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Salvador de Alépuz

Biografía

Alepuz, Salvador de. Morella (Castellón), 1503 – Sassari (Italia), XI.1566. Obispo, padre conciliar de Trento y reformador eclesiástico. Nació probablemente en Morella, capital del Maestrazgo.

Sus padres se llamaban Gabriel de Alepuz, valenciano, y Catalina de Manca-Pilo, descendiente de Cerdeña.

A los veintiún años de edad, el 29 de enero de 1524, fue nombrado administrador de la sede arzobispal de Sassari (Cerdeña). Seis años después, en 1530, fue preconizado arzobispo residencial y el 9 de septiembre de 1539 el papa Paulo III le concedió el palio arzobispal.

Trabajó por la reforma de las costumbres de los sacerdotes y del pueblo cristiano. Ya antes del concilio de Trento reunió diversas asambleas de su clero programando normas para la instrucción y el mejoramiento de los eclesiásticos. Teniendo en cuenta el bajo nivel del clero sardo, entre las disposiciones que prescribía estaba el que los candidatos a las órdenes sagradas realizasen un examen previo.

El mismo aseglaramiento de los clérigos —que no llevaban ni hábito ni tonsura clerical, que parecían labradores, que actuaban probremente en el altar y llevaban además armas— hizo que dispusiese en 1533, bajo censuras y penas pecuniarias, que todos los presbíteros y diáconos fuesen por la ciudad vestidos con traje talar, y se abstuviesen de llevar armas, a no ser que fuera por necesidad extrema. Puso mucho interés en remediar la corrupción normal en que vivían los clérigos de aquellos tiempos.

Convocado el Concilio de Trento, se inauguró el 13 de diciembre de 1545; Salvador de Alepuz llegó a esta ciudad el 10 de enero de 1546 y allí siguió interrumpidamente hasta el 28 de abril de 1555, en que por segunda vez fue interrumpida la asamblea. A los tres días de su llegada, participó en una congregación.

Sus intervenciones serían bastante frecuentes después.

El 2 de febrero, a sólo tres semanas de su estancia en el concilio, fue escogido para proponer solemnemente desde el púlpito los decretos de la tercera sesión. En la sesión siguiente, el 8 de abril de 1546, volvió a desempeñar el mismo oficio, en que hacía referencia al decreto dogmático sobre los libros inspirados y las tradiciones apostólicas. Formó parte de la comisión encargada de aprobar una enmienda al capítulo sexto de justificación, igualmente presentó enmiendas sobre los sacramentos y en especial sobre el bautismo.

Sus aportaciones se tuvieron en cuenta.

Alepuz se opuso a que el concilio se trasladase a Bolonia en 1547. Y en Trento seguía un año después.

El 15 de septiembre de 1550 parece que estaba allí.

El 29 de abril de 1551 asistió a la solemne recepción del legado pontificio que venía a reanudar las sesiones conciliares. Desde esta fecha, estuvo durante toda la segunda etapa conciliar. En la sesión inaugural, el 1 de mayo de 1551, actuó de celebrante de la misa, leyendo después desde el púlpito el decreto de apertura.

Celebró la Eucaristía semanas más tarde en la festividad de la Santísima Trinidad y en las vísperas del día anterior.

Tuvo una relevante actuación en el estudio y redacción de los decretos conciliares. Nada menos que formó parte de tres comisiones, es decir, todas las que existían en aquel período. El 30 de septiembre de 1555 se le encargó la comisión que tenía que redactar los cánones sobre la Eucaristía; el 16 de noviembre la que tenía que entender sobre los cánones sobre la Penitencia y Unción de los enfermos, y en los decretos sobre estos mismos sacramentos, que luego en la decimocuarta sesión proclamó solemnemente desde el púlpito. Finalmente formó parte de una comisión parecida para la doctrina y cánones sobre el sacrificio de la misa y el sacramento del orden sacerdotal. Mostró interés por la reforma del clero, exención capitular y el exceso de privilegios. El concilio se suspendió bruscamente el 28 de abril de 1552, manifestando su disconformidad por tal decisión el arzobispo Alepuz.

De regreso a Sassari, continuó trabajando por la reforma de la diócesis, preocupándose por la aplicación de los decretos tridentinos. Por febrero de 1553, Alepuz emprendió la Visita Pastoral y en octubre de 1555 celebró Sínodo diocesano.

Animó a san Ignacio de Loyola desde Trento para que fundase un Colegio en la capital de su diócesis, y en 1561 era ya una realidad.

En 1560 fue a Roma, probablemente, para responder sobre unas acusaciones. Un año más tarde se encontraba preso en el Castillo de Sant’Angelo. La prisión se debió realizar en julio de 1561. No debían ser muy graves las acusaciones, cuando seis meses después se le liberó; pero esta libertad estaba condicionada a que no podía ausentarse de Roma. En septiembre de 1562 se encontraba allí todavía.

No asistió a la tercera y última etapa del Concilio de Trento (1562-1563), lo cual es de lamentar, porque hubiera desempeñado un papel importante, ya que era un hombre hábil y muy versado en temas conciliares.

En mayo de 1565 regresó a su diócesis. Un año después aún vivía, ya que san Francisco de Borja le escribió una carta, el 8 de junio, pidiéndole que admitiera a uno de sus canónigos que deseaban hacer las paces con él. Falleció en mayo de 1566.

 

Obras de ~: Oraciones de laudibus Eucharistiae, quam habuit al Synodum generalem in publica solemnique sessione XIII celebrata die 12 octubris 1551, quae fuit Dominica caenae nuptiarum XIX post Pentecosten, Concilium Tridentinum, ed. Sociedad Goerresiana, Friburgo de Br., 1901.

 

Bibl.: G. Escolano, Década primera de la Historia de Valencia, libro 8, cap. 4, en Valencia, por Pedro Patricio Mey, 1611, págs. 680-693 (ed. facs., Valencia, Colección Valenciana, 1972); Q. Van Gulik y C. Eubel, Hierarchia católica medii et recentioris aevi, vol. 3 (1503-1592), Padova, Il Messaggero di S. Antonio, 1923, pág. 322; C. Gutiérrez, Españoles en Trento, Valladolid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Instituto Jerónimo Zurita, Valladolid, 1951, págs. 1014-1023; “Alepus, Salvador”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de la Historia Eclesiástica de España, vol. I, Madrid, CSIC-Instituto Enrique Flórez, 1972, págs. 39-40; H. Jedin, Historia del concilio de Trento, vols. 1 y 2, Navarra, Ediciones Universidad, 1972, y vol. 3, 1975.

 

Arturo Llin Cháfer

 

 

 

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