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Ausiàs March

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Biografía

March, Ausiàs. Valencia, 1397 – 3.III.1459. Poeta.

Descendía de una rica familia catalana de burgueses y funcionarios, que accedió a la nobleza a partir de 1360, año en el que el abuelo del poeta, Jaume March (1300-1375), fue nombrado caballero. Su tío Jaume (c. 1336-1410), heredero de las posesiones que la familia tenía en Cataluña, y su padre Pere (c. 1337- 1413), heredero de las del Reino de Valencia, fueron también poetas y hombres de letras. Ausiàs era hijo de Pere March y de su segunda esposa Lionor de Ripoll, fruto de cuyo matrimonio fue también su hija Peirona, nacida posteriormente. Tras la muerte de su padre (1413), Ausiàs pasó a ser el cabeza de la rama valenciana de su familia, un claro exponente de la pequeña nobleza local.

El poeta pasó su primera juventud muy vinculado a la valenciana villa ducal de Gandía —propuesta tradicionalmente como su ciudad natal—, en cuya Corte prestó servicios (1415-1418). Ausiàs March recibió una formación caballeresca, acorde con su condición social, al tiempo que también libresca, como se deduce de su posterior y fecunda dedicación literaria, que superó con creces la ya iniciada por su padre y por su tío. Con este bagaje, tras nombrar a su madre heredera universal (1419), inició su carrera militar en 1420, año en el que, junto a otros poetas como el catalán Andreu Febrer o el valenciano Jordi de Sant Jordi, se incorporó a la armada del rey Alfonso el Magnánimo para participar en la primera campaña italiana del mismo. Entre 1420, año en que fue nombrado caballero, y 1421 combatió en las islas de Cerdeña y Córcega. En esta última participó activamente en la toma de la ciudad de Calvi y en el infructuoso asedio de la de Bonifacio, tras el cual, abandonó la expedición que llevaría al Rey a Nápoles y regresó al reino de Valencia (1421). Pero todavía protagonizó otra intervención militar, cuando, en 1424, se incorporó a la armada que, bajo la dirección de Frederic de Luna, combatió contra los piratas norteafricanos en Sicilia y conquistó la isla de Querquens.

En 1425, el rey Alfonso el Magnánimo recompensó los servicios militares de Ausiàs con la concesión de algunos privilegios jurisdiccionales sobre los pequeños señoríos rurales de Beniarjó, Pardines y Vernissa (en el área territorial de Gandía), que había heredado de su padre. Ese mismo año lo nombró halconero mayor real, para que se encargara de la dirección y administración de los servicios de halconería que el Rey había establecido cerca de la Albufera de Valencia.

La concesión de este cargo se puede relacionar con la afición de March a la halconería, que acredita el testimonio de dos versiones de una de sus composiciones (n.os 122a y 122b del poemario) en que solicita un halcón al Rey. En 1429 murió su madre, hecho que le llevó a asumir la tutoría y el cuidado de su hermana Peirona, que era sordomuda. Del mismo 1425 data un enigmático documento de la reina María, esposa del rey Magnánimo, en la que ordenaba que se buscase y se restituyese al domicilio familiar a un jovencito, que, junto a otros, había huido con Ausiàs y se hallaba por ello “en via de perdició”, lo que ha permitido especular, aunque sin certeza, sobre las hipotéticas tendencias homosexuales del poeta.

A partir de 1430 cesó como halconero mayor y pasó a dedicarse, fundamentalmente, a la administración de sus señoríos y a la defensa de sus privilegios feudales, frente al poder ascendente de la burguesía ciudadana y de la misma Monarquía. Así, en la década de 1430, además de mejorar la productividad de sus tierras con la introducción del cultivo de la caña de azúcar, sostuvo serios enfrentamientos con la villa de Gandía y, en particular, con el infante don Juan —futuro rey Juan II de Aragón—, titular del ducado de la misma desde 1433, quien llegó a establecer, a favor de la villa ducal, una serie de restricciones a la jurisdicción que Ausiàs tenía sobre el señorío de Beniarjó.

A partir de entonces, los conflictos entre el duque de Gandía y el poeta fueron constantes e, incluso, llegaron a ser objeto de debate en las Cortes del reino. Sólo desde el momento en que la titularidad del ducado pasó al príncipe de Viana (1439), y especialmente desde 1447, las relaciones de Ausiàs con Gandía empezaron a ser más fluidas.

En 1437 Ausiàs March se comprometió matrimonialmente con Isabel Martorell, hermana de Joanot, autor del Tirant lo Blanc. Tal compromiso originó un serio conflicto con Galceran Martorell, hermano mayor de Isabel, ya que Ausiàs se negaba a casarse sin percibir previamente la dote de su esposa pactada en las capitulaciones correspondientes. La boda no se celebró hasta 1439, después de que Joanot Martorell cediera a su hermana Isabel la mayor parte de sus pequeñas posesiones del valle de Xaló (en la actual comarca valenciana de la Marina Alta) a fin de asegurarle la dote acordada. Pero este matrimonio tan sólo duró unos meses, ya que Isabel falleció en septiembre del mismo año sin tener ninguna descendencia y tras haber nombrando a su esposo heredero universal.

En 1443, el poeta contrajo segundas nupcias con Joana Escorna, perteneciente a una familia adinerada de la pequeña nobleza valenciana, que estaba emparentada con la del propio Ausiàs, lo que exigió la dispensa papal correspondiente. Un año después, Ausiàs vendió los señoríos que había heredado de su primera esposa, y, a partir de entonces y hasta su muerte, fijó su residencia habitual en Valencia, aunque sin llegar a abandonar totalmente sus posesiones de Gandía y Beniarjó. Entre 1446 y 1447 el poeta y su esposa, al igual que otros autores valencianos coetáneos como Jaume Roig o Joan Roís de Corella, contribuyeron a la financiación de las nuevas obras emprendidas en el monasterio de la Trinidad de Valencia, bajo los auspicios de la devota reina María, para reconvertirlo en un cenobio de clarisas, del que llegó a ser abadesa la también escritora Isabel de Villena.

En 1447, el príncipe Carlos de Viana, titular del ducado de Gandía desde 1439, concedió a Ausiàs la jurisdicción civil y criminal de Beniarjó, Pardines y Vernissa, lo que suponía una muestra de la superación de las difíciles relaciones que habitualmente había mantenido el poeta con el anterior duque y padre de Carlos. La buena sintonía de Ausiàs March con el príncipe de Viana, personalidad culta y gran amante de las letras, se confirma, asimismo, con el nombramiento del poeta por parte de éste, en 1451, como recaudador de sus rentas ducales. De todo ello cabe deducir que Ausiàs March fue un decidido vianista en el pleito político que el príncipe Carlos mantuvo con su padre y que le obligó a huir de Navarra en 1456, para buscar protección en la Corte del rey de Francia y, luego, en la Corte napolitana de su tío Alfonso el Magnánimo (1457).

En 1454 murió la segunda esposa del poeta, también sin dejar descendencia. Mientras, Ausiàs proseguía implicado en sus ocupaciones de señor rural y, en 1457, mandó construir una importante acequia —que todavía hoy lleva su nombre—, a fin de mejorar la producción del cultivo de la caña de azúcar, que él mismo había introducido en sus tierras unos veinte años atrás.

Durante 1457 y 1458, March intervino activamente en el contencioso suscitado entre un hijo bastardo suyo y Francesc de Vilanova, a quien retó en una dura carta de batalla por haber asaltado sin motivo a su hijo en desigualdad de fuerzas. El poeta, transgrediendo los fueros de Valencia, llegó a enfrentarse violentamente con éste, lo que motivó que se le encarcelara por orden del gobernador de Valencia.

No obstante, merced a los buenos oficios de la reina María, la pena de cárcel fue conmutada por la de arresto domiciliario. A este conflicto, y al que anteriormente había mantenido con Galceran Martorell (1437-1439), hay que añadir aún los que le ocasionó, en diversas ocasiones, su gestión como señor feudal de vasallos cristianos y musulmanes.

Ausiàs March, ya enfermo, otorgó testamento en Valencia el 29 de octubre de 1458, pero pocos días después, el 4 de noviembre del mismo año, hizo otro nuevo, al que todavía añadió un codicilo fechado el 3 de marzo de 1459, el mismo día en que murió.

Ausiàs no tuvo descendencia legítima de sus dos esposas, pero sí cinco hijos bastardos: Joan, Felip, Pere, Joana y Francesc, este último ya fallecido antes de la muerte del poeta. March instituyó heredero universal a Jofre de Blanes, sobrino de su segunda esposa Joana Escorna, pero los familiares barceloneses de los March consiguieron finalmente que el señorío de Beniarjó y de Pardines revirtiera a ellos, al alegar que eran la única rama directa y legítima del autor.

La obra de Ausiàs March consta de ciento veintiocho poemas, de extensión variable, cuyo conjunto supera los diez mil versos. Aunque no se dispone de datos seguros para establecer la cronología exacta de estas composiciones, a partir de los escasos indicios que contienen —alusiones a personajes, situaciones o hechos, fundamentalmente—, cabe deducir que la actividad literaria del poeta se inició a partir de 1425, tras haber abandonado la actividad militar, y se prolongó, quizá sin solución de continuidad, hasta su muerte. El poemario de March ha llegado a través de trece manuscritos de los siglos XV y XVI y de cinco ediciones antiguas (Valencia 1539, Barcelona 1543, Barcelona 1545, Valladolid 1555 y Barcelona 1560). Los dos manuscritos más antiguos que recogen monográficamente las poesías de Ausiàs, el de la Biblioteca de la Universidad de Salamanca y el de la Hispanic Society of America de Nueva York, son tan sólo veinte o treinta años posteriores a la fecha de su fallecimiento, por lo que A. Pagés, el primer autor de una edición crítica (Barcelona, 1912-1914) de las obras del poeta, los tomó como base fundamental —aunque no exclusiva— de su trabajo y, especialmente, de la fijación del orden numérico en que se debían organizar los poemas, que es el aún hoy vigente. No obstante, cabe la posibilidad de que los compiladores de esos viejos manuscritos, siguiendo una práctica habitual en los siglos XV y XVI, introdujeran algunas modificaciones en el orden de los poemas del cancionero original del autor, para hacerlo compatible con el modelo del prestigioso Canzionere de Petrarca, que comienza con un proemio, sigue con la poetización de una bella —a la par que dolorosa— pasión de amor, enfrenta al lector a la muerte de la amada y concluye con una plegaria de arrepentimiento, tal como sucede en el corpus poético ausiasmarquiano en la forma en que hoy se conoce.

La cronología particular de las poesías de Ausiàs se ha abordado desde una doble perspectiva: la secuencial y la de los ciclos poéticos. Según la primera, el orden en que aparecen los poemas en los testimonios más antiguos, aceptado casi unánimemente desde la edición crítica de Pagés (1912-1914), responde, sustancialmente, a la cronología real de redacción del poemario, el cual se podría equiparar a un “cancionero de autor”, es decir, a una obra perfectamente estructurada desde su origen. De acuerdo con este criterio, el corpus se divide en dos partes —cuya frontera se sitúa tras el poema 97—, cada una de las cuales consta a su vez de seis secuencias. A la primera parte corresponden los poemas más breves y de carácter amoroso, propios de la época de juventud, mientras que a la segunda pertenecen los más extensos y de reflexión moral, ya escritos en la vejez.

Por su parte, según la segunda perspectiva, el poemario, en su origen, se habría estructurado, mayoritariamente, en ciclos temáticos, tal y como sugiere la primera edición de Baltasar de Romaní (1539): cantos de amor, cantos de muerte, cantos morales y canto espiritual. Los primeros giran en torno a experiencias amorosas exaltadas, insatisfactorias y desafortunadas y la mayor parte de los mismos se pueden agrupar en subciclos determinados por una marca idéntica de invocación a la amada o al amor, el senyal, presente en la última estrofa y heredado de la tradición trovadoresca: “Llir entre cards” [“Lirio entre cardos”] (diecinueve poemas), “Plena de seny” [“Llena de juicio”] (treinta y cinco poemas), “O folla amor” [“Oh loco amor”] (diez poemas), “Amor, amor” (doce poemas) y “Mon darrer bé” [“Mi último bien”] (dos poemas). Una lectura de los cantos de amor en clave biográfica real conduciría a pensar en diversas amadas del poeta como destinatarias de los mismos —en el poema 23 se menciona a una dama llamada Teresa, que investigaciones recientes han identificado con el personaje histórico de Teresa d’Íxer—; sin embargo, lo más probable es que el autor, inspirándose en modelos de filiación trovadoresca, hubiera pretendido elaborar una seudobiografía sentimental puramente literaria —aunque imbricada con ecos de su experiencia real—, a través de la cual se poetiza el proceso que abarca desde el descubrimiento ilusionado del amor hasta el fracaso final, doloroso e irreparable del mismo. Por su parte, los cantos de muerte suman un total de seis composiciones, cuyo eje central es el dolor provocado por el fallecimiento —que unos estudiosos han querido identificar con la primera esposa del poeta y otros con la segunda— y a la preocupación por el destino eterno de la misma. Los cantos morales, en cambio, desarrollan una extensa serie de motivos éticos —el concepto de bien y su naturaleza, las limitaciones del hombre, la teoría del amor, etc.—, cuyo denominador común es la búsqueda de la virtud como meta de la vida. El cántico espiritual, finalmente, es un extenso poema a lo largo del cual el yo lírico se dirige a Dios para expresarle su arrepentimiento por sus faltas y su deseo de perdón, al tiempo que rastrea acongojadamente los caminos que pueden aproximar a Dios al pecador lastrado por su conciencia de culpa. A todo ello hay que añadir todavía un grupo de poesías de circunstancias, entre las que se encuentran las dirigidas al rey Alfonso el Magnánimo, a su amigo Antoni Tallander —alias mossén Borra—, una demanda a Tecla de Borja —sobrina del papa Calixto III— y algún debate poético con otros escritores valencianos como Joan Moreno o Bernat Fenollar.

Pero, más allá de divisiones internas, el corpus poético ausiasmarquiano, considerado en su conjunto, constituye un discurso de fuerte carga moral que, fundamentalmente, gira en torno a la experiencia amorosa, sus contradicciones irresolubles y los sufrimientos de todo tipo que de ella se derivan para el yo poético. El amor humano se presenta como un imposible metafísico, ya que las exigencias antitéticas del cuerpo y del alma acaban por hacerlo inviable. El ideal que propone March es el de un amor liberado del lastre de la pasión, identificado con el bien honesto y asentado en el componente intelectivo, es decir, un amor absolutamente convertido en forma de virtud, cuya existencia tan sólo puede materializarse en el ámbito de la pura especulación mental o tras la desaparición del componente físico que comporta la muerte de la amada. El discurso poético de Ausiàs establece una dialéctica conflictiva entre el amor concebido como una experiencia espiritual plenaria y la frustrante realidad de un amor fatalmente incardinado con las nociones de sexualidad, de contingencia, de insatisfacción, de sufrimiento y de pecado.

Así pues, la concepción poética del amor en March se aleja, por superación, de la tradición poética trovadoresca de la que, sin embargo, parte. El autor, en la línea ya iniciada por su padre y su tío, crea un tipo de poesía en la que los materiales trovadorescos conviven con la reflexión moral, el recurso a la terminología filosófica para explicar problemas amorosos y las resonancias de una formación enciclopédica y teológica.

Desde el punto de vista retórico-estilístico, Ausiàs forja un lenguaje poco convencional y personalísimo, caracterizado por el empleo de un registro coloquial que convive con la terminología filosófica y científica, el uso de elementos propios del discurso místico y de la divulgación teológica, el prosaísmo, la aspereza y la ausencia de musicalidad, la violencia sintáctica, el empleo de mecanismos muy peculiares de metaforización y comparación, la presencia de una imaginería poco plácida (tempestades y naves que peligran, sepulcros, enfermos, condenados a muerte...), el patetismo retórico (antítesis, paradojas, hipérboles, apóstrofes...), la adopción de técnicas persuasivas propias de la literatura didáctica y la progresiva tendencia a la ampliación especulativa del discurso. Todos estos rasgos contribuyen a definir una poética muy peculiar, presidida por los tintes negativos, pesimistas y poco esperanzadores.

Sin embargo, la peculiaridad poética de Ausiàs es compatible con una deuda evidente con la poética trovadoresca, no sólo en todo lo que concierne a la versificación, a los esquemas métricos y estróficos y el uso del senyal —es decir, los elementos más externos del poemario—, sino también en lo que se refiere al uso de determinados géneros y tópicos literarios. De este modo, la mayor parte de los poemas de la primera parte del corpus constan de cinco octavas decasilábicas con una tornada (o estrofa de vuelta) de cuatro versos, con rimas llanas y agudas, cruzadas o encadenadas, conforme a la teoría y práctica de los trovadores. La huella del senyal trovadoresco, o seudónimo mediante el que se alude a la amada, está, asimismo, presente en el poemario (“Plena de seny”, “Llir entre cards”...), por bien que ahora aluda a los rasgos espirituales de la amada y en modo alguno a los relacionados con su belleza física. En cuanto a los géneros, junto a las canciones, conviven también, aunque en menor medida, los herederos del sirventes y del maldit provenzales, es decir, los reversos de la moneda de la canción amatoria, a través de los cuales el poeta expresa su rechazo a las mujeres, una vez constatada la imposibilidad de alcanzar a través de ellas el ideal amoroso anhelado.

Finalmente, también es fácil hallar en los poemas de March diversos motivos temáticos procedentes de la lírica trovadoresca, tales como el de la timidez del amante, el de la petición de merced a la dama, el de la altivez de ésta, el de la muerte por amor, etc.

Entre las fuentes del universo poético de March, además del legado de la poesía de los trovadores y de los poetas valencianos y catalanes de los siglos XIV y XV, ocupan, asimismo, un lugar destacado el pensamiento escolástico de base aristotélica y tomista —de donde procede la idea de la naturaleza compuesta, material y espiritual a la vez, del ser humano, subyacente en todo el corpus poético marquiano—, los textos bíblicos —frecuentemente citados o aludidos—, las ideas científicas de la época —entre las que destaca la teoría médica según la cual el amor no es más que una pura patología somática—, algunos clásicos latinos —Séneca, Ovidio, Lucano y Virgilio— debidamente filtrados por los moralistas medievales y, en menor medida, los italianos Dante y Petrarca, a quienes cita explícitamente en contadas ocasiones y de quienes pudo recibir alguna influencia muy parcial; en cualquier caso, March presenta una divergencia radical con Petrarca en lo que afecta a su concepción retórica, tan opuesta al sentido de la estética y de la musicalidad postulado por el italiano.

El poeta valenciano reclama un nuevo espacio para su poesía, más allá de las convenciones cortesanas propias de la literatura trovadoresca y de su herencia. Su propuesta se concreta en la proclamación de la verdad desnuda de la pasión amorosa, que logra dominar al ser humano pese a todas las racionalizaciones y remedios de la ciencia médica y de la teología, y todo ello a través de un lenguaje poético muy renovado. Quizá en estas innovaciones radica el éxito de su creación literaria, patente desde casi el mismo momento de su muerte. A tal éxito no debió ser ajena la proyección que la poesía ausiasmarquiana alcanzó en la Corte que el culto príncipe Carlos de Viana, antiguo señor y amigo de Ausiàs, estableció en Barcelona en 1460, tras reconciliarse con su padre el rey Juan II, la cual desempeñó un papel de primer orden en la actividad literaria de la época. De la rápida fortuna de las poesías de Ausiàs dan buena cuenta no sólo la notable nómina de imitadores tales como Lluís de Vilarrasa, Romeu Llull, Pere Torroella o Bernat Huc de Rocabertí, entre otros, sino también las tempranas traducciones al castellano de su obra —la de Baltasar de Romaní (Valencia, 1539 y Sevilla, 1553) y la de Jorge de Montemayor (Valencia, 1560; Zaragoza, 1562 y Madrid, 1579)—, que ejercieron una influencia considerable en algunos autores castellanos del Siglo de Oro (Boscán, Garcilaso de la Vega, Quevedo...), a las que hay que añadir también la versión latina publicada por el valenciano Vicent Mariner (Tournon, 1633).

 

Obras de ~: Las obras del famosissimo philosofo y poeta mossen Osias Marco [...] traduzidas por don Baltasar de Romani, Valencia, Joan Navarro, 1539 (reed., con facs., La primera edició valenciana de l’obra d’Ausiàs March. 1539, ed. de V. J. Escartí, Valencia, Universidad, Fundación Bancaixa, 1997, 2 vols.); Les obres de mossen Ausias March [...], Barcelona, Carles Amorós, 1543 (reed. en microficha: Valencia, Servicio de Publicaciones de la Universidad, 1995); Les obres del valeros y extrenu cavaller, vigil y elegantissim poeta Ausias March [...], Barcelona, Carles Amorós, 1545; Las obras del poeta mosen Ausiàs March, corregidas de los errores que tenian [...], Valladolid, Sebastián Martínez, 1555 (ed. facs., Valencia, Diputación, 1997); Les obres del valeros cavaller y elegantissim poeta Ausias March [...], Barcelona, Claudi Boronat, 1560; Obres de aquest poéta publicades tenint al devant las edicions de 1543, 1545, 1555 y 1560, per Francesch Pelayo Briz [...], Barcelona, Fernando Roca, 1864; Obras del poeta valenciá Ausias March, publicades tenint al devant les edicions de 1543, 1545, 1555 y 1560 [...], ed. de F. Fayos y Antony, Barcelona, Joan Roca y Bros, 1884; Les obres del valeros cavaller y elegantissim poeta Ausias March, ara novament ab molta diligènsia revistes y ordenades segons les més correctes edicions antigues, ed. de A. Bulbena i Tusell, Barcelona, Estampa de Fidel Giró, 1888 (reed. en microficha: Valencia, Servicio de Publicaciones de la Universidad, 1994); Les obres del valeros cavaller y elegantíssim poeta Ausias March [...], ed. de J. Barrera, Barcelona, Biblioteca Clàssica Catalana, 1908-1909; Obres del valerós caballer [...], Valencia, Imprenta Arturo Suárez, 1909; Les obres d’Ausias March, ed. de A. Pagès, Barcelona, Institut d’Estudis Catalans, 1912-1914, 2 vols. (ed. facs., Valencia, Consell Valencià de Cultura, 1991; 2.ª ed. 1995); Poesies, ed. de P. Bohigas, Barcelona, Barcino, 1952-1959, 5 vols. (nueva ed., en un solo vol., revisada por A. J. Soberanas y N. Espinàs: Barcelona, Barcino, 2000); Obra poètica completa, ed. y trad. castellana de R. Ferreres, Madrid, Castalia, 1979, 2 vols.; Les poesies d’Ausiàs March, ed. de J. Ferraté, Barcelona, Quaderns Crema, 1979; Poesies, ed. de V. J. Escartí, Valencia, Edicions Alfons el Magnànim, 1993; Obra completa, ed. de R. Archer, Barcelona, Barcanova, 1997, 2 vols.

 

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Rafael Alemany Ferrer