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Gastón de Moncada y Gralla

Biografía

Moncada y Gralla, Gastón deMarqués de Aytona (II). ?, m. s. XVI – 24.I.1626. Virrey, consejero de Estado y Guerra.

El linaje de los Moncada o Montcada, cuyos orígenes, según J. C. Shideler, datan del siglo XI, consiguió reunir un importante patrimonio que preservó y aumentó, tanto por enlaces matrimoniales como por la posesión de importantes cargos en Cataluña. La familia de los Moncada, de noble raigambre catalana, se distinguió por el servicio a la Monarquía en distintos virreinatos desde el siglo XV. Sicilia, Cerdeña, y Mallorca, fundamentalmente, y Cataluña, Valencia y Aragón, de forma más esporádica, fueron copados por la casa Moncada, cuyo nombre tomó del castillo y población situados a orillas del río Besós, en las proximidades de Barcelona.

Gastón era hijo de Francisco de Moncada y Folch de Cardona y de Lucrecia Gralla. Como señor de la casa de Moncada, reunió en su persona los títulos de II marqués de Aytona, conde de Osona y vizconde de Bas. Fue comendador de Fresneda y de Rafales en la Orden de Calatrava, y comendador de Villarrubia en la de Santiago. Contrajo nupcias con Catalina de Moncada, señora de las baronías de Callosa y Taverna, en Valencia. Fruto de su matrimonio, nació en 1586 su hijo Francisco de Moncada y Moncada, a la postre III marqués de Aytona, y escritor de la famosa Expedición de catalanes y aragoneses a Oriente.

Los puestos desempeñados lo sitúan en la Corte de Roma, como embajador comisionado para asuntos especiales, y en Cerdeña, donde representó como virrey al rey Felipe II, entre 1590 y 1595. La situación europea a su llegada a Cerdeña era preocupante para la Monarquía española, con un Enrique IV acariciando su acceso al trono en Francia, con la continuación de la lucha contra Inglaterra y la revuelta de los Países Bajos, y con el costoso mantenimiento de la flota frente al turco.

La fuerte personalidad del marqués de Aytona, exponente de la aristocracia catalano-aragonesa, le propició gobernar la isla con las suficientes garantías y distancia de las facciones locales. Las Cortes del Parlamento sardo (1592-1594), inauguradas solemnemente el 10 de junio de 1593, convocaron a los tres estamentos del reino (eclesiástico, militar y real), en aras, según su redacción en catalán, a “son real servei, benefici, deffensio, pau y tranquilitat de aquell”.

Las cuestiones que proponía, en castellano, el marqués de Aytona en representación de Felipe II, eran las tres siguientes: en primer lugar, remediar agravios; en segundo lugar, reformar algunas leyes a favor del buen gobierno y beneficio universal del reino; y, por último, impedir que el trono de Francia cayese en manos de herejes. Los síndicos de los tres estamentos del Parlamento sardo, haciéndose eco del brazo eclesiástico, defendieron la provisión de plazas de Cerdeña en naturales del reino, mientras Gastón sostenía que la medida debía incluir a los ciudadanos de la Corona de Aragón, evitándose su designación —como sucedía— en franceses e italianos. El servicio logrado, por un monto de 125.000 ducados, superó las previsiones habituales considerándose, según los estamentos de la isla, “muy generoso atendiendo a la pobreza del Reyno”.

De regreso a la Península Ibérica, y ya bajo el reinado de Felipe III, volvió a desempeñar el cargo de virrey, en este caso de Aragón, entre 1610 y 1615, en sustitución del arzobispo Tomás de Borja. Con la estabilización de la política exterior española, apoyada en una cualificada red de diplomáticos en las Cortes europeas, su llegada a Aragón coincidió con una cierta atonía en la vida política del reino. Sin embargo, durante su virreinato se produjo la expulsión de los moriscos, una medida que iba a tener unas nefastas repercusiones para la economía y la sociedad aragonesa. La práctica expulsión de los moriscos aragoneses dejó un vacío demográfico que la proyectada repoblación fue incapaz de cubrir. Las epidemias y las malas cosechas de aquellos años no hicieron sino tensar, más aún, la situación en el agro aragonés. Las relaciones entre los dueños de las tierras abandonadas y los acreedores de los moriscos se hicieron más conflictivas, mientras los inmigrantes, en buena parte franceses, y desconocedores de las técnicas de cultivo más apropiadas eran incapaces de mejorar la situación. Este momento histórico fue bien recogido por el cosmógrafo portugués Juan Bautista Labaña, en su visita por el reino y por la ciudad de Zaragoza en 1610 y 1611, al referirse al severo despoblamiento, sobre todo, en los pueblos de la ribera del Ebro y de sus afluentes de la margen derecha.

Gastón de Moncada, desde su gobierno en el palacio de los Torrellas, mantuvo los contactos institucionales habituales y activó, cuando resultó necesario, las instrucciones remitidas desde la Corte. En octubre de 1611, como señala Ibáñez de Aoyz en su Ceremonial, el virrey recibía carta de Madrid en la que le instaban a realizar las exequias funerarias en Zaragoza por el fallecimiento de sobreparto de la reina Margarita de Austria el 22 de septiembre de 1611. Volvieron a repetirse las escenas de luto que ya había vivido la capital aragonesa en 1580 y 1598, con los fallecimientos de la reina Ana, esposa de Felipe II, y del propio Monarca.

Cubierta su etapa aragonesa, regresó a Madrid, donde todavía sirvió en las postrimerías del reinado de Felipe III en los Consejos de Estado y Guerra. Tras una dilatada trayectoria política, falleció el 24 de enero de 1626.

 

Fuentes y bibl.: Archivo de la Corona de Aragón, Consejo de Aragón, leg. 1351; Cámara, vol. 376; Archivio di Stato di Sassari, Archivio Storico del Comune di Sassari, b. 3 y b. 4.

L. Ibáñez de Aoyz, Ceremonial y brebe relacion de todos los cargos y cosas ordinarias de la Diputación del Reyno de Aragón, 1611 (ed. facs. con introd. de J. A. Armillas y J. A. Sesma Muñoz, Zaragoza, Cortes de Aragón, 1989); G. A. della Lengueglia, Ritratti della Prosapia et heroi Moncadi nella Sicilia, Nel Reale di Valenza, Per Vincenzo Sacco Impressor Viceregio, 1657; F. Lezaún y Tornos, Apuntaciones históricas sacadas de los Registros de Actos Comunes de los Diputados del Trino de Aragón, 1469-1707 (Biblioteca Nacional de España) (ed. facs. de J. L. Muñoz de Laborde, 1999); K. Schimd, “Zur Problematik von Familie, Sippe und Geschlecht, Haus und Dynastie beim mittelalterlichen Adel Vortragen zur Thema: Adel und Herrschaft im Mittelalter”, en Zeitschrift für die Geschichte des Oberrheins, 105 (1957), págs. 1-62; A. Marongiu, Il Parlamento in Italia nel Medio Evo e nell’Età Moderna. Contributo alla storia delle istituzioni parlamentari dell’Europa occidentale, Milano, 1962; J. Mateu Ibars, Los virreyes de Cerdeña. Fuentes para su estudio, Padova, 1964; A. Pladevall i Font, “Els origens de la familia Montcada”, en Ausa, 6 (1968-1971), págs. 308-319; J. C. Shideler, “Les tactiques politiques des Montcada, seigneurs de Vic du debut du XIIIe siècle”, en Ausa, 9 (1981), págs. 329-342; G. Colas Latorre y J. A. Salas Ausens, Aragón en el siglo XVI. Alteraciones sociales y conflictos políticos, Zaragoza, Universidad, Departamento de Historia Moderna, 1982; J. C. Shideler, A medieval catalan noble family: The Montcadas, 1000-1230, Berkeley, 1983 (trad. cat., 1983); F. Barrios, El Consejo de Estado de la monarquía española, 1521-1812, Madrid, Consejo de Estado, 1984; J. Day, B. Anatra y L. Scaraffia, La Sardegna medioevale e moderna, en G. Galazo (dir.), Storia d’Italia, vol. X, Torino, 1984; P. Savall Dronda y S. Penen y Debesa, Fueros, Observancias y Actos de Corte del Reino de Aragón, Zaragoza, Justicia de Aragón, 1991 (ed. facs., 3 vols.); D. Quaglioni, Il Parlamento del viceré Gastone de Monacada marchese di Aytona (1592-1594), Cagliari, Consiglio Regionale della Sardegna, 1997; J. García Mercadal, Viajes de extranjeros por España y Portugal. Desde los tiempos más remotos hasta comienzos del siglo XX, t. III, Junta de Castilla y León, Consejería de Educación y Cultura, 1999.

 

Porfirio Sanz Camañes

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