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Andrés Mellado y Fernández

Biografía

Mellado y Fernández, Andrés. Málaga, 23.XII.1846 – Biarritz (Francia), 30.VIII.1913. Periodista y político.

Muy joven se trasladó desde su Málaga natal a Madrid, donde realizó sus estudios universitarios, licenciándose en Derecho y Filosofía y Letras en la Universidad Central. Hombre de gran cultura, fue un gran conocedor del lenguaje y de los clásicos latinos y griegos, pero su verdadera vocación fue el periodismo, a través del cual se inició en la política.

De ideas demócratas, durante la Revolución de 1868, la Gloriosa —que arrojó del trono a la reina Isabel II—, entró como redactor de El Amigo del Pueblo, primer periódico federal, fundado en Madrid, el 30 de septiembre de 1868, por Carlos Martra y Francisco García López. Desde las páginas de este periódico, que se subtitulaba Diario de la República Democrática Federal, Andrés Mellado, empezó a defender con ardor las ideas republicanas, junto con tres amigos y también redactores, Francisco Córdova, Carlos Beltrán y José Paúl y Angulo.

Meses después, el 18 de mayo de 1869, El Amigo del Pueblo fue absorbido por La Igualdad, periódico que se auto-denominaba Diario Democrático Republicano, y que aspiraba a convertirse en el órgano cualificado del Partido Republicano Federalista.

Fundado en Madrid, el 11 de noviembre de 1868, por el médico José Guisasola, fueron redactores o colaboradores de él las más relevantes figuras de la intelectualidad republicana. En este periódico —del que fue primer director Estanislao Figueras— empezó a trabajar Andrés Mellado como redactor, apoyando con sus artículos a Nicolás Salmerón y Emilio Castelar, hacia los que sentía gran admiración. Nombrado director, Mellado ejerció con entusiasmo sus funciones, hasta que surgió una de las crisis más graves por la que atravesó el Federalismo: el enfrentamiento entre republicanos federalistas y republicanos unitarios, que causó la forzada dimisión de Andrés Mellado y su sustitución en la dirección de La Igualdad por Eduardo Benot.

Tras el corto reinado de Amadeo I y la breve Primera República, al quedar restaurada la Monarquía de Alfonso XII, Andrés Mellado suavizó sus ideas políticas y empezó a trabajar como redactor del periódico El Imparcial, en mayo de 1875. Este periódico, considerado como el más prestigioso e influyente de los diarios madrileños de su época, había sido fundado en Madrid, el 16 de marzo de 1867, por Eduardo Gasset y Artime. Cuatro años más tarde, en mayo de 1879 Mellado fue nombrado director del periódico, cargo que ocupó durante diez años. Bajo su dirección, El Imparcial se modernizó y se hizo muy popular. Durante todo este tiempo, aunque Mellado parecía estar alejado de la política, con sus artículos participó en la ofensiva contra los Gobiernos de Cánovas, simpatizando primero con el Partido Izquierda Dinástica, fundado por el general Serrano, duque de la Torre, en diciembre de 1882, y afiliándose finalmente al Partido Fusionista de Sagasta, lo que le causó la crítica de algunos de sus antiguos correligionarios —entre otros, Mariano Araús e Isidoro Fernández Flores—, quienes abandonaron El Imparcial para fundar El Liberal, que nacía como periódico definidamente republicano.

Siendo director de El Imparcial, Mellado participó en uno de los temas que venía preocupando desde hacía tiempo a un sector de la prensa: el asociacionismo periodístico. A principios de enero de 1889, el entonces decano de los periodistas españoles, Andrés Borrego, propuso la creación de un Sindicato de la Prensa Madrileña. Para echarlo a andar fue necesario redactar un proyecto, creándose una comisión formada por el propio Andrés Borrego y los directores de cuatro importantes periódicos: Mariano Araús, director de El Liberal, Alfredo Vicenti, director de El Globo, Alfredo Escobar, director de La Época, y Andrés Mellado, director de El Imparcial. Con gran tenacidad e ilusión trabajó Mellado en esta comisión para sacar adelante aquel proyecto, pero a causa del enfrentamiento entre los periódicos llamados “serios” y los “sensacionalistas”, además de la formación de la denominada Coalición de la Prensa Republicana, el proyecto fracasó.

A finales de agosto de 1889, siendo todavía director de El Imparcial, Mellado fue nombrado alcalde de Madrid. Sustituía a Alberto Bosch, cuya obligada dimisión se debía a importantes irregularidades detectadas en la Administración Municipal, siendo las más llamativas: múltiples errores en la confección del padrón de vecinos y del censo electoral, caprichosa concesión de jubilaciones y pensiones a funcionarios, pagos indebidos y cuentas mal llevadas, expropiaciones en el casco urbano y en el ensanche de Madrid capital, y aprobación de obras en dudosas condiciones.

Desde hacía tiempo, todo esto venía siendo denunciado de forma enérgica por Andrés Mellado desde las páginas de El Imparcial, poniendo así de manifiesto la deficiente Administración municipal de Madrid.

Ante el cúmulo de tantas irregularidades, el gobernador civil de Madrid, Alberto Aguilera, realizó una visita de inspección al Ayuntamiento, tras la cual mandó confeccionar un informe muy detallado que hizo llegar al ministro de Gobernación. El resultado del informe no se hizo esperar: fueron suspendidos de sus cargos ocho concejales y el tema pasó a debatirse no sólo en la prensa sino también en el Parlamento y hasta en la calle.

El balance de la actuación de Andrés Mellado durante el año en que estuvo ocupando el cargo de alcalde de Madrid fue muy positivo, pues acabó con las lacras del gobierno municipal anterior, saneó las arcas municipales como no lo habían estado desde hacía veinte años, y reformó el Servicio de Incendios.

Además, organizó un gran número de festejos que atrajeron a Madrid a miles de forasteros y dejó establecida la llamada Fiesta del Árbol, que consistía en realizar anualmente por parte de escolares madrileños plantaciones de árboles en la Dehesa de Amaniel.

Pero como la verdadera vocación de Andrés Mellado era el periodismo —puede asegurarse que escribió miles de artículos en periódicos de España y América—, al año de llevar realizando esta positiva gestión municipal —en agradecimiento de la cual el Ayuntamiento de Madrid decidió darle el nombre de Andrés Mellado a una de sus calles—, aceptó la propuesta que le hizo el periódico La Correspondencia de España de hacerse cargo de su dirección, dejando la Alcaldía en 1890, siendo sustituido por Cayetano Sánchez Bustillo.

La Correspondencia de España, periódico que había sido fundado en Madrid, el 3 de octubre de 1859, por Manuel María de Santa Ana, mejoró sustancialmente al hacerse cargo Mellado de su dirección, pues lo modernizó y lo transformó en un diario “a la francesa” en cuanto a su amenidad y confección, a la vez que se publicaban artículos de gran valor literario. Un año después, en 1891, el prestigioso periódico Diario de la Marina de La Habana, le ofreció colaborar en él, y el Diario Español de Buenos Aires le hizo aceptar el cargo de corresponsal. Simultaneó todos estos trabajos hasta que fue nombrado gobernador del Banco de España, cargo que ocupó entre julio y diciembre del año 1902.

Tres años después, el 26 de junio de 1903, fue nombrado ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes —Ministerio creado en el año 1900—, cargo que ocupó hasta el 31 de octubre de 1905. Mellado fue llamado a dirigir este Ministerio durante el Gobierno presidido por Eugenio Montero Ríos, en el recién iniciado reinado personal de Alfonso XIII. Llegaba así a la cima de su carrera política que se había impulsado desde la prensa.

Trabajador infatigable, paralelamente a su actividad como periodista, Mellado también conoció a fondo el campo de la política, en la que se inició como diputado del Partido Liberal, obteniendo su escaño por Puerto Rico en 1881 y en 1884 y posteriormente fue diputado cuatro veces por Málaga, su ciudad natal. En 1886 por Málaga capital; después, en 1891, 1893, 1896 y 1898 por Gaucín —pueblo de la provincia de Málaga al que le unían lazos familiares— y, finalmente, en 1899 de nuevo por Málaga capital. Además fue senador representante de Cuba en 1898, y senador vitalicio desde el 6 de agosto de 1901. En sus intervenciones parlamentarias, tanto en el Senado como en el Congreso de los Diputados, demostró ser un orador parlamentario sobrio y elegante como lo era en sus artículos periodísticos.

Dado su prestigio personal y su trayectoria profesional, fue nombrado comisario regio del Canal de Isabel II en 1910 y consejero del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Madrid, cargos que ocupó hasta su muerte.

Por su erudición y cultura fue elegido académico de número de la Real Academia Española, el 5 de mayo de 1912. Ocupó el sillón K, y a su discurso de ingreso —que versó sobre la vida del político Francisco Silvela y fue considerado como una joya literaria— le respondió Alejandro Pidal y Mon. A su muerte, su sillón fue ocupado por el académico Francisco Fernández de Bethencourt, en 1914.

Andrés Mellado murió a los sesenta y siete años, en Biarritz (Francia), ciudad a la que había viajado para reponerse de la enfermedad bronquial que empezó a padecer en el mes de julio de 1913. Estando en esta ciudad francesa se sintió enfermo repentinamente, teniendo que ser operado de una apendicitis que, al complicarse, le produjo la muerte el día 30 de septiembre de 1913 a la una y media de la madrugada.

Su cadáver fue trasladado dos días después a Madrid en el tren Correo de Irún, llegando a la Estación del Norte —hoy Príncipe Pío—. Abarrotada por el público, fue recibido con todos los honores por un gran número de personalidades: El Gobierno, representado por su presidente, el conde de Romanones, y seis ministros, Luque, Gimeno, Borbolla, Gasset, Suárez Inclán y Ruiz Jiménez, ministro de Instrucción Pública; el alcalde de Madrid, Eduardo Vincenti; los académicos Miguel Echegaray, Jacinto Octavio Picón y Daniel de Cortázar en representación de la Real Academia Española; Eduardo Cobián y Roffignac, gobernador del Banco de España; el director de la Caja de Ahorros; el presidente del Canal de Isabel II y un numerosísimo grupo de diputados y senadores.

La comitiva partió de la Estación del Norte su dirección al Senado, delante de cuya fachada se rezó un responso y el Gobierno y personalidades dieron el pésame a sus familiares, dirigiéndose después a la sacramental de San Isidro —primer cementerio creado en Madrid, en el año 1811—, donde recibió sepultura.

Andrés Mellado contrajo matrimonio con Mercedes de la Portilla, perteneciente a una acomodada familia castellana, pero no tuvo hijos.

Mellado, tiene que ser considerado no sólo como el gran periodista que escribió con pulcritud miles de artículos en la prensa española y americana, sino como un gran maestro de periodistas, pues sirvió de modelo para las generaciones posteriores.

Era Gran Oficial de la Legión de Honor Francesa.

 

Obras de ~: Campo del Moro. Prólogo de D. Antonio Grilo, Madrid, Imprenta de los hijos de M. G. Hernández, 1897; En Roma: escenas y cuadros, Barcelona, Imprenta de Henrich y Cía., 1899; Discurso leído ante la Real Academia Española en la Recepción del Excmo. Sr. D. Andrés Mellado y Fernández, Madrid, La Editora, 1912.

Artículos en los periódicos: La Igualdad, de 1869 a 1874; El Imparcial, de 1875 a 1885; La Correspondencia de España, 1890; Diario Español de Buenos Aires y Diario de La Marina de La Habana, 1906.

 

Fuentes y bibl.: Archivo del Senado, Exps. personales, HIS-0283-03; Archivo del Congreso de los Diputados, Serie documentación electoral, 91 n.º 9, 96 n.º 8, 102 n.º 4, 105 n.º 32, 107 n.º 32, 109 n.º 32, 111 n.º 32 y 113 n.º 30.

Diario de Sesiones del Congreso, 1881, 1884, 1886, 1891, 1893, 1896, 1898 y 1899; Diario de Sesiones del Senado, de 1901 a 1913; I. Lozano Portal, El Mecanismo Electoral, Estepona (Málaga), 1903; M. Ossorio y Bernard, Ensayo de un catálogo de periodistas del siglo xix, Madrid, Imprenta de J. Palacios, 1903; J. Ortega Rubio, Historia de la Regencia de María Cristina Habsbourgo-Lorena, Madrid, Felipe González Rojas Editor, 1905; [“Necrológica”], en La Unión Ilustrada, n.º 208 (1913); J. Francos Rodríguez, Días de la Regencia, Madrid, Saturnino Calleja, 1922; A. Velasco Zazo, Panorama de Madrid, Madrid, Imprenta Viuda de Pueyo, 1944; M. Izquierdo, Historia Clínica de la Restauración, Madrid, Plus Ultra, 1946; M. Ortega y Gasset, El Imparcial. Biografía de un gran periódico español, Zaragoza, Librería General, 1956; M. Fernández Almagro, Historia Política de la España Contemporánea, Madrid, Ediciones Pegaso, 1959; J. A. Meliá Pericás, El nacimiento de El Liberal, Madrid, 1968; F. Giner de los Ríos, La crisis de los partidos liberales (1898), Madrid, Alianza Editorial, 1969; M. Martínez Cuadrado, Elecciones y partidos políticos en España (1868-1931), Madrid, Biblioteca Política Taurus, 1969; P. Gómez Aparicio, Historia del Periodismo Español (De la Revolución de Septiembre al Desastre Colonial), Madrid, Editora Nacional, 1971; G. Lopezarias, Alcaldes de Madrid: 1820-1936, Madrid, Ayuntamiento, 1985; VV. AA., La España de Alfonso XIII. El Estado y la Política (1902-1931). De los comienzos del reinado a los problemas de posguerra (1902-1922), en J. M.ª Jover Zamora (dir.), Historia de España de Menéndez Pidal, t. XXXVIII, Madrid, Espasa Calpe,1996; J. Pabón, Cambó. 1876-1974, Barcelona, Editorial Alpha, 1999; VV. AA., La época de la Restauración (1875-1902): Estado, Política e Islas de Ultramar, en J. M.ª Jover Zamora (dir.), Historia de España de Menéndez Pidal, t. XXXVI, Madrid, Espasa Calpe, 2000; J. Varela Ortega, Los amigos políticos: partidos, elecciones y caciquismo en la Restauración, Valladolid, Consejería de Educación y Cultura, 2001; C. Seco Serrano, La España de Alfonso XIII, Madrid, Espasa Forum, 2002.

 

Trinidad Ortuzar Castañer

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