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Jordi de Sant Jordi

Biografía

Sant Jordi, Jordi de. Valencia, f. s. XIV – Ocaña (Toledo), 18.VI.1424. Poeta.

Jordi de Sant Jordi nació probablemente en la ciudad de Valencia, en el seno de una familia de moros conversos, en la última década del siglo XIV. Desde 1416 aparece en la documentación como cortesano del rey Alfonso V de Aragón, el Magnánimo, ejerciendo el oficio de camarero, y es verosímil que sirviera ya a este Monarca antes de su acceso al Trono, cuando, como heredero de su padre Fernando I, ostentaba el título de príncipe.

La estancia de Alfonso en Valencia, donde había llegado en 1415 en ocasión de las Cortes del Reino y donde se celebró su boda con la infanta María de Castilla, pudo haber proporcionado la ocasión para la incorporación a su séquito de cortesanos de este Reino.

Los primeros documentos relativos al servicio cortesano de Jordi de Sant Jordi muestran la estima del Rey por su camarero (interviniendo, por ejemplo, en el difícil ingreso de la hermana del poeta en el Monasterio de la Zaidía de Valencia), que se extiende a lo largo de su vida en forma de protección y de privilegios económicos y jurisdiccionales concedidos por el Rey como pago por sus servicios. Entre estos privilegios figuran, además de numerosas donaciones graciosas y del derecho sobre las importaciones de trigo de Sicilia, la concesión de la alcaidía del castillo de la Vall d’Uixó (1420) y de la castellanía de Palop, junto con algunas alquerías (1423). Estas últimas concesiones tienen como escenario las campañas militares del rey Alfonso en Cerdeña, Córcega y Nápoles entre 1420 y 1423. Jordi de Sant Jordi, ya como caballero desde 1420, acompañó al Rey en estas acciones hasta el regreso de la flota real a Barcelona tras el saco de Marsella, a fines de 1423. Con él se embarcaron también otros caballeros poetas, algunos de los cuales, como Ausiàs March, habían de regresar antes del intento de conquista del Reino de Nápoles. En Nápoles tuvo lugar precisamente un episodio bélico significativo por su trascendencia literaria. El 27 de mayo de 1423, las tropas del condottiero Muzio Attendolo Sforza atacaron a las posiciones aragonesas en Nápoles y tomaron presos a numerosos caballeros catalanes, valencianos y aragoneses. Entre ellos se encontraba Jordi de Sant Jordi, que dejó constancia de su cautiverio en el poema “Deserts d’amichs, de béns e de senyor” (XIV), conocido con el título de Presoner, en el que destacan la entereza moral del caballero vencido y la petición de ayuda a su señor natural. Poco es lo que se sabe del autor con posterioridad al retorno de la armada real. Murió el día 18 de junio de 1424 en Ocaña, donde embajadores de Juan II de Castilla y de Alfonso el Magnánimo se entrevistaron para negociar la liberación del infante Enrique de Aragón.

Los cancioneros catalanes del siglo XV han conservado dieciocho composiciones poéticas de Jordi de Sant Jordi, todas ellas escritas en el occitano trovadoresco fuertemente catalanizado de los poetas catalanes y valencianos anteriores a Ausiàs March. De ellas, solamente la citada “Deserts d’amichs” es fechable con precisión (mayo-junio de 1423), y sólo como hipótesis versosímil se puede suponer que el poema L’estat d’honor e d’amor (VII), una exaltación de las virtudes a las que conduce el amor, haya sido escrito en 1415, en el marco de las Cortes valencianas o del matrimonio del príncipe Alfonso (si el “princeps nauts”, ‘alto príncipe’ a quien el poeta se dirige en la tornada se refiere al título que ostentaba Alfonso antes de su acceso al Trono). En el texto citado, el autor se dirige además a la reina Margarita de Prades, presente también en Valencia en ese 1415. Esta dama, viuda del rey Martín I (muerto en 1410), cantada también por otros poetas, se esconde en diversas canciones de Jordi de Sant Jordi bajo los senhals “Reyna d’onor”, “Castelh d’onor” y “Mos richs balays”. Su breve obra tiene, pues, un contexto muy preciso: la Corte de Alfonso el Magnánimo y, de forma particular, la de la reina viuda Margarita de Prades, que hasta aproximadamente 1420 residió en el Palacio Real Menor de Barcelona, antes de su entrada en religión en 1422.

En los primeros años del reinado de los Trastámara en la Corona de Aragón, Margarita significaba la continuidad de la antigua dinastía catalana; a su vez, a los ojos de un rey castellano como Alfonso, Jordi podía encarnar la tradición poética propia de esa dinastía y, con su dominio temático y su brillantez formal, encarnar una especie de trovador redivivo. Es un testimonio muy elocuente de esta época y de este ambiente el marqués de Santillana, cortesano de Alfonso en su juventud, que recuerda y homenajea a Jordi de Sant Jordi y a la reina Margarita en sus decires Coronación de mosén Jordi y Planto de la reina doña Margarida, y que evoca largamente a Jordi de Sant Jordi, junto con otros poetas catalanes (del trovador Guillem de Berguedà a Ausiàs March, pasando por Pere March o Andreu Febrer), en su Proemio al condestable de Portugal.

A pesar de su brevedad, la obra de Jordi de Sant Jordi se caracteriza por su variedad temática y formal, por su versatilidad y por su complacencia en el hibridismo formal y temático. Es cierto que la mayoría de sus composiciones presentan el metro casi canónico de la poesía catalana medieval (la octava decasilábica con cesura masculina tras la cuarta sílaba), pero aun así introduce sutiles variaciones retóricas, temáticas y métricas. Se reconoce en su obra la herencia de los grandes trovadores occitanos clásicos, de Cerverí de Girona (el representante catalán más conspicuo de la tradición trovadoresca), de la poesía italiana y de la poesía francesa. De los primeros extrae naturalmente temas y motivos, así como recursos formales propios del trobar ric (por ejemplo las rimas caras y sobre todo los procedimientos asociados a los versos estramps, o sueltos); la lección de Cerverí se adivina tras los híbridos y las filigranas versificatorias: la Dansa e escondit (I) conjuga un género temático trovadoresco con la méetrica de la dansa; Los enuigs (XVII) envuelve el género trovadoresco del enueg en la forma versificatoria de lai francés, también introducido y adaptado por Andreu Febrer. Algunos posibles ecos de Dante y del estilnovismo, así como una ingeniosa utilización de un soneto de Petrarca, conforman la herencia italiana.

Por supuesto, el tema casi único de su poesía es el amor, aunque enfocado desde perspectivas genéricas bien distintas: el elogio cortesano de la dama (“Axí com són sus l’espera los signes” [V], “D’aver lo nom e lo dret tall d’aymia” [VI]), la canción de amor propiamente dicha (“Jus lo front port vostra bella semblança” [IX]), el ruego amoroso (“Domna, tot jorn vos vau preyan” [II]), las canciones de despedida y de ausencia que codifican un nuevo género temático (el comiat “Sovint sospir, dona, per vós, de luny” [IV] y “Enyorament, anuig, dol e desir” [XII]), el escondit o excusación (Dansa e scondit [I]), el debate interior entre ojos, corazón y pensamiento en relación con el amor por la dama (“Un cors gentil m’à tant enamorat” [XI]), la alegoría bélica (Lo setge d’amor [III]), y, muy significativamente, poesías de rechazo y vituperio en la órbita del maldit (“Ara hojats, dompnas, que us fau saber” [VIII], “En mal poders, enqueres en mal loch” [X] y Lo canviador [XVI]; destacan el primero y el último de estos textos, en forma de crida o pregón y con el lenguaje figurado de las transacciones monetarias de un cambista, respectivamente). Merece comentario aparte la Passio amoris secundum Ovidium” [XVIII], una especie de breve relato alegórico de tema amoroso y de cierta naturaleza paródica (reflejada en el título) en el que se combinan diversas formas de verso narrativo y en el que, como peculiaridad principal, se insertan citas de canciones de trovadores y hasta del mismo autor.

El tratamiento del tema amoroso en Jordi de Sant Jordi presenta algunas particularidades respecto a la tradición trovadoresca y postrovadoresca. Siguen siendo canónicos el lenguaje amoroso feudal, la relación de servicio y sumisión del amante y el ideal amoroso de la fina amor. Ahora bien, en consonancia con las tendencias propias de la poesía catalana desde la última década del siglo XIV, la poesía del autor manifiesta una tendencia clara a la explotación de estados sentimentales tristes y quejumbrosos (por el desamor o por la ausencia) y un esfuerzo por dar una mayor precisión psicológica a la vivencia del sentimiento amoroso. Quizá el caso más emblemático sea el poema “Jus lo front port vostra bella semblança” (IX), singular además por su forma métrica y sus imágenes. Se trata de una composición en versos sin rima, llamados estramps, en los que la ausencia de consonancia se compensa con el uso de palabras caras, idealmente sin posibilidad de rima, cerrando cada uno de los versos. Aunque Jordi no inventó la forma (el primer ejemplo conocido es una canción del poeta catalán Andreu Febrer celebrando a la reina María de Sicilia), se podría decir que contribuyó decisivamente a su codificación, y hace explícita la tradición en la que está forjada: el trobar ric trobadoresco, del que es máximo ejemplo el trovador Arnaut Daniel, y del que Jordi deriva también parte de sus imaginería. En este texto singular, destaca la descripción del amor en sus dos primeras estrofas: el poeta retiene en la cellula frontal de su cerebro la imagen de la dama, que le ha quedado literalmente impresa a causa de la continuada contemplación que ha hecho de ella, y que no desaparecerá ni con la muerte del poeta; la segunda estrofa precisa el carácter de esta contemplación: como el niño absorto ante el resplandor de un retablo, el poeta queda preso por el círculo amoroso de la dama, a la que tributa una contemplación mayor que la que se debe a Dios. Es, pues, la imagen retenida, la memoria del objeto sensible, lo que alimenta la pasión amorosa. Poemas como “Un cors gentil m’à tant enamorat” (XI) o Lo setge d’amor (III) abundan, a través de sus figuraciones, en esta voluntad de precisión psicológica, a la que contribuyen también “Enyorament, anuig, dol e desir” (XII) con la evocación imaginativa del momento de la separación o con el motivo del sueño consolatorio, y Comiat (IV) con la anticipación imaginativa de la futura separación entre los amantes. Como se ha indicado, estos últimos textos inauguran un género temático, el comiat o despedida, muy influido por modelos líricos franceses, del mismo modo que la notable presencia del tema del vituperio de la dama, coincidente con otros poetas coetáneos, anuncia la fortuna del maldit en la poesía catalana de los años centrales del siglo XV.

Los pocos textos no amorosos son especialmente singulares. Además del ya citado “Deserts d’amichs” (XIV), destacan “Tots jorns aprench e desaprench ensemps” (XV) y Los enuigs (XVII). En el primero, la forma canónica de la canción vehicula una serie de afirmaciones contradictorias, según el procedimiento retórico de la contentio, que al final se dotan de sentido moral: el mundo es tan contradictorio que el poeta vive instalado en la perplejidad. El ingenio del autor se refleja también en la manipulación de textos anteriores, especialmente del soneto amoroso de Petrarca “Pace non trovo et non ò da far guerra” (Rerum vulgarium fragmenta, 134), cuyos versos se ponen ahora al servicio de una expresión moral. En el segundo, el poeta adopta una forma adaptada del lai francés, normalmente amoroso, para desarrollar un inventario de cosas enojosas que se justifica también moralmente por el estado del mundo, todo ello en una forma métrica difícil, hecha de versos cortos y rimas homófonas.

En los grandes cancioneros misceláneos compilados a partir de 1460, dominados por la figura de Ausiàs March y de poetas posteriores, Jordi es de los pocos supervivientes de las generaciones anteriores. El reflejo literario de este estado de cosas es que Jordi de Sant Jordi es prácticamente el único poeta anterior a March capaz de ejercer influencia en el siglo XV, como manifiesta la obra de otros poetas líricos como Joan Roís de Corella, Martí García, Pere Torroella, mossèn Avinyó, Bernat Serra o Joan Rocafort. Fuera de la órbita catalano-aragonesa, contribuyeron a mantener el recuerdo de Jordi de Sant Jordi los textos que le dedicó el marqués de Santillana. Por una parte, es el poeta catalán más destacado en el Proemio cuando el autor evoca la tradición poética catalana con la que convivió en su juventud cortesana al servicio de Alfonso V: “En estos nuestros tiempos floresçió mosén Jordi de Sant Jorde, cavallero prudente, el qual çiertamente compuso asaz fermosas cosas, las quales él mesmo asonava, ca fue músico excellente; fizo entre otras una cançión de oppósitos que comiença: ‘Tos ions aprench e desaprench ensems’. Fizo la Passión de amor, en la qual copiló muchas buenas cançiones antiguas, así destos que ya dixe como de otros”. Por otra parte, el decir Coronación de mosén Jordi rinde tributo al recuerdo del que fuera un brillante poeta amoroso, que Santillana, por medio de Homero, Virgilio y Lucano, corona de laurel y hace ingresar dantescamente en la orden de los “discretos letrados”. La recuperación moderna de la obra de Jordi de Sant Jordi fue más bien lenta y parcialmente enredada con un malentendido de historia literaria, provocado por el historiador valenciano Pere Antoni Beuter en 1546 al afirmar que Jordi de Sant Jordi vivió en el siglo XIII y que sirvió al rey Jaime I de Aragón, por lo que invirtió el sentido de los préstamos de Petrarca: no fue aquél quien partió de un soneto de éste, sino Petrarca quien imitó al valenciano. Esta falsificación histórica se impuso en los trabajos de eruditos y bibliógrafos hasta el final del siglo XVIII. Aunque, aún bajo el efecto de este equívoco, supuso la existencia de dos poetas con el mismo nombre (mossèn Jordi y Jordi de Sant Jordi), Félix Torres Amat (1836) fue el primero en aportar documentos de los que se podía deducir que el segundo de los nombres correspondía a alguien que vivió en el siglo XV y que fue cortesano de Alfonso V. Empezaba así la recuperación moderna del autor, que, tras los estudios pioneros de Manuel Milà y Fontanals, cristalizaría en las diversas ediciones realizadas a lo largo del siglo XX por Jaume Massó i Torrents (1902), Martín de Riquer, solo (1935 y 1955) y junto con Lola Badia (1984), Donatella Siviero (1997) y Aniello Fratta (2005).

 

Obras de ~: Obres poètiques de Jordi de Sant Jordi, ed. de J. Massó i Torrents, Barcelona-Madrid, L’Avenç, 1902; Jordi de Sant Jordi, ed. de M. de Riquer, Barcelona, Llibreria Catalonia, 1935; Jordi de Sant Jordi. Estudio y edición, ed. de M. de Riquer, Granada, Universidad, 1955; Les poesies de Jordi de Sant Jordi, cavaller valencià del segle XV, ed. de M. de Riquer y L. Badia, Valencia, Tres i Quatre, 1984; L’amoroso cerchio. Poesie dell’ultimo trovatore, ed. y trad. de D. Siviero, Milán-Trento, Luni, 1997; Poesies, ed. de A. Fratta, Barcelona, Barcino, 2005; Poesía, trad. y prólogo de J. M. Micó, Barcelona, DVD Ediciones - Editorial Barcino, 2009.

 

Bibl.: L. Nicolau d’Olwer, “Literatura catalana (Notes i comentaris). I, Jordi de Sant Jordi, ‘Presoner’. II, Per a la biografia de mossèn Jordi”, en Estudis Universitaris Catalans, 7 (1913), págs. 163-179; “Jordi de Sant Jordi (poesies, dates i comentaris)”, en Estudis Romànics, 2 (1917), págs. 5-24; F. Mateu i Llopis, “Lo canviador de Jordi de Sant Jordi”, en Boletín de la Sociedad Castellonense de Cultura, 23 (1947), págs. 215- 224; M. de Riquer, “Jordi de Sant Jordi”, en Història de la literatura catalana. Part antiga, vol. 1, Barcelona, Ariel, 1964, págs. 654-676; J. Romeu i Figueras, “Comentaris al cançoner de Jordi de Sant Jordi”, en Serra d’Or, 19 (1977), págs. 153- 156; M. de Riquer y L. Badia, “Introducción”, en Les poesies de Jordi de Sant Jordi, cavaller valencià del segle XV, op. cit., 1984, págs. 13-80; L. Cabré, “Los enuigs de Jordi de Sant Jordi i l’adaptació del lai líric a la poesia catalana medieval”, en L. Badia y J. Massot (eds.), Estudis de literatura catalana en honor de Josep Romeu i Figueras, vol. I, Barcelona, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 1986, págs. 183-206; J. Pujol, “Sobre els Estramps de Jordi de Sant Jordi”, en L. Badia y J. Massot (eds.), Estudis de literatura catalana en honor de Josep Romeu i Figueras, vol. II, Barcelona, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 1986, págs. 223-252 [reprod. con correcciones en N. Garolera (ed.), Textos literaris catalans. Lectures i interpretacions, vol. I, Barcelona, Columna, 1994, págs. 29-55]; J. Villalmanzo, “Data i lloc de la mort de Jordi de Sant Jordi”, en Caplletra. Revista Internacional de Filologia, 15 (1993), págs. 63-73; L. Badia, “Postil·les naturals a Llull i Jordi de Sant Jordi”, en N. Griffin et al. (eds.), The Discerning Eye. Studies presented to Robert Pring-Mill on his Seventieth Birthday, Oxford, The Dolphin Book, 1994, págs. 27-38; I. de Riquer, “Lo canviador de Jordi de Sant Jordi: maldit”, en Boletín de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona, 45 (1995-1996), págs. 239-258; R. Archer e I. de Riquer, Contra las mujeres. Poemas medievales de rechazo y vituperio, Barcelona, Quaderns Crema, 1998; J. J. Chiner Gimeno, “Noves dades arxivístiques sobre la mort de Jordi de Sant Jordi”, en VV. AA., Actes del VII Congrés de l’Associació Hispànica de Literatura Medieval (Castelló de la Plana, 22-26 de setembre de 1997), vol. I, Castellón de la Plana, Universitat Jaume I, 1999, págs. 67-70; C. di Girolamo y D. Siviero, “Da Orange a Beniarjó (passando per Firenze). Un’interpretazione degli estramps catalani”, en Revue d’Études Catalanes, 2 (1999), págs. 81-95; A. Fratta, “Per una rilettura di ‘Jus lo front’ di Jordi de Sant Jordi”, en Estudis Romànics, 22 (2000), págs. 177-195; “Introducción”, en Jordi de Sant Jordi, Poesies, op. cit., 2005, págs. 7-47; P. Valsalobre, “Història d’una superxeria: el cas de Jordi de Sant Jordi”, en E. Miralles y J. Solervicens (eds.), El Re(descobriment) de l’edat moderna: estudis en homenatge a Eulàlia Duran, Barcelona, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, Universitat de Barcelona, 2007, págs. 295-335; M. Marfany, “La influència de la poesia francesa d’Andreu Febrer a Ausiàs March”, en Estudis Romànics, 34 (2012), págs. 259-287; J. Torró, “Jordi de Sant Jordi”, en L. Badia (dir.), Literatura medieval (II). Segles XIV-XV (Història de la literatura catalana, II), Barcelona, Enciclopèdia Catalana - Editorial Barcino - Ajuntament de Barcelona, 2014, págs. 333-340.

 

Josep Pujol

Relación con otros personajes del DBE

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