Decio, Francisco. Velentino Decio, Franciscus Decius Valentinus. ¿Valencia?, p. s. xvi – ?, 1552 sup. Eclesiástico, erudito, humanista, catedrático.
Poco se puede precisar de su nacimiento, así como de su etapa de formación, salvo que parece estar vinculado a la ciudad de Valencia. Tampoco se conocen con exactitud ni el inicio ni los detalles de su relación con el estado eclesiástico, constatada en el nombramiento como catedrático de Oratoria —de 7 de mayo de 1547— en el que se refieren a él como “mossén”, así como en el documento que recoge su dimisión de la cátedra —que data de 1552—, en el que figura como “reverent”.
Al finalizar su formación, realizó un viaje por Europa durante el que muy posiblemente visitó París.
Poco después aparece asentado en Gandía, donde trabajaba como maestro de los hijos del duque de Gandía, Juan de Borja, hombre que concedía mucha importancia a la educación de sus hijos y nombró a Decio preceptor de uno de ellos, Enrique de Borja, coincidiendo con el nombramiento de este último como comendador mayor de la Orden de Montesa.
A él dedicó Decio su obra Paedapechthia, un tratado sobre la educación de los nobles escrito a modo de diálogo, en el que defiende la importancia de las Letras en la educación de los nobles y define un modelo de caballero basado en su concepción del hombre.
Fuera porque dicha tarea estaba lejos de colmar sus necesidades intelectuales, como parece reconocer en esta obra, o por otras causas, decidió regresar a Valencia.
En el camino, un afortunado encuentro con el rector Juan Celaya le proporcionó la oportunidad de escribir un discurso a favor de las Letras que, además, supuso el inicio de su vinculación con el colegio del Estudio. Su obra De re literaria asserenda fue escrita en 1534 como discurso inaugural del año académico para las fiestas lucales, que celebraban el inicio del curso cada 18 de octubre, día de san Lucas. En esta ocasión, Decio no siguió la costumbre totalmente asentada de delegar la lectura de estos discursos en los alumnos más destacados, que sí respetó para sus dos discursos posteriores (De scientiarvm y Evcharistia); su declamación motivó las alabanzas de Juan Bautista Berbegal y su innovador ejemplo fue seguido por otros humanistas.
Su primer cargo en el colegio del Estudio fue el de maestro camerista, nombramiento por el que se le permitía el uso de las aulas del Estudio para dar clases privadas en ellas, siempre de acuerdo con las normas de la propia institución. El 15 de enero de 1535 se le otorgó el cargo de quinto regente y poco después fue nombrado catedrático de Oratoria para el curso 1535-1536, cátedra a la que renunció en octubre de ese último año, para acompañar a Rodrigo de Borja, hijo del duque de Gandía, a su nombramiento como cardenal diácono por el papa Pablo III. Al morir Rodrigo de Borja, Decio regresó a Valencia, donde se le restituyó su antiguo puesto de quinto regente para los cursos 1537-1538 y 1539-1540; además, en este último curso y en el siguiente, fue llamado para ocupar de nuevo su cátedra de Oratoria. No se conocen datos de su vida desde su dimisión, al parecer por ausentarse de Valencia, hasta el 6 de noviembre de 1546, cuando los jurados y el Consejo del colegio recuperaron el cargo de regente para él. Además, el 7 de mayo de 1547 volvió a ocupar su cátedra que mantuvo hasta el curso 1548-1549, momento en el que cesó como regente. El 30 de mayo de 1549 renovó su nombramiento, que continuó cumpliéndose hasta el curso 1552-1553, en este caso para la primera cátedra de Oratoria, ya que para este curso se crearon dos complementarias según el consejo del propio Decio.
En su Evcharistia per discipulum Pontium Patricium adulescentem publice habita, escrita como discurso inaugural para las lucales de ese año, explica la conveniencia de desdoblar esta cátedra en una que se ocupara de la teoría, ars, y otra, artis opera, de la práctica.
El sistema, ya implantando en la Universidad de Alcalá, pretendía promover la investigación mediante la discusión intelectual, generando un clima de sana competencia entre los maestros, que motivara el estudio continuo de las disciplinas y garantizara la calidad de los contenidos.
Decio fue un gran conocedor de las lenguas latina y griega y un pedagogo no sólo preocupado por la mejora del sistema educativo y por la calidad de la enseñanza, sino también por la falta de implicación de sus compañeros de profesión, a quienes acusaba de utilizar las letras en su beneficio personal menospreciándolas en sí mismas. Frente a la búsqueda de ventajas personales y de dinero, defendió una concepción del hombre basada en la integridad ética entendida como deber. Esta concepción explicada en su De scientiarvm et Academiae Valentinae laudibus se asienta en la idea de la dignitas hominis, cuya importancia en el pensamiento de Decio ha destacado Francisco Rico. La razón y la palabra, que, ejercida a través del lenguaje, permite acceder al conocimiento de las letras, son en sí mismas la esencia de la humanitas, cuya práctica no sólo supone la materialización de la libertad, sino que proporciona al hombre la posibilidad de desarrollar las cualidades divinas que se derivan de su creación a imagen de Dios.
Si bien no existe duda alguna en cuanto a identificar el pensamiento de Decio con el humanismo, su adscripción al erasmismo presenta muchas dificultades.
Conoció y estudió las ideas de Erasmo, también participó en el debate acerca de la conveniencia de utilizar sus escritos sobre la enseñanza de la lengua latina para la docencia, cuyo valor pedagógico defendió, e incluso acometió la tercera edición de su De copia verborum. Sin embargo, y pese a la identificación que proponen algunos estudios basados en estos argumentos, resulta difícil concordar esta teoría con su defensa del humanismo cristiano, cuyos ideales están presentes a lo largo de toda su obra, así como con su vinculación al estado eclesiástico y su admiración por el arzobispo de Valencia Tomás de Villanueva, como muestra el elogio que le dedica en De scientiarvm et Academiae Valentinae laudibus.
Comprometido con su tiempo, trató de llevar a la práctica los ideales que plasmó en sus escritos; en esta constante lucha mostró una gran convicción interna y una independencia intelectual que le permitieron ser muy crítico con otros maestros, así como con los poderes de la ciudad aunque éstos eran los benefactores de las instituciones educativas.
Obras de ~: De re literaria asserenda, Valentiae, Ioannes Mey, 1535; Paedapechthia, s. l., 1536; De scientiarvm et Academiae Valentinae laudibus, Valentiae, Ioannes Mey, 1547; Brevis in Erasmi Copiam Epitome, Valentiae, Ioannes Mey, 1548; Evcharistia per discipulum Pontium Patricium adulescentem publice habita, Valentiae, Ioannes Mey, 1549.
Bibl.: A. Felipo Orts, La Universidad de Valencia durante el siglo xvi: 1499-1611, Valencia, Universidad, 1993; VV. AA., Cinc segles i un dia, Valencia, Universidad, 2000; H. Rausell Guillot, “Los Erasmistas valencianos en la obra y la correspondencia de los ilustrados” y “Un texto escolar del siglo xvi: el epítome de Francisco Decio del ‘De duplici copia verborum ac rerum’ de Erasmo de Róterdam”, en Estudis: Revista de Historia Moderna, 27 (2001), págs. 127-152, y 28 (2002), págs. 473-482; F. Rico Manrique, El sueño del Humanismo, Barcelona, Destino, 2002; F. Grau Codina, X. Gómez Font, J. Pérez Durá y J. M. Estaelles González (eds.), La Universitat de valència i l’Humanisme: Studia humanitatis I Renovació cultural a Europa i al Nou Món, Valencia, Universidad, 2003; Á. Valentín Estévez y F. Pons Fuster (eds.), Discursos inaugurales de la Universidad de Valencia: (siglo xvi), Valencia, Universidad, 2004.
Icíar Gómez Hidalgo