Cantelmo Stuart y Brancia, Restaino. Duque de Popoli (VIII), en Nápoles. Nápoles (Italia), 22.XI.1651 – Madrid, 16.I.1723. Caballero de las Órdenes de Santiago, Saint-Esprit y del Toisón de Oro, militar, capitán general de los Reales Ejércitos.
Fue el quinto hijo, tercer varón, de Fabrizio Cantelmo (muerto en 1694), VI duque de Popoli, I príncipe de Pettorano, y de su esposa Beatriz Brancia (muerta en 1693), duquesa de Belvedere. No habría sucedido en los títulos paterno-maternos de no haber contraído matrimonio el 13 de abril de 1690 con su sobrina carnal Beatriz Cantelmi, primogénita de su hermano mayor José (1643-1693), VII duque de Popoli. Fue también III duque de Belvedere y II príncipe de Pettorano. Su otro hermano varón fue el cardenal Jaime Cantelmi (1645-1702), arzobispo de Nápoles desde 1691.
Recibió una esmerada educación en Nápoles, pero, al estallar la revuelta de Mesina (1674), fue de los primeros en levantar una compañía de caballos para servir en la isla, donde permanecerá hasta su completa sumisión y evacuación por los franceses (1678). Después, su compañía continuó sirviendo en el reino de Nápoles hasta que, a comienzos de 1681, fue designado para suceder a Felipe D’Auria al mando del tercio de Infantería napolitana que servía en Flandes. Se hizo cargo del mismo en junio y lo mandó hasta 1695, con rango de sargento general de batalla desde 1687. Aunque permaneció en Flandes cerca de veinte años, no parece haberse hallado en ningún hecho notable de armas. Al menos, ni los acredita su regimiento, que no participó en la defensa de Luxemburgo (1684) y se mantuvo inactivo en las guarniciones de Ath y Nieuwpoort durante toda la Guerra de la Liga de Ausburgo (1689-1698); ni el memorial que él mismo redactó para solicitar la Grandeza de España para su Casa, ni tampoco lo señalan sus biógrafos.
Tras la muerte de Carlos II (1 de noviembre de 1700), obtuvo licencia para ir a la Corte, donde Felipe V —que quería atraerse a las familias notables de Italia— le designó capitán general de la Artillería del reino de Nápoles (24 de marzo de 1701). En lugar de embarcase directamente hacia su nuevo destino, marchó a París para presentarse a Luis XIV, que le concedió el collar de Saint-Esprit, incorporándose en su puesto durante el mes de julio. Poco después sobrevenía en Nápoles la conjura del príncipe de Macchia (24 de septiembre de 1701), en cuya solución jugaron un papel importante tanto él como su hermano, el cardenal. A propósito de estos hechos, el marqués de San Felipe escribió: “El virrey duque de Medina dio a todos por jefe a don Restaino Cantelmo, duque de Populi, general de la artillería, hombre de conocido valor y experiencia, maduro y de sólida honra y fidelidad: todo lo comprobó el éxito. Salieron al amanecer a buscar a los rebeldes, y con poca dificultad deshicieron la unión de la desordenada muchedumbre; murieron pocos, porque la acción fue breve.” Por patente de 24 de febrero de 1702, fue recompensado con el ascenso a maestre de campo general de aquel reino. En diciembre del año siguiente, Felipe V le encargó la leva de una compañía para el nuevo regimiento de su Guardia de Corps, que reclutó a principios de 1704 escogiendo a doscientos cadetes entre la nobleza napolitana y otros cincuenta de la siciliana. En febrero había concluido el proceso y el 12 de junio se le expedía el despacho de capitán de la compañía italiana de dicha Guardia de Corps, junto a la patente de teniente general de los Reales Ejércitos. Sin embargo, no recibieron órdenes de partir a España hasta junio de 1705, debido a la urgencia de socorrer a la amenazada Cataluña. Al llegar a Barcelona, el 13 de agosto, sus cadetes fueron agregados al Regimiento de la Guardia de Italia y fueron los supervivientes de esta unidad —conducidos a Almería tras la capitulación de la plaza (9 de octubre de 1705)— quienes marcharon a Madrid para constituir finalmente la compañía italiana de las Reales Guardias de Corps, por cuya capitanía recibió la Grandeza de España de 1.ª clase (17 de junio de 1706) y el título de caballero de la Orden de Santiago. Su primera misión consistió en asistir y formar la guardia a Felipe V durante el fallido intento de recobrar la Ciudad Condal (6 de abril-10 de mayo de 1706), permaneciendo después con el Ejército de Castilla hasta que el Rey dejó las operaciones militares en manos del duque de Berwick para hacer su entrada solemne en Madrid (22 de septiembre), que durante algo más de un mes había estado en poder de las tropas archiducales (27 de junio-4 de agosto de 1706).
A comienzos de la campaña siguiente se halló en la batalla de Almansa (25 de abril de 1707), donde mandó el ala derecha de la primera línea franco-española, compuesta exclusivamente de caballería. Los regimientos a su cargo, incluido el de la Guardia de Corps, rechazaron por dos veces las cargas de los jinetes anglo-luso-holandeses, pero no pudieron vencer la resistencia opuesta por una brigada de infantería inglesa —que operaba interpolada entre su caballería— hasta que el duque de Berwick destacó una brigada de infantería para desalojarla de su posición. Finalmente, la batalla concluyó con una rotunda victoria de las armas de Felipe V, que posibilitó la rápida restauración de los reinos de Valencia y Aragón, por lo cual todos los protagonistas de la batalla, incluido Cantelmo, fueron muy elogiados. Sin embargo, su primera experiencia de mando en una batalla campal había evidenciado sus limitaciones tácticas, ya que fueron D’Asfeld —comandante de la segunda línea de caballería— y el propio Berwick, comandante en jefe, quienes hubieron de resolver las dos situaciones más comprometidas en que se vio envuelta el ala confiada bajo su mando directo. No cabe duda de que sus carencias militares debieron ser advertidas en su momento, ya que no volverá a servir en campaña durante mucho tiempo, ni siquiera en la comprometida batalla de Villaviciosa (10 de diciembre de 1710), pese a gozar entonces del grado de capitán general de los Reales Ejércitos, que se le había concedido diez días antes, y a la presencia personal de Felipe V en las operaciones. Por ello, resulta sorprendente que Kamen le tenga por “uno de los generales mas distinguidos de la monarquía”, salvo que reputara otras cualidades, más cortesanas que castrenses, que sin duda poseía. Por ejemplo, el duque de Saint Simon, que le trató personalmente, le describe como “buen conversador, con talento para la persuasión y la intriga, aunque falso y no interesándose más que por su dinero y fortuna”.
Felipe V le confió el mando de la tropas encargadas de recibir la esperada sumisión de Cataluña, donde ejerció el empleo de capitán general, a raíz del tratado de evacuación concertado en Utrecht (13 de marzo de 1713). En su virtud, las guarniciones imperiales de Cervera, Martorell, Tarragona, Mataró, Hostalrich y Barcelona fueron sustituidas por otras del rey de España, que había ofrecido un perdón general a toda Cataluña y veladas promesas de respeto foral. Las tres primeras se entregaron los días 2, 12 y 14 de julio respectivamente; pero en Barcelona, el virrey Stahrenberg embarcó a sus tropas antes de que se produjera su relevo por las de Felipe V, dando lugar a la convocatoria de una junta general de los tres estados (30 de junio-6 de julio), donde los diputados del brazo popular lograron imponerse en una votación contra la sumisión y a favor de la resistencia armada. Así, cuando Cantelmo llegó a la vista de la ciudad, el 25 de julio de 1713, la halló preparada para defenderse, ejemplo que secundaron también Cardona y otros lugares. Castellví es muy crítico con su actuación durante el asedio, atribuyendo a su “orgullo, dureza e injurias” contra la ciudad la numantina resistencia de ésta. Lo cierto es que sus progresos fueron muy lentos y Felipe V hubo de solicitar a su abuelo, Luis XIV, el envío de tropas auxiliares francesas al mando del duque de Berwick. Éste tomó la dirección de las operaciones a partir del 7 de julio de 1714, en que Cantelmo regresó a Madrid, logrando conquistar la plaza apenas dos meses después.
Felipe V le reconfortó de su nuevo fracaso militar concediéndole el collar del Toisón y dándole asiento en sus consejos de Guerra y Hacienda. En 1716, le designó ayo de su hijo primogénito, el príncipe Luis, sin que hubiera de renunciar a la capitanía italiana de la Guardia de Corps. Fungió el nuevo empleo hasta 1719, en que fue desterrado de la Corte por orden de Alberoni. Sin embargo, tras la caída del ministro (5 de diciembre de 1719), recuperó el favor real y volvió a ser llamado para desempeñar su puesto, siendo uno de los firmantes, detrás del propio Rey, del Acta de Abdicación de Felipe V, rubricada en San Lorenzo de El Escorial, el 22 de junio de 1720. El mismo año fue nombrado mayordomo mayor del futuro rey Luis I, su antiguo pupilo, asumiendo la jefatura de su Casa Civil, pero no consiguió verlo entronizado porque la muerte le llegó primero. Los últimos años de su vida tuvo precaria salud, por lo cual su esposa hubo de testar por él (28 de enero de 1719), ante el notario Manuel de Leizza, en virtud de precedente poder de su marido.
Fuentes y bibl.: Archivo Histórico Nacional, Estado, leg. 658, memorial de Restaino Cantelmo solicitando la grandeza de España, 1701; Consejos, leg. 8976, exp. 147, real despacho a favor de Rostaino Cantelmo concediéndole los honores y tratamiento de Grande de España, unidos al título de duque de Pópuli, que posee, 25 de marzo de 1702 y exp. 184, real despacho a nombre de Rostaino Cantelmo concediéndole la grandeza de España de primera clase, sobre el título de duque de Populi, 17 de junio de 1706; Archivo General de Simancas, Estado y Guerra Antigua, diversas revistas del Tercio de R. Cantelmo en el ejército de Flandes, 8 de junio de 1681-15 de enero de 1693; British Library, vol. I, fols. 90, 92; vol. II, fols. 9, 397, 417, 428, 434, 442, 496; vol. III, fols. 43, 234-235, Add. mss. 20548-20550, Correspondence of Cardenal F. A. Gualterio with various Italians (1698-1728) (correspondencia del duque de Popoli desde el 26 de febrero de 1706 hasta el 26 de septiembre de 1722).
J. de Pinedo y Salazar, Historia de la Insigne Orden del Toisón de Oro, Madrid, Imprenta Real, 1787, págs. 483-484; L. Rouvroy, Duque de Saint-Simon, Mémoires, ed. de Chéruel, Paris, 1856-1858 (espec. vol. XVIII, pág. 400); A. Granito, Príncipe de Belmonte, Storia della congiura del Principe di Macchia e della occupazione fatta dalle armi austriache del Regno di Napoli nel 1707, Napoli, 1861; V. de Bacallar, Marqués de San Felipe, Comentarios de la Guerra de España e Historia de su rey Felipe V el Animoso, Madrid, Atlas, 1957 (Biblioteca de Autores Españoles, vol. 99); L. Cappelletti, [“Cantelmi Stuart, Restaino”], en VV. AA., Dizionario biografico degli italiani, vol. XVIII, Roma, Istituto della Enciclopedia Italiana, 1975, págs. 718-719; A. J. Veenendaal, De briefwisseling van Anthonie Heinsius 1702-1720, vols. XIV, XVI y XIX, Amsterdam, Instituut voor Nederlandse Geschiedenis (ING), 1976-2002; J. L. Sánchez Martín, “La batalla de Almansa: Hombres, unidades y orden de combate”, en Dragona, año III, n.º 6 (1995), págs. 25-44; J. L. Sánchez Martín, “Almansa, 1707. Las lises de la Corona”, en Researching y Dragona, n.º 5, I (1998), págs. 66-84; n.º 7, II (1999), págs. 58-103; n.º 8, III (1999), págs. 67-91; n.º 12, IV (2000), págs. 108-113; n.º 14, V (2001), págs. 29-41; n.º 17, VI (2002), págs. 28-53; F. de Castellví, Narraciones históricas (1700-1716), t. III, Madrid, Fundación Elías de Tejada, 1999, págs. 619-644; D. Ozanam, Los capitanes y comandantes generales de provincias en la España del siglo XVIII, Córdoba, Universidad, 2008.
Juan Luis Sánchez Martín