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Honorato Juan Tristull

Biografía

Juan Tristull, Honorato. Valencia, c. 1507 – El Burgo de Osma (Soria), 30.VII.1566. Humanista, preceptor de príncipes y obispo.

La escasez de datos ha dado lugar a hipótesis y afirmaciones poco fundadas sobre su lugar, fecha de nacimiento e incluso sobre sus progenitores y, por tanto, sobre su auténtico nombre. Su padre fue Gaspar Joan, de la rama de la ilustre familia de los Joan asentada en Játiva cuyos miembros ocuparon diversos cargos municipales o vinculados al castillo de la ciudad. Gaspar se trasladó a Valencia, donde llegó a ser jurado, almotacén y justicia, para contraer matrimonio en octubre de 1507 con Isabel Tristull, hija de un médico vizcaíno instalado en la ciudad, pasando a ser la primera generación de los Joan de Játiva que tuvo su casa principal en Valencia. Honorato fue el primogénito de los seis hijos del matrimonio, pero empleó en su escudo las armas de los Juan y de los Escrivá, apellido de su abuela paterna, Leonor de Escrivá, porque su familia materna carecía de representatividad en la historia y nobleza del reino de Valencia, y para su carrera era mucho más conveniente mostrarse como el entronque de dos grandes linajes. Otras confusiones sobre su persona derivan de la existencia de coetáneos homónimos como Benet Honorat Joan, señor de Tous, y Pere Honorat Joan, conde de Peñalva, con frecuencia denominados simplemente como Honorat Joan.

Tras los estudios en Valencia, partió en 1522 hacia Lovaina para su perfeccionamiento, tutelado por Luis Vives, que por aquel entonces gozaba en Valencia de una magnífica reputación intelectual y una inmejorable relación con la Corte de Carlos V. Allí hizo amistad con otros destacados intelectuales como Diego Gracián, Pedro Maluenda, Tomás García, Fernando Ruiz de Villegas, el cardenal Reinaldo Pole, miembro de la familia real inglesa; el erudito ciceroniano y cardenal, Jacobo Sadoleto; el historiador portugués Lucio Andrés Resendio… Otros intelectuales valencianos se sirvieron de él para relacionarse con Vives, como Juan de Borja, duque de Gandía y padre del futuro Francisco de Borja, y el rector del Estudio General y catedrático de Filosofía Juan Andrés Estrany, quien legó a Honorato Juan su biblioteca y colecciones de pintura, medallas e instrumentos científicos.

Sus estudios en Flandes finalizaron con anterioridad a 1530 fecha en la que sirvió en la milicia y obtuvo el nombramiento como gentilhombre y posteriormente el de integrante del Consejo del Emperador.

La muerte de su padre y el regreso de Carlos V a España le llevaron a regresar a Valencia a finales de ese año. Su fama como pensador le propició un gran recibimiento, especialmente por parte de la nobleza, pero su maestro le aconsejó que no se dejara arrastrar por las adulaciones y la fama y evitara pronunciarse sobre asuntos comprometidos: “La entrada depende de ti, la salida de los otros”. Todo esto lo refleja el lema Relicturo satis del escudo de Honorato, que puede traducirse “por harto posee quien todo lo ha de dejar”.

El consejo de Vives trata de prevenirle sobre la posibilidad de que los antierasmistas vieran en él un bastión en su lucha por la defensa de la ortodoxia. Por Lorenzo Palmireno (prólogo al De vera et facili imitatione Ciceronis) se sabe que Honorato intentó desterrar la influencia de Erasmo y Policiano de la docencia de la Gramática y la Retórica en Valencia, para retornar al estudio directo de Cicerón, Virgilio, Terencio, etc., lo que evitaba también el contacto de la juventud con ideas que pudieran “viciar sus costumbres”. Pero esta postura renovadora de la enseñanza del latín está presente en las universidades españolas del momento y no implica siempre un rechazo a las tesis de Erasmo.

De hecho, el intelectual valenciano se granjeó amistades tanto entre los antierasmistas (Tomás García, Ginés de Sepúlveda, Pedro Maluenda, Martín Pérez de Ayala, Martínez Silíceo, etc.), como entre sus defensores (Reinaldo Pole, Arias Montano, Andrés Resendio o Cardillo de Villalpando).

Honorato Juan no fue docente en la Universidad de Valencia y su aportación se limitó al patrocinio o apoyo externo (cartas, entrevistas...) en favor de la introducción de los principios humanistas. Sus conocimientos en lenguas clásicas son destacados por García Matamoros, Nicolás Grudio, Andreas Schott..., y Arias Montano lo presenta, además, como un conocedor de multitud de las lenguas europeas.

Al regresar a Valencia su maestro le encargó ayudar a la familia que aún le quedaba en la ciudad, lo cual era bastante comprometido por los procesos inquisitoriales que ésta venía sufriendo, lo que le ocasionó algunos roces con Vives. Una vez establecido, tuvo un hijo con Joana de Roures en torno a 1532, que recibió el nombre de Jaume Joan Alfambra, quien murió antes que el humanista, quien nunca llegó a contraer matrimonio.

En 1541 acompañó a Carlos V en su fallida expedición a Argel y al año siguiente recibió el encargo de incorporarse junto con Juan Ginés de Sepúlveda y Juan Calvete de la Estrella, ante los escasos resultados que había obtenido Juan Martínez Silíceo, a la educación del príncipe Felipe, del que se esperaba ejemplo del príncipe cristiano. Su labor educativa se centró en los campos de las Matemáticas (fundamentalmente Geometría y Astronomía) y la Arquitectura, reforzando también el dominio del latín como lengua de conversación con el joven príncipe.

No hay excesivas fuentes directas sobre la postura de Honorato Juan en las disputas teológicas y religiosas del momento, pero muchos de los intelectuales relacionados de una manera directa con la educación de Felipe II destacaron en ellas adoptando posturas conservadoras que los distanciaron de Erasmo y su doctrina, defendiendo la necesidad de un concilio como único camino para la renovación espiritual del mundo católico y mostrándose partidarios de los estatutos de limpieza de sangre y de la Inquisición para acabar con la herejía. De hecho, Honorato Juan escribió al cardenal Reinaldo Pole en 1555 felicitándole por la desaparición de la herejía en Inglaterra y su vuelta al catolicismo; y Francisco de Guzmán le calificó como oráculo divino contra la herejía y las pérfidas interpretaciones. También se le atribuye el desenmascaramiento del “alumbrado” Agustín Cazalla en 1559 y, ya como obispo, fue calificado de fuerte defensor de la observancia de lo establecido por el Concilio de Trento y confirmó el estatuto de limpieza de sangre en su Obispado para alcanzar cargos en el mismo.

Durante su estancia en la Corte y en los viajes reales participó en reuniones literarias, discusiones científicas y mantuvo correspondencia con múltiples humanistas entre ellos: Ginés de Sepúlveda, Alejo Benegas, Nicolás Grudio, Juan Poggio, Marcelo Cervino... Hay que destacar que no participó en ninguna enconada disputa entre eruditos, sino que optó por mantener una enriquecedora concordia y corteses relaciones con todos ellos. Estos contactos se vieron incrementados al acompañar al príncipe en su periplo por los territorios italianos, alemanes y los Países Bajos entre 1548 y 1551. Su ascenso en la Corte no se vio acompañado inicialmente de mercedes, pues solicitó ingresar en la Orden de Santiago en 1543 y la concesión de la bailía de Murviedro en 1545, pero sólo en 1547 se le otorgaron las escribanías del justicia civil y militar de la ciudad de Alicante, con permiso para arrendarlas y poder continuar en la Corte. En las mismas condiciones se le concedió el cargo de maestre de la ceca de Valencia en 1552.

Al finalizar la educación del príncipe, permaneció en la Corte española como gentilhombre del Emperador e integrante de la Casa del Príncipe, hasta que en julio de 1554 y vinculado a la partida de Felipe a Inglaterra para contraer matrimonio con María Tudor, fue nombrado preceptor del infante Carlos. Le avalaban su experiencia en el cargo, sus amplios conocimientos, su carácter bondadoso y jovial y sus costumbres virtuosas.

La importancia del encargo la refleja el propio Felipe II: “Va más en ello que en otra cosa ninguna que se pudiesse ofrecer”. Siempre se mostró predispuesto a ordenarse sacerdote, si ello le permitía nuevas concesiones con las que complementar su escasa remuneración como maestro. En el verano de 1559 tras obtención de pensiones sobre los arzobispados de León y Tarragona, celebró su primera misa en Valladolid.

Instruyó a su alumno en la Gramática, la Filología, la Retórica, etc., leyendo los clásicos, a la vez que le formaba con ejemplos de personajes que actuaron con sabiduría y rectitud. En su educación trató de equilibrar la historia y cultura de la Corona de Aragón, con la de Castilla. Esto explica el interés con el que hizo llegar al joven Carlos los poemas de Ausias March, el retrato de Alfonso el Magnánimo pintado por Juan de Juanes, las Crónicas de Jaime I, los Anales del Reino de Aragón, etc., para “constatar que sus antepasados aragoneses eran tan destacados, como los de la rama castellana”.

En los dos primeros años en Valladolid el alumno progresó como esperaba su maestro, pero ya en 1557 refleja en su correspondencia que los resultados empezaban a no ser los deseados, que el alumno no prestaba el interés que debiera y además el maestro se quejaba de que la dedicación era tal que había tenido que abandonar todas sus actividades intelectuales.

En 1558 la situación se había agravado, lo que el preceptor achacó a las amistades del joven príncipe.

Tras el escándalo del príncipe Carlos en la declaración de lealtad de las Cortes de Castilla en 1560, el Rey lo trasladó a Alcalá para continuar su formación junto a su maestro y dos compañeros, Juan de Austria y Alejandro Farnesio, que pasaron a tener como tutor a Honorato Juan. Hay que destacar que ambos jóvenes formaban parte del grupo de presión cortesano al que perteneció Honorato, que estaba compuesto por la elite portuguesa y encabezado por Ruy Gómez y al que eran proclives la princesa Juana y el infante Carlos. Mantuvo unas relaciones más distantes con los personajes de la otra facción, como Granvela y el duque de Alba.

Durante su estancia en Alcalá encontró en la Universidad Los libros de la Ciencia de la Astronomía de Alfonso X el Sabio, del que ordenó hacer una copia ilustrada por Juan de Herrera. El Consejo de Castilla le encargó dictaminar sobre las críticas de Alonso de Santa Cruz sobre los Anales del Reino de Aragón de su amigo Jerónimo de Zurita.

La salud del humanista se vio resentida desde que en 1547 padeció unas tercianas, cuyos episodios de fiebre se fueron acentuando con el tiempo y se agravó al velar día y noche al príncipe tras una caída por las escaleras en abril de 1562. En algunos círculos de la Corte le criticaron que el carácter del príncipe se debió haber corregido con su educación. Lo escaso del resultado lo demuestra el propio Felipe II: “[...] en juicio y ser, como en el entendimiento [...] queda [el príncipe] muy atrás de lo que en su edad se requiere”.

Esto, junto con la edad del príncipe y su incorporación a tareas políticas, que presagiaban el final del período de aprendizaje, le llevó a pedir ser relevado de su cargo, pero no lo consiguió, pues, tras una licencia temporal, regresó a Madrid y en 1564 fue nombrado obispo de El Burgo de Osma, compaginando sus tareas episcopales con las de maestro y amigo del príncipe.

En esta última fase los consejos al príncipe giran en torno a tres ejes: el amor y temor de Dios, la obediencia al Rey y el trato amable a criados y vasallos.

La amistad entre alumno y maestro queda fuera de toda duda y puede constatarse en la tradición oral en la que se narra cómo el maestro tuvo que entrar en una leonera de palacio para rescatar al joven Carlos; así como en su mediación en las disensiones entre Felipe II y su hijo; en que ambos se nombraron testamentarios del otro e incluso en que Honorato Juan rechazase el Arzobispado de Valencia por estar demasiado alejado de Valladolid y no poder acudir por ello con asiduidad a la Corte.

Se le atribuyen un vocabulario valenciano-castellano, que ha tratado de identificarse con el Breve Vocabulario valenciano y castellano de las voces más obscuras y anticuadas de Joan de Resa editado en Valladolid (1555), lo que es poco probable, pues en la Cédula Real de impresión aparece Honorato Juan como examinador de la obra. También un Tratado de escribir cartas, del que ya en el siglo XVII Nicolás Antonio en su Bibliotheca Hispana nova ponía en duda su existencia.

Y finalmente unos Discursos Políticos, atribución que parece corresponder a una mala lectura de la obra de Atanasio Kircher, Principis christiani.

En su sagrado ministerio intentó regenerar las costumbres y reavivar la moral evangélica, llegando incluso a la publicación de un Catecismo o Manual, donde recogió dentro del espíritu tridentino la doctrina sacramental, ritos y oraciones que acompañaban a los sacramentos y las censuras y bendiciones.

Su obispado se vio marcado por el deseo de la ciudad de Soria de convertirse en obispado independiente, su participación en el Concilio Provincial de Toledo y los conflictos con el Cabildo por la competencia sobre la disciplina eclesiástica. A principios de 1566 se agravó su estado de salud y murió el 30 de julio. Algunos historiadores de la época narran que fue obispo electo de Cartagena, pero que por su muerte nunca llegó a tomar posesión del cargo. Tras su fallecimiento, el príncipe Carlos solicitó que se le enviara todo aquello que Honorato Juan había ido recopilando durante su vida en su faceta de humanista: antigüedades, colección de monedas, libros griegos y latinos e instrumentos de astronomía, los cuales se integraron en las colecciones de El Escorial tras pasar a Felipe II por la muerte de su hijo Carlos.

 

Obras de ~: Catechismus seu Manuale Oxomensis, El Burgo de Osma, Díaz de Córdoba, 1565.

 

Bibl.: A. Juan de Centelles, Elogios de el Illustríssimo y eruditíssimo varón don Honorato Iuan, gentilhombre de la S.C.C.R.M. del señor Emperador don Carlos Quinto y Rey de España, maestro del sereníssimo don Carlos, príncipe de las españas, Obispo de la Santa Iglesia de Osma. Sacados de varios escritos de autores gravíssimos, autorizados con diversas cartas Pontificias y Reales, Valencia, 1649 (2.ª ed. aum., Valencia, 1659); G. de Argáiz, Memorias ilustres de la Santa Iglesia y Obispado de Osma, catálogo de los prelados que la han regido. Noticia de los claros varones que han florecido en ella y en su diócesis, en santidad y en letras [...], 1660 (Archivo de la Catedral de Burgo de Osma, ms.); A. Kircher, Principis christiani archetypon politicum sive Sapientia regnatrix quam regiis instructam documentis ex antiquo numismate Honorati Ioannii Caroli V Imp. Philippi II Aulici. Caroli Hispaniarum Principi magistri, Amsterdam, 1672; Triumphus gloriae nobilissima familiae Hispanicae, quae Ioannia dicitur in quo potissimum eius ornamentum et grande decus Honoratus Ioannius, Amstelodami, 1672; D. J. Dormer, Progressos de la Historia en el Reyno de Aragón y elogios de Gerónimo Zurita, su primer cronista [...] contienen varios sucessos desde el año 1512 hasta el MDLXXX [...], Zaragoza, 1680; V. Ximeno, Escritores del Reyno de Valencia chronológicamente ordenados desde el año MCCXXXVIII [...] hasta el de MDCCXLVII, t. I, Valencia, 1747, fols. 145-148; J. Loperráez Corvalán, Descripción histórica del obispado de Osma, t. I, Madrid, 1788, págs. 427-436; M. García García, “Honorato Juan, obispo de Osma”, en Celtiberia, 26 (1963), págs. 273-280; M.ª I. Campo Muñoz, Honorato Juan: humanista, maestro de príncipes y obispo de Osma, Soria, Caja de Ahorros y Préstamos de la Provincia, 1986; F. Mateu y Llopis, “Honorato Joan en la España de Zurita”, en VV. AA., Congreso Nacional Jerónimo Zurita: su época y su escuela, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, Diputación Provincial, 1986, págs. 383-391; F. J. Sanchís Moreno, “Humanismo e Imperio: un balance, un camino”, en VV. AA., Carolus rex Valentiae: los valencianos y el Imperio, Valencia, Biblioteca Valenciana, 2000, págs. 132-153; J. L. Gonzalo Sánchez-Molero, “La biblioteca de Honorato Juan (1507-1566), maestro de príncipes y obispo de Osma”, en Pliegos de Bibliofilia, 9 (2000), págs. 3-23; F. J. Sanchís Moreno, “El códice Centelles de la Biblioteca Pública de Soria: contexto y función”, en Revista de Soria, 35 (2001), págs. 27-37; Honorato Juan: vida y recuerdo de un maestro de príncipes, Valencia, Biblioteca Valenciana, 2002; J. L. Gonzalo Sánchez-Molero, “La biblioteca de Honorato Juan (1507-1566), maestro de príncipes y obispo de Osma (2)”, en Pliegos de Bibliofilia, 24 (2003), págs. 33-54.

 

Francisco José Sanchís Moreno