Andreu i Grau, Salvador. Barcelona, 1841 – 1928. Farmacéutico, empresario y filántropo.
Nacido en Barcelona en 1841, Salvador Andreu fue una de las personalidades más originales y célebres de su tiempo. El prestigio del doctor Andreu se forjó en tres ámbitos: el negocio farmacéutico, la promoción inmobiliaria y el mecenazgo. Sus actividades encontraron un escenario idóneo en la Barcelona pujante y extravertida de las exposiciones universales (1888 y 1929). El legado empresarial del doctor Andreu se materializó en los Laboratorios del doctor Andreu y en la Sociedad Anónima Tibidabo, gestionados ambos por sus hijos entre los años veinte y setenta del siglo pasado. Del legado urbanístico, social y cultural quedan numerosas manifestaciones en la capital catalana.
La tradición profesional de la familia Andreu se inscribía en el Derecho y el Comercio. Licenciado en Farmacia y doctorado en Medicina por la Universitat de Barcelona, Salvador abrió en 1866 una farmacia moderna y lujosa en el barrio gótico. Desde el principio, Salvador Andreu puso un gran empeño en singularizar su establecimiento y en desarrollar la dimensión más comercial del negocio. Como todas las farmacias españolas de la época, la del doctor Andreu vendía especialidades importadas y algunas fórmulas magistrales, pero mostraba unos escaparates y una atención al público raras en la Barcelona del siglo xix.
La farmacia se transformó en laboratorio en 1870.
Ese año empezó a vender una serie de productos propios dedicados a combatir el asma y la tos. El lanzamiento de estos específicos, que llevaban la marca de la farmacia del doctor Andreu, fue acompañado por una campaña publicitaria espectacular, que quedó reflejada en la prensa local. Las pastillas para la tos y la pasta pectoral del doctor Andreu se convirtieron en los más famosos específicos de la compañía. La inauguración de una segunda farmacia, en la Rambla de Sant Josep, constituyó un acontecimiento en Barcelona, ciudad en la que Andreu empezaba a ser muy popular. El negocio siguió una trayectoria brillante, exportándose varios de los productos a Argentina y a otros mercados americanos. La publicidad masiva de los productos de la casa, la venta de numerosos fármacos de importación y la atención a los mercados español y americano explican el éxito de los establecimientos.
La intuición comercial del doctor Andreu contrasta con el pobre desarrollo de las capacidades comerciales de los laboratorios españoles del momento. Una intuición que supo combinar con la adaptación de las prácticas publicitarias y comerciales de los laboratorios más dinámicos de la época, en particular las filiales españolas de empresas alemanas y suizas. La llamada propaganda científica, el contacto permanente con los médicos a través de un departamento de visitadores médicos, era una de esas estrategias.
La aparente falta de interés de nuestro personaje por desarrollar la vertiente industrial y científica del negocio farmacéutico, a partir de una plataforma comercial tan bien establecida, se debe, posiblemente, a sus muchas y variadas inquietudes, así como a las oportunidades brindadas por el mundo en que vivió.
La Barcelona de las dos exposiciones universales (1888 y 1929) constituyó, sin duda, un escenario magnífico para que personalidades originales como las del doctor Andreu se desplegaran libremente. También el negocio de la construcción encontró en la Barcelona de la Belle Époque un contexto ideal. La edificación del Ensanche, singularmente, fue útil para que la burguesía catalana, en busca de inversiones seguras y rendimientos elevados, se familiarizara con esta actividad, que hasta la Guerra Civil estuvo caracterizada por la dispersión y el personalismo. Salvador Andreu encajaba en este sentido con el modelo vigente. La adquisición en 1879 de la finca del Fraile Blanco, a los pies de la montaña de El Tibidabo, marcó el inicio de su carrera como promotor inmobiliario. A partir de entonces, buena parte de sus beneficios industriales y comerciales se canalizaron hacia la urbanización de la parte alta de Barcelona, así como a la compra y la edificación de solares en lo más emblemático del Ensanche barcelonés. En 1899, y asociado al grupo financiero Arnús-Garí y a otros miembros de la burguesía catalana, creó una de las primeras promotoras inmobiliarias del país, la Sociedad Anónima El Tibidabo.
Esta empresa fue pautadora en la edificación de los barrios de Sant Gervasi, Sarrià y Tibidabo. Pero el núcleo de las actividades de la compañía se centró en la propia montaña del Tibidabo, llamada desde entonces a ser uno de los principales lugares de ocio de la ciudad. A principios de siglo se abrió y prolongó la avenida del Tibidabo. Andreu fue el artífice de un sistema combinado de transporte de tranvía eléctrico (el popular Tranvía Blau, de nuevo en funcionamiento desde 1982) y funicular (el primero de España) que comunicaba la ciudad con la cima del Tibidabo.
Ambos quedaron inaugurados el 29 de octubre de 1901. La construcción del parque de atracciones cobró impulso después de 1908, cuando el Ayuntamiento de Barcelona adquirió la cima del monte y decidió preservarla. De este modo, la Sociedad Anónima El Tibidabo, que inicialmente se había propuesto urbanizar toda la montaña, tuvo que limitarse a construir y gestionar el parque, el Gran Hotel La Florida y el Hotel-Restaurant Coll, así como varios restaurantes, salas de fiestas y de exposiciones. La explotación del tranvía y la ampliación de la construcción residencial en la zona alta de Barcelona siguieron alimentando el negocio de Andreu. La empresa El Tibidabo pretendía además expansionarse más allá de la sierra de Collserola por la vertiente de la montaña, hasta Vallvidriera y el llano del Vallès. Fruto de esta carrera por comunicar Barcelona con el Vallès fueron, entre otros, los Ferrocarriles de Cataluña, vinculados al gran proyecto de electrificación de Cataluña del ingeniero norteamericano Fred Pearson.
El negocio farmacéutico y las actividades urbanísticas son, pues, el origen de la importante fortuna del doctor Andreu, objeto de una popularidad extraordinaria desde finales de siglo. Asiduo de las tertulias más célebres del momento, coleccionista de arte, filántropo, y presidente honorario de todos los colegios de farmacéuticos de España, Salvador Andreu murió, rico y famoso, en 1928 en la ciudad que le había visto nacer. La plaza que está al pie del Tibidabo le recuerda.
Bibl.: VV. AA., 90 Años de Industria Farmacéutica. Dr. Andreu 1866-1956, Barcelona, Laboratorios del Dr. Andreu, 1956; VV. AA., Primer Centenario del Dr. Andreu S.A., 1866-1966, Barcelona, Laboratorios del Dr. Andreu, 1966; F. Cabana, “Fàbriques i empresaris. Els protagonistes de la revolució industrial a Catalunya. Metal·lúrgics, Químics”, en VV. AA., Enciclopèdia Catalana, Barcelona, 1993, págs. 297-301; N. Puig, “Salvador Andreu Grau”, en E. Torres (dir.), Cien empresarios españoles del siglo xx, Madrid, LID Editorial Empresarial, 2000, págs. 34-36; J. M. Gallardo i Matheu y L. Prieto i Tur, Cent Anys del Tramvia Blau. Funiculars, Tramvies i Ferrocarrils a la Muntanya del Tibidabo. Les comunicacions entre Barcelona i el Vallès per la serra de Collserola, Monografies del Ferrocarril 14, Barcelona, AAFCB, 2001.
Nuria Puig Raposo