Carvajal y Lancaster, Nicolás de. Marqués de Sarria (IX). Cáceres, 28.X.1696 – Madrid, 4.III.1770. Teniente general, Grande de España.
Nicolás de Carvajal y Lancaster nació en Cáceres en el seno de una ilustre dinastía extremeña, pues era el tercer hijo varón de Bernardino de Carvajal y Vivero Moctezuma, II conde de la Enjarada, y de Josefa de Lancaster (o Alencastre) y Noroña, en cuya estirpe recayeron los títulos ducales de Abrantes y Linares, ya que a la muerte de su hermano Juan de Lancaster Sande y Noroña, III duque de Abrantes, dichas mercedes fueron sucedidas por el hijo primogénito, Juan Antonio de Carvajal y Lancaster.
Como su hermano mayor, Nicolás de Carvajal y Lancaster abrazó la carrera militar, llegando igualmente a teniente general. Había comenzado como cadete del Regimiento de Infantería de la Corona el 15 de abril de 1713, ascendiendo dos años más tarde a capitán del mismo Cuerpo durante la Guerra de Sucesión española. Habiendo concluido ésta con la entronización definitiva de Felipe V como Rey de España, por valimiento de su esposa Isabel de Farnesio y sobre todo de su primer ministro Alberoni, se decidió por intentar recuperar los territorios italianos perdidos con el Tratado de Utrecht. Alarmadas, las potencias europeas se unieron formando la Cuadruple Alianza declarando la guerra a España, que hubo de multiplicar sus frentes por toda Europa. Como consecuencia de ello, en 1919, Nicolás de Carvajal participó en la fallida expedición a Escocia y, más tarde, en la campaña de Navarra contra los franceses, pasando al año siguiente a socorrer la plaza de Ceuta (1720-1721), donde se halló en tres batallas y en varias acciones menores. A pesar de la Paz de Cambrai, la nostalgia por las posesiones españolas en Italia continuó dando lugar a nuevos enfrentamientos en estos territorios derivados de los Pactos de Familia a lo largo del siglo. Y así, habiendo sido promovido Nicolás de Carvajal a coronel el 5 de agosto de 1725, con el mando del mismo Regimiento pasó a Italia en 1732 para participar en la campaña de reconquista de Nápoles, hallándose en el sitio y toma del castillo de Baia, en la victoriosa batalla de Bitonto de 25 de mayo de 1734, en la que mandó los granaderos de la vanguardia que asaltaron las líneas enemigas, y después en el bloqueo de Capua. A finales de agosto de 1734, pasó con su Regimiento a la conquista de Sicilia, hallándose en la toma de Mesina y en el ataque y toma de Siracusa. Por estos servicios fue promovido a brigadier de Caballería el 14 de agosto de 1735, y como tal fue gobernador de Murcia y costas de Cartagena.
Después, se trasladó nuevamente a Italia, señalándose por su valor en la batalla de Campo Santo de 8 de febrero de 1743 y en las tomas de Casal de Monferrato y de Milán, siendo gravemente herido en Bolonia. Estos méritos le valieron los ascensos a mariscal de campo, y a teniente general de los Reales Ejércitos en 1743.
Pero, al poco tiempo comenzó el reinado de Fernando VI, impulsando una política de paz y neutralidad que dio fin a la influencia de la Reina viuda Isabel de Farnesio y que llevó a España a firmar la Paz de Aquisgrán que terminó con su participación en la Guerra de Sucesión Austríaca. Al contrario que su hermano el duque de Abrantes, que había rehusado el virreinato de Nueva España en 1742 y se retiró a vivir en Cáceres, falleciendo cinco años después, Nicolás de Carvajal comenzó a destacar en la vida pública española al amparo de su hermano José de Carvajal y Lancaster, recién nombrado ministro de Estado con Fernando VI. Formó así parte de la facción que se llamó “la cofradía” que rivalizaba con la red de poder e influencias establecidas a su vez por el grupo del marqués de la Ensenada, dentro del marco de administración impuesta por Fernando VI. Significativo es que en 1746 recibiera la Encomienda de Valdepeñas de la Orden Militar de Calatrava y, al año siguiente, el 6 de junio de 1747 el Rey le concediera a Nicolás de Carvajal y Lancaster la Grandeza de España honoraria con carácter personal y vitalicio (Real Despacho de 9 de enero de 1748).
Paralelamente, la paz permite que la Corte se convierta en crisol que posibilita la penetración de una incipiente ilustración. En estrecha vinculación con los medios gubernamentales que auspician un programa de desarrollo de la cultura española, proliferan círculos y reuniones eruditas que normalmente se constituyen en casa de miembros de la alta nobleza, siendo la Academia del Buen Gusto, que nació gracias al mecenazgo de la marquesa de Sarria, la más importante de la primera mitad del siglo xviii, a pesar de que tan sólo duro el bienio de 1949 a 1951, pues formó una auténtica academia literaria, sobre todo de poesía, a las que pudo haber asistido Carvajal, pues fue en estas fechas cuando se decide a contraer matrimonio.
Siguiendo los pasos de su hermano primogénito Juan Antonio de Carvajal y Lancaster, IV duque de Abrantes, que casó en 1734 con Francisca de Paula de Zúñiga y Arellano, marquesa de Aguilafuente, enlazó igualmente con el linaje de Zúñiga. Fue, el 13 de diciembre de 1749, precisamente con Ana María Josefa López de Zúñiga y Castro, marquesa de Sarria, bautizada en Madrid el 19 de enero de 1718, hija de Juan Manuel de Zúñiga y Castro, XI Duque de Béjar, y de su tercera esposa y prima hermana, Rosa Rafaela Fernández de Castro y Centurión, hija a su vez de Pedro Fernández de Castro, X Conde de Lemos y VII Marqués de Sarria. La marquesa de Sarria, como llevaban haciendo las últimas generaciones en el ducado de Béjar, había contraído matrimonio previamente con su primo hermano Ginés Miguel Fernando Ruiz de Castro y Portugal, XI conde de Lemos y a la sazón VIII marqués de Sarria, título nobiliario en el que sucedían los primogénitos de la casa condal. Éste era hijo único, por lo que al fallecer en 1741 sin descendencia, todos los títulos y mayorazgos de la Casa de Lemos recayeron en su tía Rosa María de las Nieves Fernández de Castro y Centurión que, sin descendencia de su matrimonio con los marqueses de Aitona, pasarían a su muerte —lo que aconteció en 1772— a Joaquín López de Zúñiga y Castro, XII duque de Béjar, el único hermano de Ana María de Zúñiga, a la cual por esta razón muy posiblemente se le respetó el uso del título de marqués de Sarria. Tal vez, tras su matrimonio, ésta influyó en su cuñado José de Carvajal para que en 1751 presentara su proyecto de creación de una Academia Real de Ciencias, Artes y Bellas Artes, que si bien no prosperó al menos motivó la constitución de Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en la que participó activamente su hermano el marqués iure uxoris de Sarria, de la que llegaría a ser Consiliario en 1752.
La muerte de José de Carvajal y Lancaster, ocurrida el 8 de abril de 1754, desestabilizó el equilibrio bicefálico en que se basaba el primer gobierno de Fernando VI. La facción de Carvajal de tendencias angló filas se reagrupó alrededor de la figura del duque de Huéscar que, inducido por Benjamin Keene, el embajador británico en Madrid, conspiraba contra Ensenada, partidario de una alianza con Francia. Tuvo como inmediata consecuencia el cese de este último y el nombramiento de Ricardo Wall como nuevo ministro de Estado, sintiéndose el Reino Unido aliviado por el abandono del programa que había estado llevando a cabo Ensenada de construcción y refuerzo de la Armada española. Pese a que esta segunda etapa comienza para el marqués de Sarria con la satisfacción de ser declarada su Grandeza de España de primera clase el 17 de junio de 1755, muy pronto, sin embargo, va a sentir en propia persona la ingratitud de su apoyo a Wall con el reinicio de las actividades belicistas tras la coronación de Carlos III como Rey de España.
En efecto, Nicolás de Carvajal y Lancaster como teniente general del Ejército y coronel del Regimiento de Reales Guardias españolas, sirvió también durante el reinado de Carlos III, formando parte de su Consejo de Guerra, pues le había conocido durante las campañas de Italia y sabía de su capacidad militar.
En 1762, el Rey le designó para dirigir la campaña de Portugal, consecuencia del Tercer Pacto de Familia que llevó a España a entrar en la última fase de la Guerra de los Siete Años en apoyo de Francia contra Inglaterra. Sin embargo, Carvajal encontró sumas dificultades para realizar el encargo del Rey, comenzando por la oposición de Ricardo Wall, que quería imponer a su candidato, el Conde de Aranda, que entonces se encontraba como embajador en Polonia y que ya se había puesto en marcha para tomar el mando. Por otro lado, la circunstancia de que la Reina de Portugal fuera hermana de Carlos III, impedía planear una campaña ofensiva, debiendo asegurar plazas y puertos al tiempo que debía evitar daños a la población e instalaciones, alejando de esta manera el peligro de la capital. No menos importante era el estado operativo del ejército portugués, prácticamente desmantelado y confiado a la protección de España desde los acuerdos de principios del siglo xviii. Finalmente, Sarria, que se encontraba enfermo y cansado de intentar poner en orden la campaña, renunció a su cargo, pidiendo el retiro al Rey, que se lo concedió, sustituyéndole por Aranda tal y como deseaba el ministro de Estado y de la Guerra. Ese mismo año, el rey le concedió el Collar del Toisón de Oro, como reconocimiento a sus muchos y distinguidos servicios.
Además, el Rey le mantuvo en el Consejo de Guerra, desde el que intervino, entre otros asuntos, en la resolución en 1766 del Motín de Esquilache; acontecimiento tras el cual pudo haberle puesto en un compromiso su hermano menor Isidro de Carvajal y Lancaster, obispo de Cuenca, quien se hizo famoso al final de su vida por el escrito que envió a Carlos III en el que le hacía responsable de la decadencia de España y por el que fue llamado a declarar ante el Consejo de Estado.
Murió, Nicolás de Carvajal y Lancaster, el 4 de marzo de 1770, acompañándole su viuda, la marquesa de Sarria, a la sepultura, sin sucesión, tan sólo un año después.
Obras de ~: Don Nicolas de Carvajal y Alencaster [...] Marques de Sarria [...] en virtud de las Ordenes del Rey, entro en los dominios de Portugal con las tropas de mi mando[ ...] debo hacer saber a los vasallos [...] que [...] no tiene por objeto hacerles la guerra [...], s.e., s.l., 1762.
Fuentes y bibl.: Archivo del Duque de Abrantes (Jerez de la Frontera); Archivo Histórico Nacional (Madrid), Archivo de los Duques de Osuna, cajas 411, 414, 3269, 3482, 3489-3491, 3495; Archivo General de Simancas, Guerra Moderna, leg. 2547 (cº 1, fol. 12; cº 3, fol. 8; cº 5, fol. 5; cº 6, fol. 9; cº 7, fol. 9; cº 8, fol. 34; y cº 9, fol. 34); Archivo Histórico Nacional, Consejos, leg. 8978 (año 17548), expte.
847; y libro 2753, año 1747, n.º 22; Estado, leg. 7689, expte. S-20; y leg. 7663, expte. 75; Archivo General del Ministerio de Asuntos Exteriores (Madrid), lib. I del Registro de la Insigne Orden.
Gaceta de Madrid, 13 de marzo de 1770; J. de Pinedo y Salazar, Historia de la Insigne Orden del Toisón de Oro, t. II, Madrid, Imprenta Real, 1787, pág. 541; A. Ferrer del Río, Historia del reinado de Carlos III en España, Madrid, Imprenta de Matute y Compagni, 1856; C. Gutiérrez de los Ríos y Rohan-Chabot, Conde de Fernán Núñez, Vida de Carlos III, t. II, Madrid, Librería de Fernando Fé, 1898; C. Martínez de Campos Serrano, duque de la Torre, España bélica. El siglo xviii, Madrid, Aguilar, 1965, págs. 153-157; A. de Ceballos- Escalera Gila, Marqués de la Floresta (dir.), La Insigne Orden del Toisón de Oro, Madrid, Patrimonio Nacional, 1996, págs. 451 y 452.
José Manuel Zuleta de Reales y Alejandro, duque de Abrantes e Iván F. Moreno de Cózar y Landahl, conde de los Andes