Sandoval y Rojas, Bernardo. Marqués de Denia (II) y conde de Lerma (I). ?, 1480 – Madrigalejo (Cáceres), 1536. Gobernador de la Casa de la reina Juana, consejero de Estado, militar.
Hijo del I marqués de Denia, Diego Gómez de Sandoval y Rojas, y Elvira de Quiñones, recibió el título de conde de Lerma de los Reyes Católicos en 1484 en reconocimiento de los servicios de su padre en las guerras con Portugal y Granada. Fue nombrado capitán de cien lanzas jinetes en el Rosellón en 1499 (Archivo Ducal de Medinaceli, 245-62) y se convirtió en el II marqués de Denia a la muerte de su padre en 1502. Tras la recuperación de la fortaleza de Salsas el año siguiente, se quedó como capitán general al mando de las tropas contra los franceses.
Su matrimonio con Francisca Enríquez, prima hermana de Fernando el Católico, reforzó su dedicación al Rey. Recibió importantes recompensas: la merced de la encomienda de Huelamo en la Orden de Santiago y el título de mayordomo mayor del Rey en 1504. Fue de los pocos Grandes que apoyaron a Fernando frente las pretensiones de su yerno, Felipe de Borgoña, en 1506. Junto con el duque de Alba, le acompañó a Barcelona, donde recibió el título de gran senescal del Reino de Sicilia (ADM, 23-32), y durante su exilio en Nápoles, cuando fue premiado con la merced del condado de Caserta (ADM, 342-21). Tras la muerte del rey Felipe, asistió a las Cortes de Madrid en 1510, que confirmaron el gobierno de Fernando. A principios de 1512 el Rey le nombró miembro del Consejo Real con 100.000 maravedís de quitación al año (ADM, 245-117). En 1514 consiguió el nombramiento de su primogénito, Luis de Rojas, por contino de la Casa de la reina Juana (ADM, 245-153). Como uno de los más fieles colaboradores del Rey, el marqués le acompañó hasta su muerte en Madrigalejos el 23 de enero de 1516 y escoltó sus restos a Granada.
Mientras honraba al Rey fallecido, el marqués mandó cartas y mensajeros a su sucesor. El rey Carlos le encargó acompañar al infante Fernando y al cardenal fray Francisco Jiménez de Cisneros hasta su propia llegada a tierras castellanas (ADM, 246- 11). Una vez concluidas las Cortes de Valladolid, el 15 de marzo de 1518, el Rey le nombró a gobernador de la casa de la reina Juana y del pueblo de Tordesillas, conjuntamente con su esposa, para señalar cierta continuidad entre su administración y la de Fernando. El trabajo del marqués, según las cartas que intercambiaba con el Rey, consistió en aislar a la Reina de sus Reinos. Con el consentimiento del futuro Carlos V, el marqués creó un mundo ficticio para Juana I. Entre otras cosas afirmaba que el rey Fernando y el emperador Maximiliano sobrevivían y la animaba a escribirles. Intentaba restringir los contactos de la Reina con otros servidores y limitar sus movimientos hasta prohibir que saliera al vecino Monasterio de Santa Clara. Cuando la peste amenazaba a Tordesillas, el marqués y el Rey formularon varios planes para poder trasladar a la Reina a otro pueblo si fuera necesario. Aunque sugería todo tipo de engaños, el Rey autorizó la coacción física solamente como último recurso. Al mismo tiempo el marqués cerró la villa y expulsó a las familias de las personas infectadas para evitar la propagación de la plaga en Tordesillas. El mundo ficticio que inventó para la Reina se derrumbó con la llegada de los Comuneros a Tordesillas en agosto de 1520. Contra las Comunidades de Castilla, el marqués recomendó al Rey que incentivase a los Grandes para alejarse de los rebeldes. Le aconsejó además concertar y publicar su matrimonio con María Tudor u otra de las nietas de Isabel la Católica para contentar el pueblo. La Reina, por su parte, acusó al marqués de engañarla. Al no conseguir lo que pretendían de la Reina, los Comuneros no tardaron en expulsar al marqués de Tordesillas. Volvió, sin embargo, el 4 de diciembre del mismo año con el ejército de los Grandes para resumir el mando de la villa y de la Casa Real. La oposición a su mandato en Tordesillas, expresada por el almirante de Castilla, Fadrique Enríquez, le llevó al marqués a recomendar trasladar a la Reina a Arévalo, donde estuvo recluida su abuela, Isabel de Portugal. No obstante esta recomendación, el marqués y la Reina salieron de Tordesillas únicamente para huir de la peste a comienzos de 1534 cuando se refugiaron en Tudela del Duero.
La confianza del Rey le permitió no solamente aconsejarle sobre asuntos políticos, ya que seguía siendo miembro del Consejo, sino también solicitar importantes recompensas. Además de su salario como gobernador, Denia recibía 300.000 maravedís anuales para los gastos de la casa en Tordesillas, 225.230 maravedís debidos por impuestos a sus tierras en 1519 y 5.375.000 en impuestos generales votados en La Coruña al año siguiente. Al pedirle al Emperador continuamente mercedes para sus familiares, consiguió colocar en el servicio real a su hermano (Hernando), a sus seis hijos (Luis, Francisco, Enrique, Hernando, Diego y Cristóbal), a tres hijas (Ana, Magdalena y Margarita), y a un sobrino (Hernando de Tovar). Luis, Enrique y su hermano, Hernando, viajaron con el Emperador como caballeros y embajadores, mientras que Diego y Cristóbal se convirtieron en capellanes reales, y con el tiempo fueron elevados a deán de Jaén y arzobispo de Sevilla respectivamente. Ya en 1534, el marqués había puesto a sus tres hijas y a tres nueras, Isabel de Quiñones, Catalina de Zúñiga e Isabel de Orence, en las cámaras de la reina Juana.
Más allá que sus obligaciones en torno a la Reina, el marqués concertó brillantes matrimonios para sus descendientes. Con la asistencia financiera del Emperador, Denia casó a su hija Magdalena con el futuro conde de Castro. Posteriormente emparejó a su primogénito Luis con Catalina de Zúñiga, hija del conde de Miranda, quien dirigía la Casa de la emperatriz Isabel. El segundo hijo de Denia, Francisco de Rojas, conde de Lerma, se casó con Isabel de Borja, hija de otro favorito imperial, el marqués de Lombay, Francisco de Borja. Como cónyuge para Enrique, Denia escogió a Isabel de Quiñones, hermana del conde de Luna. Al fallecer el marqués en 1536, su viuda y su primogénito Luis se encargaron de la Casa de la Reina.
Bibl.: P. de Sandoval, Historia de la Vida y Hechos del Emperador Carlos V (1611), Madrid, Atlas, 1955-1956, t. I, pág. 24, t. II, pág. 71, y t. III, págs. 132-133; A. López de Haro, Nobiliario Genealógico de los Reyes y Títulos de España, t. I, Madrid, Luis Sánchez, 1622, págs. 162-164; B. J. García García, “Los marqueses de Denia en la Corte de Felipe II: Linaje, servicio y virtud”, en J. Martínez Millán y C. J. de Carlos Morales (dirs.), Felipe II (1527-1598): Europa y la Monarquía Católica, t. II, Madrid, Parteluz, 1998, págs. 307- 308; S. Fernández Conti, “Sandoval y Rojas, Bernardo de”, en J. Martínez Millán (dir.), La Corte de Carlos V, t. III, Madrid, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 2000, pág. 388; B. Aram, La Reina Juana: Gobierno, piedad y dinastía, Madrid, Marcial Pons, 2001, págs. 205-207, 210-220, 226-239, 246, 258, 263 y 339-345.
Bethany Aram