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Josep Antoni de Rubí y Boixadors

Biografía

Rubí y Boixadors, Josep Antoni de. Marqués de Rubí (I). Barcelona, 1669 – Bruselas (Bélgica), 31.XII.1740. Virrey de Mallorca y de Cerdeña, erudito.

La trayectoria de la familia de los Rubí permite seguir a lo largo de un siglo un proceso de ascensión social vinculado al servicio de la Monarquía. El personaje culminante fue el primer marqués de Rubí, uno de los seguidores más conocidos del archiduque Carlos de Austria durante la Guerra de Sucesión. En 1694 recibió de Carlos II el título de marqués por los méritos militares de su padre, Pere de Rubí y Sabater, que se distinguió al mando de un tercio en 1673 en la guerra contra Francia y en 1693, con el grado de general de artillería, dirigió la defensa de Rosas frente a los franceses. El 8 de junio una bomba le arrancó un brazo. Como consecuencia de las heridas murió en Barcelona el día 25. Una vez muerto, el 3 de julio, Carlos II le concedió título de nobleza, el de marqués de Rubí, una plaza de consejero de guerra y el compromiso de conferirle la primera encomienda de las órdenes militares que quedase vacante. El título fue a parar después a su hijo Josep Antoni. Éste fue en, 1700, uno de los fundadores y primer secretario de la Academia de los Desconfiados, una entidad literaria e histórica entusiasta de Carlos II.

Su presidente, un Boixadors, el conde de Zavellá, fue uno de los albaceas designados en su testamento de 1710. Una de las intervenciones del marqués en la Academia fue un discurso de alabanza de la devoción eucarística del emperador Rodolfo I de Habsburgo, fundador de la Casa de Austria. Trataba de glorificar aquella dinastía. Durante la Guerra de Sucesión optó claramente por el bando austracista. Tanto Rubí como Zavellá fueron “caballeros principales, publicamente tenidos y reputados por muy afectos al Archiduque”.

Felipe V le había devuelto una pensión que anteriormente se le había retirado, pero esta concesión no influyó en su posición política. Fue uno de los habilitadores de las Cortes austracistas de Cataluña de 1706 y, como Zavellá, capitán de la Coronela.

En 1706 participó en la defensa de Barcelona y fue nombrado ayudante del archiduque. En 1708 fue coronel de Infantería y posteriormente, en 1711, consiguió, como su padre, el título general de Artillería. En 1713 fue nombrado virrey y capitán general de Mallorca.

Llegó a la isla procedente de Cataluña y tomó posesión el 25 de febrero. Fue el último virrey de Mallorca en unos momentos de desintegración del austracismo.

Al cabo de muy poco de su llegada a la isla, el 19 de marzo, la emperatriz Isabel Cristina abandonaba Barcelona, en un clima de gran incertidumbre.

Él fue quien comunicó a los jurados mallorquines los acuerdos de paz de Utrecht, desvirtuando la información al presentarlos como un triunfo del Emperador, que hizo celebrar. Estos acuerdos implicaban la evacuación militar de Cataluña, Mallorca e Ibiza.

Starhemberg, después de licenciar sus tropas dejó súbitamente Barcelona en el verano de 1713 con gran disgusto de las instituciones catalanas. En Mallorca sucedió lo contrario: la evacuación no se llevó a término y el virrey Rubí se aprestó a defender la isla ante el parecer contrario de las instituciones mallorquinas.

Cuando Barcelona optó por proseguir la resistencia en solitario contra Felipe V, se esforzó en enviar víveres a aquella ciudad.

Felipe V, basándose en el tratado de paz que acababa de firmar, esperaba recibir la entrega de las islas sin demasiadas dificultades y para ello envió una pequeña flota hacia Mallorca que asegurase allí su dominio. En agosto de 1713 fondearon en el puerto de Palma cuatro galeras felipistas que intimaron a la rendición, sin obtener resultados. Discrepancias entre el marqués de Rubí, que adoptó entonces posiciones numantinas y los jurados impidieron un acuerdo institucional.

Las diferencias estribaban entre los representantes del Reino que anhelaban adherirse a un tratado de paz internacional ya firmado y los intereses de la Cancillería imperial que no se resignaba a aceptar a Felipe V como rey de España y pretendía conservar todavía unos dominios adscritos secularmente a la Monarquía española bajo soberanía de Carlos VI, que seguía usando el título de Rey Católico. Mallorca interesaba, además, al Emperador porque era una de las bases de aprovisionamiento de Barcelona, mientras ésta seguía resistiendo a las fuerzas borbónicas. La flotilla se retiró.

Pero a partir de entonces los preparativos militares ante una futura invasión no cesaron. Después de la caída de Barcelona, en septiembre de 1714, los preparativos bélicos se intensificaron así como las depuraciones de proborbónicos. Con motivo de la coronación de la Emperatriz como reina de Hungría, el 18 de noviembre de 1714, fue recompensado con el nombramiento de gentilhombre de Cámara. A comienzos de 1715 le llegaron refuerzos desde Nápoles.

La llegada de esas tropas contribuyó a elevar la moral de resistencia del residual austracismo mallorquín.

Pero una expedición militar borbónica embarcada en Barcelona, al mando del caballero D’Aspheldt, en junio de 1715, conquistó la isla sin excesivas dificultades.

El marqués de Rubí rindió la capital mallorquina el 2 de julio, tras aceptar las capitulaciones.

Tras la rendición de la isla, embarcó en un barco inglés con destino a Génova. Siguió al servicio del emperador Carlos VI, primero como virrey de Cerdeña, en 1717, de la que fue también el último virrey austracista, al perder de nuevo la isla frente a las tropas borbónicas que mandaba el marqués de Lede, uno de los participantes en la empresa de conquista de Mallorca dos años antes. Después fue gobernador en Amberes, en los Países Bajos, y en 1719 fue ascendido a mariscal de campo. Desde 1725 fue presidente y guardasellos del Consejo que desde Viena gobernaba los antiguos Países Bajos españoles. En 1734 fue nombrado virrey de Sicilia, pero no pudo tomar posesión del cargo ante la invasión borbónica de la isla.

Regresó a Viena y acabó sus días en Bruselas en 1740.

 

Bibl.: A. Campaner, Cronicón Mayoricense, Palma, Juan Colomar y Salas, 1881; J. M.ª Quadrado, Islas Baleares, Barcelona, Daniel Cortezo y Cía., 1888; F. Durán Canyameras, Els exiliats de la Guerra de Successió, Barcelona, 1964; J. Mateu Ibars, Los virreyes de Cerdeña. Fuentes para su estudio, II, Padua, Cedam, 1968; J. Salvá, “Rendición de Mallorca a Felipe V”, en Bolletí de la Societat Arquològica Luliana, XXXVIII (1981), págs. 327-351; P. Molas i Ribalta, “La família del marquès de Rubí, dels Àustria als Borbó”, en Afers, 20 (1995), págs. 61-71; T. Caimari y A. M.ª Coll, “Un estudio sobre los virreyes carlinos del reino de Mallorca: 1706-1715”, en A. Alvar, J. Contreras y J. I. Ruiz (eds.), Política y Cultura en la época moderna (Cambios dinásticos, Milenarismos, mesianismos y utopías), Alcalá de Henares, Universidad, 2004, págs. 365- 377; P. Molas, E. Durán y J. Massot (dirs.), Diccionari Biogràfic de l’Academia de Bones Letres, Barcelona, Acadèmia de Bones Letres-Fundació Noguera, 2012.

 

Josep Juan Vidal