Cardenal i Fernández, Salvador. Valencia, 1.IX.1852 – Barcelona, 23.IV.1927. Médico, cirujano.
Es uno de los médicos más representativos de la llamada por Laín Entralgo “generación de sabios”. Creador de la escuela catalana de cirugía, y, sin duda, introductor en España de las técnicas antisépticas y asépticas, así como uno de los iniciadores de la cirugía gastrointestinal y traumatológica.
Su padre, Domingo Cardenal, fue un destacado ingeniero de caminos, que, al poco de nacer su hijo, por motivo de trabajo ha de trasladarse a Urgell para dirigir la construcción del canal. Allí pasará Cardenal su infancia y, a los diez años, padece una enfermedad pulmonar (pleuresía purulenta) que tarda en curarse. Escribió la historia de su enfermedad, que tituló Relación de la enfermedad que ha afligido por el espacio de unos siete meses a Salvador Cardenal Fernández, escrita por sí mismo. Por un lado, su experiencia como enfermo, y, por otro, la honda impresión que, sin duda, le causó su médico, el doctor Riu, amigo de la familia y con alto prestigio en la comarca de Tárrega, debieron despertar en el joven la predisposición por las ciencias médicas.
Realizó sus estudios de segunda enseñanza en Mataró, en el colegio que dirigía el profesor Valdemia, donde muestra excelentes aptitudes para el estudio. Finalizada esta etapa, se traslada a Barcelona para cursar la licenciatura en Medicina y en la ciudad Condal pasará el resto de su vida.
Durante su época de estudiante con veinte años y, recién finalizados los estudios de Anatomía y Fisiología, se constituye en socio fundador de El Laboratorio (1872). De los cinco estudiantes que lo componen (Josep Barraquer, Salvador Cardenal, Joan Viura, Manuel Riba y Manuel del Villar), dos de ellos, Cardenal y Barraquer, llegarían a ser figuras ilustres de la medicina española. Los fundadores de este círculo, insatisfechos con la educación médica que reciben, deciden crear una asociación dedicada a la práctica de la medicina experimental. En este taller, instalado en el número 12 de la Riera Baixa, aprendieron la vividisección y la fisiología de una manera práctica y directa. El Laboratorio, fundación estudiantil, recibirá la protección científica a los tres años de su creación, cuando se unen a él tres figuras eminentes de la medicina catalana: Giné y Partagas (catedrático de Disección), Josep Letamendi (catedrático de Anatomía) y Bartomeu Robert (catedrático de Patología). Al mismo tiempo obtiene la felicitación de Claude Bernard por sus trabajos de investigación. En definitiva, contribuyó al nacimiento de la Academia y Laboratorio de Ciencias Médicas de Cataluña (1878) al fusionarse con la Academia de Ciencias Médicas fundada un año antes.
Durante su carrera obtuvo nueve matrículas de honor, licenciándose con premio extraordinario (1875), y al año siguiente se doctoró en Madrid con una tesis titulada De la osteomielitis en sus relaciones con la pioemia y la septicemia.
Completa su formación médica en los hospitales de París (1875), al observar el trabajo de Guérin, de Richet, de Verneuil, Gosselin, Broca y Pean. Durante este período fue discípulo del citólogo Latteux.
De nuevo en Barcelona (1876), Cardenal ejerce principalmente la traumatología, ya que atiende a los empleados de la fábrica de los Hermanos Girona. Implantó la novedad de curar las heridas abiertas con alcohol diluido.
En 1877 gana por oposición las plazas de preparador anatómico de Museos de la Facultad de Medicina, cargo que ocupó durante ocho años, lo que le permite colaborar con los profesores Silóniz y Letamendi. Introduce un procedimiento nuevo para la conservación de las piezas anatómicas (método de Sucquet) y lleva a cabo la disección de un número importante de cadáveres. En una de las primeras (1877), como consecuencia de un pinchazo en la mano derecha, tuvo una grave infección cuya secuela fue la pérdida del tendón flexor del dedo índice derecho. Para compensar esta pequeña deficiencia, educó la mano izquierda con lo que se convirtió en un cirujano ambidiestro. En esta época colabora con asiduidad en la revista Archivo de la Cirugía, de la que es uno de los redactores. Imparte cursos privados de anatomía y cirugía e intensifica al estudio de los idiomas (francés, alemán, inglés, italiano, ruso, etc.), que había emprendido en 1871. Mientras dura su invalidez preparar la oposición a médico numerario de la Casa de Caridad de Barcelona, obtiene el número uno y queda encargado de la sección de mujeres (1877).
Cardenal seguirá a lo largo de su vida con la costumbre de asistir a las clínicas más prestigiosas de Europa. En 1879 permanece en Lyon con Ollier y, en Ginebra, con Juilliard. Son especialmente importantes las visitas que realiza al área germánica, donde el método antiséptico de Lister ya está plenamente aceptado tras la guerra franco-prusiana. En Zúrich observa a Rose; en Múnich, a Nussbaum; en Viena, a Billroth; en Berlín, a Bardeleben y Schröder; en Leipzig, a Thiersch; en Strasburgo, a Lueckhe y Köberlé, y en Halle, a Volkmann. De especial relieve resultan las visitas a Lister de 1883 y 1890. Por último, es digno de reseña la información recibida de Reverdin, de Kocher y de Girard durante su viaje a Suiza, así como la proporcionada por Czerny, Freud, Esmarch y Schröder durante su estancia en Alemania.
Al regreso de visitar a tan eminentes profesores en tan variados campos quirúrgicos, se inicia la época más fructífera de Cardenal. Ingresa como cirujano de número en el Hospital de Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús (1879). Cuando se construye un edifico de nueva planta, proyectado para trescientas camas, de acuerdo con la tecnología de la época, se encarga la dirección del mismo a Cardenal (1883), y en él mantendrá toda su actividad quirúrgica hasta su muerte. Este hospital en su honor se denominó durante el trienio de nuestra guerra civil (1936-1939) Hospital Cardenal. Su primer ayudante fue Álvaro Esquerdo y Esquerdo, al que sucedieron Mariano del Vilar y Fontcuberta, Moya i Guerri, Alfred Castellà. Colaboradores suyos fueron también José Girona y Trius y Felipe Cardenal y Navarro.
Cardenal se interesó muy pronto por la antisepsia, ya en su etapa de formación durante el viaje que, en 1875, realizó a París, y por ello su obra está identificada por sus aportaciones a esta parcela, como introductor primero de las técnicas antisépticas y luego asépticas. El método antiséptico como forma de tratamiento de las heridas, obra del cirujano escocés Joseph Lister, revolucionó la cirugía. Su trabajo se basa en la doctrina bacteriológica de Pasteur y el seguimiento de la evolución lógica hasta alcanzar un notable perfeccionamiento con la “asepsia o método aséptico” de Ernst von Bergman de Berlín. A Lister se debe la creación de la doctrina quirúrgica que recibió el nombre de “listerismo”. El verdadero triunfo del listerismo se produce en el Congreso Internacional de Ciencias Médicas de Ámsterdam (1879) al ser aceptado por todos los cirujanos.
Sin vacilación, la mejor aportación española al listerismo es la obra de Cardenal Guía práctica para la cura de las heridas y la aplicación del método antiséptico en cirugía (1880) que incrementará en una edición de 1887 y verá la luz con el título de Manual práctico de cirugía antiséptica. Cierra la obra un Apéndice escrito conjuntamente con Jaime Ferran bajo el título “De bacteriología quirúrgica”. Una tercera edición revisada y ampliada sale en 1894. Asimismo hay que señalar sus intervenciones en los congresos de Ciencias Médicas de Barcelona (1888) y en el Congreso Hispano-portugués de Cirugía de Madrid (1898). Son dignas de mención sus intervenciones a favor del listerismo en la Real Academia de Barcelona. Cardenal defendió la teoría de Lister frente al cirujano inglés Lawson Tait y el francés Guérin.
En 1878 comienza a utilizar el método antiséptico en el Hospital del Sagrado Corazón, y años más tarde, en su Casa de curación Quirúrgica (1888). Ya que las precauciones antisépticas y asépticas no se podían cumplir en la cirugía realizada en casa de los pacientes, creó esta clínica privada, situada en el pasaje de Mercader, 13 y 15. Era una de las pocas existentes en Barcelona y contaba con el mejor utillaje de la época. La influencia de la obra de Cardenal fue sorprendente, y Alejandro San Martín la resume en estos términos: “hay que admitir que ha sido y es entre nosotros uno de los más infatigables propagandistas del método y para expresar mi pensamiento diré que Cardenal ha hecho en España lo que Lucas Chapionnière en Francia”.
Contribuyó de forma capital a introducir la cirugía traumatológica en Cataluña al ser el primero en practicar con éxito intervenciones tales como la ostesintesis (1880) y la artroplastia de la cadera anquilosada (1915).
Debe ser asimismo subrayado su mérito como pionero en la cirugía abdominal, ya que fue el primer cirujano que realizó una ovariotomía con éxito en Barcelona (1881) y adoptó como tratamiento del pedículo el método intraperitoneal de Schröder, más atrevido que el usado entonces. Influyó con sus escritos y su actividad quirúrgica para que se aceptase la laparotomía exploratoria como conquista de la cirugía moderna. Entre 1877 y 1892 efectúa dos mil operaciones, de las que ciento veinticuatro eran laparotomías, cifra no igualada por ningún cirujano español de entonces. En cirugía sobre el estómago adopta la gastroenterostomía de la que es su mayor divulgador. Junto con su discípulo, el doctor Rusca, creó un procedimiento de gastroenterostomía retrocólica posterior valvular, que es una modificación del de Köcher (1903). En cirugía intestinal era partidario de la intervención urgente ante un abdomen agudo, y, por lo tanto, operar sin demora las apendicitis agudas. En los procesos quirúrgicos de las vías biliares fue el primer cirujano que practicó en España una colecistogastrostomía (1902).
Fue un completo cirujano general y abarcó campos tan específicos como la cirugía torácica, donde es de los primeros en realizar el tratamiento del empiema crónico mediante toracoplastia con la técnica de Estlander (1882), realizar modificaciones en el instrumental quirúrgico (valva de Cardenal) o diseños como el del panasepticon rodado o carrito de curaciones, que mandó construir a Homet, Fornells y Compañía.
Fue socio laureado (con medalla de oro) de la Real Academia de Medicina de Madrid por su Memoria titulada Estudio histórico y clínico del lupus, el epitelioma y el cáncer ulcerado (1879). Ingresó a los treinta y tres años como académico de número de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Barcelona (1885). En la toma de posesión pronunció un discurso titulado Criterio Quirúrgico actual de la inflamación. Fue además, miembro de honor del Colegio de cirujanos de Inglaterra (Honorary Fellow of College Surgenos of England) (1890) y, entre 1893 y 1895, ocupó la presidencia de la Academia y Laboratorio de Ciencias Médicas de Cataluña. Estaba en posesión de la Gran Cruz de Alfonso XIII (1925).
Con motivo de sus bodas de oro con la medicina recibió el homenaje, en primer lugar, de sus discípulos en el Hospital del Sagrado Corazón, que, para perpetuar su memoria, colocaron una placa con la inscripción: “Los dexebles familiars del Dr. Cardenal en les sves noces d’or ab la ciencia. Any MCMXXV”. También la Real Academia de Medicina y Cirugía de Barcelona le homenajeó, así como la clase médica catalana que lo perpetuó con la colocación de una placa en el pabellón de Montserrat destinado a los pacientes quirúrgicos del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau. Se le concedió el nombramiento de catedrático honorario, así como el de hijo adoptivo de la ciudad y médico honorario de la Beneficencia Municipal de Barcelona (1926).
Su biblioteca de obras médicas, en sus últimos años, era importante por la cantidad y calidad de los volúmenes, cumpliendo con la leyenda de su ex libris “Timeo Hominem unius libri”.
Cuando murió a los setenta y cinco años de edad era viudo de Rosa Pujals, natural de Cienfuegos (Cuba), y dejaba cuatro hijos (León, Clara, Marta y Carlos), el primero de los cuales alcanzó prestigio como cirujano. Mantuvo su actividad quirúrgica hasta cuatro días antes de su muerte a consecuencia de una peritonitis verosímilmente secundaria a una apendicitis, para la que rehusó el tratamiento quirúrgico dado las circunstancias del caso.
De él Gregorio Marañón escribió: “la vejez cronológica ha sido superada y vencida por la inquietud y la curiosidad crecientes del espíritu, impidiéndole desertar, a pesar de los años, desde los puestos avanzados de la lucha profesional y científica que todavía ocupa, a la posición de cómoda retaguardia que su larga historia y su copiosa labor le brindaban”.
Obras de ~: “De la anestesia quirúrgica, de los anestésicos y en particular de la cloroformización”, en La Independencia Quirúrgica (IQ), 9 (1874), págs. 27-29, 40-42, 64-66, 74-78, 88-91, 113-116, 135-138 y 149-150; “Doble proceso morboso provocado por la adquisición de los dos virus chancrosos en un solo coito”, en IQ, 9 (1874), págs. 78-79; “Un descubrimiento del Dr. Letamendi. Sobre la anestesia local”, en IQ, 10 (1875), págs. 257-260 y 269-272; “Progresos útiles en el arte de las conservaciones anatómicas”, en IQ, 11 (1876), págs. 121-123 y 234-237; “Tratamiento operatorio de las fístulas rectales y vaginales. Exposición del nuevo método del Dr. Letamendi para los casos ordinarios o sea de fístulas completas de 2 a 4 centímetros de profundidad”, en IQ, 11 (1876), págs. 359-362; “Peligros de la confusión en el estudio de las afecciones venéreas”, en IQ, 13 (1877), págs. 65-67, 119-120; “Linfo-sarcoma múltiple de los gánglios cervicales operado por el Dr. Letamendi”, en Archivo de la Cirugía, 1 (1877), págs. 21-25; De la osteomielitis en sus relaciones con la piomia y la septicemia, Barcelona, Tipografía Ramírez y C.ª, 1877; Las triquinas. Su historia, sus efectos y su profilaxia, Barcelona, Imprenta Barcelonesa, 1879; “Guía práctico para la cura de las heridas y la aplicación del método antiséptico en Cirugía”, en IQ, 13 (1880), págs. 163-164 y 187-189; Caracteres diferenciales histológicos y clínicos entre el lupus, el epitelioma y el cáncer ulcerado: Estudio comparativo de su tratamiento, Madrid, Manuel Tello, 1880; Guía práctico para la cura de las heridas, y la aplicación del método antiséptico en cirugía. (Lecciones dadas en la Academia y Laboratorio de Ciencias Médicas de Cataluña), Barcelona, Biblioteca Ilustrada Espasa Hnos., 1880; Progresos de la cirugía en el presente siglo, Barcelona, Est. Tipográfico de los sucesores de N. Ramírez, 1880; R. Hartmann, Manual de anatomía descriptiva escrito para médicos y alumnos, trad. del al. y aum. por L. Góngora y ~, Barcelona, Espasa, 1883; M. Perls, Tratado de patología general y de anatomía y fisiología patológicas escrito para médicos y alumnos, trad. del al. por L. Góngora y ~, Barcelona, Espasa ¿188-?; “Criterio Quirúrgico actual de la inflamación”, en Manual práctico de Cirugía antiséptica. Segunda edición refundida y considerablemente aumentada del Guía práctico para la cura de las heridas y la aplicación del método antiséptico en cirugía, Barcelona, Tipografía editorial Espasa y C.ª Editores, 1887, págs. 5-55; Manual práctico de Cirugía antiséptica. Segunda edición refundida y considerablemente aumentada del Guía práctico para la cura de las heridas y la aplicación del método antiséptico en cirugía, Barcelona, Tipografía editorial Espasa y C.ª Editores, 1887; Manual práctico de Cirugía antiséptica, Barcelona, ed. 3.ª, Biblioteca ilustrada de Espasa y C.ª Editores, 1894; Contribución al estudio de los efectos de los modernos proyectiles de guerra y su tratamiento. 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Fernando López-Ríos Fernández