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Claudio Francisco Bidal de Asfeld y Bastonneau

Biografía

Bidal de Asfeld y Bastonneau, Claudio Francisco. Marqués de Alicante (I), marqués de Asfeld (I), en Francia. París (Francia), 2.VII.1667 – 7.III.1743. Militar, memorista y caballero de San Luis y del Toisón.

Hijo de Pedro Bidal (1620-1680), mercader de sedas en París, banquero de la reina Cristina de Suecia, que le concedió la baronía de Harsefeld (1653) en el ducado de Bremen, ministro residente de Luis XIV en Hamburgo, y de su esposa Catalina Bastonneau (1625-1690), hija también de un mercader de sedas parisino. Fue el menor de seis hermanos, todos varones y militares salvo Esteban (1649-1722) y Santiago Vicente (1664-1726), religiosos. Alejo (1654-1689), Andrés (1655-1673) y Benito (1658-1715), le precederían en la muerte sin llegar a completar carreras tan brillantes como la suya.

Comenzó a servir con dieciséis años en el regimiento de dragones de su hermano Alejo, II barón de Harsefeld (luego Asfeld), donde ascendió a teniente el mismo año (1683) y a capitán el siguiente. A la muerte de su hermano se le concedió su regimiento (7 de noviembre de 1689), que mandó en la batalla de Neerwinden (29 de julio de 1693), donde resultó herido. Tras restablecerse, fue ascendido a brigadier (28 de abril de 1694), distinguiéndose, el año siguiente, en la retirada de Vignamont (14 de agosto), pero no sería hasta el comienzo de la Guerra de Sucesión cuando cimentaría su fortuna. En efecto, primero ascendió a mariscal de campo (23 de diciembre de 1702), por lo que vendió su regimiento de dragones, que no le había costado nada, al señor de Bouville, hijo de un consejero de estado de Luis XIV, por ochenta mil francos (13 de enero de 1703); enseguida se recibió en la Orden de San Luis (20 de enero de 1703) y al año siguiente, sirviendo en el ejército expedicionario del duque de Berwick, ascendió a teniente general (16 de octubre de 1704).

Para entonces había tomado ya parte en la campaña de Portugal, saldada con la toma de numerosas plazas (Salvaterra, Monsanto, Castelo-Branco, Portalegre, Marvão, Castelo da Vide, etc.), a la que puso fin la conquista inglesa de Gibraltar (4 de agosto), provocando que las tropas españolas hubieran de marchar a Andalucía para intentar su recuperación. Claudio se quedó junto a Berwick en Extremadura, resistiendo el contraataque otoñal de los portugueses en dirección a Ciudad Rodrigo y hallándose el año siguiente en el socorro de Badajoz (16 de octubre), que obligó a los anglo-portugueses de Galway a levantar su asedio (del 5 al 19 de octubre de 1705). Pinedo le atribuye, a comienzos del año siguiente, la reducción de Graus (14 de enero de 1706), que en realidad tomó, saqueó e incendió su subordinado el marqués de Polastron (1673-1707). Claudio no llegó a Tamarit hasta el 23, donde se hizo cargo de las tropas, ordenando pasar el Cinca al día siguiente. El 26, al amanecer, cerca de San Esteban, sorprendió el cuartel del general inglés Cunningahm, delatado por sus fuegos la noche anterior, pero la llegada de socorros le obligó a retirarse, habiendo causado al enemigo una gran mortandad y la pérdida de su general. Después tomó Mequinenza y su castillo (4 de marzo), marchando seguidamente a Fraga, donde se concentraban las tropas, todas francesas, que habían de poner sitio a Barcelona. Frustrada aquella empresa por el auxilio de la flota inglesa (8 de mayo), mandó la vanguardia del ejército en la retirada hacia el Rosellón (11 de mayo), reingresando en España por Navarra para incorporarse con Berwick y el rey en Sopetrán (16 de julio). Seguidamente, participó en la ofensiva que, desde Marchamalo (31 de julio) expulsaría a los enemigos de Castilla y en su persecución hasta el reino de Valencia.

Al año siguiente se distinguió en la batalla de Almansa (25 de abril de 1707), donde mandó la segunda línea de caballería de la derecha franco-española, provocando con su carga la definitiva derrota del enemigo en su sector. En la subsecuente persecución, capturó a los trece batallones, la mayoría ingleses y holandeses, que habían logrado internarse en las alturas de Caudete (26 de abril), llevándoles prisioneros a Almansa. De allí partió el 2 de mayo, al mando de trece batallones, veinticinco escuadrones y diez piezas de campaña, para reducir a las comarcas al sur del Júcar, mientras que el duque de Berwick se dirigía a tomar Valencia por Requena. El 5 de mayo se presentó ante Játiva, cuyo gobernador, Onofre Asio, era proclive a entregarla; pero, sustituido por Miguel Purroi, la ciudad decidió defenderse. La batería tardó en jugar porque hubo de traerse la artillería pesada desde Villena, pero batida, al fin, la muralla, el 23 se dio el asalto general. La defensa se encarnizó dentro de la villa, prolongándose la lucha hasta el 25, en que los últimos defensores se retiraron al castillo, que capituló el 6 de junio. Aunque saqueada, la ciudad quedó tranquila durante unos días; sin embargo, después llegó de la corte la orden de quemarla y deportar a Castilla a todos sus moradores, salvo unas pocas familias afectas. Fue el mariscal Mahony (el 17 de junio) el encargado de cumplirla, mientras D’Asfeld destacaba refuerzos, y la mitad de su artillería, para el sitio de Lérida. Marchó después a tomar Denia, pero sus tropas eran insuficientes, sus asaltos fueron rechazados (18, 22 de julio y 3 de agosto) y levantó el campo tras un infructuoso asedio de cinco semanas (4 de agosto), prefiriendo sofocar los últimos reductos de resistencia interior, concentrados en torno a la sierra del Espadán y la Plana Alta. Tomó Agres (15 de agosto), Bocairente (18 de agosto) y Planes (9 de septiembre); Alcoy resistió un primer asedio (del 19 al 25 de agosto), pero acabó finalmente reducida (9 de enero de 1708). Luis XIV recompensó sus servicios con una pensión de 4.000 francos anuales (6 de junio de 1707) y el título de comendador de la Orden de San Luis (19 de septiembre de 1707).

Al regresar el duque de Berwick a Francia (4 de enero de 1708), Asfeld, hasta entonces su lugarteniente, le sucedió como comandante general del reino. El 7 de enero publicó, mediante un bando, que la administración de justicia se adaptaría a las prácticas castellanas y el 15 del mismo mes recibía amplios poderes de Felipe V para reglamentar la actividad pública “gobernando aquel reino en todo como si no hubiese Chancillería” (Voltes, 1994:181). Ordenó un secuestro general de las armas, que prohibió portar en todo el territorio —salvo limitadas excepciones—; reordenó la división territorial en trece corregidurías, nombrando a sus corregidores y regidores (26 de febrero), preparando el terreno para la promulgación del Decreto de Nueva Planta (29 de junio de 1707), por el cual se abolieron los fueros del Reino. También remitió a Felipe V una relación de los lugares, villas y ciudades cuya fidelidad debía premiarse, que el Rey le aprobó sin la menor alteración comunicándoselo por medio de Grimaldi el 24 de abril de 1708 (Archivo histórico Nacional, 331). Dado que aquella decisión afectó profunda y duraderamente al desarrollo urbano, social, cultural y económico de la región, es necesario tener en cuenta la clasificación que arbitró para diferenciar el distinto nivel de compromiso local con la causa borbónica, que se traduciría en exenciones impositivas y otras recompensas: Muy nobles, muy leales y fidelísimas: Peñíscola, Castalla, Bañeres, Torre de las Manzanas, Ibi, Tibi, Onil, Jijona, Petrel, La Jana y Benasal.

Nobles, fieles y leales: Carcagente, Cogullada, Murviedro, Nules y Mascarell.

Fieles y leales: Chiva, Siete Aguas, Cheste al Campo, Puzol, Jávea y Fuente de la Higuera.

Leales: Val de Uxó, Vallanca, Gandía, La Ollería, Onda y Monóvar.

Aquel mismo año asistió al asedio y conquista de Tortosa (10 de julio de 1708), tras la cual regresó a su gobierno. Poco después, el duque de Orleans le envió un refuerzo de diez batallones, al mando de Francisco Gaetani d’Aragona (1664-1734), que salieron del campo de Balaguer el 10 de septiembre. Con ellos pudo reunir en Gandía (1 de noviembre) diez mil infantes, mil quinientos caballos y veinticuatro cañones, ordenando al mariscal Pedro Ronquillo (1679-1710) que se adelantara sobre Denia y la circunvalara. Asfeld llegó con el resto de las tropas y la artillería el 6, abrió la trinchera el 7 y comenzó a batir la plaza el 9.

La noche del 12 asaltó la brecha a la villa, tomándola a tiempo de evitar que fuera socorrida por varios navíos que llegaron horas después desde Alicante; el castillo capituló el 17. Tras dar un breve reposo a sus tropas, marchó inmediatamente sobre Alicante, precedido de nuevo por el mariscal Ronquillo, que tomó los puestos el 30 de noviembre. El día siguiente se tomó el arrabal; el barrio de San Antón cayó el día 2 y toda la ciudad estaba en su poder el 3. Parte de la guarnición británica pudo retirarse al castillo de Santa Bárbara, donde presentaron una tenaz resistencia dirigida por el general John Richards (1669-1709), su gobernador. Para doblegarla, Asfeld ordenó excavar una mina en roca viva, que progresó muy lentamente.

El 15 de enero se rechazó un socorro de cinco navíos ingleses, uno de los cuales fue desarbolado por las baterías costeras, y, por fin, el 4 de marzo se voló la mina, en cuya explosión murieron Richards y ciento cincuenta de sus hombres. Asfeld nunca llegó a saber que aquel hombre compartía con él la misma inquietud de escribir sobre los acontecimientos bélicos que protagonizaron. Ambos nos legaron unos testimonios de gran valor histórico, que curiosamente comenzaron y terminaron el mismo año (1704-1709), aunque Asfeld unos meses más tarde. Ambas memorias son de las más extensas —desde una perspectiva temporal— que ningún actor y testigo de vista nos legara sobre la Guerra de Sucesión en España, en ellas se narran las operaciones militares que afectan al Reino de Valencia, a partir de 1707, y ocupan prácticamente la mitad del texto, desde el folio 43verso. Se trata de una fuente inédita y nunca trabajada por la historiografía hasta el presente. Estas memorias, junto con las del anónimo dragón inglés del Royal Regiment, que las superan, comparten además una característica común, ya que al igual que las del portugués Freitas de Narvais, permanecen todavía inéditas.

Pese a los estragos de la mina, la resistencia del castillo continuó. El 15 de abril se presentó ante el puerto una armadilla inglesa que bombardeó la villa durante varias horas, pero disuadidos de la imposibilidad de desembarcar, Stanhope (1673-1721) envió un parlamentario a Asfeld para tratar la capitulación y evacuación de los defensores de Santa Bárbara, que se firmó el 19, y la guarnición embarcó el 20 a bordo de los navíos surtos en la rada. Con la toma de Alicante, queda completada la reconquista del Reino de Valencia. Sin embargo, poco después (22 de julio), Luis XIV ordenaba la retirada de sus fuerzas en España como medida de buena voluntad para facilitar un acuerdo de paz con los ingleses; aunque fue demorándose, el mariscal Bezons (1646-1733) la ultimaría a finales de noviembre. Asfeld dejó el gobierno de Valencia en manos de Francisco Gaetani, marchó a la corte, se despidió de Felipe V y regresó a Francia a finales de dicho año, siendo empleado en el ejército del Delfinado, de nuevo a las órdenes de Berwick. Continuó sirviendo en Provenza, vigilando la frontera suroriental francesa, hasta que en 1712 fue transferido al ejército de Alemania, tomando parte en el sitio de Landau y batalla de Friburgo (1713).

Felipe V y el emperador Carlos no firmaron la paz en Utrecht, que habría de esperar hasta Viena (1725), pero sí un tratado de recíproca evacuación de Sicilia y Cataluña (14 de marzo de 1713), ratificado en Hospitalet (22 de junio). En su virtud, Tarragona fue entregada al marqués de Lede (14 de agosto), pero Barcelona se negó a abrir sus puertas al duque de Populi (29 de julio), que la redujo a bloqueo. Luis XIV envió un contingente militar en apoyo de su nieto, al mando del marqués de Gerchy (2 de agosto), que amplió generosamente tras firmar en Rastadt la paz con el Imperio (6 de marzo de 1714). El 6 de julio llegaban ante Barcelona el duque de Berwick y Asfeld, al mando de importantes refuerzos materiales y humanos. El asedio cobró forma y el 11 de septiembre se dio un asalto a la ciudad, en cuyo interior la lucha se prolongó todo el día hasta que capituló el siguiente. El 15, Berwick derogaba la autoridad de las instituciones catalanas, creando, en su lugar, la Real Junta Superior de Justicia y gobierno, presidida por Patiño, pero Asfeld fue designado comandante general del principado y volvió a preparar el terreno para el Decreto de Nueva Planta de Cataluña (16 de enero de 1716), desarmando a la población y anticipando la nueva división en corregimientos del territorio. También en Barcelona preparó la expedición para la reconquista de Mallorca, donde aún se reconocía la autoridad del archiduque, ya Emperador, que mandaría como comandante en jefe, llevando como segundo al marqués de Lede. Básicamente, las fuerzas embarcadas fueron francesas, así como la escuadra, que procedente de Tolón, atracó en Barcelona para embarcarlas (15 de junio). Apenas sobre la isla, y en marcha hacia Palma, el virrey Rubí capituló la sumisión (9 de agosto), ejerciendo de nuevo Asfeld como comandante general y tomando las acostumbradas prevenciones para la sustitución de su régimen foral por el administrativo y judicial castellano. Aunque la Nueva Planta mallorquina se publicaría muy poco después (25 de noviembre de 1715), para entonces el marqués de Lede le había sucedido ya en la comandancia general.

En efecto, Asfeld partió a la corte a mediados de agosto para recibir, de manos del mismo rey Felipe V (21 de agosto), el collar del Toisón que le había concedido el 10 del mismo mes. Nueve días más tarde (el 30 de agosto), le honraba de nuevo con el título de marqués de Alicante, con el vizcondado previo de Asfeld y la divisa “Bellicae virtutis in Hispania Premium” y la facultad de añadir a su escudo las armas del reino de Valencia. Asfeld, hasta entonces conocido como caballero o comendador, empezó a ser citado como marqués de su apellido, cuando en realidad lo fue de la ciudad que había conquistado en 1709. El título de marqués de Asfeld se lo concedería Luis XV en 1730, sobre la villa hasta entonces llamada Avaux, en las Ardenas, que había adquirido en 1728 y cuyo nombre cambió por la de Asfeld, que en la actualidad conserva.

El 1 de noviembre de 1715, el regente de Francia, Felipe de Orleans (1674-1723), le llamó para ejercer el cargo de director de las fortificaciones del reino. Más tarde, en 1719, cuando dicho el regente se adhirió a la Triple Alianza contra su pariente, el rey de España, le ofreció el mando del ejército expedicionario que había de enviar a España, en esta oportunidad como enemigo y agresor en lugar de aliado. Asfeld tuvo la elegancia y el coraje de rehusar, alegando que no podía luchar contra quien le había colmado de honores. En cambio Berwick, que no los había recibido menores, aceptó mandarlo y tomaría las plazas de Fuenterrabía (16 de junio de 1719), San Sebastián (1 de agosto) y su castillo de la Mota (17 del mismo), aunque su comportamiento fue irreprochable. Asfeld le sucedió durante su ausencia como gobernador de la Provincia de Guyenne, cargo cuyo antiguo superior tenía, y se le nombró gobernador de la ciudadela de Trompette, en Burdeos (agosto de 1720), al reincorporarse Berwick a su puesto. En 1734, sirvieron nuevamente juntos en el sitio de Philippsburg (actualmente en la conurbación de Karlsruhe), donde el duque mandaba en jefe el ejército y el marqués dirigía las operaciones de asedio. Berwick murió alcanzado por un proyectil (12 de junio), y Asfeld, con título de mariscal de Francia (14 del mismo), prosiguió las operaciones, aunque compartiendo el mando con el duque Adrián de Noailles, promovido al mariscalato el mismo día que él. Aunque lograron tomar la villa (18 de julio), las disensiones entre ambos provocaron poco después la sustitución de Asfeld por el mariscal de Coigny; sin embargo, fue recompensado con el gobierno de Estrasburgo (3 de agosto de 1734), que había tenido Berwick, renunciado al de Trompette, pero no así a la dirección de las fortificaciones, que mantendría hasta su muerte. En este cargo merece destacarse la conclusión de las obras del fuerte de Salettes, en Briançon, iniciado por Vauban, así como el cercano puente que salva el cañón del Durance, una obra de ingeniería puntera en su tiempo (1730), que todavía lleva su nombre.

Casó dos veces. La primera (18 de abril de 1717), con Juana Luisa Joly de Fleury, que murió de viruela el mismo año (20 de agosto). La segunda (20 de septiembre de 1718), con Ana Leclerc de Lesseville, hija del señor de Mesnil-Durand, presidente del Parlamento de París, con la que tuvo tres hijos y dos hijas.

Su primogénito, Claudio-Etienne (1719-1793), mariscal de campo y comandante de la Guardia Nacional (1789), le sucedió como II marqués d’Asfeld, en Francia, y de Alicante, en España (1743-1793).

A Claudio de Asfeld, como generalmente se le conoce, le cupo el papel de imponer la autoridad borbónica en el reino de Valencia, el de Mallorca y el Principado de Cataluña; es decir, en casi toda la geografía hispana de la antigua Corona de Aragón, instaurando en ellos el nuevo régimen político y jurisdiccional que siguió a la abolición de sus fueros.

Aunque no fuera el agente causal, sino mero ejecutor, su figura ha sido durísima y apasionadamente juzgada. El marqués de San Felipe, no en balde apodado “el tizón de España”, a quien Felipe V había encargado la redacción de su obra, pero a cuya publicación se opuso, escribió: “Gobernaba Valencia con tanta severidad el caballero de Asfelt [sic], que parecía le faltaban árboles para ahorcar a cuantos míseros transgredían sus edictos; todos se trataban como rebeldes, y como se publicaron en los dos reinos las pragmáticas de Castilla, y que una fuese la ley en toda la Monarquía, llevaban esto más duramente que morir los naturales de aquel país, acostumbrados a sus fueros [...] Asfelt lisonjeaba con la sangre su genio duro y cruel. Desarmó a Valencia y a todo el reino; prohibiéronsele con tanto rigor las armas, que un solo cuchillo llevó centenares de hombres al suplicio. No puede haber hombre más exacto en hacerse obedecer; aun con haber sido tan grande el delito, ya el rigor de Asfelt padecía excesos porque había puesto su delicia en derramar humana sangre [...] Se cometieron tantas tiranías, robos, extorsiones e injusticias, que pudiéramos formar un libro entero de las vejaciones que Valencia padeció, sin tener noticia alguna de ellas el Rey, porque a los vencidos no se les permitía ni el alivio de la queja [...]”.

En cambio Castellví, también coetáneo, pero decidido partidario del archiduque, refutó al anterior desde su exilio vienés, imputándole “[…] el no averiguar la raíz de tantos suplicios” (1998: II, 371): “Asfeld no fue injusto, fue rígido. Si se cometieron injusticias debe atribuírse la culpa al Dr. Alonso Sanchíz, nombrado el Colegial, que fue hecho juez interino para conocer de los delitos”. A éste le dijo Asfeld en presencia de muchos: “Oiga V.M. Yo no entiendo más que de la tropa y de la espada. Mire y examine bien V.M. al que sentenciare porque yo mandaré ejecutarla sin remedio y no perdonaré a ninguno por ningún ofrecimiento de dinero que se hiciere, que el servicio de Dios y del Rey es hacer justicia”. Y, poco después, apostilla: “En efecto, jamás pudieron doblar a Asfeld por dinero”.

También en Francia ponderaron su perfil humano. Sacy escribió que “[…] sus virtudes y su piedad le hicieron respetado y querido tanto en el extranjero como en su patria”. Por su parte, Hozier, resumió su actuación en Valencia como sigue: “Habiendo vuelto a la obediencia el Reino de Valencia, el rey de España le encargo su gobierno. Lo hizo con una equidad que le granjeó la amistad de la nobleza y la confianza de los españoles; así, el rey de España, le permitió llevar en su escudo las armas del Reino de Valencia”. Sin embargo, lo anterior hizo poca mella en el juicio de los autores levantinos, especialmente del siglo xix. Como cita final la escueta semblanza de Vicente Boix, que le tacha de “feroz, sanguinario, avaro y duro de corazón” (Crónica de la Provincia de Valencia, 1867: 82).

 

Obras de ~: Carta al marqués de Grimaldi, acusando recibo de la suya en que le comunicaba “haber venido S.M. en aprobar la planta e idea que representó para premiar las villas y lugares fieles y a los vasallos que también lo han sido”, Valencia, 24 de abril de 1704 (Archivo Histórico Nacional, Estado, ms. 331); Mémoires du Maréchal d’Asfeld, composés par lui même sur ses campagnes en Espagne depuis 1704 jusq’en 1709 [British Library, add., ms., 9962, 80 fols., 179 págs. (inéd.)].

 

Fuentes y bibl.: Archivo Histórico Nacional, secc. Consejos, Real despacho de concesión del título de marqués de Alicante y el poder de añadir a sus armas las del Reino de Valencia, cancelando el de vizconde de D’Asfeld (30 de agosto de 1715), ms. 8976, n.º 252; Biblioteca Nacional de Viena, Narraciones Históricas 1701-1715 de F. Castellví, 1730 (ed. de J. M. Mundet i Gifre, est. prelim. de F. Canals Vidal, Madrid, Fundación Francisco Elías de Tejada y Erasmo Pèrcopo, 1998, 4 vols.).

V. Bacallar, Comentarios de la Guerra de España, Genova, 1726 [ed. de C. Seco, Madrid, Atlas, 1949 (col. Biblioteca de Autores Españoles, vol. 99)]; J. M. Miñana, De bello rustico valentino, La Haya, 1752 (ed. con introd., texto lat., trad., notas e índices de F. Jordi Perez i Dura y J. M. Estelles i Gonzalez y pról. de A. Mestre, La Guerra de Sucesión en Valencia, Valencia, Institución Alfonso el Magnánimo, 1985); “Bidal D’Asfeld”, en J. B. Ladvocat, Dictionnaire historiqueportatif, vol. I, Paris, Didot, 1760, pág. 176; J. de Pinedo y Salazar, Historia de la insigne Orden del Toisón de Oro, Madrid, 1787, págs. 486-487; J. F. L. d’Hozier, Recueil de tous les membres composant l’Ordre royal et militaire de Saint Louis, depuis 1693, époque de sa foundation, vol. I, Paris, Bureau Général du Bon Français-Chez J. Smith, 1817, págs. 238- 239; J. B. de Courcelles, Dictionnaire historique et biographique des Géneraux Français depuis le onzième siècle jusqu’en 1820, vol. II, Paris, Arthus-Bertrand, 1821, págs. 287-290; S. de Sacy [“Bidal D’Asfeld”], en L. G. Michaud, Biographie universelle ancienne et moderne, vol. II, Paris, A. Thoisnier Desplaces, 1843, págs. 323 y 324; F. Hoefer, Nouvelle Biographie générale Universelle depuis les temps plus reculés jusqu’au nos jours, Paris, Didot, 1855; F. de Courcillon, Journal du marquis de Dangeau, publié en entier pour la première fois par MM. Soulié, Dussieux et de Chennevières, avec les additions inédites du duc de Saint-Simon, Paris, 1858 (ed. dig., en Gallica, Biblioteca Nacional Francesa, t. X, 1704- 1705; t. XII, 1706-1707; t. XIII, 1707-1709 y t. XIV, 1709- 1711); F. A. de la Chesnaye-Desbois, Dictionnaire de la Noblesse de la France, vol. III, Paris, Schlesinger frères, 1872- 1876 (3.ª ed.), págs. 169-172; L. de la Roque, Catalogue historique des généraux français: Connétables, maréchaux de France, Lieutenant généraux et marechaux de camp, de 1724 a 1813, Paris, Bureaux du Bulletin Héraldique de France, 1902, págs. 12 y 13; VV. AA., Annuaire de la Noblesse de France, Paris, 1958, págs. 218-220; P. Hérault, “Généalogie de la famille Bidal d’Asfeld”, en Bulletin du Cercle de Généalogie et Héraldique des Ardennes (Charleville-Mézières), 33 (1987), págs. 4-7; “Bidal d’Asfeld”, en D. Schwennicke, Europäische Stammtafeln, vol. IX, Frankfurt, V. Klostermann, 1987, págs. 9 y 10; “Bidal d’Asfeld”, en G. Maze-Sencier (coord.), Dictionnaire des Márechaux de France du Moyen Age à nos jours, Paris, Perrin, 1988, págs. 49-52; P. Voltes Bou, La guerra de Sucesión, Madrid, Planeta, 1994; T. Caimari Calafat, “El establecimiento de las capitanías generales en el siglo XVIII. El caso del reino de Mallorca y sus primeros mandos: el caballero de Asfeld y el marqués de Lede”, en VV. AA., La Guerra de Sucesión en España y América, Actas de las X jornadas nacionales de Historia militar, Sevilla, 13-17 de noviembre de 2000, Madrid, Deimos, 2001, págs. 583-594; J. L. Sánchez Martín, “Jornadas históricas sobre la batalla de Almansa”, en Researching & Dragona (Madrid), 14 (2001), págs. 4-19.

 

Juan Luis Sánchez Martín

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