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Juan Pablo Soler Nuez

Biografía

Soler Nuez, Juan Pablo. Torre de Arcas (Teruel), 26.VI.1837 – Zaragoza, 7.VIII.1872. Periodista y político republicano.

Hijo de Rosa y Mariano, un maestro de ideas liberales y modesta fortuna, fue enviado a Zaragoza a recibir la primera instrucción y cursar la segunda enseñanza, obteniendo el grado de bachiller en Filosofía. Desde los dieciséis años militó en las filas demócratas y al producirse la revolución de 1854 se alistó como oficial en la Milicia Nacional, entrando entonces como redactor en el periódico demócrata El Aragonés, donde escribió hasta el final del Bienio Progresista. Tras la reacción política de 1856, ayudó a fundar El Rayo de la Luz, periódico que pronto sucumbió ante la ley de imprenta de Nocedal, siendo continuamente recogidos los ejemplares y multado el editor por sus artículos. Al empezar la carrera de Teología, Soler se integró en el grupo demócrata encabezado por el catedrático de instituto Eduardo Ruiz Pons, ex diputado del 54, y los profesores Artigas y Monforte, ayudándoles a reconstruir el partido al modo carbonario.

Entre 1857 y 1860, organizó en Zaragoza un club que llegó a contar con cerca de dos mil simpatizantes y publicó El Tizón, periódico clandestino semanal del que se repartían diez copias manuscritas entre los centros demócratas de Aragón, siendo para entonces Soler el secretario del Comité de Zaragoza, que presidía Ruiz Pons. Al emigrar éste en agosto de 1862 —después de más de un año de persecución en el que fue encarcelado, procesado, absuelto dos veces y nuevamente encausado por haber impreso clandestinamente el Programa democrático en decretos de José María Orense con un añadido antiborbónico—, Soler pasó a presidir el Comité demócrata zaragozano, pasando ahora él a ser objeto de las persecuciones judiciales.

En 1863, año de su licenciatura en Teología por la Universidad de Zaragoza, formó parte del grupo que solicitó al ayuntamiento zaragozano la erección de un monumento al justicia Lanuza (cuya decapitación simbolizaba la abolición de los fueros y de la “independencia” aragonesa) y se le abrió una causa por un escrito suyo publicado en los diarios madrileños La Discusión y El Pueblo, de los que era corresponsal. Su abogado, Nicolás María Rivero, consiguió rebajar la pena a dieciocho meses de destierro y el pago de las costas. Pero Soler continuó en Zaragoza y pasó a presidir, en enero de 1864, el recién creado Círculo El Porvenir, asociación cultural obrera en la que enseñó Derecho Político hasta su desaparición a mediados del siguiente año.

Durante el sangriento motín de la “noche de San Cándido” de Zaragoza (octubre de 1865), trató, como presidente del Comité demócrata, de desvincular al partido de los sucesos y que los manifestantes se disolvieran. Llegado el frustrado pronunciamiento de Prim de enero de 1866, Soler organizó una junta revolucionaria en Zaragoza que, al ser descubierta por las autoridades, le obligó a esconderse siete meses, tiempo durante el cual un consejo de guerra le condenó a doce años de presidio y el Supremo Tribunal de Guerra y Marina le absolvió.

Al mes de haber reaparecido en la vida pública, el Gobierno consiguió que se le abriese un nuevo proceso por el delito de sedición militar, en un momento en que estaba declarado el estado de sitio por los sucesos del Cuartel de San Gil, y aunque consiguió salir nuevamente absuelto, el capitán general de Aragón, Juan Zapatero, decretó “arbitrariamente” su destierro a Fernando Póo. El 16 de julio de 1866 fue trasladado preso, bajo unas medidas de seguridad inhumanas, a Barcelona y por mar a Alicante y Cádiz hasta su destino final. Desde Fernando Póo envió algunas colaboraciones a la prensa peninsular, en las que describía la isla, y el 13 de febrero de 1867 consiguió escapar de allí, en compañía del valenciano Miguel Jordán. Llegó treinta y cinco días después a Liverpool, desde donde pasó a París. Tomó parte en el alzamiento de agosto de 1867, entrando por el valle de Arán a las órdenes del coronel emigrado Sasot y, tras fracasar el mismo, regresó a París para emigrar a finales de ese año a Portugal, desde donde publicó el periódico clandestino La Revolución (1868), que utilizaba como lemas el grito de “¡Abajo los Borbones!, ¡Viva la República Democrática!”.

Coincidiendo con el pronunciamiento de Topete en Cádiz, atravesó la frontera por la provincia de Orense, formando parte de una partida, organizada en suelo lusitano, que no depuso las armas hasta ver triunfar la revolución el 30 de septiembre de 1868. Días más tarde, fue vocal de la Junta revolucionaria definitiva de Zaragoza, siendo uno de los junteros que protestaron por la medida del Gobierno provisional de disolver las juntas; resultó elegido también comandante de los Voluntarios de la Libertad, miembro del Comité republicano y alcalde de la capital zaragozana (diciembre), promoviendo desde entonces sin éxito el proyecto de la estatua a Lanuza. En enero de 1869, fue uno de los oradores de la manifestación que celebraron los liberales zaragozanos para protestar por el asesinato del gobernador de Burgos a manos de los clericales y a favor de la libertad de cultos, saliendo elegido unos días después por la circunscripción de Zaragoza diputado de las Cortes Constituyentes (1869-1871). En éstas tuvo una gran actividad como miembro de la minoría republicana federal: formó parte de varias comisiones (reforma de los establecimientos penales, edificios religiosos para uso público) y participó en los debates sobre el Proyecto Constitucional, los Presupuestos, la reorganización del Ejército y otros; defendió en ellos la libertad religiosa, la abolición de las quintas y la imposibilidad de que un “extranjero” pudiese ser jefe del Estado (rey de España), encargándose también de rehabilitar el honor del ya fallecido Ruiz Pons. Aunque propuso medidas secularizadoras que atacaban los intereses de la Iglesia católica, su concepción republicana tenía una fuerte raíz cristiana y era respetuosa con la fe religiosa, siendo próximo a Castelar incluso en su idea de federación.

Durante la insurrección republicana de octubre de 1869, Soler, como director de La Tribuna de Zaragoza (periódico que desaparecería al año siguiente), firmó el acuerdo del Comité zaragozano del partido de no apoyarla y no tomó parte, en consecuencia, en los enfrentamientos de la capital de los días 7 y 8. A pesar de ello, fue detenido el día 12 cerca de Morata y procesado por instigador a la rebelión, consiguiendo salir absuelto cuando pesaba sobre él una solicitud de dieciocho años de prisión. Fue elegido diputado por el distrito del Pilar (Zaragoza) en las elecciones de 1871 y de abril de 1872, tomando parte en las primeras Cortes amadeístas en las Comisiones de Actas (siendo el único republicano en ella), jurado de imprenta, pago a maestros y otras, y en varios debates, incluido el de la Comuna parisina y la Internacional. En estos años fue director, junto a Miguel Ayllón Altolaguirre, de La Propaganda (1871) de Zaragoza, redactor de La Discusión de Madrid y colaborador de otros medios republicanos de ambas capitales. Murió a consecuencia de unas fiebres que había contraído en Fernando Póo. Su hermano Pedro Joaquín fue un conocido pedagogo que dirigió durante más de dos décadas una escuela en Zaragoza abrazando después el sacerdocio.

 

Bibl.: I. Llorente Fernández, “D. Juan Pablo Soler, diputado por Zaragoza”, en Biografías de los Diputados a Cortes de la Asamblea Constituyente de 1869 [...] redactadas por una Sociedad de Literatos, t. I, Madrid, Imprenta a cargo de Tomás Alonso, 1869, págs. 727-737; Los diputados pintados por sus hechos. Colección de estudios biográficos sobre los elegidos por el sufragio universal en las Constituyentes de 1869, t. II, Madrid, R. Labajos y Cía., 1869-1870, págs. 248-252; VV. AA., Anuario Republicano Federal, Madrid, J. Castro Cía, 1870, págs. 1.500-1.506; E. Rodríguez-Solís, Historia del Partido Republicano español, t. II, Madrid, Imprenta de Fernando Cao y Domingo del Val, 1893, págs. 510-511; M. Ossorio y Bernard, Ensayo de un catálogo de periodistas españoles del siglo XIX, Madrid, Imprenta de J. Palacios, 1904, pág. 436; J. J. López González y J. García Lasaosa, Orígenes del movimiento obrero en Aragón (1854-1890), Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1982.

 

Gregorio de la Fuente Monge

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