Velasco de Rojas, Antonio. Señor de Villarias de Campos. ?, f. s. XV-p. s. XVI – 4.VII.1556. Consejero de Estado y Guerra, sumiller del corps del príncipe Felipe, ayo del infante don Carlos.
Antonio era sobrino nieto de Antonio de Rojas, arzobispo de Granada y patriarca de las Indias, además de descendiente de la Casa de los condes de Siruela, de manera que su linaje le debió de permitir entrar muy joven al servicio del emperador Carlos V.
Consta su presencia en la coronación de Bolonia, y el César confió en su persona durante los años siguientes para un cometido muy especial, cual era el servicio de su heredero el príncipe Felipe. Cuando se le puso casa al príncipe, en 1535, Antonio se integró en la misma como camarero. Contó con la protección del ayo, Juan de Zúñiga, que le recomendó en 1539 para la obtención de la encomienda de Calzadilla de la Orden de Santiago, mejorada seis años más tarde con la de Peñafiel y la Zarza; pero no fue cobertura suficiente para salir airoso de un conflicto de competencias con Alonso de Córdoba. Pero, al parecer, fue diligente en sus obligaciones, y creció en el aprecio de la Familia Real, hasta tal punto que en mayo de 1543 fue escogido para marchar a Portugal a recabar noticias de la princesa María Manuela, prometida en matrimonio al príncipe Felipe. Y fue de los pocos que estuvo con él en una escapada para vislumbrar a escondidas el aspecto de su futura esposa. Su espacio de actuación cambió radicalmente en 1548, merced a la transformación del entorno del heredero. A comienzos de ese año llegó a Castilla el III duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo, con instrucciones precisas del Emperador para implantar el ceremonial borgoñón en el servicio de Felipe. Con ello trataba el César de preparar a su hijo, asistido hasta entonces únicamente por las austeras normas castellanas —de las que formaba parte don Antonio— para ser presentado en un viaje iniciático por el norte de Europa, por los estados que formaban parte de su herencia dinástica. A lo largo de varios meses, Alba, reconocido experto en tales cuestiones, se dedicó a la tarea, que supuso la creación de un nuevo servicio y el traspaso de muchos servidores de la Casa de Castilla, que no desapareció, a la de Borgoña. Antonio fue uno de ellos, y se benefició de una clara promoción personal, al ocupar el influyente puesto de primer sumiller de corps, calidad en la que acompañó a don Felipe durante los años siguientes en su largo viaje por Europa.
Y tenía a sus órdenes, como segundo sumiller, a un joven portugués desconocido, Ruy Gómez de Silva. Desde su posición, don Antonio no pudo dejar de observar la relación que creció entre el príncipe y el joven luso, que fructificaría a lo largo de los años siguientes en una sólida privanza. Y, carente de ambiciones políticas a tan elevado nivel, decidió sin duda no oponerse, pero sacar partido de la situación.
Se vinculó a la emergente promesa, de manera que en diciembre de 1552, ante la necesidad de ponerle servicio propio a don Carlos, hijo de don Felipe, fue la persona escogida para el puesto de ayo, en tanto que dejaba el campo libre a Ruy Gómez, que pasó a ocupar el oficio de primer sumiller de corps con el príncipe. Su nuevo oficio, además de la importancia que suponía controlar el entorno del heredero del heredero, le procuró el acceso a los consejos de Estado y Guerra de la regencia. En efecto, cuando don Felipe abandonó Castilla en la primavera de 1554 rumbo a Inglaterra, dejó diseñado un gobierno en Castilla, que incluía en el Consejo de Estado a las cabezas de los diferentes servicios regios presentes en el Reino, cual era el caso de don Antonio. Servía con ello además a los intereses de Ruy Gómez, que libraba sorda contienda por ocupar los resortes del poder con los hombres del Emperador, encabezados por Juan Vázquez de Molina. En este contexto, el portugués no dejó de apoyar a don Antonio, para quien en abril de 1556 consiguió una merced de 2000 ducados, coincidente con su matrimonio en segundas nupcias con Francisca de Silva, hija del marqués de Los Vélez y dama de la princesa regente doña Juana. Pero disfrutó poco de su situación, pues falleció a los pocos meses, el 4 de julio, “de un fluxo de sangre”. Estuvo casado en primeras nupcias con Aldonza de Velasco, hija de Gutierre de Cárdenas, comendador de Oreja, de la que tuvo a su heredero, Pedro de Velasco y Rojas, que fue gentilhombre de la boca de Felipe II.
Fuentes y bibl.: P. M. Cátedra García, “La biblioteca del caballero cristiano don Antonio de Rojas, ayo del príncipe don Carlos (1556)”, en Modern Lenguaje Notes, 98 (1983), págs. 226-249; F. Barrios, El Consejo de Estado de la Monarquía Española 1521-1812, Madrid, Consejo de Estado, 1984; S. Fernández Conti, “Rojas, Antonio de”, en J. Martínez Millán (dir.), La Corte de Carlos V, III, Los Consejos y los consejeros de Carlos V, Madrid, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 2000, págs. 367-368.
Santiago Fernández Conti