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Benito Antonio Spínola y Mora

Biografía

Spínola y Mora, Benito Antonio. Marqués de Spínola (I). ?, c. 1687 – Madrid, 5.VII.1774. Marino, militar y teniente general de la Real Armada.

No se ha podido averiguar el lugar de nacimiento de Benito Spínola, marqués de Spínola; pero sí se sabe que pertenecía a una nobilísima familia del Genovesado, entroncado por línea paterna con el celebre almirante Andrea Doria.

Como muchos de sus antepasados, vino a servir a España y lo hizo en el ejército de Cataluña en la guerra de sucesión, al no poder entrar en la Marina del Estado, dado que a la muerte de Carlos II, estaba reducida a la mínima expresión, con pocos y malos bajeles y muy poco personal. Participó en varias campañas y combates en los que demostró su pericia y ardor militar.

Sin embargo, la Armada que surgió para llevar a cabo las expediciones proyectadas durante el reinado de Felipe V, obligó a admitir oficiales de los cuerpos del Ejército, ocasión que se le presentó propicia a Benito Spínola para ingresar en la Armada española, su vocación era la mar, con el empleo de alférez de navío (11 de diciembre de 1713).

Empezó sus servicios en Barcelona, donde radicaba el centro de la fuerza naval del Mediterráneo. Salió de dicho puerto (11 de junio de 1715) para la conquista de Mallorca en una expedición de doscientas velas, entre ellas dieciocho navíos de guerra, seis galeras, veintiséis transportes, diecisiete saetias, cuarenta y una tartanas, veinticinco pingues, dos galeotas, dos saetias armadas y cuarenta barcas que conducían veinticuatro batallones de infantería, mil doscientos caballos y seiscientas mulas para el arrastre de la artillería de campaña y los pertrechos y municiones correspondientes, realizándose el desembarco en Alcudia (15 de junio de 1715). La Armada iba mandada por el general Pedro de los Ríos, futuro conde de Fernán Núñez, gobernador general de la Armada desde 1705 para suplir ausencias de su padre y de segundo el general marqués de Mary. Aguardaban los mallorquines el desembarco, pero no la guerra, más cautos que los continentales; verificado el desembarco en las costa de la isla, y dirigiéndose las tropas sobre la capital, se presentó la escuadra a la vista del puerto de Palma (el día 24), cuya plaza se entregó por capitulación del marqués de Rubí (2 de julio). Quedó sometida la isla a la dominación española aunque no estuviera formalizada con el Emperador. Spínola fue nombrado ayudante del marqués de Mary, con el cual regresó a Barcelona, llevando tan importante nueva.

Vuelve a salir de Barcelona (agosto de 1717) con una escuadra compuesta de doce navíos al mando del general marqués de Mary, de quien seguía siendo ayudante; llevaba la escuadra nueve mil hombres de desembarco mandados por el marqués de Lede. Esta fuerza iba contra el Emperador, según dijo Alberoni, pero sin revelar el punto al que la dirigía. La expedición se dirigió contra Cerdeña, gobernada por el marqués de Rubí. Los vientos impidieron que la escuadra llegase a tiempo de poder rendir a Cagliari sin resistencia. En menos de dos meses se posesionó de la isla de Cerdeña (principios de noviembre de 1717).

Regresó a Barcelona. Ascendió a teniente de navío (16 de mayo de 1718), cesó en el cargo de ayudante y embarcó en el navío San Felipe el Real, de la insignia y escuadra del general Antonio Gaztañeta. Con la que salió de Barcelona (18 de junio) con otra expedición para Sicilia ordenada por Alberoni, compuesta de veintidós buques de guerra, tres mercantes armados, cuatro galeras, y trescientos cuarenta buques de transporte con treinta mil hombres de desembarco, mandados por el marqués de Lede, de ellos cuatro regimientos de dragones y ocho batallones de guardias españolas y valonas. La escuadra estaba a cargo del referido general Gaztañeta. Dio fondo en el cabo de Salento (1 de julio), donde desembarcaron las tropas.

Dos días después se dirigieron sobre Palermo que se rindió (13 de julio), destacando fuerzas sobre varias plazas y ciudades de la isla. Verificó su desembarco a cuatro millas de Palermo, después de reñidos combates tomaron las armas españolas posesión de la isla de Sicilia, con sus capitales Palermo y Messina.

La escuadra de Gaztañeta, que cruzaba sobre la costa de la indicada isla, sin previa declaración de guerra, fue batida y destrozada por la inglesa del almirante Byng compuesta de veinte navíos de guerra, el que menos de cincuenta cañones (9 de julio). El navío San Felipe el Real, donde estaba embarcado Spínola sufrió lo más recio de la refriega, y dicho oficial, que se batió bizarramente, fue herido y prisionero. Canjeado, embarcó en la división naval del general Baltasar de Guevara, con la que regresó a Cádiz, donde fondeó (4 de octubre), habiendo batido y apresado en la travesía una fragata de guerra inglesa.

Embarcó en los galeones mandados por el general Francisco Cornejo (enero de 1719), con los que paso a la América septentrional. En La Habana contribuyó eficazmente a cortar la rebelión generada por falta de pagas (10 de septiembre).

En dicho puerto, transbordó a la flota de Indias mandada por el general Baltasar de Guevara, con la que regresó a Cádiz (20 de diciembre de 1720).

Embarcado en el navío Buen Consejo (4 de agosto de 1721) hizo un viaje redondo a las islas Filipinas, a la llegada a Cádiz inicio otro a Montevideo.Ya en España ascendió a capitán de fragata (13 de mayo de 1727), embarcó en la escuadra de Rodrigo de Torres, con la que salió a cruzar el Canal de la Mancha, y apresó cinco buques mercantes ingleses (16 de junio).

De regreso a Cádiz, fue promovido a capitán de navío (3 de agosto de 1730). Embarcó de mayor general en la flota de Indias, mandada por el teniente general marqués de Mary. Salió para la América septentrional (18 de agosto de 1731) y regresó a Cádiz con caudales.

Desembarcó y tomó el mando de uno de los navíos de la escuadra del teniente general Francisco Cornejo, que operaba en el Mediterráneo. Salió de Alicante (15 de junio de 1732), transportando al ejército del duque de Montemar. Patiño preparó y llevó a cabo, fiel a esa política africanista, la recuperación de Orán, plaza caída en poder de los musulmanes durante la guerra de Sucesión (1708). Se juntaron en el puerto de Alicante más de seiscientos barcos de diferentes clases y tonelaje, embarcó un ejército de cerca de treinta mil hombres al mando de José Carrillo de Albornoz, conde de Montemar y jefe de escuadra el almirante Francisco Cornejo López.

Las potencias europeas se alarmaron de tan grandes preparativos. Patiño consiguió que el Rey publicara un manifiesto en el que exponía el destino de estos armamentos (6 de junio de 1732). A los pocos días (15 de junio) zarpó la escuadra. Desembarcaron las fuerzas españolas en la playa de Aguadas (29) legua y media del castillo de Mazalquivir, cuya población capituló a los pocos días. El aspecto formidable del ejército del conde y las ventajas que desde un principio alcanzaron sus avanzadas sobre los destacamentos árabes que querían cortarle el paso, atemorizaron tanto al bey Hacen, gobernador de Orán, que resolvió desocupar la ciudad y retirarse tierra adentro.

Entonces Montemar entró en Orán (5 de julio de 1732) capturando un gran número de piezas de artillería abandonadas por los musulmanes. Después de organizar la administración española, puso al frente de la plaza como gobernador al marqués de Santa Cruz al que se le dio una guarnición de seis mil hombres. Regresó a España con la mayor parte de la escuadra y tropas (1 de agosto). Patiño y Montemar fueron condecorados con el insigne collar de la Orden del Toisón de Oro.

Vuelto Spínola a Cartagena fue destinado con su navío a recorrer el fondo del Mediterráneo. Estuvo en Nápoles, Civitavechia, Ancona, Palermo, Specia, Génova, Villafranca, Tolón y Mahón, regresando a Cartagena.

Salió nuevamente para Nápoles. Se incorporó a la división del jefe de escuadra Gabriel de Alderete, regresó a Cádiz, en la travesía lucharon contra tres buques argelinos, apresando uno de dieciséis cañones.

Fue nombrado segundo jefe de la flota de Indias, al mando del teniente general Manuel López Pintado, marqués de Torre-Blanca con la que salió para América Septentrional regresando a Cádiz (27 y 28 de agosto de 1737) con caudales.

Ascendió a jefe de escuadra (29 de agosto de 1737).

Mandó una escuadra de tres navíos y tres fragatas, salio en comisión reservada (mayo de 1740), estuvo en Lisboa, de allí paso al Báltico, visitó algunos puertos rusos y también los departamentos franceses de Brest y Rochefort y regreso a Cádiz (4 de septiembre de 1742).

Fue promovido a teniente general (17 de febrero de 1746). El siguiente año fue nombrado segundo jefe de la escuadra mandada por el teniente general Andrés Reggio con la que salió para la América septentrional.

Recorrió la Costa Firme y Seno mejicano. En La Habana se hallaba cuando se presentó la escuadra inglesa del almirante Knowles en ademán de reto.

A pesar de ser de mayor fuerza que la española, el teniente general Reggio aceptó el duelo. Embarcó en el navío África, buque insignia. Se hicieron a la vela por la mañana (2 de octubre), les precedía un bergantín y un jabeque como exploradores. El jabeque dio caza y apresó una goleta enemiga. Interrogados por separado el capitán y tripulantes, declararon que el día anterior se habían separado de su escuadra, compuesta de nueve navíos cuyos nombres comunicaron, así comos los de los comandantes, artillería, calibre, tripulación y condiciones de cada uno. Convocó el general Reggio a los comandantes para deliberar. Se decidió, a la vista de los datos, no arriesgar un encuentro con fuerza superior, no existiendo probabilidad de salir victoriosos en el combate, por lo que pusieron proa hacia La Habana con intención de entrar en puerto.

Informado el gobernador de la isla, ordenó se mantuvieran a la vela y que el citado jabeque se dirigiera a la sonda de la Tortuga para reconocer por sí mismo el número y fuerza de los ingleses. Entre tanto, envió a la escuadra alguna jarcia y velamen de respeto, solicitado por las dos compañías de Infantería y las dos de dragones embarcadas.

En esta posición, avistaron una flotilla convoyada por un navío de setenta y cuatro fragatas de cuarenta a cincuenta (día 11), que navegando a vela desembocaban por el canal de Bahamas. Les siguieron todo el día intentando darles caza, consiguiendo apresar una fragata de veintidos piezas, que se defendió bien; las demás escaparon, situándose al socaire de la escuadra de Knowles, cuya proximidad conocían.

Esta maniobra, dio por resultado que al mediodía se avistaran las dos armadas en tal posición que les obligaba al choque (12). Ni una ni otra trataron de evitarlo, aunque la nuestra se viera desde el primer momento en inferioridad, a pesar de ser el número de navíos igual; seis de cada parte. La ventaja del barlovento que los españoles tenían se perdió al decidir no abandonar al Dragón, que haciendo agua se había quedado separado nueve millas. Sobre él formaron la línea. Al ser las tres y media de la tarde, en paralelo con la enemiga, rompieron el fuego. Se mantuvo el orden de batalla hasta cerca de la cinco, al salir de la línea el Dragón, por el motivo antes alegado. Deshecha la formación, atacaron tres buques ingleses a nuestra capitana. Otro navío español, el Real Familia, perdía su puesto, con dificultades para gobernar por el destrozo sufrido en jarcia y velas. Acudió, sin embargo, y con ardor guerrero en defensa de la capitana.

Fue capaz de desarbolar a dos enemigos los mástiles principales, forzando su retirada.

El comandante y dos oficiales del Conquistador fallecieron nada más iniciarse el combate, desaparejándolo completamente. Dos buques enemigos se le arrimaron por la popa para echarle fuegos de mano, incendiándolo.

Aterrada la tripulación arrió la bandera.

Quedaban al anochecer tan sólo tres navíos frente a siete y otras cuatro fragatas inglesas procedentes de la escolta del convoy que llegaban de refuerzo para sustituir las bajas. Los tres buques españoles se batían al menos contra dos contrarios. La acción duró hasta las nueve y media de la noche, no más, porque los ingleses cesaron el fuego.

Se ocuparon las dotaciones, nada más acabar el combate, en asegurar la arboladura o sustituirla con mucho trabajo, dado los daños sufridos. Aquella misma noche cayeron los tres palos de la capitana África y los tres masteleros del navío Invencible, insignia del teniente general Spínola, comandante del apostadero de Cartagena y segundo jefe de la escuadra. El Real Familia había recibido ciento noventa balazos en el costado, doce en la línea de flotación y cinco por debajo, con todas las vergas partidas. El Nueva España quedó con muchas averías. El recuento de bajas daba el siguiente resultado: muertos un comandante, siete oficiales, ciento cincuenta de las demás clases; heridos otros ciento cincuenta, la mayoría con heridas mortales.

Al día siguiente al combate entraron en el puerto de La Habana cuatro de los navíos citados (13 de octubre).

El Invencible, que sostuvo su puesto dignamente, arribó completamente desmantelado, tuvo veintiún muertos, dos oficiales, y cuarenta y ocho heridos, uno de ellos el capitán Juan Bautista Bonet, años más tarde, general y jefe del mismo apostadero de La Habana.

El África se acercó a la costa remolcado por los botes, fondeó en la caleta de Gigiras, próxima a Bahía Honda, con objeto de armar bandolas que le ayudaran a navegar, lo que no fue posible por acercarse tres navíos y dos fragatas inglesas que le obligaron a rendirse (día 15). El general Reggio desembarcó a toda la dotación y dio fuego al casco destrozado que se consumió.

Apagadas las llamas, llegó una balandra (día 16) despachada por el gobernador de Providencia con pliegos en que oficialmente se comunicaba al almirante Knowles haberse firmado en Aquisgrán los preliminares de paz y suspensión de armas (20 de abril). Aviso igual se envió a La Habana desde Cádiz con un bergantín que fue apresado por un corsario inglés, hecho causante de que no llegara la noticia a tiempo de evitar el enfrentamiento. Knowles al saberlo, se acerco al Morro e hizo entrega de los prisioneros del Conquistador recibiendo los que de su nación había en la plaza.

Permaneció Spínola en La Habana desempeñando servicios de importancia. Embarcó su insignia en el navío Fénix. Salió mandando la flota de Indias para Cádiz, ancló en dicha bahía (8 de junio de 1750) transportando 15.847.423 pesos fuertes de registro. Fernando VI le concedió la llave de gentilhombre de Cámara con entrada.

Poco después, el marquesado de Spínola (24 de octubre de 1752). Continuó en Cádiz, hasta que fue nombrado por Real Orden comandante general del departamento de Cartagena (20 de febrero de 1753), tomando posesión (16 de marzo). En Cartagena continuaba la construccion del arsenal (desde 1730), probablemente el complejo industrial más importante de la España de la Ilustración y en el arsenal, se construían los primeros diques de carenar de todo el Mediterráneo, obra impulsada por Antonio Ulloa y Jorge Juan (entre los años 1751 y 1754). Destacar tambien el empleo, por primera vez en una Marina europea de la bomba de vapor para evacuar el agua en los diques de carenar; innovaciones que lograron que la fama del Arsenal de Cartagena, traspasase fronteras. Cesó en ese destino brillantemente (23 de diciembre de 1755) trasladándose a Madrid para disfrurtar de real licencia.

Regresó a Cartagena para mandar nuevamente el departamento (10 de agosto de 1756), del que cesó temporalmente, para hacer uso otra vez de real licencia para restablecer su salud (18 de diciembre de 1759). Regresó (10 de mayo de 1760), ya sin más ausencias, hasta que entregó definitivamente el mando y se trasladó a Madrid (18 de junio de 1761), al ser nombradodo por S. M., consejero en el Supremo de la Guerra. Ejerciéndolo falleció en Madrid (5 de julio de 1774) a la edad de ochenta y siete años y con la reputación de un entendido marino, un bizarro militar y un cumplido caballero.

 

Bibl.: F. de P. Pavía. Galería biográfica de los Generales de Marina, t. III, Madrid, Imp. F. García y D. Caravera, 1874; C. Fernández Duro, Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y de Aragón, vol. VI, Madrid, Museo Naval, 1972; VV. AA., Elenco de grandezas y títulos nobiliarios españoles, Madrid, Hidalguía, 2003.

 

Alfonso Rivero de Torrejón

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