de follaje se superponen balaustres en el remate, de modo que se encuentran superpuestas, de abajo arriba, pilastras, columnas y balaustres. Además, en el remate se rompe con el montante tradicional y, como en portadas y retablos, se dibuja un ático delimitado con columnas balaustrales y cierre en frontón. En el interior, las armas de Velasco y de Mendoza con tenantes semidesnudos y ropaje al viento. En los extremos, volutas en ese flanquean medallones con los bustos de san Pedro y de san Pablo.
El maestro Hilario había utilizado diseños de Diego de Siloé para realizar la reja del pasamanos de la Escalera Dorada. Se desconoce si la reja de la capilla del Condestable, donde trabajaban Bigarny y Siloé, es creación propia de Andino o si hubo alguna intervención de Siloé con el que Andino parece estrechamente vinculado, pues en 1526, al contratar la reja de la capilla de la Consolación o Presentación de la catedral burgalesa, Diego de Siloé se presentó como fiador de Andino ante el canónigo Gonzalo Díez de Lerma.
Este contrato se firmó el 5 de septiembre de 1526 y para las rejas de los dos arcos que dan a la capilla se estipuló el precio de 1.300 ducados a pagar en ciertos plazos. La fama de Andino se vio reforzada al publicarse en Toledo las Medidas del romano del burgalés Diego de Sagredo que daba cuenta del taller de Andino y lo alababa como un obrador modélico del Renacimiento.
Como quiera que los pagos para la reja no eran todo lo rápidos que deseaba Andino y como el almirante de Castilla, Fadrique Enríquez, de visita en el taller, quiso quedarse con la reja que se labraba, los testamentarios del protonotario Díez de Lerma le ganaron un pleito a Andino ante la Real Chancillería de Valladolid en el que reconoció que parte de la obra, hecha con hierro anticipado por los burgaleses, la había vendido al almirante.
Las rejas de la capilla de la Presentación las tasó, en 1530, Salvador de Guadalajara, rejero del emperador Carlos V. Se componen de dos cuerpos muy elevados, algo mayor el inferior, y coronados por frisos. Finas columnas balaustrales delimitan el elegante barrotaje balaustral de las tres calles en que se subdivide el conjunto; los barrotes inferiores tienen nudo central de volutas y los superiores sólo expanden hojas, aunque las columnas balaustrales mayores se ensanchan por el centro con un nudo ajarronado. El adorno del remate se estira hasta “henchir el gran arco apuntado”, como se pedía en el condicionado del contrato. Esbeltísimos flameros y volutas en ese con ramificaciones llegan a cubrir la mayor parte del vano. El escudo de armas, que proclama la propiedad de la capilla, y los medallones entre volutas vuelven a estar presentes.
Como no podía ser de otra manera, se retorna a la reja de cierre decorativo.
La reja encargada por el almirante de Castilla y señor de Medina de Rioseco (Valladolid), debía cerrar la capilla mayor del monasterio de San Francisco de esta localidad, donde Fadrique Enríquez tenía su enterramiento, pero en 1854 se trasladó al coro de la iglesia de Santa María Mediavilla de Medina de Rioseco.
La reja, de elaboración muy delicada, se organiza mediante dos cuerpos separados por ligeros entablamentos y tres calles con el cuerpo central muy estrecho. Encima de la puerta hay una cartela con la fecha de conclusión y la firma: “A. D. MDXXXII – AB. ANDINO”. Flameros abalaustrados y medallones de virtudes entre volutas se reparten equilibradamente en el remate. Se representa la Justicia, la Caridad, la Esperanza y la Fe a los lados del escudo de armas del almirante con un mensaje humanista y cristiano evidente.
El 28 de junio de 1532, el cabildo de Palencia volvió a recurrir a los servicios de Andino al que llama “platero único de hacer rejas de hierro” y, muy satisfecho con la obra anterior, le dejan que la diseñe libremente. Sólo le indican que “sea muy perfecta y del lustre y gracia como la reja de la capilla mayor, como se espera de la gran industria del dicho Cristobal de Andino”. Para animar al artista, prometen que, si les complace la obra, pagarán la demasía en que se pueda valorar por encima de lo contratado. Puesto que cierra un espacio que guarda objetos preciosos y sagrados le sugerían que “sea espesa y recia en los remates y tan cerrada que no pueda caber ni entrar ninguno por ella”. Andino preparó una reja adaptada al pequeño espacio pero que, sin embargo, resulta graciosa y esbelta. Se organiza en las habituales tres calles de barrotaje balaustral separadas por pilastras esbeltas con capiteles compuestos de libre factura. Un nudo de volutas, hacia la mitad de la altura del cuerpo principal, ayuda a un mejor reparto de proporciones, pues sobre este cuerpo único vuela una pequeña banda de barrotes chicos a modo de friso. El adorno del remate atiende a lo capitulado y puede resultar un poco abigarrado en el intento de cubrir todo el espacio. Está formado por flameros, candeleros y tondos sobre peanas con los bustos de san Pedro y san Pablo que flanquean un medallón mayor que representa a san Antolín repujado con extremada finura.
En la catedral de Burgos se conserva un grandioso cirio pascual de pie triangular y cuerpo balaustral, semejante a los soportes que vio Sagredo en el taller de Andino. Ha de ser obra suya realizada hacia 1525.
Para los oficios de tinieblas que se celebraban el Jueves y Viernes Santo se transforma en tenebrario al superponerle quince velas dispuestas en triángulo según lo preceptuado para estas piezas en el dramático oficio de Semana Santa.
De su taller pudo salir la reja que cierra la capilla de la Concepción del monasterio de Santa Clara en Medina de Pomar, fundación de los Condestables. Es más sencilla que las rejas conocidas de Andino y carece de la laboriosa finura de las rejas anteriores, como si fuera obra de taller. Se compone de dos cuerpos separados por entablamentos y sin relieves en el friso. Remata con escudos entre pequeños flameros con forma de columna y una gran láurea con cimera y lambrequines que contiene las armas de Velasco. Lleva la fecha de 1545, dos años posterior al fallecimiento de Andino, pero indica la fecha de la policromía.
Andino participó en el concurso para la realización de las rejas de la capilla mayor y del coro en la catedral de Toledo, entre 1540 y 1541, que se comisionaron a Francisco de Villalpando y Domingo de Céspedes, pues las muestras que presentó Andino fueron tasadas por dos plateros en un valor menor que las de los otros maestros.
Sin embargo, sus consejos y diseños no cayeron en saco roto. Andino, que había contribuido decisivamente a la modificación de la técnica y la forma tradicional de las rejas, proponía en la sede metropolitana, único cliente que lo podía asumir, un nuevo cambio trascendental: abandonar el hierro por el bronce. Un material tan distintivo del Renacimiento como es el bronce apenas hubo artista que lo usara en Castilla ni quien lo defendiera. Durante el concurso para la realización de las rejas de la catedral de Toledo, propuso Andino que se hicieran de metal “porque la labor y obra que se haze en metal es de mas perficion y muy mas durable; aunque de mucha mas costa por ser el metal de laton que se mezcla con cobre y estaño y otra confeccion, que se dice todo bronze; lo qual rescibe mejor en si el oro y plata que el hierro [...] y para semejante lugar la rexa debe ser hecha de metal por la gran estimacion que tiene; y no de hierro que es cosa común”. La modernidad de Andino resalta si se contrapone a los argumentos que utiliza Francisco de Villalpando en la misma ocasión y que resultan sorprendentes por lo tradicionales en quien traducía a Serlio: “que en ser de hierro será mas estimada la labor y obra que en ello se hiziere, por ser labrado de manos y con gran trabajo; y de metal qualquier labor que se hiziere a de ser baçiado”.
A pesar de todo, se aceptaron sus consejos parcialmente.
Las rejas se hicieron combinando hierro con bronce. Asimismo, en las condiciones que se debían guardar en la reja de la capilla mayor, se señaló que los seis pilares principales del primer cuerpo se habían de hacer como las pilastras cuadradas que había presentado Andino.
Varias cartas del almirante Fadrique Enríquez dejan entrever una relación desacostumbradamente próxima hacia un artista. Lo había escogido como director de las obras de su capilla y, como residía poco en Medina de Rioseco, le escribe el 16 de agosto de 1532 “special amigo: [...] no me satisface si las obras se hacen no estando vos presente, os encargo que luego os volvais a Medina para que podays decir lo que la reja ha menester se le de y tambien a las otras obras [...] porque sabiendo que estays alli yre luego a veros de donde quiera que este, que sin vos no quiero ver las obras”. Aparte de la reja comentada, Andino realizó las estatuas orantes de Ana de Cabrera, mujer del almirante Fadrique Enríquez, y de Isabel de Cabrera, ambas en el monasterio de San Francisco de Medina de Rioseco, a los lados de una sencilla lápida para el almirante. Datan de 1532. A esta obra se pudo referir Cristóbal de Villalón que, en 1538, elevó, con evidente exageración, las dos obras de Andino en Medina de Rioseco por encima de las siete maravillas de la Antigüedad “en Burgos bive un varon llamado Andino, que labra de hierro, que después de aver hecho admirables obras en España, a hecho en Medina de Rioseco, por mandado del almirante de Castilla Don Fadrique Enríquez, una rexa en el monasterio de Sant Francisco cuya obra, a mi ver, excede a los siete miraglos del mundo, y pésame porque no tengo lengua bastante con que la pussiese en su merecer y tambien labró en aquella mesma capilla un sepulcro de metal, de mas alto artificio que fue aquel que Artemisa edificó a su marido el rey Mausolo”.
Andino dirigió, hasta 1537, los altares de piedra de san Sebastián y san Jerónimo en el mismo monasterio de San Francisco de Medina de Rioseco. Tras un pleito con el almirante de Castilla se encargó la obra al escultor de origen burgalés Miguel de Espinosa, que ya en el contrato con Andino se señalaba que labraría la escultura y los grupos principales se pidieron a Juni. A pesar de que en el pleito se niega que algo se debiera a Andino, suyas han de ser las trazas de los altares, de armonioso clasicismo, ya que en dos cartelas de las basas del altar de san Jerónimo se lee la fecha y la autoría del burgalés: “A. 1535; AB. AND”.
En el taller de Andino no sólo se labraba el hierro sino la piedra. Por sus conocimientos del oficio de arquitecto, la ciudad de Burgos le contrató, por ausencia de Diego de Siloé, junto con Francisco de Colonia, como maestro de la obra del puente de Santa María. Junto con Bigarny, sugirió modificaciones en el arco de Santa María y también supervisó la conclusión de la torre de la iglesia de Santa María del Campo que, por estar Siloé en Granada, dirigía Juan de Salas. Andino había arrendado de Juan de Horna una cantera de jaspe y piezas de jaspe labrado, alabadas por su excelente talla, salieron de su obrador, en 1540, para las bóvedas de las sillas del coro de la catedral primada.
El taller de Andino fue uno de los focos principales de irradiación de la decoración renacentista en Burgos.
Sus creaciones fueron fuente de inspiración de todo tipo de artistas, especialmente entre los plateros.
En primer lugar, porque posiblemente trabajó la plata. También por la similitud técnica del trabajo del rejero renacentista que cubre la superficie del hierro de grutescos y recurre en los soportes a pilastras y balaustres que también se usaron en la plata.
Las Medidas del Romano, primer tratado de arquitectura renacentista español, lo escribió el burgalés Diego de Sagredo y está ambientado en Burgos en los primeros años de la década de los veinte. El contertulio de Tampeso, seudónimo bajo el que se oculta el autor, es el pintor León Picardo, residente en Burgos, como también son burgaleses los artistas que se ofrecen de modelo: Felipe Bigarny y Cristóbal de Andino.
Los párrafos del libro sobre las columnas clásicas y los balaustres mencionan ejemplos vistos en el taller de Andino y el dibujo que presenta de la columna abalaustrada recuerda a las que Andino usó en la reja de la capilla del Condestable. Más claramente inspirados en Andino son el modelo de candelero que ofrece el libro y los balaustres para rejas.
La alta consideración alcanzada por el artista le permitió enterrarse, en una tumba monumental de la iglesia de San Cosme y San Damián de Burgos.
Iba acompañada de un epitafio elocuente: “Christophorus Andino egregius artifex et in architectura omnium sui seculi facile princeps [...]”. En los pedestales de las columnas laterales se han tallado el escudo de su esposa, Catalina de Frías, y otro más que, sin duda, diseñó Andino para sí mismo a modo de divisa. En el campo, la palabra SEMPER bajo la cruz y un bucráneo y en los flancos se colocan dos manos de las que cuelgan los instrumentos que, junto con las manos, permitieron la expresión de su creatividad y le otorgaron inmortalidad: la escuadra, la regla, el cincel y el yunque. Es probable que la inscripción también la dejara dispuesta el propio Andino y que diseñara los bultos orantes que no difieren demasiado de los que había realizado en Medina de Rioseco. Andino tuvo un especial aprecio por el jaspe y el frente del carnero de su entierro se cubre con una lápida de jaspe, material que se utiliza en las enjutas del arco y en el frontón, así como en los tronos de Cristo y de Dios Padre. La autoría del rejero la sugiere una cláusula de su testamento, escrito en enero de 1543, “mando que se labre e se ponga en el [enterramiento] las deboçiones siguientes: dentro del dicho arco la imagen de la Asçension de Nuestra Señora y ençima, por remate de la obra, un cruçifixo en la cruz, y en la delantera del dicho arco una piedra de jaspe; y que las dichas istorias sean de piedra blanca y de Atapuerca, y se haga de la manera que a mis testamentarios les paresçiere, porque con ellos lo tengo comonicado como ha de ser”.
Pocos artistas se atrevieron en su tiempo a tanto.
Obras de ~: reja de la capilla mayor de la catedral, Palencia, 1520; reja de la capilla del Condestable de la catedral, Burgos, 1523; reja de la capilla mayor del monasterio de San Francisco, Medina de Rioseco (Valladolid); cirio pascual de pie triangular y cuerpo balaustral, catedral de Burgos, 1525; altares de piedra de San Sebastián y San Jerónimo en el mismo monasterio de San Francisco, Medina de Rioseco (Valladolid), 1537; reja que cierra la capilla de la Concepción del monasterio de Santa Clara, Medina de Pomar (Burgos), 1545.
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Aurelio A. Barrón García