Marineo Sículo, Lucio. Vizzini (Italia), c. 1444 – Valladolid, 15.X.1536. Humanista, historiador, profesor y poeta.
Nacido en una familia ajena a la cultura, Lucas di Marinis —éste era su primitivo nombre— se vio apartado de los estudios hasta los veinticinco años, debido a la reticencia paterna y a pesar de la predisposición que desde la infancia sintió por ellos. Fue a esa edad cuando aprendió a leer y a escribir con la ayuda de su sobrino de cinco años Pietro di Comes, hijo de su hermana Catalina, que en aquel entonces estudiaba las primeras letras y a quien Marineo, ya anciano, recordará cariñosamente como su primer maestro.
Inició su carrera estudiantil en Vizzini gracias al apoyo y ayuda de Federico Manuel, vicario de la población.
En 1475 marchó a Catania, donde fue discípulo de Pietro Anguessa, y, tras Catania, a Palermo (1476-1477), donde estudió Griego con Giacomo Mirabella y otras materias, entre ellas Latín, con Giovanni Naso. En 1478 se trasladó a Roma para formarse en la Academia de Pomponio Leto, momento en que, según costumbre de la época, latinizó su nombre en Lucius Marineus Siculus. Junto a Leto, profundizó en el conocimiento de la literatura romana y sus autores, y tuvo la oportunidad de conocer a otros humanistas y eruditos como Pedro Mártir de Anglería, Marco Antonio Coccio Sabelico y Lucio Flaminio Sículo. En Roma estudió también junto a Sulpicio Verulano, quien hizo nacer en él el gusto por Lucano. En 1479 retornó a Palermo en calidad de profesor de Gramática y Disciplinas Liberales, cargo que ocupó durante cinco años y que compaginó con el de ayo y preceptor privado de diversos alumnos, como Juan Ventimiglia, Antonio Flaminio o los hijos de Lucas Pullastra, secretario del rey Fernando el Católico en Sicilia.
En aquellos años se granjeó, gracias a su condición de erudito, la amistad y el apoyo de nobles y personajes influyentes palermitanos. En ese ambiente le fue fácil intimar con Fadrique Enríquez, hijo del almirante de Castilla, noble interesado por las letras y la poesía, y protector de diversos poetas, que había llegado a la ciudad en 1482. Cuando en 1484 Enríquez le invitó a formar parte de su séquito y regresar con él a España, Marineo aceptó gustoso y abandonó su Sicilia natal.
Una vez en España, pasó a formar parte del claustro de la Universidad de Salamanca, donde durante doce años (1485-1497) ocupó las cátedras de Oratoria y Poesía. En las aulas salmantinas, Marineo coincidió con lo más granado de la sociedad de la época y con los profesores más eminentes, entre ellos Antonio de Nebrija, con quien siempre mantuvo una difícil relación.
En 1497 el siciliano, requerido en varias ocasiones por los Reyes Católicos, aceptó por fin su invitación y accedió a unirse a la Corte. Así pues, Marineo, que había afirmado al principio de su estancia en Salamanca que permanecería allí hasta que su protector Enríquez lo reclamase, abandonó para siempre el estudio salmantino y sirvió hasta el final de sus días en la Corte. En ella desempeñó los cargos de capellán real, maestro de los capellanes y cronista: en 1497 fue nombrado capellán de la Reina; hacia 1500 Fernando el Católico le encargó la redacción de la historia de su padre Juan II, el primero de los proyectos históricos que le encomendó el Monarca; por fin, un año después, en 1501, fue elegido maestro de los miembros de la capilla regia y pajes de Palacio.
Desde que se incorporó a la Corte, llevó una vida tan itinerante como los propios Reyes, lo que entorpecía, para disgusto suyo, sus deseos de consagrarse al estudio y a los asuntos sagrados. Por otra parte, a pesar de su privilegiada posición y de sus diversas ocupaciones cortesanas, se vio siempre agobiado por las estrecheces económicas. Ello le forzó a buscar con frecuencia el apoyo de personajes influyentes y a ejercer como profesor particular, labor que había desempeñado en Sicilia y a la que debió seguir recurriendo en España desde sus años en Salamanca. Así las cosas, le fueron de gran ayuda distintos beneficios eclesiásticos que a partir de 1505 empezó a recibir. En abril de ese año, Fernando el Católico le nombró abad de Santa María de Bordonaro en Messina y un año más tarde le otorgó una pensión por la abadía de Santa María Terrana en Caltagirone. Pero estas prebendas no estuvieron exentas de problemas. Los beneficios de la abadía de Santa María de Bordonaro lo enfrentaron desde 1510 al cardenal Pedro Isvaglies, aunque, después de un arduo pleito y tras la muerte de su rival al año siguiente, Marineo siguió disfrutando de la abadía, a la que renunció en 1525 en favor de Juan García, secretario del Emperador; en cambio, las rentas de Santa María Terrana nunca llegaron a ser efectivas.
Fue precisamente en 1506 la única ocasión en que Marineo regresó a Italia, cuando acompañó al rey Fernando en un viaje oficial que se alargó hasta 1507.
De vuelta en España, pasó buena parte del año 1508 en Zaragoza, adonde acudió a fin de recabar la información necesaria para concluir su crónica de Juan II de Aragón y realizar la traducción de una crónica de los reyes aragoneses, que luego se convertiría en su De primis Aragoniae regibus libri v, publicado en Zaragoza en 1509. Este mismo año, el Monarca le encargó su historia y la de la reina Isabel. En Zaragoza Marineo frecuentó el círculo de eruditos de la ciudad y disfrutó del patronazgo de Alfonso de Aragón, hijo del Rey Católico y mecenas de dicho círculo, a quien más tarde dedicó su epistolario y el resto de las obras que publicó en 1514.
Tras su estancia en Zaragoza, Marineo siguió los vaivenes de la Corte, que en el otoño de 1511 se trasladó a Burgos. Desde ese momento y durante un año, Marineo se convirtió en el tutor de los hijos de Juan Velázquez, contador mayor de Castilla, en cuya casa burgalesa residió. Gracias a la intercesión de Velázquez, obtuvo del rey Fernando la concesión de dos sacerdocios cerca de Salamanca. Los meses siguientes a su estancia en casa de los Velázquez los dedicó a preparar la edición conjunta de su epistolario y otras obras, que fueron publicadas en 1514.
En enero de 1516 falleció el rey Fernando. A sus setenta y dos años Marineo pasó a estar bajo las órdenes del nuevo soberano Carlos I, manteniendo los cargos de capellán, maestro de la capilla y cronista, y conservando todas las prebendas concedidas por su anterior patrón. En 1517 el Monarca le confirmó la renta por la abadía de Santa María de Bordonaro, quizás como compensación por el asunto de la abadía de Santa María de Terrana, cuya pensión, a pesar de haber sido confirmada por el papa León X a Marineo, fue definitivamente conferida a Juan Vigerio. En 1524 Carlos I le otorgó un canonicato de la iglesia metropolitana de Palermo y lo eligió abad comendatario de San Juan de los Eremitas.
Los últimos años de su vida fueron de una intensa actividad editorial. En julio de 1530 publicó, por primera vez, De rebus Hispaniae memorabilibus libri xxv, así como su traducción castellana, titulada Obra de las cosas memorables de España. En 1532 estampó una gramática que dedicó al entonces príncipe Felipe. Un año después aparecieron las segundas ediciones, latina y castellana, de De rebus Hispaniae memorabilibus, en el que eliminó, a instancias del Emperador, los últimos libros, dedicados a las biografías de los hombres ilustres. En efecto, según él mismo explica en una nota al final de la obra, titulada Quae desunt huic operi, el Emperador le había aconsejado eliminar estos libros porque podían suscitar envidia y resquemores entre sus contemporáneos; hoy en día, sin embargo, se atribuye esta supresión a la presencia en ellos de algunos nombres vinculados con el erasmismo. Sea como fuere, lo cierto es que esta nota aclaratoria fue el último escrito de Marineo que llegó a la imprenta, pues nada se sabe de la historia que de Carlos I y su hermano Fernando había comenzado a escribir, según dice en esa misma nota.
También en 1533 renunció al canonicato de la iglesia de Palermo en favor de su sobrino Antonio Marineo.
Tras esto, no se tiene constancia de ninguna otra aparición pública ni de ningún nuevo escrito, a excepción de la petición que dirigió en 1535 a la reina Isabel de Portugal para que lo eximiera, por lo avanzado de su edad, de la obligación de residir en la Corte. El 28 de septiembre de 1536 Marineo hizo testamento en Valladolid. En él declaraba que era su deseo vestir el hábito de San Francisco en su entierro y que su cuerpo reposase en un monasterio de dicha Orden, y nombraba herederos a su criado Francisco de Grado y a su sobrino Antonio Marineo. En el otoño de ese mismo año (15 de octubre) falleció, cuando contaba noventa y dos años de edad.
Del respeto y consideración que gozó Marineo entre sus contemporáneos son muestra las alabanzas que muchos de ellos le dedicaron. Éstas se encuentran ya en el propio epistolario del siciliano, siendo entre todas la más destacada la biografía escrita por su alumno Alfonso de Segura, de enorme repercusión en todos sus biógrafos posteriores y, por ende, en forjar el perfil con el que Marineo ha pasado a la historia.
Se podrían citar además otros muchos nombres, pero basten los de los humanistas Arias Barbosa, Pedro Mártir de Anglería, Lucio Flaminio Sículo o Juan Sobrarias. Pero el testimonio que mejor resume el reconocimiento que la historia le ha brindado es el del ilustrado José Vargas Ponce, quien, hablando de Antonio de Nebrija, Pedro Mártir y del propio Marineo, manifestó: “Estos tres autores son los padres de nuestra literatura moderna y los que formaron a fines del siglo xv la pasmosa juventud que hizo tan ilustre el siguiente siglo”.
Estas palabras son también el reflejo del legado que Marineo hizo a la posteridad: su magisterio y sus escritos. Como docente, el siciliano contribuyó a una mejor formación de la juventud española y, como escritor, a profundizar en el conocimiento de la España de su época. Fueron precisamente las obras históricas las que le dieron más fama tanto en vida como después de su muerte. Escritas a lo largo de cuarenta años, la primera de ellas fue una laus Hispaniae, publicada en Burgos hacia 1496-1497; a ella le siguió en 1509 una monografía sobre la dinastía aragonesa, De primis Aragoniae regibus libri v; tras ella, De rebus Hispaniae memorabilibus libri XXV, una historia general de España, obra extensísima, recopiladora de las anteriores, que englobaba, además de las ya publicadas, sus historias hasta entonces inéditas de Juan II de Aragón y de los Reyes Católicos. Marineo concebía la historia como la principal de las artes y le concedió una primacía indiscutible como magistra uitae, porque, a su entender, el papel educador de esta disciplina era fundamental para el bienestar del estado y de sus ciudadanos. De indudable valor histórico es también su epistolario publicado en 1514, que contiene la correspondencia privada del siciliano desde 1484 hasta el año de su edición y permite conocer los entresijos de la historia literaria, los círculos intelectuales y la vida cortesana de la época. Junto al epistolario, su colección de poemas, dedicados en su mayoría a eminentes personajes contemporáneos, contribuye también a retratar los ambientes que frecuentó. De otro lado, su otra gran preocupación intelectual, la docencia, le llevó a luchar por el restablecimiento del latín por sí mismo y como lengua básica para el conocimiento y buen uso de la lengua vernácula. Antepuso siempre el aspecto práctico al teórico, por lo que era partidario de un aprendizaje activo de la lengua y de la lectura directa de los clásicos antes que de la enumeración de preceptos teóricos. Fruto de esta concepción de la enseñanza son sus gramáticas latinas de 1501 y 1532, y sus antologías de epístolas y poemas publicados en 1497 y 1498.
Obras de ~: De Hispaniae laudibus libri vii, Burgos, c. 1496- 1497; Passio Domini nostri Iesu Christi secundum Matthaeum hexametris uersibus composita, Sevilla, c. 1496-1500; Ad Ioannem Hispaniae et Siciliae principem clarissimum epigramma Lucii Marinei Siculi super una inuenta preciosa Margarita. Sequuntur illustrium Romanorum epistolae ab eodem selectae; postea opuscula uaria eiusdem praesertim poetica, Burgos, 1497; Epistolae illustrium Romanorum ex antiquorum annalibus excerptae, Burgos, 1498; Carmina et epistolae, Sevilla, c. 1498- 1500; De grammatices institutionibus libellus breuis et perutilis, Sevilla, 1501; De primis Aragoniae regibus et eorum rebus gestis libri v, Zaragoza, 1509 (vers. cast. de J. de Molina, Crónica d’Aragon, Valencia, 1524); Ad illustrissimum principem Alfonsum Aragoneum Ferdinandi regis filium, Caesaraugustae et Valentiae Archiepiscopum Aragoniaeque praesidentem Lucii Marinei Siculi epistolarum familiarium libri decem et septem. Orationes quinque (oratio ad Ferdinandum regem et Helisabellam reginam; oratio ad Ferdinandum regem de laudibus historiae; oratio ad Ioannem Gothomanum Methymne Sidonie ducem clarissimum: oratio ad Rodoricum Pementellum Benauenti comitem magnanimum; Ad Alfonsum Aragoneum Alfonsi a Segura oratio de laudibus et pontificatus et regni diligentissime eius gubernationis). De Parcis liber unus. Repetitio de uerbo fero et eius compositis liber unus. Carminum libri duo, Valladolid, 1514; De rebus Hispaniae memorabilibus libri xxv, Alcalá de Henares, 1530; Obra de las cosas memorables de España, Alcalá de Henares, 1530 (Alcalá de Henares, 1533; Alcalá de Henares, 1539); Grammatica breuis ac perutilis, Alcalá de Henares, 1532; De rebus Hispaniae memorabilibus libri xxii, Alcalá de Henares, 1533; Sumario de la clarissima vida y heroycos hechos de los catholicos reyes don Fernando y doña Ysabel de immortal memoria. Sacado de la obra grande de las cosas memorables de España compuesta por el muy docto varon Lucius Marineus Siculus coronista de su magestad, Sevilla, 1545.
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María del Carmen Ramos Santana