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Luis Fernández Manrique de Lara y Pimentel

Biografía

Fernández Manrique de Lara y Pimentel, Luis. Marqués de Aguilar de Campoo (IV). ?, c. 1525 – Monzón (Huesca), 23.X.1585. Embajador, consejero de Estado.

Luis Fernández Manrique de Lara y Pimentel recibió también el título de VI conde de Castañeda, y fue chanciller mayor del reino de Castilla, caballero trece de Santiago, comendador mayor de Socuéllamos, Yeste y Taybilla, y falconero mayor de Felipe II.

Hijo de Juan Fernández Manrique de Lara Pimentel y de Blanca Pimentel, heredó los derechos a su casa patrimonial en 1553. Casó con Ana de Mendoza y Aragón, hija de los IV duques del Infantado, y por parte de su madre, Isabel de Aragón, entroncados con el infante Enrique de Aragón.

La década de 1540 fue muy fructífera para la política del Emperador y Luis Fernández Manrique siguió al séquito carolino en algunos de sus viajes. Se produjo la alianza con Enrique VIII de Inglaterra y se consiguió el apoyo de los príncipes alemanes en la Dieta de Spira, abriendo el camino a la firma hispano-francesa de la Paz de Crépy. Por este acuerdo, los franceses renunciaban a Nápoles, Flandes, el Milanesado y Artois, a cambio de mantener la Borgoña bajo la soberanía de Francisco I. Las Instrucciones carolinas de 1548 determinaron que los Países Bajos quedasen para Felipe y que María casase con Maximiliano, intentando asegurar la continuidad de la alianza familiar.

En virtud de estas disposiciones, en 1548, Luis Fernández acompañó al emperador y a su hijo Felipe a Flandes, en calidad de capitán de gentes de guerra.

A finales de la década de 1560, los asuntos se complicaron de tal manera para la Monarquía Católica que se hablaba de un annus horribilis. Al alzamiento calvinista de los Países Bajos, se añadió la insurrección de Las Alpujarras que se extendió como un reguero de pólvora por la sierra granadina. No es de extrañar que tanto el embajador español en Roma, Juan de Zúñiga, como el propio Luis Fernández Manrique, enviado en misión extraordinaria ante el papa San Pío V, intentasen dilatar cualquier acuerdo de las fuerzas cristianas en el Mediterráneo, sobre todo, mientras Francia pretendiera formar parte de la Liga. Sin embargo, en 1570, venecianos y españoles se unieron al proyecto papal de una Santa Liga contra el Imperio Turco y sus aliados, Trípoli, Túnez y Argel, para evitar los asaltos berberiscos y la amenaza latente a las costas españolas e italianas.

Luis Fernández se encontraba ocupado en algunas misiones a las órdenes de Felipe II. En 1585, el de Lara se trasladó a Zaragoza con el rey Felipe II, para asistir a la boda de Carlos Manuel, duque de Saboya, con su hija, la infanta Catalina Micaela de Austria. Tras la ceremonia de casamiento el Rey se dirigió con los esposos a Barcelona de donde salieron rumbo a Italia.

A finales de junio de 1585, Felipe II se encontraba en Monzón, acompañado del príncipe Felipe, sus hermanas y de la corte. Luis Fernández siguió al soberano en su cita aragonesa a la villa de Monzón, sede tradicional de las Cortes generales en numerosas ocasiones durante el siglo XVI. Fernando el Católico, Carlos I y Felipe II habían reunido en la capital del Cinca a aragoneses, valencianos y catalanes. La iglesia de Santa María fue, en esta ocasión, el lugar elegido para la celebración de la asamblea que comenzó el 28 de junio.

En las Cortes de Monzón los estamentos aragoneses fueron informados de la situación política internacional, desde la famosa batalla de Lepanto a los problemas derivados del conflicto en los Países Bajos, donde los tercios de Farnesio habían ganado para la causa española la ciudad de Amberes. Se aprobaron para Aragón numerosas ordinaciones y la habilitación para distintos puestos de la administración aragonesa, además del importante fuero “Que los aragoneses gozen de lo que los castellanos en las Indias”, que venía a equiparar los derechos que en las Indias ya disfrutaban los súbditos de Castilla. Desde las Cortes de Monzón de 1585, las sucesivas reuniones contemplaron un mayor interés por parte de los aragoneses en el acceso a plazas fuera del reino.

Un testigo excepcional de este viaje fue el cronista holandés Henry Cock, que acompañó a Felipe II en su viaje a Zaragoza, Barcelona y Valencia, recogiendo distintas noticias de los lugares que visitaba y plasmó sus famosos Anales del año ochenta y cinco. En ellos da cuenta de la epidemia de “tabardillo” (tifus) que se extendió por la zona, causando tal mortandad que obligó a trasladar las Cortes a Binéfar. El séquito de Felipe II quedó diezmado por la epidemia, enfermando el propio Rey de fiebre y gota. No hallaría mejor suerte Luis Fernández que falleció en la villa de Monzón el 23 de octubre de 1585.

 

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Porfirio Sanz Camañes