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Maximiliano Arboleya Martínez

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Biografía

Arboleya Martínez, Maximiliano. Pola de Laviana (Asturias), 9.X.1870 – Meres, Pola de Siero (Asturias), 19.I.1951. Deán, escritor, sociólogo y sindicalista.

De humilde familia, ingresa, en 1884, en el Seminario Diocesano de Oviedo, donde realiza la carrera eclesiástica. Dotado de una excelsa inteligencia, la ayuda de su tío, el obispo fray Ramón Martínez Vigil, resulta decisiva para su formación intelectual y para iniciar su trayectoria eclesial. En 1893 marcha a Roma, pensionado por la diócesis ovetense, para ampliar sus estudios en el Pontificio Colegio Español.

En la Universidad Gregoriana se licencia en Teología, y en el Seminario Pontificio San Apolinar, en Derecho Civil y Canónico, doctorándose en 1896 en ésta última especialidad. Su estancia de tres años en Roma fue importante en su formación, y la influencia del pensamiento social del papa León XIII y su encíclica Rerum novarum determinante en su vocación por las cuestiones sociales.

Concluidos sus estudios en Roma, donde había sido ordenado diácono, es ordenado presbítero en Oviedo, de manos del obispo Martínez Vigil. Se instala en Oviedo, ciudad que sería su residencia habitual la mayor parte de su vida, aunque interrumpida por sus innumerables viajes por España y el extranjero.

Durante diez años es profesor de Teología en el Seminario Conciliar y en octubre de 1898 obtiene, por oposición, la plaza de canónigo apologista del cabildo catedralicio. En 1923 es nombrado deán de la catedral de Oviedo.

A partir de 1897 inicia sus colaboraciones periodísticas en el diario ovetense El Carbayón que continuará durante treinta y siete años. A partir de 1901 —y durante doce años— ocupa la dirección del mismo, aunque su nombre nunca figuró como tal, llegando a ser copropietario de la publicación. El Carbayón recoge la mayor parte de sus campañas al servicio de las doctrinas sociales de la Iglesia. Su firma aparece en numerosos periódicos y revistas de toda España: ABC, El Universo, El Tiempo, La Ilustración Católica, Revista de Cuestiones Sociales y Nuestro Tiempo, de Madrid; Revista Social y Revista Quincenal, de Barcelona; Revista Eclesiástica, de Valladolid, y El Pueblo Vasco, de Bilbao, entre otros. Para hacer frente a la propaganda socialista en la región funda el seminario El Zurriago Social, que se publica entre febrero de 1902 y noviembre de 1904.

Becado por la Junta de Ampliación de Estudios, visita varias ciudades de Italia y Bélgica, durante tres meses en 1913, estudiando la acción social católica y la organización profesional. Al año siguiente, una nueva beca le permite ampliar sus conocimientos en Europa. Escribe un amplio relato, titulado Por la Europa Latina, sobre sus impresiones en los viajes realizados, pero la censura eclesiástica le impide publicarlo.

Arboleya siempre compaginó su labor como intelectual y como hombre de acción. Dedicó sus mejores esfuerzos a la organización católica de los obreros y agricultores asturianos, tratando de contrarrestar la influencia de anarcosindicalistas y socialistas. Esta labor social culmina con la creación de la Federación de Sindicatos Obreros Independientes y de la Federación Diocesana de Sindicatos Agrícolas. También organiza las Bolsas de Trabajo, los Sindicatos Femeninos y otras entidades mutualistas. Su prestigio se extiende por todo el país y recibe múltiples cargos, sirva como muestra su nombramiento como técnico de la Acción Popular de la diócesis de Barcelona.

Como periodista, funda y dirige la revista Asturias Agraria (agosto de 1922-1930), órgano de los sindicatos católicos por él organizados en la región. Durante cinco años (enero de 1926 a diciembre de 1930) es director y principal redactor de la revista quincenal Renovación Social que publica el Grupo de la Democracia Cristiana.

A pesar de ser un encarnizado adversario de anarquistas y socialistas, sus mayores enemigos no fueron éstos, sino la derecha reaccionaria española, incapaz de entender la filosofía que animaba a Arboleya: un reformista que propugnaba la necesaria renovación de los arcaicos conceptos defendidos por una oligarquía agraria y jerarquía eclesiástica anclada en el integrismo.

Estos últimos le ocasionaron numerosos disgustos y, en parte, arruinaron su importante labor sindical. Ejemplo de ello fue la falsa acusación de ser aliado de la izquierda con motivo de su campaña contra el carlista Juan Vázquez de Mella en 1916, o las calumniosas denuncias de los integristas ante la Congregación del Concilio de Roma, en 1929, por sus críticas a las fuerzas reaccionarias.

Una de las consecuencias del conflicto de 1916 fue que el proyecto del cardenal Victoriano Guisasola, arzobispo de Toledo, de crear en Madrid un Secretariado Nacional de los Sindicatos Obreros Católicos, a cuyo frente se iba a nombrar a Arboleya, fracasara debido a las trapacerías de los jesuitas.

Cuando en 1919 se funda el Grupo de la Democracia Cristiana, presidido por Severino Aznar, Arboleya se convierte en uno de sus principales miembros. La finalidad del Grupo era realizar estudios sobre la realidad social española y proponer soluciones siguiendo el criterio de la escuela democrática social cristiana.

Durante años, el Grupo fue atacado por el diario El Siglo Futuro y los integristas.

El diario madrileño El Debate publicó, en 1927, una magnífica semblanza de Arboleya. Entre otras cosas, decía: “Es admirado y es odiado; su pluma no deja al lector indiferente; hace saltar en él la admiración o la cólera. Hace treinta años que está en polémica incesante. Su vida es la de un caballero andante de la pluma, al que su adversario no encontró nunca dormido o desarmado. Parece que la lucha es su reposo, la esgrima de la dialéctica su placer y el desfacer entuertos su misión... Se ha hecho temible, porque su pluma a veces parece un látigo; su sátira es flageladora y más justiciera que piadosa”.

En octubre de 1931 es designado consejero delegado de la empresa que editaba El Carbayón, aunque en realidad nuevamente fue el director en la sombra del mismo. Adopta una línea política pragmática, al servicio de las ideas sociales que siempre había defendido, acatando la República y propugnando el acercamiento entre los reformistas de Melquíades Álvarez y los radicales de Alejandro Lerroux, es decir, intentando fortalecer el centro político en Asturias. Esta postura le origina, una vez más, el rechazo del sector más derechista de la región, hasta que en julio de 1934, prescindieron de sus servicios al pasar la empresa a manos de Fernández Ladreda, presidente de Acción Popular en Asturias.

El obispo de Oviedo, en junio de 1935, le nombra presidente de la Comisión Social Diocesana, desde la cual coordina los distintos grupos sociales católicos dispersos, intensifica la propaganda y publica, durante un año, treinta y cinco hojas, a las que llamaba “comprimidos sociales” sobre doctrina social.

Durante la Guerra Civil es acusado por las autoridades franquistas de colaborar con el nacionalismo vasco, y durante nueve meses sufre la humillación y la amargura de tener que defenderse debido a un perverso expediente incoado en su contra por unos dominicos y que, finalmente, es sobreseído.

Desde el final de la guerra, los últimos doce años de su vida vive retirado en la aldea de Meres, a ocho kilómetros de Oviedo. Años difíciles y tristes, pues algunos de sus amigos se habían acomodado y colaboraban con el nuevo régimen, mientras él permanece en el ostracismo. Sin embargo, desde 1942 vuelve a empuñar la pluma y, a pesar de tener problemas con la censura, logra publicar aún cinco libros. Cuando estaba redactando sus memorias, que pensaba titular Memorias [...] de otros. Medio siglo de apostolado popular, le sorprendió la muerte en la soledad de Meres, a los ochenta y un años, en medio de la verde campiña, rodeado de sus árboles frutales. Según su deseo, la noticia de su fallecimiento no se hizo pública hasta después de su entierro.

Arboleya fue el más importante defensor de las doctrinas sociales de la Iglesia católica en una España controlada por el integrismo. Sus varios miles de artículos periodísticos y sus cuarenta libros y folletos así lo atestiguan. Ignorado por el régimen franquista, fue rescatado del olvido por el sacerdote e historiador Domingo Benavides, su principal biógrafo.

En noviembre de 1974, la única colección existente del diario El Carbayón, que se encontraba en la casona de Meres donde había vivido Maximiliano Arboleya, a punto de ser derribada por la piqueta, fue salvada, gracias a la diligencia de Antonio Masip y José Girón, y depositada en la Biblioteca de la Universidad de Oviedo.

 

Obras de ~: Laboremus: cuestiones palpitantes, Madrid, Librería de S. José, 1900; La misión social del clero, Valladolid, 1901 (red. Oviedo, Imprenta Uría Hermanos, 1901); Liberales, socialistas y católicos ante la cuestión social, Valladolid, José Manuel de la Cuesta, 1901; Cartas a un seminarista, Valladolid, 1903; La base para la acción católica en España: La sumisión al Poder constituido, Madrid, 1903; En las garras de cuatro sabios (Buylla, Posada, Sela y Altamira): Historia que parece cuento, Madrid, L. Aguado, 1904; El clero y la prensa, Salamanca, Imprenta de Calatrava, 1908; La verdad sobre la Asamblea de Zaragoza. Artículos publicados en El Carbayón, Oviedo, Impr. El Carbayón, 1908; Balmes: Enseñanzas políticas, Valladolid, Casa Editorial Cuesta, 1909; Sobre el tradicionalismo político: Cartas de un Obispo español y un personaje carlista, Madrid, Gregorio del Amo, 1910; Balmes político, Barcelona, Librería de D. Eugenio Subirana, 1911; Los orígenes de un movimiento social: Balmes, precursor de Ketteler, Oviedo, Luis Gili, 1912; La propiedad: Interesante doctrina del Doctor Angélico, Barcelona, Librería Católica Internacional, 1913; Balmes, periodista: Enseñanzas y ejemplos, Valladolid, Tipografía Cuesta, 1914; De la acción social: El caso de Asturias, Barcelona, Luis Gili, 1918; De la acción social: Los Sindicatos de obreros, Barcelona, 1918; De la acción social: Recursos ineficaces contra un peligro serio, s. l., 1919; De la acción social: Definiciones y principios, Oviedo, Imprenta El Carbayón, 1921; Los “Errores”, de Monseñor Pottier, Madrid, 1922; De la acción social: La confesionalidad en mis sindicatos, Barcelona, Librería Católica Internacional, 1924; El modernismo social y la democracia cristiana, Barcelona, 1926; Otra masonería: El integrismo, contra la compañía de Jesús y contra el Papa, Oviedo, 1929 (reed. Madrid, Compañía Ibero-Americana de Publicaciones, 1930); Sermón perdido: Los católicos de “Acción” bajo la dictadura española, Madrid, Compañía Ibero Americana de Publicaciones Mundo Latino, 1930; La Iglesia y el siglo: Soplo de tolerancia, Madrid, Comp.ª Gral. de Artes Gráficas, 1930; Cámara Santa de la Catedral de Oviedo, Barcelona, Tipografía Thomas, 1930; La carta magna de la justicia social, Barcelona, Miguel A. Salvatella, 1931; La apostasía de las masas, Barcelona, Miguel A. Salvatella, 1934; Los deberes actuales: A una muchacha que quiere ser social, Madrid, J. M. Y agües, 1935; Bajo el sol de la calumnia: La diosa “Até” en el claustro, Madrid, Tipografía Yagües, 1939; Nuestro “catolicismo”, siempre al margen, Madrid, Espasa Calpe, 1942; Técnica del apostolado popular: ante la apostasía de las masas, Barcelona, Eugenio Subirana, 1946; Dos modos de enfocar la Acción Católica, Barcelona, Edit. Atlántida, 1946; Las democracias en el futuro, fundamentadas en la doctrina de la Iglesia, Madrid, Gráficas Ibérica, 1947; El “pueblo” en la Pasión: una tremenda acusación injusta, Madrid, Victoriano Suárez, 1950.

 

Bibl.: C. Suárez, Escritores y artistas asturianos. Índice biobibliográfico, t. III, Madrid, Espasa Calpe, 1936, págs. 394- 401; E. Martínez y C. de Blas, Maximiliano Arboleya, un cura social, Madrid, Editorial Zyx, 1967; E. Martínez, Legado y desventura de Maximiliano Arboleya, Llanes, 1971; D. Benavides Gómez, El fracaso social del catolicismo español: Arboleya- Martínez, 1870-1951, Barcelona, Editorial Nova Terra, 1973; Maximiliano Arboleya, 1870-1951: un luchador social entre las dos Españas, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 2003.

 

José Girón Garrote

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