Fernández Villar Alonso, Celestino. Tudela de Agüeria (Asturias), 2.IV.1838 – Manila (Filipinas), 29.IV.1907. Agustino (OSA), miembro de la Real Academia de Ciencias.
Natural de la parroquia de Santiago de Agüeria, en el concejo de Tudela (Asturias), nació el 2 de abril de 1838 y fueron sus padres Ramón y Florentina, fervientes cristianos que inculcaron en su hijo los primeros rudimentos de la fe. Las primeras letras las aprendió en su pueblo y en la preceptoría de la vecina localidad de Manzaneda. Más tarde tuvo que trasladarse a la vetusta capital para dar comienzo a los estudios filosóficos en el Seminario Conciliar de Oviedo, “donde mereció una de las notas de honor por su aplicación y aprovechamiento”.
A la edad de diecisiete años cumplidos decidió ingresar en la vida consagrada bajo la Regla de san Agustín y dio comienzo a su noviciado en el Real Colegio de agustinos filipinos de Valladolid. Allí hizo su profesión solemne el 15 de septiembre de 1856 y prosiguió con sus estudios eclesiásticos, en los que sobresalió por una memoria prodigiosa y un talento poco común. Su quebradiza salud le obligó a interrumpir sus estudios y embarcarse para Filipinas en 1859.
Apenas llegado a Manila, los superiores le destinaron al convento del Santo Niño de Cebú, con el deseo vehemente de que allí pudiera reponerse. En 1862 recibió el mandato de trasladarse a la vecina isla de Panay y, estudiado el idioma de los naturales, se hizo cargo del pueblo de Barotac Nuevo, que regentó hasta el año 1865, fecha en que hubo de regresar a Manila con el fin de terminar los estudios regulares que aún tenía inconclusos. En 1866 tornó a Panay, concretamente al señero pueblo de Jaro, y en 1867 pasó de ministro-prior al pueblo de Igbarás, donde desplegó durante diez años una actividad y un celo envidiables, logrando inyectar en sus feligreses un fervor desconocido para crear un pueblo progresivo, laborioso y entusiasta, dando como resultado la construcción de un hermoso convento de sillería, echar los cimientos de la iglesia, cerca de piedra del camposanto y mejora del caserío y los caminos vecinales.
Conociendo los superiores sus facultades e inclinación para las Ciencias, en especial para la Botánica, el año 1877 fue llamado a Manila para encargarse de la tercera edición de la Flora de Filipinas en colaboración con el padre Andrés Naves. A este fin viajó, subvencionado por su Provincia religiosa, por diversas partes de las islas acopiando material para completar la obra. Sus trabajos concluyeron en 1883 y merecieron las alabanzas de los críticos y eruditos de la época.
Y como reconocimiento a esta benemérita labor fue nombrado en Manila socio correspondiente de número de la Sociedad Económica del País (1878), académico correspondiente de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid (1880), socio honorario de la Sociedad de Farmacéuticos de Madrid (1880) y en el año 1887, la provincia de Filipinas le concedió el título de ex provincial.
Fue, además, párroco de Miagao (1882-1885), definidor provincial (1885-1889) y delegado del definitorio provincial para viajar a Roma a trabajar ante la Santa Sede la anulación de la reprobación de las Actas 4.ª y 5.ª del polémico capítulo de 1885 en materia de estudios, misión infructuosa por la decidida postura del papa León XIII y de su secretario de Estado cardenal Mariano Rampolla del Tindaro. En 1887 pasó al Imperio Celeste como visitador apostólico de las misiones agustinianas de China y en 1889 viajó a Australia, con el objeto de estudiar sobre el terreno el establecimiento de algunas fundaciones en aquel continente. Fruto de esta última visita fue una Memoria muy interesante, en la que se pueden apreciar sus variados conocimientos y su profundo espíritu de observación.
En la recta final de su vida fue párroco de Alimodían, en la isla de Panay (1893-1897), pueblo en el que cayó prisionero de los revolucionarios filipinos.
Posteriormente fue liberado y llevado a Manila, donde falleció el 29 de abril de 1907, habiendo perdido antes el don de la vista, enfermedad que le contrarió mucho por impedirle desarrollar su trabajo de investigación, que tanto le apasionaba.
Obras de ~: Flora de Filipinas por el P. Fr. Manuel Blanco, Agustino Calzado, adicionada con el manuscrito inédito del P. Fr. Ignacio Mercado, las obras del P. Fr. Antonio Llanos y de un Apéndice con las nuevas investigaciones botánicas referentes al Archipiélago Filipino. Gran edición hecha a expensas de la Provincia de Agustinos Calzados de Filipinas bajo la dirección científica y literaria de los PP. Andrés Naves y Celestino Fernández Villar, Manila, Est. Tipográfico Plana y Cía., 1877-1880, 4 vols.
Bibl.: E. Jorde Pérez, Catálogo bio-bibliográfico de los religiosos agustinos de la Provincia del Santísimo Nombre de Jesús de las Islas Filipinas desde su fundación hasta nuestros días, Manila, Est. Tipográfico del Colegio de Sto. Tomás, 1901, págs. 511- 514; M. Rodríguez, “Adm. R. P. Fr. Colestinus Fernández Villar”, en Analecta Augustiniana, 2 (1907-1908), pág. 142; G. de Santiago Vela, Ensayo de una biblioteca Ibero-Americana de la Orden de San Agustín, II, Madrid, Imprenta del Asilo de Huérfanos del S. C. de Jesús, 1915, págs. 4465-4469; M. Merino, Agustinos evangelizadores de Filipinas (1565-1965), Madrid, Ediciones Archivo Agustiniano, 1965, pág. 190; I. Rodríguez, “Tres agustinos asturianos y su labor en Filipinas”, en Studium Ovetense, 21 (1993), págs. 166-172; I. Rodríguez, Historia de la Provincia Agustiniana del Smo. Nombre de Jesús de Filipinas, V, Valladolid, Estudio Agustiniano, 1993, págs. 435- 437; I. Rodríguez y J. Á lvarez, Al servicio del evangelio. Provincia Agustiniana del Santísimo Nombre de Jesús de Filipinas, Valladolid, Estudio Agustiniano, 1996, págs. 242-243.
Isacio Rodríguez Rodríguez, OSA